The Vanishing Islands That Failed to Vanish

Cita: 

Zhong, Raymond, Jason Gulley y Jonathan Corum [2024], "The Vanishing Islands That Failed to Vanish", The New York Times, New York, 26 de junio, https://www.nytimes.com/interactive/2024/06/26/climate/maldives-islands-...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Miércoles, Junio 26, 2024
Tema: 
Riesgos existenciales del calentamiento global en el Océano Indico
Idea principal: 

    Raymond Zhong es reportero de The New York Times, cubre asuntos climáticos y ambientales. 

    Jason Gulley es fotógrafo ambiental y geólogo investigador por la Universidad de Florida.

    Jonathan Corum es el editor gráfico de ciencia de The New York Times.


    En medio del Océano Índico, los atolones de Maldivas (pequeños archipiélagos de islas tropicales de baja altitud, formadas sobre arrecifes de coral) emergen como un enigma geológico y climático. Estas frágiles extensiones de arena han sido consideradas el epicentro de la vulnerabilidad climática. Sin embargo, hoy desafían las predicciones más catastróficas de los expertos: pese al aumento del nivel del mar, muchas persisten e incluso crecen.

    Los estudios con imágenes aéreas revelan la aparición de un número creciente de atolones en el archipiélago (cerca de mil islas de coral monitoreadas hasta ahora). Fluctuando entre la erosión y la acumulación de sedimentos de los arrecifes, su área no se reduce. En algunos casos, el tamaño de las islas aumenta, lo que abre nuevas interrogantes sobre la vulnerabilidad y resiliencia de los pequeños estados insulares ante el cambio climático.

    Aunque los atolones podrían estar lejos de desaparecer, es un hecho que enfrentan un futuro incierto. La nota de The New York Times señala que la subida de los océanos exige replantear las estrategias de combate y adaptación climática. Por ejemplo, el artículo también refiere sobre una posible conservación selectiva del ecosistema, si algunas de las islas se vuelven difíciles de habitar y otras no. Para la revista, la estrategia que los "gobiernos de los atolones" deberán implementar es la inversión en infraestructura crítica (agua dulce, salud, empleo), al tiempo que tendrán planificado su futuro con recursos limitados.

    Objetos maravillosos de este mundo

    Los atolones son considerados uno de los lugares más bellos del planeta. El equipo de The New York Times explica que, más allá de un exótico destino turístico, los archipiélagos formados sobre arrecifes de coral (desde la Polinesia Francesa, Micronesia hasta Maldivas) son una maravilla geológica excepcional.

    El naturalista inglés, Charles Darwin, los describió en el siglo XIX durante su expedición en el Beagle, y los catalogó como "objetos maravillosos de este mundo". Su génesis de se encuentra en complejos procesos terrestres y ambientales de millones de años. Hoy en día se sabe que (además de la actividad tectónica, volcánica y coralina), las fluctuaciones marinas tienen una gran influencia en su formación "ahogando y exponiendo las islas varias veces a lo largo de los siglos".

    En su momento, el descubrimiento fue problemático y alertó a todos sobre la fragilidad del ecosistema. Sin embargo, nuevas investigaciones de este campo arrojan información controvertida que rompe con el paradigma ecológico antes establecido. En 2010, Arthur Webb y Paul Kench compararon 27 imágenes aéreas históricas de las islas en el Océano Pacífico con datos satelitales modernos. Pese al rápido aumento del nivel del mar (aproximadamente una pulgada por década), la mayoría de las islas mantuvieron o incrementaron su tamaño (dato crucial 1 y 2) gracias a que las olas acumulan sedimentos en sus costas. A pesar de encontrarse en una plataforma oceánica considerada vulnerable, también se ha descubierto que el efecto de la erosión no parece ser mayor que en otros lugares.

    Esta nueva información deja claro que el fenómeno es irreductible a la visión más simplista sobre el cambio climático. Por ello, The New York Times acompañó a un equipo de científicos en su paso por el archipiélago de Maldivas y sus comunidades. El reportaje apunta a una labor de investigación participativa para comprender las "fuerzas en juego" en las islas coralinas y sus tendencias futuras -no solo en Maldivas, sino en el mundo-, elaborando nuevos planes de protección para los territorios afectados.

    Ciencia como "trabajo de detective"

    Debido a su singularidad, la isla de Dhigulaabadhoo fue seleccionada como primera parada de la investigación. Los científicos explican que su forma poco común (un anzuelo), la consistencia de su tierra y la diversidad del coral la hacen el lugar idóneo para obtener respuestas.

    La medición de las corrientes, el mapeo de las olas, la instalación de sensores y análisis de sedimentos por parte de los investigadores buscan reconstruir la historia de los atolones de Maldivas. El trabajo científico es una labor crucial (cuasi detectivesca). Los "datos duros" -apuntan- pueden brindar un panorama más completo acerca del estado de la isla, ayudando al gobierno y los habitantes (dato crucial 3). La información recabada puede crear alternativas de desarrollo: nuevos códigos de construcción para ciudades y casas más resilientes a las inundaciones, saber qué playas son óptimas para restaurar con arena y cuáles desaparecerán, trazar planes de desarrollo selectivo para partes concretas de las islas.

    Para los científicos, el punto central es aprender a "convivir" con el cambio que se avecina, además de saber cuánto tiempo tienen los atolones para adaptarse o perecer frente al estrés ambiental que ejerce el cambio climático sobre las barreras de coral: como lo ilustran los episodios de blanqueamiento masivo y muerte del coral que son cada vez más regulares y severos, por lo que los ecosistemas marinos podrían no adaptarse ni recuperarse.

    Coexistiendo con costas cambiantes

    En Maldivas, la crisis climática y ecológica es también una crisis nacional y tecnológica. En los últimos años, se alzan dos visiones contradictorias acerca del futuro del archipiélago.

    Los científicos climáticos recomiendan aprender a "coexistir" con la crisis. Aceptar que la imposición de los límites oceánicos es inevitable y que la humanidad tendrá que aprender a planificar de forma inteligente la vida con el agua, en lugar de centrarse en costosos proyectos de ingeniería costera para mantenerla alejada (pues pueden tener también importantes implicaciones medioambientales).

    El gobierno, en cambio, apuesta por las soluciones inmediatas. Frente a la "inacción", el Ministro de Medio Ambiente, Thoriq Ibrahim, ha declarado que "si hay erosión costera, entonces debemos de hacer algo al respecto [...] No podemos dejarlo, pensando que la naturaleza va a expandirse en la isla".

    El problema es que la mayoría de islas habitadas de Maldivas ya han sido "extensivamente diseñadas" para mantener el agua fuera (y no en vivir con ella). Tradicionalmente, por su poco espacio, la capital Malé (dato crucial 4) ha lidiado con los problemas de sobrepoblación, creando islas artificiales, acumulando arena de arrecifes, expandiéndolas y construyendo grandes barreras de concreto. Sin embargo, estos núcleos también comienzan a llenarse porque la gente busca mejores condiciones de vida.

    La tranquilidad no lo es todo

    A pesar de la constante expansión del océano, la infraestructura isleña no ha parado de crecer. Maldivas han construido nuevos aeropuertos, puertos, carreteras, torres, etc., incluso en islas pequeñas, priorizando el desarrollo económico y el turismo. Los científicos advierten que los mega-proyectos y obras, como diques, rompeolas y proyectos de tierras, pueden reducir la resiliencia al cambio climático.

    Los pobladores se debaten entre el crecimiento y la adaptación al curso de la naturaleza. The New York Times destaca algunos casos de pequeñas islas (Himandhoo, Rakeedhoo) donde la construcción de nuevos puertos con rompeolas ha agravado problemas como la erosión. Facilitar la carga y desembarco de materiales pesados, significa impulsar la construcción, pero también significa sacrificar la resiliencia natural: tener mejores sistemas de agua y alcantarillado, grandes hoteles con restaurantes, cafeterías y gimnasios, mientras las islas desaparecen y sus habitantes se convierten en desplazados climáticos (dato crucial 5).

    El pasado reciente puede estar condicionando el futuro de las comunidades y sus islas: la falta de buenas condiciones estructurales (educación, empleo, infraestructura pública) también influye en la reducción y abandono de los atolones. Esto es extrapolable a todas las naciones insulares.

Datos cruciales: 

    1) De las 184 islas analizadas, 42% perdieron terreno por la erosión, 39% se mantuvieron estables y 20% crecieron, algunas debido al desarrollo humano.

    2) El patrón de creación/erosión se repite en las cerca de mil islas monitoreadas hasta el momento.

    3) Maldivas está conformada por 1 190 islas, de las cuales 200 cuentan con población permanente.

    4) De los 500 mil habitantes de Maldivas, 40% vive en la capital, aproximadamente 211 mil personas. La extensión es menor a una milla.

    5) Rakeedhoo es la isla menos poblada del archipiélago. Desde el año 2000 su población se ha reducido. De más de 230 habitantes, hoy solo quedan 80 qué esperan ser trasladados, principalmente por la falta de infraestructura y personal educativo.

Nexo con el tema que estudiamos: 

    La vulnerabilidad de los ecosistemas costeros -Maldivas y otras naciones insulares- y los impactos del cambio climático antropogénico en los océanos son temas fundamentales para realizar una investigación multidimensional sobre la crisis climática en nuestros días.

    El reportaje de The New York Times nos ofrece otra visión acerca de la relación estado-sociedad-capital. Nos ayuda a exponer problemáticas y contradicciones implícitas en las estrategias de desarrollo tradicionales: medidas de "mitigación" centradas en mega-obras (diques, aeropuertos) que priorizan el crecimiento económico sin límites sobre la resiliencia ambiental, beneficiando los intereses inmediatos y comerciales, "desterritorializando" a las poblaciones vulnerables en pro del crecimiento y expansión del capital.

    En este contexto, la ciencia puede ser un contrapeso, arrojando una mejor comprensión sobre las dimensiones geofísicas reales de la crisis y las futuras posibilidades de convivencia con los límites planetarios y los procesos metabólicos del clima. Nuestro estudio debe indagar en la crisis, denunciando las formas de ocultamiento de la responsabilidad climática. Al mismo tiempo, seguir los esfuerzos científicos y políticos nos puede ayudar a repensar las posibilidades de una bifurcación sistémica: acercándonos a nuevas soluciones complejas e inteligentes ofreciendo alternativas centradas en la resiliencia y sostenibilidad, enseñando a la sociedad a convivir con el entorno climático cambiante.

    Al respecto, es necesario destacar que el diario neoyorquino considera que el aumento del nivel del mar es un proceso con el cual hay que convivir, sin retomar las exigencias de los estados insulares acerca de detener las causas del calentamiento global, de manera que sus territorios puedan mantenerse "a flote".