Activism without hope? Four varieties of postapocalyptic environmentalism
Cassegård, Carl [2023], "Activism without hope? Four varieties of postapocalyptic environmentalism", Environmental Politics, 33(3): 444-464, https://doi.org/10.1080/09644016.2023.2226022
Carl Cassegård es un sociólogo de la Universidad de Gotemburgo, investiga movimientos sociales, modernidad y activismo ambiental desde una perspectiva marxista y de teoría crítica. Autor de varios libros sobre ecología, capitalismo y catástrofes, desde 2021 estudia emociones y narrativas en el movimiento ambientalista.
Activismo sin esperanza? Cuatro variantes de ambientalismo postapocalíptico
Resumen
La esperanza es un elemento esencial para motivar el activismo dentro de los movimientos sociales. En el movimiento de transición y en las redes de colapsología surge un ambientalismo postapocalíptico que asume la catástrofe como inevitable. Ante la pregunta de si puede existir activismo sin esperanza, el estudio, basado en entrevistas en Suecia, propone una tipología: “campañas”, que combina esperanza y acciones confrontativas; “duelo”, que implica el retiro de estas; “construcción”, que genera nueva esperanza mediante acciones no confrontativas; y “hacer lo correcto”, que impulsa acciones confrontativas por razones ajenas a la esperanza.
Ambientalismo postapocalíptico
El ambientalismo postapocalíptico se diferencia de la visión clásica del activismo ambiental, en la que la esperanza se entiende como la fuerza central que, junto con la ira, impulsa la movilización, mientras que emociones como la culpa, el miedo o la desesperación también motivan la acción. De forma convencional, el ambientalismo postapocalíptico se asocia con la desesperanza y el fatalismo; en cambio, el enfoque al que se refiere el autor plantea que aceptar las catástrofes como inevitables no conduce necesariamente a la pasividad, sino que abre la posibilidad de una política orientada al reconocimiento de la pérdida y a la construcción de respuestas colectivas frente a ella.
El análisis se basa en entrevistas con miembros del movimiento de transición y colapsólogos en Suecia. El primero surgió en Reino Unido en 2006 para fortalecer la resiliencia local ante el cambio climático y la escasez de recursos, privilegiando un trabajo constructivo sobre la protesta directa. Llegó a Suecia en 2008 con más de cincuenta iniciativas locales.
La colapsología nació en Francia en 2013 para preparar mental y prácticamente frente al colapso social, combinando estudio, procesamiento emocional, vínculo con la naturaleza y acciones para reducir el sufrimiento. En Suecia apareció en 2019, organizada informalmente en torno a tres grupos de Facebook. Su actividad principal es difundir conciencia y compartir información, aunque muchos integrantes realizan trabajos prácticos a nivel local, a menudo coincidiendo con el movimiento de transición.
Diseño y métodos de investigación
El estudio distingue cuatro variedades de ambientalismo postapocalíptico: campañas, duelo, construcción y hacer lo correcto. La construcción se asocia a la esperanza expresada en acciones no confrontativas; hacer lo correcto implica compromiso con el conflicto, pero con menor peso de la esperanza. Estas tipologías permiten comprender cómo esperanza y activismo pueden sostenerse aún con perspectivas sombrías.
Se realizaron 28 entrevistas cualitativas entre 2020 y 2021 con integrantes de la colapsología y del movimiento de transición en Suecia, seleccionados por su activismo orientado al colapso inevitable. El reclutamiento se llevó a cabo mediante publicaciones en Facebook y referencias personales, utilizando la técnica de snowball sampling (un procedimiento en el que los participantes iniciales sugieren a otros posibles entrevistados, generando una red de contactos sucesivos) junto con muestreo intencional.
Los 28 participantes se trataron como una unidad representativa. Las entrevistas, por Zoom, duraron entre 55 y 120 minutos. La mayoría tenía alto nivel educativo y trabajaba en investigación, educación, atención social o ingeniería; muchos vivían en zonas rurales y practicaban agricultura ecológica. El objetivo fue una generalización analítica que clarificara cómo se interrelacionan esperanza y activismo.
Esperanza y activismo: un esbozo general
El modelo integra activismo y esperanza para mapear el campo postapocalíptico. El activismo comprende actividades para un movimiento social, entendido como lucha colectiva en el conflicto público por un cambio social. No todas las acciones son confrontativas; también incluyen el desarrollo y la experimentación de estilos de vida alternativos.
El movimiento de transición y la colapsología suelen considerarse apolíticos, centrados en construir alternativas. El debate cuestiona si grupos que evitan la protesta abierta pueden considerarse políticos. Un movimiento es político si visibiliza el conflicto, el poder y la contingencia de la sociedad; sin ello, no puede existir.
La esperanza implica posibilidad de decepción, pues carece de garantías. Se diferencia de perspectivas optimistas al ser un acto orientador que puede surgir incluso con pronósticos sombríos. Las condiciones para la esperanza son limitadas y desiguales: los activistas del Norte Global acceden a ella más fácilmente que los del Sur, que suelen movilizarse por emociones como la ira, el dolor y el duelo.
En el ambientalismo postapocalíptico, la esperanza se genera más en acciones menos públicas y en la interacción con personas o la naturaleza que en confrontaciones masivas. Puede ser representacional, con un referente explícito, o no representacional, presente incluso sin referente. La esperanza activa conlleva acción; la pasiva puede inducir inacción.
Campañas
Combina esperanza y activismo confrontativo, exige participación colectiva y ejemplos inspiradores. Incluye a activistas de transición y colapsólogos en protestas climáticas, acciones por justicia climática y política convencional. Alternan trabajo constructivo con lucha directa, valorando más el trabajo comunitario que la acción política tradicional.
Proyectos como aldeas locales o granjas ecológicas ofrecen ejemplos de alternativas sostenibles. Las campañas públicas, aunque no eviten la catástrofe, refuerzan la confianza activa y evitan xenofobia e intolerancia. Sin embargo, contramovimientos y producción sostenible, por sí solos, no ejercen suficiente presión.
Duelo
Combina retiro de la confrontación y pérdida de esperanza. Sus integrantes realizan actividades con sentido pese al colapso, exploran nuevos lenguajes, difunden conciencia, crean foros y practican rituales que a veces generan nuevas esperanzas. Asumen pensamientos pesimistas como antídoto contra la felicidad superficial. El duelo amplía el rango emocional e incorpora sentimientos positivos. Rechazar ciertas esperanzas alivia y reduce ansiedad, tristeza e impotencia. Esta postura implica reevaluar el mundo, fomentar solidaridad y fortalecer vínculos con la naturaleza y personas vulnerables.
Construcción
Aceptar el colapso puede dar paz mental y motivar más acción. La interacción con seres vivos o materiales naturales produce alegría, paz y esperanza. Vivir desconectado de la red y convivir en grupos fortalece la confianza y gratitud. Recrear aldeas y promover cooperación son esenciales en crisis. Estas prácticas generan esperanza de forma práctica más que intelectual, priorizando metas locales. La permacultura inspira desesperanza, incluso con pesimismo, sobre el futuro de la Tierra.
Hacer lo correcto
Los activistas participan en confrontaciones motivadas por principios éticos más que por la esperanza. Emociones como ira, tristeza, amor, preocupación, compasión y gratitud guían su acción. Buscan autorrespeto, dignidad, seguridad y fortaleza, actuando sin importar el resultado. Su motivación central es hacer lo correcto, aunque las esperanzas de evitar o reducir el colapso sean mínimas, persiste el objetivo de reducir sufrimiento, injusticia y daño a la naturaleza.
Reflexiones finales
La esperanza se entrelaza con distintas formas de activismo. Incluso aceptando el colapso, coexisten campaigning, building, mourning y doing the right thing. Aunque esperanza y confrontación a veces se separan, se rechaza la esperanza ingenua en el sistema. La esperanza activa sigue presente en campaigning y building, y puede convivir con pesimismo sobre el planeta.
Dos implicaciones teóricas: la esperanza puede surgir de actividades no confrontativas, sostenida por interacciones cotidianas, naturaleza y practical optimism; y el activismo puede basarse en valores éticos más que en esperanza, motivado por rectificar injusticias, aliviar sufrimiento o actuar con integridad, sosteniendo dignidad, deber y lealtad incluso con mínima esperanza de preservar estos valores.
1) La gráfica distingue cuatro formas de activismo: A (campañas), que corresponde a movimientos esperanzados y de carácter confrontativo; D (duelo), que refleja un activismo no confrontativo posterior a la pérdida de la esperanza; C (construcción), donde la esperanza surge a partir de acciones no confrontativas; y B (hacer lo correcto), que se caracteriza por la confrontación sin depender de la esperanza, lo cual plantea la interrogante sobre qué impulsa a actuar en su ausencia. Conforme al grado que corresponda, cada movimiento social puede ubicarse dentro de esta gráfica.
2) En la figura 1, de los entrevistados, 16 pertenecían al movimiento de transición y 17 eran colapsólogos (5 de ellos participaban en ambos grupos). Los entrevistados eran diversos en cuanto a edad (desde los veinte años hasta los sesenta años); la mayoría eran hombres (20 hombres frente a 8 mujeres).
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A pesar de que muchas personas encuentran en el ambientalismo postapocalíptico respuestas para seguir viviendo y buscan generar un impacto individual que, como efecto dominó, pueda influir en colectivos o localidades, persiste una pregunta fundamental: ¿por qué la ciudadanía debería soportar duelos y emociones negativas derivadas tanto de la omisión y pasividad de los gobiernos como de la ausencia de sanciones o límites efectivos a las grandes empresas transnacionales? La esperanza, por sí sola, no basta para enfrentar situaciones coyunturales si no se combaten las causas de raíz y de carácter superestructural.
En este sentido, las empresas, en especial las de mayor alcance global, deberían ser las principales en promover campañas de concientización ambiental y cumplir estrictamente con los lineamientos ecológicos, asumiendo su responsabilidad central en la transformación de las condiciones que amenazan la sostenibilidad del planeta.