Eureka all day long. What if AI made the world's economic growth explode?
The Economist [2025], "Eureka all day long. What if AI made the world's economic growth explode?", The Economist, London, 26 de julio, https://www.economist.com/briefing/2025/07/24/what-if-ai-made-the-worlds...
El artículo examina la posibilidad de que el desarrollo de la inteligencia artificial general (AGI, por su sigla en inglés) provoque un salto sin precedentes en el crecimiento económico global. Aunque la historia económica muestra que la aceleración del crecimiento ha sido posible gracias a la innovación tecnológica, el surgimiento de AGI plantea una nueva frontera: una economía donde las máquinas no solo producen, sino que también descubren, innovan y mejoran su propia capacidad tecnológica
¡Es la idea, estúpido!
La sección parte de una premisa fundamental: lo que impulsa a largo plazo el crecimiento económico no es tanto la acumulación de recursos materiales, sino la generación de ideas. A diferencia del capital o la mano de obra, las ideas no se agotan con su uso y pueden replicarse indefinidamente. La AGI, si llega a ser plenamente desarrollada, podría transformar radicalmente esta dinámica. A diferencia de tecnologías anteriores, la AGI no solo ejecutaría tareas, sino que podría producir nuevas ideas sin intervención humana, abriendo la posibilidad de un proceso continuo y autónomo de innovación (datos cruciales 1 y 2).
En este escenario, el conocimiento dejaría de depender del tiempo humano, lo que permitiría a las economías crecer a ritmos acelerados y sostenidos. La historia económica ya ha demostrado que rupturas tecnológicas pueden aumentar el crecimiento, pero la diferencia clave con la AGI sería su capacidad para escalar exponencialmente, sin los límites naturales del trabajo o la creatividad humana. El problema ya no sería producir más bienes, sino gestionar un proceso productivo generado por máquinas que innovan por sí mismas.
La ciencia del paroxismo
Esta parte recoge las tensiones que genera el entusiasmo por la AGI entre economistas e investigadores. Algunos modelos teóricos sostienen que si las máquinas pueden mejorar sus propias capacidades —en particular, su habilidad para generar conocimiento nuevo— se produciría un salto histórico hacia una economía de crecimiento casi ilimitado (dato crucial 3). La metáfora de la “singularidad” tecnológica plantea un punto de inflexión donde la tasa de crecimiento se dispara y se vuelve prácticamente infinita (dato crucial 4).
Sin embargo, el artículo matiza estas proyecciones al señalar que la historia económica ha sido mucho menos continua y más accidentada. La adopción tecnológica no ocurre en el vacío: depende de instituciones, infraestructura energética, capital físico y aceptación social. Aunque la AGI ofrezca enormes posibilidades, su impacto dependerá de si estas condiciones pueden adaptarse al ritmo de la innovación. En este sentido, el entusiasmo técnico choca con los límites políticos, ambientales y logísticos del mundo real.
¿Más plumas o más silbidos?
El texto cierra con una mirada crítica sobre los posibles efectos sociales de este salto tecnológico. Aunque el crecimiento basado en AGI podría generar abundancia de bienes y servicios digitales, eso no garantiza que los beneficios se distribuyan equitativamente. Si las tareas productivas dejan de requerir trabajo humano, los ingresos derivados del trabajo podrían reducirse drásticamente, aumentando la dependencia de rentas del capital (dato crucial 5).
Además, ciertos sectores que no son fácilmente automatizables como los cuidados personales, la educación personalizada o el arte podrían encarecerse significativamente, ya que seguirán dependiendo del tiempo humano. Este fenómeno, conocido como “efecto Baumol”, generaría una nueva forma de desigualdad entre sectores automatizables y no automatizables (dato crucial 6).
En última instancia, el artículo advierte que, incluso si la AGI logra impulsar un crecimiento sin precedentes, eso no implica una mejora automática en la calidad de vida. El tipo de crecimiento, su estructura distributiva y los marcos institucionales que lo regulen serán determinantes para definir si se trata de un futuro de prosperidad compartida o de exclusión digital masiva.
1- A lo largo de 17 siglos, la economía mundial creció a un ritmo promedio de 0.1% anual. No fue sino hasta el siglo XX cuando esta tasa se elevó a 2.8% anual, impulsada por la innovación tecnológica acumulada y la industrialización.
2- Modelos económicos teóricos sostienen que la implementación de inteligencia artificial general permitiría tasas de crecimiento anual del producto interno bruto de entre 20% y 30%, dado que la tecnología automatizaría no solo la producción de bienes y servicios, sino también la generación autónoma de conocimiento.
3- El centro de estudios Epoch AI estima que si la inteligencia artificial general automatiza al menos un tercio de las tareas humanas, el crecimiento del producto interno bruto podría superar el 20% anual, siempre que existan recursos energéticos y capacidad de inversión suficientes.
4- El economista William Nordhaus plantea que, si los sistemas de inteligencia artificial son capaces de producir nueva información de manera autónoma, se alcanzaría un punto de aceleración continua del crecimiento económico, denominado “singularidad tecnológica”.
5- En escenarios dominados por inteligencia artificial general, los salarios tenderían a reducirse hasta alcanzar un valor cercano al costo de operar los sistemas automatizados, lo que provocaría una disminución estructural del ingreso laboral para amplios sectores de la población.

La gráfica modela los efectos de un cambio tecnológico acelerado. La parte superior muestra que, a partir del año 20 tras la adopción de la tecnología, el crecimiento del producto se acelera drásticamente, mientras que los salarios crecen más lentamente. La parte inferior indica que, con el tiempo, la proporción del producto atribuible al capital aumenta hasta acercarse al 100%, reduciendo la participación del trabajo.
6- A pesar del abaratamiento de bienes digitales, los servicios que dependen del trabajo humano —como los cuidados personales, la educación o el arte— se encarecerían debido a su escasa automatización. Este fenómeno responde al llamado “efecto Baumol”, en el cual la productividad diferencial genera aumentos relativos de precios.
Este artículo se vincula estrechamente con innovación tecnológica, crecimiento económico, estructura del trabajo y desigualdad. La hipótesis de una economía basada en inteligencia artificial general permite explorar cómo el conocimiento tradicionalmente asociado a capacidades humanas puede convertirse en una fuerza productiva automatizada, rompiendo las categorías clásicas de capital y trabajo.
El texto también habilita una discusión sobre el papel de las instituciones en un contexto donde el crecimiento no garantiza inclusión. Si la AGI desplaza al trabajo humano como principal fuente de ingreso, será necesario repensar mecanismos de redistribución, formas de propiedad sobre la infraestructura cognitiva y nuevos modelos de política fiscal.
No menos importante, se piensa a la AGI como una tecnología sin restricciones y herramienta para lograr el crecimiento económico ilimitado. Si hay algo que la teoría del crecimiento económico convencional no ha logrado integrar fácilmente en sus modelos,es la disponibilidad de recursos naturales y su nexo con el cambio climático y la degradación ambiental. Estas variables no pueden ser tratadas como exógenas, por mera simplicidad. Es indispensable seguir indagando en la noción de que no puede haber crecimiento económico ilimitado en un planeta con recursos limitados. ¿Qué tiene que decir la teoría económica dominante al respecto?

