Points of no return. Earth's climate is approaching irreversible tipping points
The Economist [2025], "Points of no return. Earth's climate is approaching irreversible tipping points", The Economist, 16 de agosto, https://www.economist.com/interactive/science-and-technology/2025/08/13/...
Amazonas es un ejemplo clave de los llamados puntos de inflexión climáticos, procesos que al cruzar cierto umbral se vuelven irreversibles. La selva amazónica genera gran parte de su propia lluvia mediante la transpiración de sus árboles, pero el cambio climático interrumpe este ciclo: temperaturas más altas, sequías y fuegos reducen la masa forestal, lo que disminuye aún más la lluvia y acelera la degradación. Si este proceso avanza, grandes áreas podrían transformarse en sabana seca y liberar enormes volúmenes de carbono a la atmósfera, intensificando el calentamiento global.
Los científicos identifican otros sistemas en riesgo de colapso, como la capa de hielo de Groenlandia, cuyo deshielo elevaría drásticamente el nivel del mar, o la Circulación Meridional de Retorno del Atlántico (AMOC), que regula el clima en Europa. La complejidad de estos sistemas hace difícil precisar la temperatura exacta a la que se producirán tales cambios. Además, un punto de inflexión puede detonar otro: por ejemplo, el agua dulce procedente de Groenlandia podría debilitar la AMOC y reducir aún más la lluvia en Amazonas.
Incertidumbre en los modelos
Los modelos climáticos ofrecen resultados divergentes. Algunos calculan que el deshielo irreversible de Groenlandia pudo iniciarse ya con aumentos de temperatura alcanzados a comienzos del siglo XXI, mientras que otros ubican el umbral en niveles más altos. El caso de Amazonas se sitúa entre dos y seis grados de calentamiento, con la posibilidad de adelantarse por la acción humana a través de la deforestación. Así, la reducción de la tala puede retrasar el colapso amazónico, pero evitar otros puntos de inflexión depende de limitar el aumento de la temperatura global.
Dado que aún no se sabe con certeza si alguno de estos umbrales está siendo cruzado, se busca establecer sistemas de alerta temprana. En Reino Unido, la agencia ARIA financia proyectos de investigación para monitorear el deshielo en Groenlandia y las corrientes del Atlántico Norte. Se desarrollan tecnologías como drones submarinos, sensores perforados en el hielo y robots de superficie, que permiten medir salinidad, temperatura, corrientes y dinámica de los glaciares. La combinación de sensores de bajo costo, software abierto y conectividad global facilita avances en la observación y análisis.
Prepararse para lo inevitable
Más allá de la ciencia, el debate se centra en cómo los gobiernos y sociedades deben prepararse. Algunos expertos señalan que los responsables políticos no consideran con suficiente seriedad los riesgos de colapso de sistemas clave, a diferencia de otros riesgos de alto impacto como las pandemias.
Otros advierten que hablar de puntos de no retorno puede distraer la atención de la necesidad general de mitigación o generar un sentimiento de fatalismo. Sin embargo, el concepto gana terreno en ámbitos científicos, financieros y sociales. Conferencias internacionales, aseguradoras y organismos humanitarios comienzan a integrar estos escenarios, y se espera que la COP30 en Belém otorgue un lugar central a los puntos de inflexión, en un contexto especialmente simbólico por su cercanía al Amazonas.
1) La temperatura media global ya se encuentra aproximadamente 1.2 °C por encima de los niveles preindustriales, y se proyecta que supere 2 °C hacia finales de este siglo.
2) Algunos modelos climáticos calculan que la capa de hielo de Groenlandia pudo haber entrado en un proceso de deshielo irreversible con aumentos de apenas 0.8 °C, mientras que otros colocan el umbral cercano a 3 °C.
3) El colapso del Amazonas se estima que ocurriría de manera irreversible entre 2 °C y 6 °C de calentamiento global, aunque puede adelantarse si continúa la deforestación y los incendios.
4) El colapso de la Circulación Meridional de Retorno del Atlántico (AMOC) tendría impactos severos en el clima europeo, reduciendo lluvias y afectando la producción agrícola. Su riesgo aumenta si grandes volúmenes de agua dulce del deshielo de Groenlandia se incorporan al Atlántico Norte.
5) Reino Unido lanzó un programa de 81 millones de libras (109 millones de dólares) a cinco años, a través de ARIA, para financiar tecnologías de monitoreo y desarrollar un sistema de alerta temprana de puntos de inflexión climática.
6) La figura 1 muestra los principales puntos de inflexión climática identificados por la ciencia, indicando el rango de calentamiento global que podría detonarlos. Señala que algunos sistemas críticos —como la capa de hielo de Groenlandia y la muerte regresiva del Amazonas— pueden activarse con menos de 2 °C de calentamiento, mientras que otros, como el colapso de la AMOC o la pérdida abrupta del permafrost boreal, se ubican en rangos de 2–4 °C o mayores.

El análisis de los puntos de inflexión climática aporta claves para comprender la dimensión estructural de la destrucción del ambiente. La descripción de procesos irreversibles, como la degradación del Amazonas, el deshielo de Groenlandia o el colapso de la AMOC, permite situar los riesgos ambientales no como fenómenos aislados, sino como amenazas sistémicas con implicaciones globales. Sin embargo, el texto se centra en el registro científico de estos procesos y deja en segundo plano la responsabilidad de actores económicos y políticos que aceleran o frenan la transición hacia escenarios de riesgo. Aquí se abre un espacio para explorar cómo las empresas transnacionales (CTN), desde el agronegocio hasta la industria energética, contribuyen directamente a detonar dichos umbrales.
El artículo subraya iniciativas como la inversión británica en sistemas de alerta temprana, lo que lo conecta con la discusión sobre gobernanza mundial frente a riesgos existenciales. No obstante, evita problematizar que los desarrollos tecnológicos y los sistemas de monitoreo dependen de intereses estatales y corporativos que pueden restringir su acceso, orientar su uso hacia la rentabilidad y no hacia la mitigación colectiva. Esta omisión abre preguntas sobre las fronteras del capital en la gestión climática: quién financia, controla y se beneficia de las tecnologías diseñadas para vigilar y enfrentar el colapso ambiental.
Finalmente, al situar los puntos de inflexión en el centro del debate climático, el artículo permite vincularlos con el papel de las CTN en el colapso sistémico de los alimentos y otros sectores estratégicos. Los procesos de degradación ambiental descritos afectan directamente a la producción agrícola y a la seguridad alimentaria mundial, pero no se aborda cómo las CTN dominan las cadenas globales de alimentos y energéticos, ni cómo negocian con los estados la gestión de estos riesgos. Esta ausencia se convierte en una invitación a indagar sobre las relaciones entre empresas, estados y sociedad en contextos de colapso, así como sobre los límites de la cooperación internacional frente a riesgos existenciales que rebasan la escala nacional y que marcan la frontera misma de la gobernanza capitalista global.

