La crisis climática no es un fracaso humano, sino un éxito capitalista
Moore, Jason W [2025], "La crisis climática no es un fracaso humano, sino un éxito capitalista", El Salto, 4 de septiembre, https://www.elsaltodiario.com/cambio-climatico/clima-clase-capitaloceno-...
Jason W. Moore es un historiador y geógrafo estadounidense. Actualmente imparte clases de Historia Mundial y Ecología Mundial en la Universidad de Binghamton. Coordina la Red de Investigación de Ecología Mundial.
La crisis climática es de carácter capitalogénico y no antropogénico. Es decir, es consecuencia concreta del capitalismo. La crisis climática no es culpa del "virus del ser humano" que evolucionó con el fin de deteriorar y destruir el planeta, sino del sistema capitalista que exprime y violenta todos las formas de vida que en él cohabitan, a fin de ajustarlas al proceso productivo o insertarlas dentro del mercado en forma de mercancías que pueden ser compradas o vendidas, sin importar su naturaleza.
Para entender dicha crisis es necesario tomar una nueva perspectiva en torno al análisis de clase (discusión en general abandonada desde la izquierda)[1] y a las formas en que el capitalismo hace que estas operen a fin de mantenerlo en funcionamiento. El autor acusa que, desde la izquierda marxista, la mayoría de los estudios relativos a las relaciones sociales de producción dentro del capitalismo colocan en el centro del análisis al obrero o proletario (término acuñado por Sismondi). De esta manera se ignora que hay otros elementos igual de importantes y estrechamente relacionados con el proletariado. Un ejemplo de ello es el trabajo doméstico no remunerado.
En relación con la crisis climática actual y el por qué de la necesidad de este renovado análisis de clase, bien señala el autor, citando un ejemplo de Marx: "los trabajadores ingleses son el "trabajo femenino” no remunerado, la servidumbre por deudas, el trabajo migrante y el trabajo silencioso de los bosques, la tierra y los ríos". Es decir, el trabajo asalariado encierra en última instancia las diversas formas de explotación que emplea el capitalismo para abaratar la producción e incrementar las ganancias. Una de las víctimas de tal explotación es el elemento Natural.
El análisis de clase que propone Moore, siguiendo la tradición marxista, trasciende el análisis simplista de que la explotación ocurre únicamente dentro de la fábrica. Este se sustenta en tres pilares fundamentales, los cuales, en su conjunto, hacen posible el despliegue de la máquina capitalista en todo su esplendor. En este sentido, es importante visibilizar y analizar las diversas formas de explotación del capitalismo para entender con mayor amplitud las dinámicas que derivan en la crisis climática actual. En este contexto, los tres elementos centrales del análisis de Moore son: proletariado, femitariado y biotariado.
Son importantes las discusiones relativas a la posición del trabajador asalariado y a las consecuencias del control del sistema por los plutócratas (dato crucial 1). Sin embargo, es menester señalar que el trabajo asalariado condicionado por los capitalistas, es solo un hilo conductor más dentro de un entramado complejo de vínculos e interdependencias que van más allá de lo remunerado e incluso de lo humano: "El trabajador real nunca fue solo un obrero de fábrica atado a un salario”. En esta línea de discusión propuesta por el autor se identifican el femitariado y el biotariado.
El femitariado enmarca todas las actividades del trabajo no remunerado (actividades del hogar, cuidado de los hijos, apoyo emocional, etc.), tradicionalmente ejercido por el género femenino, aunque no se limita a este. Dicho trabajo, inventado por el propio capitalismo, permite la reproducción material del proletario, así como la integración de este al proceso de explotación capitalista. En consecuencia, durante dicho proceso siempre existe un “excedente de género” por cada unidad de plusvalía. El femitariado es el pilar central que sostiene la reproducción capitalista.
El tercer sostén fundamental para la reproducción capitalista es el biotariado. Este refiere a todos los elementos de la Naturaleza cuya condición es servir como medios para el capital; desde plantas y animales, hasta océanos extensos. Lo que une biotarianos y proletarios es la subordinación ineludible a los intereses del capital. Sin embargo, no es necesario explayar una teoría compleja para comprender que el biotariado es el pulso vital del planeta y, con mayor razón, no puede ser reducido a simple mercancía para ser vendida o comprada.
El conjunto de estos tres pilares conforma un todo dialéctico: el proletariado planetario. Estos son elementos entrelazados e interdependientes, y el capitalismo los precisa para su funcionamiento. La crisis climática capitalogénica deviene, en consecuencia, de trabajo alienado, explotado y violado en su conjunto.
Las políticas ambientalistas dominantes y los discursos enmarcados en resolver cuestiones puntuales pero sin frenar la máquina que los produce nunca hallarán solución alguna. La mentira del antropoceno (que todos los seres humanos somos igual de culpables por los desastres ambientales) solo perpetúa una ideología errónea, cuya fundamentación política se encuentra en la preservación de un sistema que destruye o enajena todo lo que toca. No es de extrañar que en la actualidad la preocupación, además de ser material, sea mental.
Los estragos que provoca la propaganda económica y política del capitalismo en torno a la crisis climática (aunque se puede ampliar a cualquier rubro) se reflejan en aumentos de ansiedad, depresión y frustración en los seres humanos. Ante un escenario que no nos satisface pero, en contraste, tampoco deja de exigirnos más eficiencia, más productividad y más "progreso", el ser humano no solo experimenta la culpa por sus actos destructivos, sino que en materia física, no hallará forma de evitar las catástrofes climáticas y sus repercusiones en la salud.
La consecuencia fue y será arrasar no solo con nuestro bienestar, sino también con el bienestar de aquello que ni siquiera es humano: la Naturaleza. Mientras el capitalismo no cese, la crisis ambiental no lo hará.
En conclusión, la resolución de una crisis capitalogénica se opone tajantemente a la visión antropogénica, cuyas directrices denuncian al ser humano como el “virus” que llegó a contaminar la tierra. Las soluciones no se hallan al culpar por igual a las víctimas del capitalismo y proponer políticas ambientalistas que esperan que el problema se resuelva desde dentro. En consecuencia, el autor propone reconocer la interdependencia e importancia del proletariado, femitariado y biotariado. Y, en ese sentido, la sociedad pueda encaminarse a un punto donde la vida, y no la ganancia, marque la pauta.
Notas
[1]Desde la tradición marxista, el análisis de clase hace referencia al estudio de las clases sociales a partir de su relación con los medios de producción. Dentro de la teoría marxista, la relación proletario-capitalista posee una importancia fundamental. De ahí que muchos de los estudios posteriores hayan profundizado en la retórica del análisis del proletario, en detrimento de la ampliación del análisis a otras formas de trabajo o valor.
Fuente: Domínguez, Mario, El concepto de "clase" en Karl Marx, Universidad Complutense de Madrid, https://omegalfa.es/, 24 de septiembre de 2025.
1) Desde 1854, 78 corporaciones son responsables de 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
El artículo presenta esbozos del aparato teórico y crítico del autor, los cuales puede contribuir a un análisis más amplio en torno a las formas específicas de relación y funcionamiento del proletariado, el femitariado y el biotariado dentro de diferentes contextos alrededor del mundo, ya sea en escenarios de conflictos bélicos, de devastación ambiental, de crisis económica, o de todas en su conjunto. El autor nos brinda ejemplos históricos de las formas en que se desplegó la dinámica del proletariado planetario; es posible aterrizarlo a las condiciones cambiantes dentro del capitalismo actual.
Asimismo, la denuncia crítica a las formas estandarizadas de ejercer política ambiental conlleva implícitamente la exigencia de buscar alternativas prácticas dentro de los campos político y social.

