Silicon Valley Is Drifting Out of Touch With the Rest of America

Cita: 

Schmidt, Eric y Selina Xu [2025], "Silicon Valley Is Drifting Out of Touch With the Rest of America", The New york Times, 19 de agosto, https://www.nytimes.com/2025/08/19/opinion/artificial-general-intelligen...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Martes, Agosto 19, 2025
Tema: 
Innovación tecnológica vs. aplicaciones prácticas: Estados Unidos y China frente a la IA
Idea principal: 

    Eric Schmidt es presidente y director ejecutivo de Relativity Space, además de exdirector ejecutivo y presidente de Google, donde lideró la expansión global de la compañía y consolidó su posición como una de las firmas tecnológicas más influyentes del mundo. Actualmente, impulsa iniciativas en innovación espacial e inteligencia artificial.

    Selina Xu es analista de China y tecnología en la oficina de Eric Schmidt, especializada en el estudio de la relación entre inteligencia artificial y política industrial en Asia, con énfasis en el papel de China en la adopción y despliegue de nuevas tecnologías.


    Los autores advierten que Silicon Valley se ha obsesionado con alcanzar la inteligencia artificial general (AGI), destinando miles de millones de dólares a modelos cada vez más costosos y a centros de datos gigantescos. Esta carrera tecnológica ha generado un desfase entre los ingenieros de la bahía y la sociedad estadounidense: mientras en California se habla de superinteligencia, gran parte del público apenas percibe beneficios tangibles de la inteligencia artificial (IA) y manifiesta escepticismo hacia sus aplicaciones (dato crucial 1).

    Las grandes tecnológicas, como Meta, xAI o Anthropic, invierten sumas astronómicas en el desarrollo de modelos, convencidas de que alcanzarán una productividad sin precedentes o que podrán dominar la próxima ola tecnológica.

    Sin embargo, encuestas recientes entre académicos muestran que los métodos actuales difícilmente permitirán llegar a la AGI, y que se requieren cambios de paradigma más allá de los modelos de lenguaje de gran escala. El riesgo es que, al perseguir esta meta incierta, Silicon Valley descuide las aplicaciones prácticas que podrían mejorar la vida cotidiana (dato crucial 2).

    A esta incertidumbre tecnológica se suma una brecha cultural y comunicativa. Mientras los líderes tecnológicos promueven narrativas de inminente superinteligencia o catástrofes existenciales, el público general se muestra escéptico o desinteresado. Este distanciamiento refuerza la desconfianza hacia la A.I. en Estados Unidos, donde solo una minoría de la población expresa confianza en la tecnología, en contraste con la percepción más positiva en otros países.

    El contraste más claro surge frente a China, donde la estrategia se centra en integrar la IA existente en sectores productivos, desde la agricultura hasta la salud y la logística. Esta orientación pragmática ha generado un impacto visible en la vida diaria y una percepción pública más favorable hacia la tecnología. Mientras en Estados Unidos solo una minoría expresa confianza en la IA, en China la gran mayoría afirma que ha transformado sus vidas en los últimos años (dato crucial 3).

    Los autores indican la AGI no debe concebirse como una línea de meta, sino como un proceso de innovación incremental que requiere desplegar y perfeccionar tecnologías ya disponibles. Reconocer los beneficios presentes de la IA, en lugar de obsesionarse con un horizonte incierto, permitiría construir legitimidad social y evitar que Occidente pierda terreno frente a un modelo de aplicación más inmediato como el chino (dato crucial 4).

    Dicho de otro modo, el texto concluye que la verdadera revolución de la inteligencia artificial no radica en alcanzar la AGI, sino en la difusión práctica y equitativa de las herramientas ya disponibles. Tal como ocurrió con los teléfonos inteligentes, el impacto transformador surge cuando la tecnología se hace accesible y útil para la mayoría. En lugar de obsesionarse con el futuro incierto de la superinteligencia, Estados Unidos debería centrarse en aplicar la IA actual para mejorar la vida cotidiana, aumentar la productividad y fortalecer la confianza del público en la innovación tecnológica.

Datos cruciales: 

    1- Meta ofrece bonos de hasta 100 millones de dólares a investigadores; xAI de Elon Musk utiliza 1 000 millones de USD al mes; Anthropic estima que entrenar modelos podría costar hasta 100 000 millones de USD en dos años.

    2- Más de 75% de 475 investigadores consideran que los métodos actuales de inteligencia artificial (IA) son poco probables para alcanzar AGI.

    3- Una encuesta de Ipsos muestra que 72% de los chinos cree que la IA ha transformado su vida en los últimos 3–5 años, frente a solo 32% de los estadounidenses que confían en la IA.

    4- Algunos centros de datos para IA superan los 100 000 millones de dólares en instalación, con fuertes implicaciones de sostenibilidad económica y ambiental.

Nexo con el tema que estudiamos: 

    La innovación tecnológica puede alejarse de las necesidades sociales si se concentra solo en metas abstractas como la AGI. El contraste entre la obsesión de Silicon Valley y el pragmatismo de China evidencia dos modelos distintos de vincular la tecnología con el desarrollo económico y social. Mientras en Estados Unidos predomina la búsqueda de supremacía tecnológica y la especulación sobre riesgos futuros, en China se prioriza la aplicación inmediata en sectores productivos, generando legitimidad social. Este caso ilustra cómo las expectativas, la percepción pública y la estrategia estatal moldean la difusión tecnológica y sus impactos en la competitividad global.