Las grandes mineras y constructoras brasileñas han formalizado alianzas para explotar las minas de países africanos –como Mozambique– en busca de obtener ganancias con la extracción de carbón. Durante el gobierno de Lula Da Silva las relaciones entre Brasil y los países africanos de habla portuguesa florecieron logrando fortalecerse las relaciones “sur a sur” y con Dilma Rousseff se ha mantenido esta política. Además de minerales y petróleo, los sectores de construcción y agronegocios tienen perspectivas de expansión. En África se encuentran las mayores inversiones de las firmas brasileñas en el extranjero y como parte de su estrategia de expansión, las empresas brasileñas además de ofrecer asistencia técnica, tratan de mantener una buena reputación para distinguirse de otras empresas, sobre todo de las firmas chinas que son percibidas como altamente depredadoras; una de sus medidas es emplear la mayor cantidad posible de trabajadores locales. Sin embargo, empresas como Vale se han visto envueltas en escándalos por haber afectado a la población local, siendo obligadas a realizar concesiones para mantenerla de su lado.