Sobre o poder global

Cita: 

Fiori, José Luís, [2005], “Sobre o poder global”, Novos Estudos CEBRAP, Rio de Janeiro, Centro Brasileiro de Análise e Planejamento, 73:61-72, noviembre.

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Noviembre, 2005
Tema: 
Límites y posibilidades de una gobernanza global.
Idea principal: 

José Luís Fiori es professor de Economía Política Internacional en el Instituto de Economía de la Universidad Federal do Rio de Janeiro.

Fiori aborda los límites y las posibilidades de una gobernanza global. Su argumento parte de la teoría de la estabilidad hegemónica y los debates consecuentes de las nociones de gobernanza y hegemonía mundial. Examina la constitución y expansión de economías y poderes hegemónicos desde el siglo XVII con la finalidad de extraer premisas teóricas sobre las condiciones reales en las que podría existir una gobernabilidad global.

Las primeras formulaciones de la teoría de la estabilidad hegemónica se generaron a partir de 1970. En 1973, Kindleberger, con su libro “The World in Depression: 1929-1939” afirma que el buen funcionamiento de una economía liberal mundial, necesita de un solo país estabilizador. Mientras que Gilpin (1987) en “The political economy of the international relations” muestra que la experiencia histórica sugiere que con la ausencia de una potencia liberal dominante, es difícil alcanzar o mantener la cooperación económica internacional. Hay que señalar que estos autores se referían al liderazgo o supremacía, fue después que se comenzó a hablar de hegemonía mundial (p. 61-62).

Edward Carr (1939) en “The twenty years crisis, 1919-39” y Raymond Aron (1962) en “Paz e guerra entre as nações”, argumentaban que se requiere de una potencia dominante para la preservación de la paz, hay que notar la diferencia con Kindleberger y Gilpin que hablaban sobre un buen funcionamiento de la economía internacional. En lo que todos coinciden es en que se necesita de algún tipo de poder político supranacional para mantener un orden mundial estable, sin importar que éste sea económico o político.

En la década de 1980 comenzó a ser cuestionada la teoría de la estabilidad hegemónica. Susan Strange (1987) en “The persistent myth of lost hegemony”, mostró que las crisis sistémicas a lo largo de la historia son causadas en gran parte por los factores internos de la sociedad y economía del país hegemónico (p. 62).

La historia contradice a la teoría de la estabilidad hegemónica, en los últimos 30 años, principalmente después de la segunda mitad de la década de 1980, el mundo estuvo liderado por Estados Unidos en diferentes planos: industrial, financiero, económico, militar y cultural, sin embargo, en ese momento el mundo vivió una gran coyuntura de inestabilidad sistémica (financiera, política y militar). Las inconsistencias históricas conllevaron a una literatura sobre la crisis de la hegemonía norteamericana, en la que uno de los temas destacados son las funciones que deberían cumplir las hegemonías mundiales, este tema tuvo derivaciones como la gobernanza global.

Existen varias líneas teóricas sobre el tema, por un lado están los realistas o neorealistas (en este grupo se encuentran Kindleberger, Gilpin y Edward Carr), además, los estructuralistas como Susan Strange, que discutían sobre el origen y el poder de los estados hegemónicos, así como de las formas de su gestión global, basados en la capacidad material, en su control sobre las materias primas estratégicas, capitales de inversión, tecnologías de punta, armas y la información. Por otro lado, se encuentran los marxistas o neomarxistas como Wallerstein (1974) y Giovanni Arrighi (1982) con el concepto y la historia del “sistema-mundo moderno”, planteando que a lo largo de los últimos 500 años quienes han dirigido el funcionamiento jerárquico del sistema mundial han sido tres potencias: Países Bajos en el siglo XVII, Gran Bretaña en el XIX y Estados Unidos en el XX; en esta misma vertiente Antonio Negri y Michael Hardt afirman que el mundo estaba siendo gobernado por una nueva forma de imperio posnacional o una supra-estructura política (p. 63-64).

En un lado opuesto al de los realistas están los liberales o pluralistas, como Joseph Nye e Robert Keohane (1977), los padres de la idea de la gobernanza global. Ellos señalan que los estados nacionales estaban perdiendo importancia, y que se podría crear un nuevo orden político y económico mundial por medio de regímenes supranacionales, capaces de funcionar sin alguna potencia hegemónica.

Con esta recopilación de autores, Fiori señala que la teoría de la estabilidad hegemónica, por medio de los conceptos de hegemonía y de ciclos hegemónicos se encuentran en gran medida influenciados por una visión funcionalista del sistema mundial. Más allá de esto, lo que al autor le interesa responder es ¿cómo fue que se definieron las normas y reglas de los regímenes de gobernanza mundial? ¿qué relación habría entre esos poderes y el proceso de globalización de los mercados y de la economía capitalista? (p. 64).

Origen y expansión global del poder y la economía

Braudel (1987) afirma que los primeros mercados y economías nacionales que nacieron en Europa fueron obra del poder y de la estrategia política del estado, que extrajo un nuevo espacio económico de un conjunto más amplio que llamó “economía-mundo europeo”, a ese mismo momento Marx en el capítulo XXIV de El Capital, lo describe como el nacimiento de la economía nacional inglesa, y menciona que el nacimiento de la deuda pública es una de las más grandes herramientas de acumulación originaria (p. 65).

Una vez que Inglaterra constituyó su economía nacional, la relación de endeudamiento se comenzó a dar entre los bancos de una misma unidad territorial o de una misma economía nacional (a diferencia de antes que las deudas eran con las casas bancarias de cualquier nacionalidad). La deuda pública se tornó interna y era administrada por un tipo (precursor) de Banco Central, lo anterior puede verse como la base del sistema bancario y de crédito en Inglaterra. El resultado es que nace un interés nacional económico y político inglés, a partir de lo cual se genera una fuerza propulsora de acumulación de riqueza que sobrepasa las fronteras nacionales (p. 66).

En ese momento ya existía una red de estados europeos que se venían consolidando desde el siglo XIV, sin embargo, la base de las soberanías nacionales se encuentra en la Paz de Westfalia (firmada en 1864) que creó un sistema político estatal europeo. A su vez, con el principio de soberanía se generó un sistema de poder anárquico, en el que el principio de poder y la guerra fueron las formas más recurrentes de solución de conflictos de los estados soberanos, lo cual puede ser visto como una forma primitiva de gobernanza supranacional (p. 67).

De tal forma que las primeras economías nacionales nacieron como una estrategia de guerra defensiva de los primeros estados territoriales europeos. En este sentido, Tilly (1993) afirma que la guerra es una consecuencia inevitable del proceso de expansión territorial de los Estados, pero lo importante de esto, señala Fiori, es saber que la guerra no es el fin, si no el origen de la expansión territorial (p. 68).

Al enlazar estos puntos el autor señala que el sistema político y económico no fue producto de una simple y progresiva suma de territorios, mercados, países y regiones. Todo esto tenía en el fondo una creación de poder, de poder expansivo y conquistador de algunos estados/economías nacionales europeos que durante el siglo XVII se transformaron en un pequeño grupo grandes potencias. Ganaban los que conseguían garantizar de forma más permanente el control de territorios políticos y económicos exteriores (colonias, dominios o periferias independientes -pero poco soberanas-). Sólo dos potencias lograron expandirse casi a nivel de imperios mundiales: Inglaterra y Estados Unidos.

Posibilidades y límites de una gobernanza mundial

Existe una dinámica contradictoria del sistema mundial para pensar lo que era o podría ser una situación de hegemonía y de gobernanza global. Por un lado, existe una tendencia hacia un imperio universal o estatal, que no tiene nada que ver con el sueño federativo y cosmopolita de Kant, que se refiere a un imperio impuesto por un estado a los demás estados nacionales, en este caso los imperios no tienen interés en operar dentro de un sistema internacional, porque ellos aspiran a ser el propio sistema internacional, y por otro lado, el sistema mundial ha tenido siempre una tendencia en contra de los proyectos imperiales que apuntan en la dirección de la anarquía creada por la Paz de Vestfalia(1) y de su oposición a cualquier tipo de poder superior a las soberanías nacionales.

La hegemonía mundial ha sido y siempre será una posición de poder en disputa y transitoria, no será resultado de un consenso o una elección democrática. La posición hegemónica, por tanto es una conquista, una victoria del Estado más poderoso en un determinado momento (p. 69).

Históricamente ha existido hegemonía mediante la coincidencia o convergencia de los intereses y valores de la potencia emergente con los de las otras grandes potencias temporalmente derrotadas o superadas. Quienes lo han conseguido son Inglaterra (1870 - 1900) y Estados Unidos (1945 - 1973), en cada una de éstas épocas eventualmente existieron regímenes internacionales e instituciones multilaterales eficaces. Fuera de estas circunstancias (es decir, en la ausencia de armonía y convergencia de intereses entre las grandes potencias) la gobernanza mundial supondría la existencia de un único sistema político en el que las diferencias podrían resolverse democráticamente. Pero, en el sistema-mundo actual la única posibilidad de una jurisdicción política unificada sería por medio de la protección de un imperio global, que por definición es lo contrario de un sistema internacional.

Los dos periodos de hegemonía mantuvieron situaciones objetivas, reglas e instituciones completamente diferentes. La coordinación mundial de Inglaterra se hizo sin esquemas o instituciones multilaterales, sólo con el uso de los poderes estructurales de las que disponía el país (p. 70).

Estados Unidos intentó una gobernanza global con base en un sistema de regímenes e instituciones supranacionales, sin embargo, no todo lo diseñado se concretó, como el caso de la Organización Mundial del Comercio y la implementación de algunos de los acuerdos de Bretton Woods. La economía estadounidense se comenzó a abrir con la aceleración de la globalización, el hegemón ejerció su poder político para organizar un “orden mundial” en el que la cooperación y la convergencia entre los principales países capitalistas se debieron más a la amenaza de la Guerra Fría y el miedo a la movilización de grandes masas disconformes dentro y fuera de Europa que a la elección de un régimen democrático de "gobernanza internacional" (p. 71).

En la década de 1980 Estados Unidos abandonó el sistema monetario internacional acordado en Bretton Woods. En 1991 la desaparición del "régimen geopolítico bipolar" terminó con el fundamento ético e ideológico sobre el que se basó la cooperación entre las grandes potencias capitalistas. La década de 1990 quizá fue el momento histórico en el que el sistema mundial ha llegado más cerca de su frontera imperial, en los puntos de vista políticos, económicos e ideológicos. Pero desde el año 2000 estamos asistiendo a la rápida reversión de este proceso, dando la vuelta a la tendencia del sistema, se trata de la anarquía (p. 71).

Según el autor, el mundo nunca ha estado tan lejos de la hegemonía o el orden mundial, lo que fundamenta con: que el poder imperial del momento defendió hace dos décadas la desregulación de todos los mercados y los sistemas de comunicaciones, energía y transporte; ha abandonado sucesivamente todos los acuerdos, compromisos y regímenes internacionales que afectan su capacidad de acción unilateral; su moneda ahora es estrictamente universal y no obedece las reglas, sólo las decisiones soberanas del FED; su economía nacional ha capturado áreas clave hacia la globalización de su sistema monetario, la deuda y los impuestos, pero al mismo tiempo, está destrozado por el apoyo a su liderazgo moral-internacional; y, cada una de las grandes potencias ahora se encuentran dedicados a "recoger los pedazos" y redefinir sus intereses, así como las áreas de influencia, a espaldas de Estados Unidos.

Fiori finaliza diciendo que la idea o proyecto de una "gobernanza mundial" no es una realidad probable, salvo, en el caso de la gobernanza global propugnada por los conservadores como Nial Ferguson (2001) que dice que Estados Unidos debería tener una mayor participación en el mundo, su papel como imperio es establecer las instituciones donde no existen, y para lograrlo, si fuera necesario podría hacerse uso de la fuerza militar (como en Alemania y Japón) (p. 72).


(1) El término de Paz de Westfalia se refiere a los dos tratados de paz de Osnabrück y Münster, firmados el 15 de mayo y 24 de octubre de 1648, respectivamente, este último en la Sala de la Paz del Ayuntamiento de Münster, en la región histórica de Westfalia, por los cuales finalizó la guerra de los Treinta Años en Alemania y la guerra de los Ochenta Años entre España y los Países Bajos. En estos tratados participaron el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico (Fernando III de Habsburgo), los Reinos de España, Francia y Suecia, las Provincias Unidas y sus respectivos aliados entre los príncipes del Sacro Imperio Romano-Germánico.

La Paz de Westfalia dio lugar al primer congreso diplomático moderno e inició un nuevo orden en Europa central basado en el concepto de soberanía nacional. Varios historiadores asignan una importancia capital a este acto,1 pues en Westfalia se estableció el principio de que la integridad territorial es el fundamento de la existencia de los Estados, frente a la concepción feudal de que territorios y pueblos constituían un patrimonio hereditario. Por esta razón, marcó el nacimiento del Estado nación (https://es.wikipedia.org/wiki/Paz_de_Westfalia)

Trabajo de Fuentes: 

Aron,Raymond [1962], Paz e guerra entre as nações , Brasília: Editora Universidade de Brasília, p. 47.

Arrighi,Giovanni [1982], “A crisis of hegemony”. In: Amim,Samir e outros. Dynamics of global crisis. Londres: The MacMillan Press.

Braudel, Fernand [1987], A dinâmica do capitalismo, Rio de Janeiro: Rocco, pp. 85 e 82.

Carr, Edward H [2001], The twenty years crisis, 1919-39, Nova York: Perennial, 2001, p. 211.

Elias, Norbert [1976], O processo civilizador, Rio de Janeiro: Jorge Zahar Editor, vol. 2.

Ferguson, Nial [2001], The cash nexus, Londres: Penguin Books, p. 416.

Gilpin, Robert [1987], The political economy of the international relations Princeton: Princeton University Press, p. 88.

Hardt, Michael, Negri, Antonio [2001], Império, Rio de Janeiro: Record.

Keohane, Robert, Nye, Joseph [1977], Power and Interdependence: world politics in transition, Boston: LittleBrown, pp.19, 55.

Kindleberger, Charles [1973], The world in depression, 1929-39, Berkeley: University of California Press, p. 304.

Marx, Karl [1980], El Capital México: Fondo de Cultura Económica, pp. 638 e 685.

Strange,Susan [1987], “The persistent myth of lost hegemony”, International Organization, (41)4.

Tilly, Charles [1993], Coerção, capital e Estados europeus, São Paulo: Unesp, p. 127.

Wallerstein, Immanuel [1974], The modern world system, Nova York: Academic Press,

Nexo con el tema que estudiamos: 

La conclusión del autor es que la gobernanza mundial no es una realidad probable, pero más allá de ello, no es algo que las grandes potencias estén buscando, hasta el momento, lo que demuestran es que siguen en la disputa por la hegemonía. No coincidimos en que el periodo de hegemonía estadounidense ha finalizado, si bien no tiene la misma fuerza que en su periodo de auge aún mantiene el comando en los sectores estratégicos (económico, político, militar y cultural).

Se trata de un mundo en constante movimiento, donde Estados Unidos no ha sido desplazado de la supremacía global, pero hay países como China que buscan colocarse más allá que sólo una superpotencia. Es interesante notar la diferencia de estrategias en juego, por un lado Estados Unidos siempre ha empleado el “hard power”, y por otro, China el “soft power”, en el campo petrolero por ejemplo, mientras que Estados Unidos realiza guerras por petróleo (en Oriente Medio), China realiza acuerdos y préstamos que aparentan una cara amistosa, pero que tiene de por medio grandes cantidades de petróleo comprometido (esto sucede en algunos países de América Latina). Para estudiar la hegemonía hay que analizar y discutir varias vertientes en los que se basa esta compleja competencia (tecnológica, militar, política, cultural, o recursos estratégicos, etc.), ya que el campo económico y territorial son primordiales pero no los únicos.