El neoliberalismo como destrucción creativa
Harvey, David [2007], "El neoliberalismo como destrucción creativa", Rebelión, New York, 2007.
David Harvey es profesor distinguido en el Centro de Postgrado de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Es autor de varios libros, entre ellos: “Breve historia del neoliberalismo”, “El nuevo imperialismo”, “Espacios de esperanza”, “Los límites del capital”, y “The condition of Postmodernity”.
El neoliberalismo se ha convertido en un discurso hegemónico porque ha marcado una pauta en las formas de actuar de los sujetos que lo habitan. Se caracteriza por un lado, por no generar crecimiento económico, por el otro, por canalizar la riqueza de las clases bajas a las clases dominantes y finalmente, por desmantelar las instituciones estatales.
Introducción
En la teoría, afirma Harvey, el neoliberalismo propone el bienestar humano a través de las libertades empresariales. Estas libertades se caracterizan por contar con un respaldo institucional. “El papel del Estado es crear y preservar un marco institucional apropiado para tales prácticas” (p.1). El Estado tiene funciones específicas que no puede descuidar. En primer lugar, tiene que cuidar la calidad e integridad del dinero. En segundo lugar, debe desplegar funciones de seguridad para proteger la propiedad privada, estas funciones son de carácter militar, policial y judicial. En tercer lugar, se encarga de crear mercados en áreas como educación, atención sanitaria, o la contaminación del medio ambiente, entre otras.
El neoliberalismo en la vida real, dista mucho de ser lo que la teoría y los modelos afirman. Los estados han absorbido el neoliberalismo de diferentes formas, especialmente en Gran Bretaña con Margaret Thatcher y en Estados Unidos con Ronald Reagan. Los nuevos estados, producto del colapso de la Unión Soviética adoptaron el neoliberalismo a su manera, ajustando sus prácticas y sus políticas a este nuevo modus vivendi. El pensamiento neoliberal está presente también en las universidades, en los medios de comunicación, en las salas de consejos de las corporaciones y de las instituciones financieras, en instituciones estatales y en instituciones internacionales tales como el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial de Comercio. En resumen, es un discurso hegemónico porque está presente en la vida cotidiana y en la forma en que se interpreta el mundo.
A través del FMI y de la OMC, se genera coerción para controlar a los diferentes estados, quienes afiliándose a estos organismos acatan la pauta de sus políticas. El neoliberalismo ha generado destrucción en muchos ámbitos, por ejemplo, en los modos de vida, en las relaciones sociales, en el apego a la tierra, costumbres sentimentales, formas de pensar, etc. Harvey lanza una pregunta que responderá durante el artículo: ¿Qué intereses particulares llevan a que el estado adopte una posición neoliberal y en qué forma ha utilizado esos intereses el neoliberalismo para beneficiarse, en lugar de beneficiar, como pretenden, a todos, por doquier?
La naturalización del neoliberalismo
Todo sistema de pensamiento requiere de la construcción de un aparato conceptual que genere un proceso de identificación con los sujetos. El pensamiento neoliberal retrotrae ideales como el de la libertad individual y valores como los de la civilización. Tales conceptos, tan atractivos discursivamente, estarían amenazados –según el pensamiento neoliberal- por una serie de situaciones, tales como el fascismo, el comunismo, las dictaduras, es decir, por formas de intervención estatal. Por lo anterior, la figura del estado como interventor activo en la economía resulta un peligro.
Un concepto como el de libertad individual resulta tan atractivo, porque es un concepto movilizador. El discurso de la libertad individual se ha vuelto motor de movimientos en todo el mundo, tales como los que se dieron en 1968 en París, Chicago, Bangkok o la Ciudad de México.Es decir, estos ideales y valores “constituyen una poderosa fuerza histórica por el cambio”. El discurso de la libertad ha sido utilizado para generar convencimiento e identidad social, tal fue el discurso de George Bush durante su periodo presidencial en Estados Unidos, en el que hizo un llamado –en medio de la guerra contra Iraq- a construir “un mundo creciente de libertad” y proclamó que “como la mayor potencia del mundo [EE.UU. tiene] una obligación de ayudar a la extensión de la libertad”.
Harvey analiza dos reestructuraciones que impulsó Estados Unidos en momentos históricos distintos para dar cuenta de su apuntalamiento económico y político, por un lado, la intervención estatal en Irak y por el otro la reestructuración de la economía chilena durante la dictadura. Estados Unidos justificó la intervención en otros países con la idea de que debía "liberarlos", y este liberar, incluía en cualquier caso, arrastrarlos de manera violenta a la dinámica del neoliberalismo.
La Guerra –preventiva- de Estados Unidos contra Iraq, después de los hechos del 11 de septiembre del 2001, fue entonces justificada por el discurso de la libertad. Esto se reflejó en la creación de políticas que acorralaron a Iraq hacia la expansión de su modelo neoliberal. Fueron cuatro los decretos que Paul Bremer, jefe de la Autoridad Provisional de la Coalición promulgó en 2003 y estos incluían entre otras cosas, “la plena privatización de las empresas públicas, plenos derechos de propiedad de empresas iraquíes para firmas extranjeras, repatriación total de los beneficios extranjeros, la apertura de los bancos iraquíes al control extranjero, el tratamiento nacional para compañías extranjeras, y la eliminación de casi todas las barreras comerciales”.
Estos decretos serían aplicados a todas las áreas de la economía y solo exceptuaron el petróleo. El gobierno Iraquí no pudo cambiarlo debido a las múltiples restricciones económicas y políticas que se le impusieron. En el discurso, las órdenes de Bremer eran necesarias para la creación de bienestar económico y político en el pueblo iraquí.
No sólo Iraq fue impulsado hacia el corral del neoliberalismo. Chile fue el “primer gran experimento de la formación de un Estado neoliberal” que tuvo su inicio el 11 de septiembre de 1973. Con la intervención de los “Chicago boys” en la economía chilena, se consolidó un tipo de estado, que para tener su despliegue económico, tuvo que desmantelar todas las formas de organizaciones populares. El despliegue económico consistió, entre otras cosas, en privatizar los activos públicos, abrir los recursos naturales a la explotación privada, la facilitación de las inversiones extranjeras directas y del libre comercio. Los resultados del enfoque neoliberal que se le dio a la economía chilena se utilizaron a modo de evidencia para modelar las políticas neoliberales de Gran Bretaña (bajo Thatcher) y Estados Unidos (bajo Reagan).
Pese a la presencia preponderante de Estados Unidos en el terreno neoliberal, para Harvey es fundamental dar cuenta del desarrollo geográfico tan complejo de este proceso, para ello es importante darle su lugar, por ejemplo, a la forma neoliberal que impulsó Tatcher o el proceso de China en su acercamiento al neoliberalismo.
Harvey utiliza el concepto destrucción creativa para dar cuenta de la edificación de un sistema cuya estrategia es arrasar con la estructura económica y política presente. En este caso, el neoliberalismo desmanteló la intervención del Estado en la economía para agudizar la devastación capitalista y edificó un sistema que dejó de lado la asunción de las necesidades de los sujetos sociales que habitan en él.
¿A qué se debe el giro neoliberal?
A comienzos de 1973 el capitalismo sufre una crisis importante, seguida del embargo del petróleo y el aumento de los precios del crudo que vinieron después de la guerra árabe-israelí. El proyecto del estado interventor en la economía ya no funcionaba. Esto generó el abandono del acuerdo Bretton Woods con el respectivo cambio a tasas de cambio flotantes.
Harvey afirma que al llegar los años 70, ese sistema perdió vigencia y se necesitaba una nueva estrategia para reactivar la acumulación de capital. “Cómo y porqué el neoliberalismo emergió victorioso como respuesta a ese dilema es una historia compleja. En retrospectiva, puede parecer como si el neoliberalismo hubiera sido inevitable, pero en esos días nadie sabía o comprendía realmente con alguna certeza qué clase de reacción daría resultados y cómo”. (p.4)
El “Consenso de Washington” finalmente se consolidó en los años noventa después de virajes y movimientos caóticos. Fueron dos elementos que tuvieron centralidad en la crisis de acumulación de los años setenta: el desempleo y la inflación acelerada. Ello generó una serie de demandas sociales que convergieron en movimientos sociales y urbanos alrededor del mundo. Estos fueron configurando una alternativa socialista, representando un peligro para la clase capitalista.
Una condición de los acuerdos de posguerra fue la restricción del poder económico de las clases altas y que el trabajo recibiera una parte creciente del excedente económico. Estados Unidos suministró una solución con el golpe de estado en Chile y con la toma del poder por los militares en Argentina. Este experimento demostró una concentración de la riqueza en las elites dirigentes y en los inversionistas extranjeros. Dumenil y Levy (2004) argumentan que desde su inicio, el neoliberalismo fue un intento por restaurar el poder de clase de las capas más ricas de la población.
La concentración de riqueza y poder sucedió en otros países como Gran Bretaña, duplicó su parte del ingreso nacional de un 6.5% a un 13% durante los últimos veinte años. Rusia y China también son ejemplos de la concentración de riqueza que generó el neoliberalismo.
La historia del neoliberalismo puede examinarse como un proyecto que genera estrategias para la reorganización del capitalismo internacional y como un artificio político que busca restablecer las condiciones para la acumulación de capital. (p.5)
Hacia la restauración del poder de clase
En Chile y Argentina la restauración del poder de clase se dio con golpes de estado respaldados por las clases altas. En Gran Bretaña y México el FMI presionó para generar prácticas de recorte de gastos sociales y programas de asistencia. En Estados Unidos se entrecruzaron varias líneas en la que se posicionaría el Partido Republicano. Antes de eso, en 1970, había un clima de descontento ante las demandas antiimperialistas de la sociedad civil entre las clases altas de Estados Unidos, pues socialmente se demandaba que se le restara poder a las empresas. Se llevaron a cabo entonces tres elementos fundamentales en la transición de Estados Unidos a la consolidación del neoliberalismo. En primer lugar, se formó la Mesa Redonda Empresarial, crucial en la formación y proliferación de los Comités corporativos de acción política, legalizados en 1974. El Partido Republicano logró una base popular con la incorporación de líderes de la derecha cristiana. La clase trabajadora fue arrastrada a ejercer el voto por motivos culturales, nacionalistas y religiosos. Así fue como a mediados de los noventa, el Partido Republicano se consolidó como una máquina derechista con intereses corporativos pero con base populista. (p.6)
Ante la disminución de los ingresos tributarios por la creciente demanda de gastos sociales, como segundo elemento hacia la transición, Estados Unidos se volcó en la restauración de la disciplina monetaria. En 1975 se negaron a refinanciar la deuda de New York y esa ciudad fue llevada a la bancarrota. El rescate fue llevado a cabo por un grupo importante de banqueros que junto con el estado frenaron las aspiraciones de los sindicatos municipales, congelaron salarios, hicieron recortes en las previsiones sociales (educación, salud pública y servicios de transporte), además de imponer pagos en la matrícula de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. A todo esto lo acompañó el requerimiento de que los sindicatos municipales invirtieran sus fondos de pensión en bonos para la ciudad, generando una moderación de su actividad política. Lo anterior demostró que ante una situación de conflicto económico, la preferencia la tendrían las instituciones financieras y los poseedores de bonos, desplazando así el bienestar social.
El “rescate económico de la ciudad de New York” no implicó necesariamente un interés por parte de los banqueros mercantiles, el estado y las instituciones financieras por la reimposición del poder de clase, pero si fue casi con seguridad el objetivo del Secretario del Tesoro de aquel entonces, William Simon, quien se negó a ayudar a New York y “declaró abiertamente que quería que la ciudad sufriera tanto que ninguna otra ciudad en la nación se volviera a atrever a aceptar obligaciones similares” (p. 7).
El tercer elemento en la transición de Estados Unidos llevó a la proliferación de los “think tanks” independientes financiados por individuos acaudalados y donantes corporativos. El clima discursivo fue transformado a través de la adquisición de canales en los medios de comunicación y un ejército de lugartenientes entrenados para promover la ideología neoliberal. El discurso era “sacar al gobierno de por sobre las espaldas de la gente”. Se afianzó un ala en el movimiento de 1968 con el objetivo de defender la libertad individual a favor del neoliberalismo, al margen del estado y del capital monopolista. Esto generó un creciente proceso de consumismo individualizado. La otra ala del movimiento de 1968, la que buscaba justicia social, fue agredida por el estado, las instituciones financieras y el sector empresarial. Se atacaron los sindicatos y las organizaciones, como los controladores aéreos en 1980 en Estados Unidos o la derrota de los mineros británicos en 1984 por Margaret Tatcher. Jugó un papel importante en este proceso la capacitación de economistas a través de los departamentos de economía de las universidades de Estados Unidos. El reemplazo de los economistas keynesianos por monetaristas neoliberales transformó los organismos internacionales. De ese modo, el FMI emprendió sus programas de ajuste estructural. El Consenso de Washington, parido en los años noventa y las reglas de negociación fijadas por la Organización Mundial de Comercio fueron fundamentales para darle una escala global al capitalismo neoliberal.
La tradición imperial de Estados Unidos tenía que ser reconfigurada. Se necesitaba la apertura de mercados y nuevos espacios para inversiones. A través de las políticas del FMI y la OMC se pudo ejercer un poder financiero y de mercado. La vinculación con el G7 llevó a Europa y a Japón a alinearse con Estados Unidos, lo que fue una fuerza de arrastre para el sometimiento de todas las naciones. Se articuló entonces, una red global de relaciones de poder en la que Estados Unidos cobraba tributos financieros al resto de las naciones que se encontraban en su dominio económico y político. (p.8).
Neoliberalismo como destrucción creativa
El neoliberalismo no trajo crecimiento económico. Ni Gran Bretaña ni Estados Unidos lograron rendimiento económico creciente en los años ochenta. Japón y Alemania Occidental se ubicaron como motores de la economía global. Estos países mantuvieron inversión estatal en el cambio tecnológico y una estrecha relación entre las corporaciones e instituciones financieras, generando un desarrollo de la exportación a Reino Unido y Estados Unidos principalmente. En algunos países de Europa y Asia se encontró crecimiento económico sin reformas neoliberales, por esa razón se resistieron a la neoliberalización. Fue hasta los años noventa que la neoliberalización comenzó a producir frutos para Estados Unidos y Gran Bretaña.
Pese a los desafortunados resultados económicos que trajo el neoliberalismo, Harvey destaca dos razones materiales por las cuales se optó por la neoliberalización como solución exitosa. En primer lugar, la proyección del éxito del neoliberalismo en algunos sitios negó que pudiera ser un sistema que trajera el fracaso. En segundo lugar, el neoliberalismo ha representado un éxito para las clases altas. Restauró la posición de clase en lugares como Estados Unidos y Gran Bretaña, también creó las condiciones favorables para una clase capitalista en lugares como China, Rusia e India entre otros. En México, por ejemplo, la neoliberalización generó un reordenamiento de las estructuras de clase, concentrando la riqueza en manos de unos pocos.
El neoliberalismo adjudicaba su fracaso en ciertos sitios a la falta de competitividad. Se reivindicó el discurso spenceriano de que sólo los más aptos debían y podían sobrevivir. La estrategia entonces, fue encontrar métodos de redistribución de la riqueza, enfocándola hacia la clase alta. Harvey usa el concepto de acumulación por desposesión para dar cuenta de estos procesos, la define como “la proliferación de prácticas de acumulación que Marx había designado como primitivas durante el ascenso del capitalismo”. Estas incluirían, la comodificación y privatización de la tierra y la expulsión forzada de poblaciones campesinas; en segundo lugar, la modificación de formas de derecho de propiedad en propiedad privada; en tercer lugar, la supresión de derechos a las áreas públicas; en cuarto lugar, la comodificación del poder laboral y la supresión de formas alternativas (indígenas) de producción y consumo; en quinto lugar, la apropiación de activos como recursos naturales por medio de proceso coloniales, neocoloniales e imperiales; en sexto lugar, la monetización de intercambios y de la tributación, particularmente de tierras; en séptimo lugar, la trata de esclavos; y en octavo lugar, la usura, la deuda nacional y el uso del sistema crediticio como un medio radical de acumulación primitiva. A todos estos puntos se la ha sumado la innovación tecnológica para la extracción de rentas de patentes y derechos de propiedad intelectual, además de la disminución o cancelación de varias formas de propiedad comunitaria. A las prácticas que restauraron el poder de las elites capitalistas en Estados Unidos son conocidas como procesos de acumulación por desposesión. Harvey identifica cuatro elementos principales de ésta.
1. Privatización
El principal objetivo de la privatización es volver rentables espacios que antes no lo eran, tales como los servicios públicos (agua, telecomunicaciones, transporte), instituciones públicas (universidades, prisiones) e incluso la guerra. Se han establecido derechos de propiedad privada con los que se extraen rentas por el uso de información genética de poblaciones, además del agotamiento de los bienes comunes medioambientales. Esto va acompañado del uso del estado como instrumento de imposición de estos procesos, incluso contra la voluntad popular. También se produce el retroceso de un marco regulador de protección a la fuerza de trabajo y la embestida hacia los derechos conquistados por años de luchas sociales. (p.10)
2. Financialización
La ola financiera después de 1980 ha estado marcada por la especulación, la depredación, el fraude y el robo. “Las promociones de acciones; destrucción de productos financieros estructurados mediante la inflación: liquidación de activos mediante fusiones y adquisiciones; y la promoción de incumbencias de deuda que redujo a poblaciones enteras, incluso en los países capitalistas avanzados, a la esclavitud por deudas –para no hablar del fraude corporativo y el la desposesión de activos, tales como el robo de fondos de pensiones y su aniquilamiento por colapsos de acciones y de corporaciones mediante manipulaciones crediticias y bursátiles- son todas características del sistema financiero capitalista” (p. 11)
3. La administración y la manipulación de crisis
La deuda, en el neoliberalismo, se vuelve un arma de acumulación por desposesión. La administración y manipulación de la crisis en el contexto mundial ha generado la redistribución de la riqueza de los países pobres a los ricos. En 1979, Paul Volcker, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, subió las tasas de interés, generando un aumento de beneficios extranjeros que los países extranjeros tenían que invertir en los pagos por intereses de deudas. La bancarrota se hizo presente en países como México, que se ajustaron a la reforma estructural. Está táctica se hizo frecuente en diversos países de América Latina durante los años ochenta y noventa. Wall Street, el Fondo Monetario Internacional y el Departamento del Tesoro en Estados Unidos, se ocuparon de orquestar crisis y devaluaciones como parte de su proceso de acumulación por desposesión, intentando no generar revueltas populares. Sin embargo, la creación de desempleo para abaratar la mano de obra y la crisis local generó el levantamiento zapatista en México en 1994 y el movimiento generalizado contra la globalización en Seattle en 1999.
4.Redistribuciones estatales
El estado se convierte en un agente primordial de las políticas redistribuidoras. Primero, mediante esquemas de privatización y recortes en los gastos gubernamentales destinados al salario social. Incluso aunque la privatización se presente beneficiosa para las clases bajas a primera vista, los resultados a largo plazo terminan siendo negativos. Uno de los ejemplos más claros de esto, fue el programa de privatización de viviendas de Tatcher en Gran Bretaña, que pareció ser un regalo a las clases bajas cuyos miembros podían pasar rápidamente a ser propietarios a un coste bajo, sin embargo, cuando era completada la transferencia, entraba en juego la especulación de la vivienda, desplazando a poblaciones a la periferia. (p.12)
El estado neoliberal beneficia a los rendimientos de inversiones en lugar de a los salarios. Desplaza los gastos estatales y el libre acceso para todos mediante tarifas de usuarios y subsidia de muchas formas a las corporaciones. Lo anterior se redondea con estrategias de represión política. El aumento de vigilancia y orden por parte del Estado responde a “un rol más siniestro de control social”. (p.13)
La ola de destrucción creativa que despliega el neoliberalismo es inédita en la historia del capitalismo, es por eso, que ante la ofensiva, se están generando alternativas a este modo de vivir.
Alternativas
Existen movimientos opositores al neoliberalismo que no necesariamente han tomado la forma de los años ochenta, es decir, como los movimientos de trabajadores que aparecieron en gran parte de Latinoamérica, Sudáfrica, Corea del Sur, etc. Sin embargo, pese a que no hay motivos para excluir en el futuro la resurgencia de una política basada en los trabajadores como eje de un movimiento antineoliberal, actualmente las luchas contra la acumulación por desposesión, tienen formas distintas. Las condiciones políticas y económicas a las que respondieron estos movimientos en los años ochenta no son las mismas que las condiciones políticas de la socialdemocracia. Un ejemplo es el movimiento zapatista que no buscó su inclusión en las estructuras estatales, sino el trabajo con la sociedad civil, formando un bloque político en el que las culturas indígenas fueran centrales en lugar de ser periféricas.
Algunos de los movimientos sociales transfieren el terreno de la organización política lejos de los partidos políticos y de las organizaciones sindicales. Harvey le da importancia al trabajo histórico de las luchas sociales en los años ochenta por el camino que dejaron para la proliferación de los movimientos sociales. Harvey se refiere principalmente a los movimientos tradicionales basados en la clase obrera, que ganaron terreno sobretodo en América Latina al generar demandas sociales que incluían la exigencia hacia el estado de mejores condiciones laborales y de vida.
Los movimientos sociales también han generado una amplia gama de conceptos e ideas alternativas. “Algunos tratan de desvincularse total o parcialmente de los poderes abrumadores del neoliberalismo y del neoconservadurismo. Otros buscan justicia social y medioambiental por medio de la reforma o disolución de poderosas instituciones tales como el FMI, la OMC y el BM” (p.14)
Algunos de estos movimientos conciben su actuar al margen de los partidos, sin embargo hay quienes aún confían en ellos como herramienta para el cambio. El poder del estado entonces, sería fundamental para la reforma global del sistema económico.
Conclusión
Una lección importante es que lo que se ha vivido a lo largo del capitalismo como lucha de clases ha definido la restauración del poder de clase. Las capas superiores han generado la dominación de clase. Poner nuevamente el foco en el concepto de clase es fundamental para poder responder en esos términos. Los movimientos de clase se hacen a sí mismos, así que hablar en términos de clase no es determinista.
Es fundamental entender los acontecimientos económicos y políticos de manera conectada pese a su desigualdad. El análisis de la acumulación capitalista marca una pauta para ligar estos sucesos y revela contradicciones en la agenda neoliberal. La diferencia tan marcada entre el beneficio común y el beneficio de una clase ha aumentado en la escala espacio tiempo y es en este punto que los movimientos sociales se insertan. La desigualdad de clase en países como China, Rusia, India, México y Sudamérica no puede ser ocultada o tomada como algo transitorio.
La naturaleza antidemocrática del neoliberalismo debería ser algo central en esta lucha. Identificar al enemigo como una entidad con enorme influencia en las gestión de las políticas a nivel mundial debe llevar a identificar soluciones cada vez más coherentes: "Arrancar la máscara neoliberal y denunciar su retórica seductiva, utilizada tan apropiadamente para justificar y legitimar la restauración de ese poder, tendrá un papel importante en las luchas contemporáneas" (p.16).
"Dumenil y Levy han llegado a argumentar que el neoliberalismo fue desde su propio comienzo un esfuerzo por restaurar el poder de clase a las capas más ricas de la población. Mostraron como desde mediados de los años ochenta, la parte del 1% superior de los devengadores de ingresos en EE.UU. aumentó rápidamente para llegar a un 15% a fines del siglo.Otros datos muestran que el 0,1% superior de los devengadores de ingresos aumentaron su parte del ingreso nacional de un 2% en 1978 a más de un 6% en 1999" (p.5).
"¿Cómo resolvió la neoliberalización los problemas del debilitamiento de la acumulación de capital? Sus antecedentes reales en el estímulo del crecimiento económico son pésimos. Las tasas de crecimiento agregado eran de unos 3,5% en los años sesenta e incluso durante los atribulados años setenta cayeron a sólo un 2,4%. Las tasas subsiguientes de crecimiento global de 1,4% y de 1,1% para los años ochenta y noventa, y una tasa que apenas llega a 1% desde 2000, indican que el neoliberalismo ha fracasado ampliamente en el estímulo del crecimiento global" (p.8).
"El volumen diario de transacciones financieras en los mercados internacionales, que era de 2.300 millones de dólares en 1983, había aumentado a 130.000 millones de dólares en 2001. Este volumen anual de 40 billones de dólares en 2001 se compara con el cálculo de 800.000 millones de dólares que serían necesarios para apoyar el comercio internacional y los flujos de inversiones productivas" (p.11).
Gerard Dumenil and Dominique Levy, “Neoliberal Dynamics: A New Phase?” (Manuscript, 2004)
G. W. Bush, “Securing Freedom’s Triumph,” New York Times, 11 de septiembre de 2002, p. A33. The National Security Strategy of the United State of America can be found on the Web site www.whitehouse.gov nsc/nss. See also G. W. Bush, “President Addresses the Nation in Prime Time Press Conference,” 13 de abril, 2004, http://www.whitehouse.gov/news/releases/2004/0420040413-20.html.
David Harvey, The New Imperialism (Oxford, Oxford University Press, 2003).
Antonia Juhasz, “Ambitions of Empire: The Bush Administration Economic Plan for Iraq (and Beyond),” Left Turn Magazine 12 (February/March 2004): 27-32.
EL neoliberalismo se ha configurado como un sistema complejo de entender por sus múltiples expresiones, sin embargo, Harvey invita a tener un hilo conductor y a desmontar los mitos que este sistema ha forjado. Partir del reconocimiento de la destrucción que ha generado, permite armar estrategias alternativas en la solución del problema. La crisis económica no sólo se queda en el ámbito financiero, genera una crisis del modus vivendi que implica vivir en el capitalismo neoliberal. Nos hemos apropiado de un discurso individualista en el que la comunidad ha sido desgarrada para sustituirse por relaciones sociales artificiales, desembocando así en una crisis de carácter civilizatorio.
El centro de acción del neoliberalismo han sido las corporaciones, desplazando la función social del Estado. El mercado ahora es quien decide los heridos y los muertos en la economía. La generación de alternativas no puede perder de vista que el neoliberalismo más allá de traer crecimiento económico ha traído la restauración de la clase dominante.