Elementos para la economía política de la competencia 2 - Notas extraídas de Miseria de la filosofía
Marx, Karl [2015], Miseria de la filosofía. Respuesta a la Filosofía de la miseria de P.-J.. Proudhon, México, Siglo XXI Editores, 215 pp.
En su polémica con Proudhon, Karl Marx aporta algunos apuntes sobre el estatuto de la competencia en la dinámica capitalista. Los apuntes que conciernen directamente a la competencia provienen del apartado "La competencia y el monopolio", del Capítulo segundo. La metafísica de la economía política (pp. 96-103).
Sobre el método y la metafísica: "¿Hay que extrañarse de que cualquier cosa, en último grado de abstracción -puesto que hay abstracción y no análisis-, se presente en estado de categoría lógica? ¿Hay que extrañarse de que eliminando poco a poco todo lo que constituye la individualidad de una casa, de que haciendo abstracción de los materiales de que se compone, de la forma que la distingue, se llegue a obtener sólo un cuerpo en general; que haciendo abstracción de los límites de ese cuerpo, no se tenga ya más que un espacio; que haciendo por último abstracción de las dimensiones de ese espacio, se termine por no tener más que la cantidad absolutamente pura, la categoría lógica? A fuerza de abstraer así de todo sujeto los pretendidos accidentes, animados o inanimados, hombres o cosas, tenemos razón en decir que, en último grado de abstracción, se llega a obtener como sustancia las categorías lógicas. Así, los metafísicos, que al hacer estas abstracciones se imaginan hacer análisis y que, a medida que se separan más y más de los objetos, imaginan aproximarse a ellos hasta el punto de penetrarlos, esos metafísicos tienen razón a su vez al decir que las cosas de nuestro mundo son bordados cuya trama son las categorías lógicas. He aquí lo que distingue al filósofo del cristiano. El cristiano no conoce más que una sola encarnación del Lagos, en contra de la lógica; el filósofo no acaba en las encarnaciones. ¿Qué tiene de extraño, después de esto, que todo lo existente, que todo cuanto vive sobre la tierra y bajo el agua, pueda, a fuerza de abstracción, ser reducido a una categoría lógica, y que de esta manera el mundo real entero pueda hundirse en el mundo de las abstracciones, en el mundo de las categorías lógicas?... Así como a fuerza de abstracción hemos transformado toda cosa en categoría lógica, de la misma manera basta con hacer abstracción de todo rasgo distintivo de los diferentes movimientos para llegar al movimiento en estado abstracto, al movimiento puramente formal, a la fórmula puramente lógica del movimiento. Y si en las categorías lógicas se encuentra la sustancia de todas las cosas, en la fórmula lógica del movimiento se cree haber encontrado el método absoluto, que no sólo explica cada cosa, sino que implica además el movimiento de la cosa. De este método absoluto habla Hegel en los términos siguientes: 'El método es la fuerza absoluta, única, suprema, infinita a la que ningún objeto puede oponer resistencia; es la tendencia a la razón a reencontrarse, a reconocerse a sí misma en toda cosa" (Hegel, Lógica [1816 ], T. III). Si cada cosa es reducida a una categoría lógica, y cada movimiento, cada acto de producción al método, de aquí se infiere naturalmente que cada conjunto de productos y de producción, de objetos y de movimiento, se reduce a una metafísica aplicada. Lo que Hegel ha hecho para la religión, el derecho, etc., Proudhon pretende hacerlo para la economía política" (pp. 65-66).
Una parte de la revolución teórica de Marx consiste en historizar los análisis y trascender las epistemologías y heurísticas idealistas que caracterizaban a la filosofía de su tiempo. En particular, Marx refuta la naturalización de las categorías planteadas por los economistas burgueses: "Los economistas proceden de singular manera. Para ellos no hay más que dos clases de instituciones: unas artificiales y otras naturales. Las instituciones del feudalismo son artificiales y las de la burguesía son naturales… Al decir que las actuales relaciones -las de la producción burguesa- son naturales, los economistas dan a entender que se trata precisamente de unas relaciones bajo las cuales se crea la riqueza y se desarrollan las fuerzas productivas de acuerdo con las leyes de la naturaleza. Por consiguiente, estas relaciones son en sí leyes naturales, independientes de la influencia del tiempo. Son leyes eternas que deben regir siempre la sociedad. De modo que hasta ahora ha habido historia, pero ahora ya no la hay. Ha habido historia porque ha habido instituciones feudales y porque en estas instituciones feudales nos encontramos con unas relaciones de producción completamente diferentes de las relaciones de producción de la sociedad burguesa, que los economistas quieren hacer pasar por naturales y, por tanto, eternas" (p. 77).
Acerca de cómo estudiar el modo de producción, a través del "antagonismo", principio epistemológico que oponemos a los métodos asépticos de la economía convencional: "para formarse un juicio exacto de la producción feudal, es menester enfocarla como un modo de producción basado en el antagonismo. Es menester investigar cómo se producía la riqueza en el seno de este antagonismo, cómo se iban desarrollando las fuerzas productivas al mismo tiempo que el antagonismo de clases, cómo una de estas clases, el lado malo y negativo de la sociedad, fue creciendo incesantemente hasta que llegaron a su madurez las condiciones materiales para su emancipación. ¿Acaso esto no significa que el modo de producción, las relaciones en las que las fuerzas productivas se desarrollan, no son en modo alguno leyes eternas, sino que corresponden a un nivel determinado de desarrollo de los hombres y de sus fuerzas productivas, y que todo cambio operado en las fuerzas productivas de los hombres implica necesariamente un cambio en sus relaciones de producción? Como lo que importa ante todo es no verse privado de los frutos de la civilización, de las fuerzas productivas adquiridas, hace falta romper las formas tradicionales en las que dichas fuerzas se han producido. Desde ese instante, la clase antes revolucionaria se vuelve conservadora" (p. 78).
La competencia como forma disolvente de la propia clase dominante: "Por otra parte, si todos los miembros de la burguesía moderna tienen un mismo interés por cuanto forman una sola clase frente a otra clase, tienen intereses opuestos y antagónicos por cuanto se contraponen los unos a los otros. Esta oposición de intereses surge de las condiciones económicas de su vida burguesa. Por lo tanto, cada día es más evidente que las relaciones de producción en que la burguesía se desenvuelve no tienen un carácter único y simple sino un doble carácter; que dentro de las mismas relaciones en que se produce la riqueza, se produce igualmente la miseria; que dentro de las mismas relaciones en que se opera el desarrollo de las fuerzas productivas, existe asimismo una fuerza que produce represión; que estas relaciones sólo crean la riqueza burguesa, es decir, la riqueza de la clase burguesa, destruyendo continuamente la riqueza de los miembros integrantes de esta clase y formando un proletariado que crece sin cesar" (p. 79).
Una digresión sobre el papel del pensamiento crítico, la cual cobra actualidad frente al dominio de las empresas transnacionales sobre las sociedades del planeta: "Así como los economistas son los representantes científicos de la clase burguesa, así los socialistas y los comunistas son los teóricos de la clase proletaria. Mientras el proletariado no esté aún lo suficientemente desarrollado para constituirse como clase; mientras, por consiguiente, la lucha misma del proletariado contra la burguesía no revista todavía carácter político, y mientras las fuerzas productivas no se hayan desarrollado en el seno de la propia burguesía hasta el grado de dejar entrever las condiciones materiales necesarias para la emancipación del proletariado y para la edificación de una sociedad nueva, estos teóricos son sólo utopistas que, para mitigar las penurias de las clases oprimidas, improvisan sistemas y se entregan a la búsqueda de una ciencia regeneradora. Pero a medida que la historia avanza, y con ella empieza a destacarse con trazos cada vez más claros la lucha del proletariado, aquéllos no tienen ya necesidad de buscar la ciencia en sus cabezas: les basta con darse cuenta de lo que se desarrolla ante sus ojos y convertirse en portavoces de esa realidad. Mientras se limitan a buscar la ciencia y a construir sistemas, mientras se encuentran en los umbrales de la lucha, no ven en la miseria más que la miseria, sin advertir su aspecto revolucionario, subversivo, que terminará por derrocar a la vieja sociedad. Una vez advertido este aspecto, la ciencia, producto del movimiento histórico en el que participa ya con pleno conocimiento de causa, deja de ser doctrinaria para convertirse en revolucionaria" (p. 81).
Un apunte sobre la división internacional del trabajo: "No es necesario recordar que los grandes progresos de la división del trabajo comenzaron en Inglaterra después de la invención de las máquinas. Así, los tejedores y los hiladores eran en su mayoría campesinos como los que aún encontramos en los países atrasados. La invención de las máquinas acabó de separar la industria manufacturera de la industria agrícola. El tejedor y el hilador, reunidos antes en una sola familia, fueron separados por la máquina. Gracias a la máquina, el hilador puede habitar en Inglaterra mientras que el tejedor se encuentra en las Indias orientales. Antes de la invención de las máquinas, la industria de un país se desenvolvía principalmente a base de las materias primas que eran producto de su propio suelo: así, Inglaterra elaboraba la lana. Alemania el lino, Francia la seda y el lino, las Indias orientales y Levante el algodón, etc. Gracias a la aplicación de las máquinas y del vapor, la división del trabajo alcanzó tales proporciones que la gran industria, desligada del suelo nacional, depende únicamente del mercado mundial, del intercambio internacional y de la división internacional del trabajo. Por último, la máquina ejerce una influencia tal sobre la división del trabajo que, desde el momento que en la fabricación de un artículo cualquiera se ha encontrado el medio de introducir parcialmente la mecánica, la fabricación se divide inmediatamente en dos explotaciones independientes la una de la otra" (pp 92-93).
La competencia y el monopolio
Planteamiento de Proudhon: "La competencia y la asociación se apoyan la una en la otra. Lejos de excluirse, no son ni siquiera divergentes. Quien dice competencia supone un fin común. Por consiguiente, la competencia no es el egoísmo, y el error más deplorable del socialismo consiste en haberla concebido como un trastorno de la sociedad {ibíd., p. 238}… Proudhon dice más adelante que la competencia es lo contrario del monopolio y que, por consiguiente, no puede ser lo contrario de la asociación… Todo lo que acabamos de decir se refiere al lado bueno de la competencia, tal como la entiende Proudhon. Pasemos ahora al lado malo, es decir, al lado negativo de la competencia, a sus inconvenientes, a lo que tiene de destructivo, de subversivo, de pernicioso. El cuadro que nos presenta Proudhon es algo lúgubre. La competencia engendra la miseria, fomenta la guerra civil, "cambia las zonas naturales", mezcla las nacionalidades, perturba las familias, corrompe la conciencia pública, "trastoca las nociones de equidad, de justicia", de moral, y, lo que es peor, destruye el comercio honrado y libre y no da en compensación ni siquiera el valor sintético, el precio fijo y honrado. La competencia decepciona a todo el mundo, incluso a los economistas. Lleva las cosas hasta a destruirse a sí misma. Después de todo lo que Proudhon dice de malo, ¿puede haber para las relaciones de la sociedad burguesa, para sus principios y sus ilusiones, un elemento más disolvente y más destructivo que la competencia? Observemos que la competencia es cada vez más destructiva para las relaciones burguesas, a medida que suscita una creación febril de nuevas fuerzas productivas, es decir, las condiciones materiales de una nueva sociedad" (pp. 99, 100, 101).
Relación entre competencia y monopolio: Otra cita de Filosofía de la miseria "'El monopolio es el resultado fatal de la competencia, que lo engendra por una negación incesante de sí misma. Este origen del monopolio implica ya su justificación... El monopolio es la oposición natural de la competencia... , pero, como la competencia es necesaria, implica la idea del monopolio, ya que el monopolio es como el asiento de cada individualidad competidora' [Ibíd., pp. 249 y 250]. Nos alegramos con Proudhon de que haya podido, al menos una vez, aplicar bien su fórmula de la tesis y la antítesis. Todo el mundo sabe que el monopolio moderno es engendrado por la competencia misma. Proudhon no habla más que del monopolio moderno engendrado por la competencia. Pero todos sabemos que la competencia ha sido engendrada por el monopolio feudal. Así pues, primitivamente la competencia ha sido lo contrario del monopolio, y no el monopolio lo contrario de la competencia. Por lo tanto, el monopolio moderno no es una simple antítesis, sino que, por el contrario, es la verdadera síntesis.
Tesis: El monopolio feudal anterior a la competencia.
Antítesis: La competencia.
Síntesis: El monopolio moderno, que es la negación del monopolio feudal pues presupone el régimen de la competencia, y la negación de la competencia pues es monopolio.
Así, pues, el monopolio moderno, el monopolio burgués, es el monopolio sintético, la negación de la negación; la unidad de los contrarios. Es el monopolio en estado puro, normal, racional" (pp. 101-102).
La relación entre competencia y monopolio es un movimiento: "En la vida práctica encontramos no solamente la competencia, el monopolio y el antagonismo entre la una y el otro, sino también su síntesis, que no es una fórmula, sino un movimiento. El monopolio engendra la competencia, la competencia engendra el monopolio. Los monopolistas compiten entre sí, los competidores pasan a ser monopolistas. Si los monopolistas restringen la competencia entre ellos por medio de asociaciones parciales, se acentúa la competencia entre los obreros; y cuanto más crece la masa de proletarios frente a los monopolistas de una nación, tanto más desenfrenada se hace la competencia entre los monopolistas de las diferentes naciones. La síntesis consiste en que el monopolio no puede mantenerse sino librando continuamente la lucha de la competencia" (p. 102).