African agriculture. A green evolution. The farms of Africa are prospering at last thanks to persistence, technology and decent government
The Economist [2016], "African agriculture. A green evolution. The farms of Africa are prospering at last thanks to persistence, technology and decent government", The Economist, London, 12 de marzo, http://www.economist.com/news/briefing/21694521-farms-africa-are-prosper...
El artículo señala la mejoría de la agricultura en algunos países africanos y las dificultades que enfrenta el sector y la población que se dedica a esta actividad.
El crecimiento del sector agrícola se refleja en el aumento de la producción de granos. En Ruanda, por ejemplo, se produjeron 792 mil toneladas de grano en 2014, tres veces más que en 2000, en Etiopía, la producción cerealera se triplicó, y en toda África del Este, el volumen de maíz se multiplicó por siete. Además, la década pasada el valor de los cultivos creció casi 50% en Camerún, Ghana, Zambia y Kenia.
No obstante, la productividad agrícola de la región subsahariana de África es menor que la de Latinoamérica y Asia. El continente, en su conjunto, exporta menos productos agrícolas que Tailandia.
Durante largo tiempo, el aumento que experimentó la agricultura africana se debía más al aumento de la tierra arable y al crecimiento de la mano de obra y menos al uso de fertilizantes o de semillas mejoradas. El ritmo de la producción ha sido más lento que el de la población rural, por lo que la producción per cápita cayó hacía el final del siglo XX.
Las condiciones naturales atentan contra la agricultura. La falta de actividad tectónica en el continente limita el viento y la lluvia que nutran los suelos. En la mayor parte del interior del continente, la agricultura apenas vale la pena. Además, dado que sólo el 4% de las tierras cultivables subsaharianas están irrigadas, el resto de la agricultura depende de las lluvias estacionales.
Además, las decisiones gubernamentales han sido poco favorables al sector agrícola. Al inicio de la década de los años sesenta del siglo XX, se impusieron altos impuestos a la agricultura para financiar al sector industrial, no se amplió la infraestructura ni se mejoraron las telecomunicaciones heredadas de la época colonial y se impusieron controles de precios, lo que redujo las ganancias de los campesinos. La política de subsidios a los fertilizantes tampoco ha funcionado debido a la participación de intermediarios que los revenden a precios mayores, en otros casos, los subsidios son eliminados cuando el presupuesto gubernamental se reduce. El resultado es que el uso de fertilizantes en los campos subsaharianos es en promedio de 15 kg por hectárea, muy por debajo del promedio mundial de 124 kg.
La mejora que ha experimentado la agricultura se explica por el uso de semillas modificadas: resistentes a las sequías, con altos rendimientos, pero que no se reproducen. Gobiernos y ONGs proveen las semillas, fertilizantes, enseñan a los campesinos a cultivar y les otorgan créditos.
Otros factores están impulsando la agricultura. La demanda de las ciudades por determinados productos fomenta la especialización en algunos productos, aunque las comunicaciones aún son deficientes. Las tarifas en las exportaciones siguen siendo altas, pero muestran una tendencia a la baja. Los derechos sobre la tierra siguen siendo ambiguos pero en algunos países como Etiopía y Ruanda se han modificado leyes para beneficiar a las mujeres y a los pequeños propietarios.
Desde esta lectura, el crecimiento en la productividad de la agricultura en algunos países subsaharianos explica la reducción de conflictos étnicos y la mejora en la salud.
Quedan obstáculos por superar como la fragmentación de los mercados debido a los deficientes caminos, la falta de información sobre los precios y la mínima infraestructura con que cuentan los campesinos para almacenar y procesar los cultivos.
Para hacer de la agricultura un negocio rentable hace falta invertir en la irrigación de los campos y ofrecer seguros ante malas cosechas.
Casi dos tercios de las granjas africanas tienen menos de una hectárea extensión.
Más de la mitad de los trabajadores en edad de trabajar subsaharianos están empleados en la agricultura, en Ruanda la proporción es de cuatro quintos.
Al inicio de la década de 1960, África subsahariana tenía 1.5 millones de kilómetros cuadrados de tierra arable; ahora se utilizan 800,000 kilómetros cuadrados más.
La cantidad de semillas hibridas producidas, incluido el maíz y el sorgo, aumentó de 25 toneladas en 2010 a 125 mil toneladas.
100 compañías dedicadas a la producción de semillas híbridas poseen un tercio de ese mercado.
Gráfica. Producción agrícola en África por persona, por región, a precios de 2013 (1961-2013).
La gráfica muestra el comportamiento de la producción agrícola en cinco regiones del continente africano: sur, oeste, norte, este y central. Las dos últimas muestran los niveles de producción per cápita más bajo durante todo el periodo. La región sur muestra una fuerte caída desde la década de los años 70 hasta finales de los años noventa cuando comienza una recuperación moderada. Las zonas norte y occidental han tenido un crecimiento importante desde principios de 1980.
Mapa. Densidad de las tierras de cultivo.
El mapa muestra la densidad de tierras cultivables en el continente africano. Las zonas de mayor densidad se ubican en la costa occidental y al este, atravesando Ruanda.
El artículo señala una de las caras de la desigualdad del sistema de producción capitalista y una de las soluciones propuestas. El estancamiento de la agricultura africana, producto de las relaciones coloniales y el saqueo al que ha sido sometido el continente, se enfrenta con la modificación de semillas que lejos de resolver el problema de la pobreza se convierte en un sector altamente rentable para las organizaciones, que junto a las compañías que venden los insumos, ofrecen los créditos para endeudar a los campesinos.