El artículo analiza las nuevas técnicas digitales de control social por el Partido Comunista chino para el desarrollo de una denominada dictadura digital.

Un partido aparte

En efecto China ha cambiado, viejos burócratas han sido reemplazados por nuevos tecnócratas e incluso por empresarios. Los ciudadanos hoy disfrutan de mayores libertades –hacer negocios, viajar al exterior y alcanzar vidas independientes. Además de un fuerte consumo en masas. A pesar de ello no todo está bajo control, en los últimos años el partido sintió la necesidad de imponer una furiosa represión a los disidentes y activistas en Hong Kong. Y es que junto con el rápido crecimiento económico se ha creado una nueva clase media que está poniendo todo bajo tela de juicio (la seguridad, la corrupción, los derechos de propiedad, la corrupción en el sistema de salud y de educación).

En este contexto el gobierno chino está desarrollando un remedio llamado “sistema de crédito social” (social-credit system). Con la finalidad de aprovechar la información digitalmente almacenada como herramienta de gestión social para controlar el comportamiento de los individuos. Las evaluaciones de los ciudadanos estarán vinculadas con su número de tarjeta de identificación. Lo cual preocupa en el sentido de que una mala evaluación podría conllevar sanciones de distintos tipos (préstamos crediticios, permisos para viajar, etc.).

Esto no es algo que deba sorprendernos, en Occidente las compañías como Google y Facebook recopilan gran cantidad de información de sus usuarios, no obstante las normatividades regulan el acceso de los estados a este tipo de información. En el caso de China por contraste, el monitoreo podría resultar en una distopía digital. Hasta ahora el esquema ha sido solo experimental en unas 30 áreas aproximadamente. En las cuales se ha generado mucha discusión y oposición sobre las evaluaciones, los ciudadanos desconfían y tienen dudas sobre las evaluaciones de sus acciones. Para la revista este tipo de acciones son tan solo el inicio de algo mucho más grande y siniestro. Son parte de formas burocráticas tradicionales de coerción y paternalismo del partido chino.

Cambia el enfoque de los gobernantes, no de los gobernados

The Economist se posiciona y señala que el gobierno debería respetar lo que afirma cuando hace llamados a la creación de un sistema que limite y supervise el uso del poder mediante canales más amplios para la participación pública en la elaboración de la política del gobierno. Sin embargo el Señor Xi se muestra poco interesado en llevar a cabo ejercicios reales de este tipo.