La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal

Cita: 

Laval, Christian y Pierre Dardot [2013], La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal, Barcelona, Gedisa, 427 pp.

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2013
Tema: 
El neoliberalismo como razón del mundo y como "razón gubernamental" de los sujetos
Idea principal: 

Christian Laval es profesor de sociología en la Universidad de París X Nanterre y director del programa en el Collège International de Philosophie. También es miembro del Centro Bentham e investigador asociado del Instituto de la Fédération Syndicale Unitaire. Está especializado en la filosofía utilitarista de Jeremy Bentham y en el análisis de las políticas educativas de inspiración neoliberal.

Pierre Dardot es docente y filósofo especializado en la obra de Marx y Hegel. Junto a Christian Laval fundó en 2004 el grupo Question Marx.

Introducción

En contra de lo que muchos sostuvieron, lejos de haber presenciado el fin del neoliberalismo tras la quiebra de Lehman Brothers en 2008, lo que observamos en los años posteriores a la crisis económica mundial es el recrudecimiento de las políticas neoliberales. Semejante equívoco es resultado de un error de diagnóstico: se ignoran la historia del neoliberalismo y su verdadera naturaleza; no se ven sus profundos mecanismos sociales y subjetivos. Sólo al analizar adecuadamente el origen y funcionamiento del neoliberalismo es posible resistirle eficazmente. Es en este sentido que el libro se plantea "de entrada y ante todo, como una obra de clarificación política en lo referente a esa lógica normativa global que es el neoliberalismo" (p. 12).

Un error de diagnóstico

Comúnmente el neoliberalismo ha sido pensado como una ideología y, al mismo tiempo, como una política económica inspirada en esta ideología, que consiste ante todo en identificar al mercado como una realidad natural, capaz de alcanzar el equilibrio, la estabilidad y el crecimiento por sí mismo. En tales circunstancias, la intervención del gobierno sólo puede tener como resultado la generación de desajustes y perturbaciones del orden espontáneo que el mercado trae consigo. Es por ello que la intervención del estado debe tener como objetivo socavar los fundamentos de existencia de la misma intervención estatal. Sin embargo, aun cuando el neoliberalismo implica un ciego fanatismo en los poderes del mercado y una política económica adecuada a esta concepción, es mucho más que eso. No reconocer que el neoliberalismo está caracterizado por una normatividad práctica que excede la ideología y la política del laissez-faire fue el principal error de quienes, tras la crisis económica de 2008, anunciaron la muerte del neoliberalismo. "Por este motivo, el relativo descrédito que afecta hoy día a la ideología del laissez-faire no impide en absoluto al neoliberalismo prevalecer más que nunca como sistema normativo dotado de cierta eficiencia, o sea, capaz de orientar desde el interior la práctica efectiva de los gobiernos, de las empresas y, más allá de esto, de millones de personas que no son necesariamente conscientes de ello. Porque éste es, ciertamente, el meollo de la cuestión: ¿cómo es posible que, a pesar de las consecuencias más catastróficas a las que han llevado las políticas neoliberales, éstas sean cada vez más activas, hasta el punto de hundir a los Estados y las sociedades en crisis políticas y regresiones sociales cada vez más graves? ¿Cómo es posible que, desde hace treinta años, estas mismas políticas se hayan desarrollado y que se haya profundizado en ellas sin tropezar con resistencias masivas que las impidan?" (p. 13).

Responder a estas preguntas exige concebir el neoliberalismo no sólo como el desmantelamiento programado de las instituciones y reglas preexistentes, sino también –de forma mucho más amplia– como "productor de cierto tipo de relaciones sociales, de ciertas maneras de vivir, de ciertas subjetividades. Dicho de otro modo, con el neoliberalismo lo que está en juego es, nada más y nada menos, la forma de nuestra existencia, o sea, el modo en que nos vemos llevados a comportarnos, a relacionarnos con los demás y con nosotros mismos" (p. 14). La norma de existencia impuesta por el neoliberalismo –que da forma a las políticas públicas, a las relaciones internacionales, a la subjetividad– obliga a las naciones, a los asalariados, etc., a vivir en un universo donde la competencia es generalizada, donde las relaciones sociales siguen el modelo del mercado y donde los individuos se conciben y se conducen como una empresa.

El "éxito normativo" del neoliberalismo impacta en todas las dimensiones de la vida social: en lo económico -la dimensión más conocida- con el auge del capitalismo financiero a nivel mundial; en lo político, con la conquista del poder por las tecnocracias neoliberales; en lo social, con la individualización de las relaciones sociales y la creciente polarización entre ricos y pobres; en lo subjetivo, con la construcción de un nuevo sujeto y el desarrollo de nuevas psicopatologías. "Todo ello son dimensiones complementarias de la nueva razón del mundo. Esto da a entender que se trata de una razón global, en los dos sentidos que puede revestir el término: es 'mundial', porque es válida a escala mundial y además porque, lejos de limitarse a la esfera económica, tiende a totalizar, o sea, a 'hacer mundo' mediante su poder de integración de todas las dimensiones de la existencia humana. Razón del mundo, es al mismo tiempo una 'razón-mundo'" (p. 14).

El neoliberalismo como racionalidad

Más que una ideología o una política económica inspirada en tal ideología, el neoliberalismo es –ante todo– una racionalidad, que tiende a estructurar y organizar no sólo la acción de los que toman las decisiones de política y de los gobernantes sino también la conducta de los gobernados. "La racionalidad neoliberal tiene como característica principal la generalización de la competencia como norma de conducta y de la empresa como modelo de subjetivación. […] El neoliberalismo es la razón del capitalismo contemporáneo, un capitalismo sin lastre de sus referencias arcaizantes y plenamente asumido como construcción histórica y como norma general de la vida" (p. 15). El neoliberalismo debe entonces ser definido como el conjunto de prácticas, discursos y dispositivos que dan forma a una nueva forma de gobierno de los hombres de acuerdo con el principio universal de la competencia.

Tomando como referencia central para su análisis del neoliberalismo al Nacimiento de la biopolítica de Michel Foucault, se postula que el neoliberalismo es fundamentalmente una "razón gubernamental", por medio de la cual una administración de estado dirige la conducta de los hombres. Es necesario aclarar que, al igual que en Foucault, cuando se habla de gobierno no se trata de la institución "gobierno", "sino de la actividad consistente en regir la conducta de los hombres en un marco y con instrumentos de Estado" (pp. 15-16). El gobierno debe ser entendido entonces más como una actividad consistente en técnicas y procedimientos para dirigir la conducta de los individuos que como una institución.

El término "gubernamentalidad" es introducido aquí para dar cuenta de las diversas formas que asume la actividad por medio de la cual los hombres buscan gobernar a otros, es decir, conducir su conducta. La "gubernamentalidad" no apunta sólo a formas de gobierno externas al individuo sino también a la consecución de formas de auto-gobierno, mediante las cuales el sujeto interioriza como una relación consigo mismo aquella conducción de la conducta. De esta forma, gobernar consiste en conducir y moldear la conducta de los hombres, la que tienen hacia los demás y también la que tienen hacia sí. "Por eso el gobierno requiere la libertad como su condición de posibilidad: gobernar no es gobernar contra la libertad o a pesar de ella, es gobernar mediante la libertad, o sea, jugar activamente con el espacio de libertad dejado a los individuos para que acaben sometiéndose por sí mismos a ciertas normas" (p. 16).

Este abordaje del neoliberalismo "por la vía de la reflexión política sobre el modo de gobierno" permite superar los análisis más comunes y simples que lo caracterizan como la reducción del estado frente al mercado y permite además captar que esta oposición entre el mercado y el estado es uno de los principales obstáculos que deben ser desmontados para caracterizar adecuadamente el neoliberalismo. Contra la idea, que se ha convertido en un lugar común, de que el mercado ha tomado por asalto y conquistado al estado, esta propuesta permite ver que han sido los estados los que han introducido y generalizado en todas las esferas de la vida social, la lógica de la competencia y el modelo de subjetivación de la empresa. Asimismo, la propuesta de concebir al neoliberalismo como una nueva forma de "gubernamentalidad" de los hombres posibilita comprender que es la misma lógica normativa la que da forma a las relaciones de poder y de gobierno en todos los dominios de la vida económica, política y social.

La crisis generalizada de un modo de gobierno de los hombres

El análisis del neoliberalismo como razón gubernamental permite captar que la crisis que atravesamos es "una crisis global del neoliberalismo como modo de gobierno de las sociedades" (p. 18) y no sólo una crisis derivada de un "exceso de finanzas" o de una "dictadura de los mercados". Aterrizando en lo concreto, es necesario insistir en que la crisis del euro no es sólo una crisis monetaria, así como la crisis mundial que estalló en 2008 tampoco es sólo una crisis económica; por el contrario, "la crisis mundial es una crisis general de la 'gubernamentalidad neoliberal', o sea, de un modo de gobierno basado en la generalización del mercado y de la competencia" (p. 18). Por tanto, la crisis actual debe dejar de pensarse sólo como una crisis debida al "nuevo régimen de acumulación financiera" para concebir a este régimen de acumulación como "un aspecto de un conjunto de normas que han invadido progresivamente todos los aspectos de la actividad económica, de la vida social y de la política de los Estados desde finales de los años 1970" (p. 18).

Lo que da cuenta de la especificidad de la crisis en la Unión Europea y de sus causas es el imperativo de la competencia: la competencia entre las economías europeas, al ser "la base misma del edificio comunitario y el eje dominante de las políticas nacionales", se convierte en principio de gobierno de tal forma que, con tal de alcanzar mayor competitividad, los estados europeos emprenden disminuciones salariales, recortes en el gasto en salud y educación, políticas fiscales regresivas para atraer a las transnacionales, etcétera. Esta "carrera suicida" hacia la austeridad no se debe sólo a una falta de lucidez por parte de los hacedores de la política económica sino, más profundamente, a la lógica disciplinaria de la competencia impuesta a las naciones. "En este sentido, los planes de austeridad que disminuyen los ingresos de la gran masa de la población son inseparables de la voluntad de gestionar las economías y las sociedades como empresas 'lanzadas a la competición mundial'" (p. 20).

El neoliberalismo no es sólo una ideología o un sistema de falsas creencias que basta con contrastar con la realidad para desmentir y superar. Por el contrario, es un sistema de normas que se hallan ya profundamente arraigadas en las políticas gubernamentales y en las prácticas empresariales. La "resiliencia" de este sistema normativo que es el neoliberalismo es mayor debido a que no se limita a la esfera mercantil y financiera donde reina el capital: la excede ampliamente y "lleva a cabo una extensión de la lógica del mercado mucho más allá de las estrictas fronteras del mercado, especialmente produciendo una subjetividad 'contable' mediante el procedimiento de hacer competir sistemáticamente a los individuos entre sí" (p. 21). Así, el neoliberalismo no se reduce al ámbito de la política económica o de la administración empresarial; su alcance llega hasta la producción de una nueva subjetividad, que es caracterizada como "contable y financiera" y que es la forma más lograda de la subjetivación capitalista. Con esta subjetivación "se trata, de hecho, de producir una relación del sujeto individual consigo mismo que sea homóloga a la relación del capital consigo mismo: una relación, precisamente, del sujeto con él mismo como 'capital humano' que debe aumentar indefinidamente, o sea, un valor que hay que incrementar cada vez más" (p. 21).

"Como se ve, no se trata tanto de teorías falsas que hay que combatir, o de conductas inmorales que hay que denunciar, como de todo un marco normativo que hay que desmantelar para sustituirlo por otra 'razón del mundo'. Esto es lo que está en juego en las luchas sociales actuales, que decidirán la prolongación o incluso la radicalización o, por el contrario, el fin de esa lógica neoliberal" (pp. 21-22).

En contra de las posiciones que sostienen que la superación del neoliberalismo podría venir desde el estado es necesario insistir en que, en tanto ha sido él mismo co-productor voluntario de las normas de competitividad y de las legislaciones que han llevado a la universalización de la lógica de la competencia, el estado no puede ser un instrumento para hacer frente a la catástrofe neoliberal. Lejos de ello, "como 'Estado-estratega' que interviene en la decisión de las inversiones y mediante normas, es una pieza de la máquina que es preciso combatir" (p. 22).

Liberalismo clásico y neoliberalismo

Comprender lo que verdaderamente constituye la novedad del "neo"-liberalismo permite evitar el equívoco de identificar al neoliberalismo como un retorno o continuidad del liberalismo. El liberalismo clásico se caracteriza por plantearse la cuestión de los límites del gobierno y de la acción gubernamental a la vez que la de la consecución del bien general por medio de la combinación de los intereses individuales. El neoliberalismo, desde su origen en la década de 1930, se distancia en cuestiones centrales respecto del liberalismo del siglo XIX, de suerte que ya no es su heredero natural pero tampoco su traición ni su extravío. La pregunta central del neoliberalismo no es ya cuál es el límite que se debe asignar al gobierno político sino, más bien, "¿cómo hacer del mercado el principio del gobierno de sí? Considerado como racionalidad gubernamental, y no como doctrina más o menos heteróclita, el neoliberalismo es precisamente el despliegue de la lógica del mercado como lógica normativa generalizada, desde el Estado hasta lo más íntimo de la subjetividad" (p. 25)

Cápitulos relevantes para el proyecto: 

4. El hombre empresarial

5. El Estado, fuerte guardián del derecho privado

6. El giro decisivo

8. El gobierno empresarial

9. La fábrica del sujeto neoliberal

Conclusión. El agotamiento de la democracia liberal

Nexo con el tema que estudiamos: 

Superando los análisis preponderantemente economicistas que existen sobre el neoliberalismo, el texto de Laval y Dardot es una sugerente invitación a pensar la crisis actual desde una perspectiva totalizadora y totalizante no sólo como una crisis económica sino como una crisis –para decirlo en sus términos– de la forma de nuestra existencia, de nuestro modo de comportarnos y de relacionarnos con los demás, con nosotros mismos y con la naturaleza.

Al señalar que la crisis del neoliberalismo no es sólo una crisis económica o la crisis de una ideología sino la crisis generalizada de un modo de gobierno de los hombres y las sociedades, Laval y Dardot apuntan a la multidimensionalidad de la crisis contemporánea, haciendo énfasis en la crisis de un modo de gobierno de los sujetos basado en la generalización del mercado y la competencia pero abarcando también la crisis política, la marcada polarización social y la crisis del sujeto. Esta conceptualización es semejante –aunque no idéntica– a nuestra concepción sobre la crisis civilizatoria en sus pretensiones de pensar la crisis de la modernidad capitalista desde la totalidad. La propuesta de estos autores permitiría profundizar en algunas dimensiones de la crisis contemporánea –como la crisis de la subjetividad, de las representaciones, de los imaginarios, etc.– que no han sido estudiadas con tanta profundidad en el proyecto.