El mundo está desencajado

Cita: 

Wallerstein, Immanuel (coord.) [2016], El mundo está desencajado. Interpretaciones histórico-mundiales de las continuas polarizaciones, 1500-2000, México, Siglo XXI editores, 241 pp.

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2016
Tema: 
Las tendencias polarizantes del moderno sistema-mundo y su crisis estructural; la bifurcación sistémica que sucede durante la crisis estructural de un sistema histórico
Idea principal: 

Immanuel Wallerstein es un sociólogo y científico social estadunidense. Fue director del Fernand Braudel Center de la State University of New York, así como profesor de la Universidad de Binghamton hasta su retiro en 1999. Es conocido por ser el principal teórico del análisis de sistema-mundo.

Conclusión

El capitalismo es un sistema histórico cuyas tres características centrales son la jerarquía, la explotación y la polarización. Distinguir entre las tendencias polarizantes del sistema y sus tendencias convergentes no es tarea fácil, pues ambas han sido inherentes al desarrollo del sistema. Sin embargo, contrario a lo que sostienen quienes postulan la imposibilidad de frenar las progresivas tendencias homogeneizantes que trae consigo el sistema-mundo capitalista, la tendencia dominante ha sido hacia la polarización, a pesar de que efectivamente ha habido múltiples formas de convergencia.

Existe una polarización importante

Esta polarización sólo puede ser captada si se considera al sistema-mundo moderno como una totalidad y no como una miríada de naciones como unidades “autocontenidas”. Esto es particularmente claro si pensamos en la desigualdad económica: en el siglo XX, el grado de desigualdad entre los distintos estados nacionales se ha vuelto mayor que el grado de desigualdad al interior de los mismos. Esta tendencia heterogeneizante, que comenzó en el siglo XIX, se ha ido ampliando significativamente con el tiempo.

Esto es también válido si se piensa en el ingreso de los campesinos de las zonas más pobres respecto de los ingresos en las zonas rurales más ricas o si se piensa en los “procesos de crecimiento urbano de formación de periferias [que ] exceden los procesos de crecimiento de formación de centros” por primera vez desde 1500 (p. 207); esto desmiente el argumento que sostiene que la urbanización del mundo constituye una tendencia innegable e irreversible hacia la convergencia. Pero la polarización no es sólo económica: si se centra la mirada, por ejemplo, sobre “los espacios de las mujeres”, “se revela un patrón que desciende ininterrumpidamente de un mundo con más igualdad de género a uno con mucha menos” y se presencia una reducción de los espacios de autonomía relativa de las mujeres, reducción que “no ha sido atenuada en forma significativa por los cambios legislativos recientes, tales como el derecho al sufragio femenino” (p. 209).

Crisis estructural del sistema-mundo moderno

Pensar la crisis por la que atraviesa el sistema mundo moderno exige tener en claro que, a diferencia de lo que plantean quienes postulan la convergencia inevitable, la existencia de los sistemas históricos no es lineal. Por el contrario, los sistemas históricos, al igual que todos los sistemas, tienen vidas finitas: “nacen, viven sus vidas según las reglas del sistema y, en algún momento, entran en una crisis estructural y dejan de existir para ser reemplazados por otro u otros sistemas” (p. 206).

El moderno sistema-mundo ha llevado la “producción-apropiación-objetivación” a una escala que es ecológicamente desproporcionada y que ha puesto en riesgo la vida en el planeta y sus posibilidades de perdurar. Como demuestran los argumentos contenidos en el libro, esto no es exclusivo de la relación del sistema-mundo capitalista con la ecología. Por el contrario, con su tendencia generalizada al “recrudecimiento continuo de las desigualdades”, el moderno sistema-mundo las lleva al extremo. En este sentido, resulta pertinente cuestionarse si la fase actual en que se encuentra el sistema-mundo capitalista no es una de “crisis estructural”.

Ergo, ¿qué?

La alternativas políticas para hacer frente a la crisis en que se encuentra el sistema-mundo capitalista actualmente deben ser coherentes con el diagnóstico de que esta no es una crisis pasajera y momentánea, sino estructural. “De la tesis de la polarización creciente se desprende que no se ve en el horizonte una ‘solución’ a nuestras dificultades actuales. Para la crisis estructural no existe una salida neoliberal ni una socialdemócrata” (p. 211). Por ello, para hacer frente a la crisis estructural es necesario voltear a ver las resistencias que el mismo sistema engendra, que nunca desaparecen y ofrecen “alternativas sistémicas potenciales”, que se oponen al poder destructivo del sistema y lo limitan, y que cuestionan "la modernidad y no sólo el capitalismo" (p. 210).

Asimismo, es necesario “echar mano de lo que sabemos sobre las crisis estructurales, cómo funcionan y qué podemos hacer dentro de ellas. Lo que pasa durante una crisis estructural es que el sistema se bifurca, lo que básicamente quiere decir que emergen dos vías alternativas para ponerle fin a dicha crisis, en las cuales ‘nosotros (¿pero quiénes somos ‘nosotros’ exactamente?) nos ‘decidimos’ en forma colectiva por una de las alternativas” (p. 211). La principal característica de las crisis estructurales es la generalización a todas las esferas de la vida social –los mercados, los estados y sus fronteras nacionales, las alianzas geopolíticas, la estabilidad de los grupos dominantes, etcétera– de fluctuaciones caóticas y descontroladas, así como la generación de incertidumbre que se vuelve crónica y que conduce al empeoramiento de los niveles de vida de la mayoría de la población.

Lo que se puede esperar para el sistema mundial capitalista en las próximas décadas, es lo siguiente:

  • La agudización de la crisis de los estados y su debilitamiento, pues estos seguirán atrapados en la tensión entre reducir el ingreso y aumentar el gasto y continuarán recortando las “redes de seguridad” que se construyeron a mediados del siglo XX.
  • Habrá mayores presiones para redefinir las fronteras de los estados y, al mismo tiempo, las estructuras regionales interestatales desempeñarán un papel geopolítico cada vez más importante.
  • La geopolítica mundial se hará cada vez más inestable, pues con la crisis de hegemonía de Estados Unidos –que aunque es una “vieja potencia con pies de barro […] sigue siendo lo suficientemente poderoso como para producir graves daños con sus traspiés” (p. 212)– no hay un centro capaz de dictar las reglas interestatales, lo que hará más conflictiva la mediación entre los centros de poder político mundiales.
  • El desempleo mundial aumentará y estas oscilaciones e incertidumbres traerán aparejadas una degradación de las condiciones de vida de las personas.

Es en ese escenario que “nos encontraremos en medio de una colosal batalla política para determinar el futuro del mundo”. Quienes hoy día se benefician de la explotación y la jerarquía tendrán creciente claridad de no podrán mantener sus privilegios dentro del actual sistema capitalista y harán todo lo posible por asegurar la continuidad de la jerarquía y la explotación en su favor implantando “algún otro sistema que no esté basado en el papel central del mercado sino en una combinación de fuerza bruta y mentiras” (p. 213). En el otro extremo se movilizarán las fuerzas y sectores populares de todo el mundo que buscarán también construir un nuevo sistema histórico basado en una mayor democracia e igualdad relativas. Este sistema aún no ha existido y no es posible conocer de antemano las instituciones que traerá consigo.

El resultado de esta batalla no está definido de antemano y no es posible saber quién triunfará. La victoria de alguna de las dos alternativas “será el resultado de un número infinito de nanoacciones que llevarán a cabo un número infinito de nanoactores en un número infinito de nanomomentos. En algún punto las acciones sumadas de todos los que se decantan por una de las dos soluciones alternativas inclinará la balanza definitivamente a favor de un lado o el otro”. Esta incertidumbre respecto del resultado, aun cuando genere dudas, es esperanzadora, pues evidencia que cada una de nuestras acciones a cada momento es importante para la definición del sistema histórico que vendrá. “Algunas personas lo llaman ‘el efecto mariposa’. El batir de las alas de una mariposa de verdad afecta el clima en el otro extremo del mundo. En este sentido, hoy todos somos maripositas. Es más que una metáfora: es una realidad que opera en el mundo, por más que sea imposible de calcular (y, por lo tanto, de predecir)” (p. 213).

Cápitulos relevantes para el proyecto: 

2. La ecología y la geografía del capitalismo por Ana Esther Ceceña.

6. Gran empresa y poder corporativo por Jorge Fonseca

Nexo con el tema que estudiamos: 

El moderno sistema-mundo está caracterizado por su carácter jerárquico, explotador y polarizante. En su desarrollo, este sistema ha llevado al extremo sus contradicciones no sólo en lo económico sino en todas las dimensiones de la vida social y natural (la ecológica, la política, etcétera). Dar cuenta de la multidimensionalidad de la crisis a la vez que de su unidad nos permite superar las perspectivas parciales y simplistas que plantean que la crisis actual es sólo una crisis económica y captar, desde una perspectiva de totalidad, que la crisis multidimensional de la moderna sociedad burguesa –a la que hemos caracterizado como crisis civilizatoria– no es pasajera ni momentánea sino estructural y que anuncia la desaparición de un sistema histórico finito.

La tesis de la bifurcación sistémica nos permite comprender la historia como proceso en situación y darnos cuenta de que en las próximas décadas, al escucharse los estertores del sistema-mundo capitalista, dos proyectos civilizatorios contrapuestos –con sus distintas estrategias, formas de reproducción material, representaciones, imaginarios, etc.– estarán en disputa por imponerse y suceder al sistema-mundo capitalista.