Regulation. The right way to get rid of it. America needs regulatory reform, not a crude cull of environmental rules

Cita: 

The Economist [2017], "Regulation. The right way to get rid of it. America needs regulatory reform, not a crude cull of environmental rules", The Economist, London, 4 de marzo, https://www.economist.com/news/leaders/21717815-america-needs-regulatory...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Marzo 4, 2017
Tema: 
El exceso de regulaciones en el capitalismo estadunidense y las formas “correcta” e “incorrecta” para eliminarlas
Idea principal: 

Además de su entusiasmo por estar en el poder y de su afán por recortar los impuestos, lo único en lo que están de acuerdo todos los miembros del Partido Republicano es en la necesidad de eliminar la enorme cantidad de regulaciones en el capitalismo estadunidense.

Durante la administración de Obama, los CEOs de muchas empresas se quejaban constantemente de las pesadas regulaciones nuevas y de la aplicación cada vez más dura de las regulaciones existentes. Haciendo eco de las quejas de los empresarios, el 28 de febrero Donald Trump prometió en un discurso ante las dos cámaras del Congreso hacer “un esfuerzo histórico para reducir masivamente las regulaciones destructoras de empleo”. Asimismo, Stephen Bannon –estratega en jefe de la Casa Blanca– anunció recientemente la “deconstrucción del estado administrativo”. El primer paso en este sentido fue la orden ejecutiva que exige a las agencias federales eliminar dos regulaciones como una condición para emitir una nueva. Otra medida reciente fue la propuesta de recortar los presupuestos de muchas agencias federales. Los mercados financieros reaccionaron favorablemente a estas acciones, probablemente porque se esperan que traigan consigo un crecimiento económico más acelerado.

Aun cuando resulta necesario eliminar regulaciones pues estas han efectivamente frenado el dinamismo económico estadounidense (la creación de empresas crece a tasas cada vez más bajas, el trabajo es cada vez menos móvil), se debe captar que “hay una forma correcta y una incorrecta para desregular. Los mercados necesitan reglas claras […]. Menos regulación no siempre implica mejoras: la libertad para tirar desperdicios tóxicos en los ríos no mejorará la calidad de vida de los estadounidenses”. Por ello, los republicanos en el poder deben asegurarse de llevar adelante la forma correcta de desregular. No se ganará nada si se destruyen las regulaciones llevadas adelante por Obama mientras se ignoran los problemas sistémicos que han conducido a una proliferación de las reglas.

En las últimas cuatro décadas, el número de edictos federales se elevó de forma acelerada de cerca de 400,000 a 1.1 millones. Una de las causas de este enorme aumento es que los burócratas prefieren escribir nuevas reglas que borrar las preexistentes. Comúnmente se piensa en los impactos que las regulaciones pueden tener antes de que se les aplique, pero no es común que se analice si los beneficios de una regulación justifican sus costos una vez que ha sido implementada. Otra razón para la proliferación de las regulaciones es el bloqueo político: cuando un presidente se enfrenta ante un Congreso adverso (como sucedió con Obama durante la mayor parte de su administración) es más sencillo ejercer el poder mediante la emisión de reglamentaciones por la burocracia federal que mediante la creación de leyes que pasen por el Congreso.

Este mar de regulaciones –que está presente en todos los niveles de gobierno– no sólo ralentiza la innovación sino que también obstaculiza algunas tareas más directas e inmediatas como la construcción de infraestructura. La administración de Obama comenzó a dar algunos pasos en la dirección correcta para eliminar algunas regulaciones al ordenar a las agencias a que evalúen sus viejas reglamentaciones. Para avanzar en el mismo sentido, la nueva administración de la Casa Blanca deberá fortalecer la oficina que hace el escrutinio de las nuevas propuestas reglamentarias, pues en las últimas décadas ha reducido su nómina en la mitad, mientras las regulaciones han aumentado. El Congreso deberá designar una comisión de expertos para que hagan un escrutinio de las regulaciones; si tras un análisis costo-beneficio las regulaciones resultan desfavorables, deberán expirar automáticamente.

Desafortunadamente, los republicanos no están eligiendo esta vía para eliminar las regulaciones. Algunos proponen que todas las nuevas reglas deberán ser votadas en el Congreso. Esta propuesta no toma en cuenta que la mayor parte de los políticos no están adecuadamente preparados para evaluar, por ejemplo, las esotéricas reglamentaciones financieras. Esta forma de aprobar nuevas regulaciones podría generar más problemas que soluciones, alimentando las oportunidades para hacer política de lobby, lo que dañaría aún más la competencia.

“Los republicanos tienen razón en que el mar de regulaciones en los Estados Unidos debe ser eliminado. Una ofensiva bien conducida para reducir las regulaciones sin duda traería beneficios económicos. Pero esto requerirá un trabajo meticuloso, muy lejano de la aproximación de ‘recorta-y-quema’ que el equipo de Trump tiene en mente. Un crudo recorte de reglamentaciones y de presupuesto simplemente dejará unos Estados Unidos más sucios y menos seguros”.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El argumento liberal toma distancia de los modos "toscos" de la nueva presidencia de Estados Unidos, apuntando la forma "correcta" de realizar la desregulación, verdadero caballo de batalla del liberalismo en su búsqueda de mayor competencia. La eliminación de las regulaciones, pensada para que los capitales individuales puedan operar con mayor libertad, al no basarse en un análisis costo-beneficio sino en un burdo "recorta-y-quema", puede ser más perjudicial que benéfica para el sistema en su conjunto al agravar, por ejemplo, el carácter ecocida del capitalismo contemporáneo (por la vía de menos regulaciones ambientales) o al enrarecer y polarizar aún más la relación del capital con los trabajadores (menos regulaciones laborales).

Las regulaciones son uno de los terrenos en que se probará la profundidad de las transformaciones declaradas por Trump, o bien, el freno que le pongan las instituciones: tal es el juego liberal: en las alturas y sobre los intereses de los poderosos.