Lean, not green. America’s proposed budget cuts will be bad for the environment. And the signal they send is even worse

Cita: 

The Economist [2017], "Lean, not green. America’s proposed budget cuts will be bad for the environment. And the signal they send is even worse", The Economist, London, 25 de marzo, http://www.economist.com/news/international/21719467-president-seems-ben...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Marzo 25, 2017
Tema: 
Las consecuencias de los recortes al presupuesto para combatir el cambio climático propuestos por Donald Trump
Idea principal: 

Los recortes a los “programas verdes” en el presupuesto propuesto por Donald Trump tendrán graves consecuencias no sólo para Estados Unidos, sino para todo el mundo.

Entre 2010 y 2015, se cuadruplicó el gasto de Estados Unidos en los países en desarrollo relacionado con proyectos para hacer frente al cambio climático (energías limpias, mejor uso del suelo e infraestructura adecuada para un mundo en calentamiento). “El recorte de estos esquemas es bastante malo. Pero para Estados Unidos bajarse del podio como un campeón medioambiental es aún peor. La generación de acuerdos internacionales se ralentizará sin su influencia y diligencia, los esfuerzos de reducción de emisiones de otros países se encogerán, y los rezagados como Arabia Saudita y Rusia no tendrán una razón para ponerse al corriente”.

La reducción al presupuesto propuesta por Trump recortará las sumas de dinero asignadas a iniciativas internacionales de cooperación contra el cambio climático como la Global Climate Change Initiative, el Green Climate Fund y los Climate Investment Funds. No obstante, aun cuando los recortes presupuestarios a las agencias de cooperación internacional frente al cambio climático son importantes, no afectarán tanto a los países en desarrollo, pues “el gasto interno empequeñece las contribuciones internacionales”.

Estados Unidos ha sido el principal sustento de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (cubre un quinto de su presupuesto administrativo) y del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático. “Las sumas anuales para esas entidades han sido pequeñas: aproximadamente 5.4 y 3.1 millones de dólares, respectivamente. Otros países podrían compensar” si Estados Unidos dejase de contribuir. Un contendiente es China, el mayor contaminador del mundo, que recientemente ha jugado un papel esencial en el pago para la mitigación y adaptación frente al cambio climático.

“Alguna vez, el dinero atrajo a los países en desarrollo a las mesas sobre cambio climático. Eso está cambiando […]. El mundo está ya 1°C más caliente que en los tiempos pre-industriales, y los países que sienten los efectos relacionados con esto saben que necesitan negociar, haya o no incentivos adicionales”. Los países pobres pueden beneficiarse de la “experiencia verde” ganada por otros, que han desarrollado nuevas medidas tecnológicas.

La floja estructura surgida a partir de los acuerdos de París puede sobrevivir al recorte presupuestario propuesto por Estados Unidos. Los analistas políticos creen que el recorte presupuestario puede ser una primera medida que dé pie a la retirada de Estados Unidos de los acuerdos de París. “Semejante cambio de dirección mandaría una terrible señal. El presidente calificó alguna vez al cambio climático de ‘fraude’, y más recientemente reconoció que existe ‘alguna conexión’ entre la actividad humana y el cambio climático. No obstante, los planes presupuestarios revelan la consistente y preocupante conclusión de su administración: los programas verdes son siempre un gasto de billetes verdes”.

Datos cruciales: 

Entre 2010 y 2015, Estados Unidos gastó 15.6 miles de millones de dólares en proyectos para impulsar las energías limpias, el mejor uso de tierras e infraestructura adecuada a un mundo en calentamiento en los países en desarrollo.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Al ignorar por la vía de los hechos la importancia del cambio climático y al aferrarse ciegamente al patrón tecno-energético fosilista, una de las tendencias ecocidas más claras del capitalismo contemporáneo se consolida como política dominante. Con el arribo de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos triunfó un sector de la clase dominante estadunidense que defiende e impulsa a ultranza los intereses corporativos y, en particular, los intereses de la industria petrolera. Con el triunfo electoral de Donald Trump triunfaron las tendencias ecocida y autoritaria del capitalismo del siglo XXI. El triunfo de estas tendencias no es casual; por el contrario: responde a necesidades reales de la valorización del capital, que están radicalmente contrapuestas con las necesidades vitales de las sociedades que habitan el planeta.