Businesses can and will adapt to the age of populism. How executives balance shareholder expectations and social pressures

Cita: 

The Economist [2017], "Businesses can and will adapt to the age of populism. How executives balance shareholder expectations and social pressures", The Economist, London, 21 de enero, http://www.economist.com/news/business-and-finance/21714935-how-executiv...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Enero 21, 2017
Tema: 
Clasificación de las empresas en la actualidad según seis categorías propuestas por Schumpeter
Idea principal: 

Una mayoría creciente de ciudadanos quiere que las corporaciones inviertan más en su país de origen, paguen impuestos más altos y aumenten los salarios al mismo tiempo que emplean a más personas, por lo que están votando por políticos que dicen que van a hacer que todo eso suceda.

Sin embargo, en la mayoría de los países ricos las empresas se manejan tomando en cuenta el interés de los accionistas, que por lo general utilizan todos los medios legales para maximizar sus beneficios.

En 1919, un tribunal dictaminó que “una corporación de negocios se organiza principalmente para el beneficio de los accionistas”. En 1990 este punto de vista se extendió a Europa, Asia y América Latina debido a las reformas a las leyes de gobierno y la creciente influencia de los inversores que trabajaban en instituciones.

Schumpeter reconoce que hay seis categorías corporativas distintas, cada una con su propia interpretación de lo que significa el valor del accionista. Las empresas tienen cierta flexibilidad para elegir a la que pertenecen.

En un extremo están los fundamentalistas corporativos, que tienen como objetivo impulsar sus ganancias y el precio de las acciones inmediatamente. Valeant, una farmacéutica canadiense, es un ejemplo. Durante 2011–2015 elevó los precios, recortó la inversión, pagó pocos impuestos y despidió personal. Para el año 2016, mientras enfrentaba varios escándalos, el valor de sus acciones se redujo 85%.

Siguen los trabajadores corporativos, en donde se colocan la mayoría de las empresas occidentales. Ellos creen en la primacía del valor de las acciones, pero están preparados para ser pacientes. Shell o Intel son ejemplos de este grupo.

El tercer grupo son los oráculos corporativos, quienes maximizan sus beneficios dentro de la ley pero con una peculiaridad. Creen que la ley va a evolucionar con la opinión pública, por lo que hacen voluntariamente cosas que creen que en un futuro se convertirán en obligatorias.

Los reyes corporativos tienen mucho éxito en la creación de valor para los accionistas. Jamie Dimon, el jefe de J P Morgan Chase, el banco más valioso del mundo en la actualidad, dio a su personal con menor salario un aumento, debido a que eso “permite que más personas compartan los frutos del crecimiento económico”.

El grupo más común es el de socialistas corporativos. Estas empresas son controladas por el Estado, las familias o los administradores dominantes. Piensan que el valor del accionista no es tan importante como los objetivos sociales de empleo, salarios altos o productos baratos. Empresas estatales de China y Goldman Sachs pertenecen a este grupo.

En el otro extremo están los apóstatas corporativos. No se preocupan por los accionistas en absoluto. PDVSA, la petrolera estatal de Venezuela, Fannie Mae y Freddie Mac son claros ejemplos de ello.

Actualmente se están intentando reducir los precios. Todos se han convertido en oráculos, ya que anticipan que la administración de Trump va a cambiar las normas sobre tarifas y compras del sector público que rigen sus negocios.

Muchas empresas individuales se moverán hacia los accionistas. Google se está convirtiendo en un trabajador corporativo debido a la realentización de su crecimiento.

En la contienda entre accionistas y personas, las empresas y los jefes están atrapados en medio. Pero no hay victorias finales ya que los negocios se encuentran en constante cambio.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El argumento liberal reconoce una tensión entre el lugar que ocupa la maximización de las ganancias y las presiones sociales y económicas que las empresas sufren. El análisis del capitalismo del siglo XXI comprende las gradaciones en la clase dominante y los estilos de gobernanza empresarial. Un análisis complejo debe ir más allá de la identidad básica de las empresas.