Masayoshi Son goes on a $100bn shopping spree. The risk for one of Japan’s greatest tech tycoons is his messianic streak

Cita: 

The Economist [2017], "Masayoshi Son goes on a $100bn shopping spree. The risk for one of Japan’s greatest tech tycoons is his messianic streak", The Economist, London, 1 de abril, https://www.economist.com/news/business/21719842-risk-one-japans-greates...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Abril 1, 2017
Tema: 
El magnate tecnológico japonés Masayoshi Son y sus mesiánicas ambiciones de crecimiento corporativo
Idea principal: 

Masayoshi Son es un magnate tecnológico japonés director de SoftBank, un grupo japonés de telecomunicaciones. “Masa”, como se le conoce, está echando a andar un fondo de inversión por 100 mil millones de dólares que espera que lo convierta en el Warren Buffett de la tecnología.

Son piensa que el mundo llegará pronto a un punto conocido como la “Singularidad”, en el que la inteligencia artificial rebasa a la raza humana. En este punto, los cerebros de las personas y las máquinas se entrelazarán, de tal forma que cada persona estará conectada a más de mil dispositivos en una red global en la que los datos serán analizados por máquinas en la nube. “Al igual que lentes inteligentes, las personas usarán zapatos inteligentes y cada automóvil y lavarropa estarán conectados a la web”. Para Son, esta nueva revolución del internet será más trascendente que la primera.

Son aspira a construir un imperio de negocios que dure 300 años y, además, desea probarle a todo el mundo que su fortuna se debe a sus habilidades y talentos, no a un golpe de suerte.

Para lograr sus objetivos, Masa ha comenzado a hacer adquisiciones. En 2016 compró la británica ARM Holdings (que diseña los chips de dispositivos móviles) por 31 mil millones de dólares; la propiedad de la empresa será compartida entre SoftBank y el fondo de inversión. Invirtió también 2 mil millones de dólares en OneWeb e Intelsat, dos compañías de tecnología satelital que buscarán lanzar a la órbita de la tierra miles de microsatélites para proveer de internet de alta velocidad a los usuarios.

La historia de inversiones en tecnología de Masayoshi Son es ya bastante larga: después de aprender a programar en la Universidad de California, Berkeley, comenzó a vender software en Japón y en 1995 compró acciones de Yahoo. Sus inversiones en telecomunicaciones móviles son posteriores: en 2006 compró el área de telefonía móvil de Vodafone y en 2013 compró la de Sprint. El paso más importante en la carrera de Son fue la compra de 30% de la entonces joven Alibaba (una firma china de comercio en línea) en 1999 por 20 millones de dólares. Hoy día, el valor de mercado de Alibaba es de 270 mil millones de dólares, de los cuales SoftBank es propietario de 28%. Tras estas compras, SoftBank se ha vuelto enorme, con un valor de empresa (su valor de mercado más su deuda neta) de 193 mil millones de dólares.

“Cerca del 95% del valor de mercado de SoftBank está dado por la inversión en Alibaba, de tal forma que el resto de sus actividades, desde las telecomunicaciones hasta el capital de riesgo, deben valer muy poco, una vez que se deducen las deudas”. Ha habido algunos episodios favorables para el grupo, pero en general ha producido un flujo de efectivo muy reducido y los tratos de Son han traído consigo deudas gigantescas, que en términos netos ascienden a 110 mil millones de dólares.

Así las cosas, Son tiene una inversión minoritaria en una gran empresa, pero aún tiene que construir una por sí mismo desde cero y las débiles finanzas de SoftBank no hacen sino obstaculizar sus ambiciones. Puesto que tiene una participación reducida en la empresa, no puede elevar su disponibilidad de efectivo mediante la venta de acciones sin debilitar su posición al interior de esta.

Hay al menos tres opciones inmediatas para Son. La primera es vender todas sus inversiones en Alibaba; no obstante, Son se muestra reacio a dejarlas ir. Una segunda posibilidad es intentar llevar adelante una fusión de Sprint con T-Mobile (ambas empresas de telecomunicaciones), lo que permitiría a SoftBank deshacerse en su hoja de balance de los 31 mil millones de dólares de deuda neta que representa Sprint; esta fusión ha sido bloqueada por las autoridades antitrust estadounidenses, pero Son espera que la administración Trump sea más accesible y la permita. La tercera opción, que parece la más viable, es evitar parcialmente hacer inversiones mediante SoftBank y realizar la mayor parte de las transacciones por medio del nuevo fondo de inversión de 100 mil millones. De esta forma, "el señor Son tendrá mayor discrecionalidad sobre qué comprar, libre de quejas de los accionistas públicos. Los inversionistas foráneos le darán un enorme poder. El fondo de inversión público de Arabia Saudita, por ejemplo, ha prometido darle carretadas de dinero. [Y lo que es más importante,] el fondo y sus deudas se mantendrán lejos de los libros contables de SoftBank”.

Los inversionistas del nuevo fondo de inversión y los accionistas de SoftBank deberán tener tres preocupaciones. La primera es que aun cuando las ideas de Masa son novedosas, no son completamente originales: él no es el único en el mundo de la tecnología que tiene la visión de un mundo donde los dispositivos conectados vía web sean ubicuos. La segunda preocupación debe ser que Son pierda el foco y empiece a comprar –como de hecho ya ha sucedido– empresas que se relacionan de forma muy lejana y difusa con su noción del internet. “La tercera preocupación es la gobernanza. La mente del señor Son salta de una obsesión a la otra. […] Es claro que un hombre con características mesiánicas dominará el fondo de inversión así como la marcha de SoftBank. El rol dual del señor Son produce también conflictos de interés: si hay un negocio jugoso, ¿quién se beneficiará, el fondo o la empresa?”. Para Masayoshi Son, todas estas objeciones son sólo nimiedades que se desvanecerán hasta ser irrelevantes en su horizonte corporativo de 300 años.

Todo indica que el camino de Masa está apenas comenzando.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El magnate japonés Masayoshi Son no ha construido su fortuna debido a que haya desarrollado tecnologías excepcionales sino más bien como resultado de una serie de fusiones y adquisiciones exitosas. Este no es un caso aislado en el que la ampliación de una empresa se da adquiriendo a otras. En este sentido, vale cuestionarse: el hecho de que las estrategias de ampliación corporativa tengan como su centro las fusiones y adquisiciones, ¿significa que la centralización de capital es una forma en la que las grandes corporaciones se están reestructurando para relanzar la acumulación?, ¿o es más bien sintomático de que el capitalismo se encuentra en una etapa de estancamiento (no sólo de la acumulación, sino también de la tecnología) de la que no ha logrado salir?