Through a glass, darkly. Tests suggest the methods of neuroscience are left wanting. A cautionary tale about the promises of modern brain science

Cita: 

The Economist [2017], “Through a glass, darkly. Tests suggest the methods of neuroscience are left wanting. A cautionary tale about the promises of modern brain science”, The Economist, London, 21 de enero, http://www.economist.com/news/science-and-technology/21714978-cautionary...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Enero 21, 2017
Revista descriptores: 
Tema: 
La imprecisión y los límites de las modernas técnicas de la neurociencia para saber cómo funciona el cerebro
Idea principal: 

Recientemente se han impulsado proyectos, como la BRAIN Initiative –anunciada por Barack Obama– o el Human Brain Project –aprobado por la Unión Europea– que buscan obtener datos sobre la forma en que los millones de células nerviosas interactúan en un cerebro real para ayudar a los neurocientíficos a entender cómo funciona el cerebro. No obstante, un documento reciente “cuestiona si más información es sinónimo de mejor comprensión” sobre cómo funciona nuestro cerebro. Ese documento se hace esta pregunta empleando la analogía favorita de la neurociencia: comparando al cerebro humano con una computadora. “Como los cerebros, las computadoras procesan información mezclando electricidad por medio de circuitos complicados. A diferencia del funcionamiento de los cerebros, sin embargo, el de las computadores es comprendido en todos sus niveles”.

Los autores del mencionado documento pensaron entonces que una computadora era un buen medio para poner a prueba la caja de herramientas analítica empleada por la neurociencia moderna. “Su idea era ver si la aplicación de esas técnicas a un microprocesador producía información que coincidiera con lo que ya sabían que era cierto sobre la forma en que el chip trabaja”. En su experimento emplearon un microprocesador MOS Technology 6502, famoso porque fue usado en Atari y en las primeras computadoras de Apple. El experimento se llevó a cabo empleando “una táctica común en la ciencia sobre el cerebro consiste en comparar cerebros dañados con otros saludables. Si el daño en una parte del cerebro produce cambios predecibles en el comportamiento, entonces los investigadores pueden inferir qué función tiene esa parte del cerebro”.

Al aplicar esta técnica con el microprocesador, el resultado fueron algunos interesantes falsos positivos. Por ejemplo, los investigadores encontraron que al deshabilitar un grupo particular de transistores evitaba que se corriera la secuencia en que aparece “Donkey Kong” pero se conservaba la capacidad de correr otros juegos. Los investigadores señalan, sin embargo, que sería un error concluir que esos transistores son únicamente responsables de Donkey Kong. En realidad, estos transistores son parte de un circuito que implementa una función computacional básica que es crucial para cargar otras funciones, pero no esa en particular.

Otra táctica de la neurociencia consiste en buscar correlaciones entre la actividad de grupos particulares de células nerviosas y un comportamiento particular. Al aplicarla al chip, los investigadores encontraron por medio de algoritmos cinco transistores cuya actividad estaba estrechamente vinculada con el brillo del pixel más recientemente mostrado en la pantalla. “De nueva cuenta, ese descubrimiento aparentemente significativo fue mayormente una ilusión”, pues los investigadores sabían que esos transistores no estaban directamente relacionados con el dibujo de las imágenes que aparecerán en la pantalla sino que tienen una función secundaria en el programa que decide qué es lo que aparece en la pantalla.

En sus experimentos, los investigadores obtuvieron una cantidad impresionante de datos que se esperaba que dieran pistas sobre el funcionamiento de algunas estructuras cuya función era ya conocida. Al analizar los datos, sin embargo, se dieron cuenta de que muy poca de esa información resultaba útil. “Los patrones encontrados sólo ofrecían un revoltijo de estructuras no relacionadas que eran tan confusas como iluminadoras”. Esto se asemeja bastante a las frustrantes experiencias que ofrece la neurociencia real.

“El problema esencial […] es que las técnicas de la neurociencia fallaron al intentar encontrar muchas estructuras del procesador que los investigadores sabían que estaban ahí y que son vitales para comprender qué es realmente lo que sucede”. No obstante, no todos los resultados del experimento fueron desfavorables: los algoritmos empleados por los investigadores pudieron detectar la señal del “reloj maestro”, que coordina las operaciones de las diferentes partes del procesador.

Algunos neurocientíficos han cuestionado el punto de partida del referido documento, sosteniendo que la analogía entre los procesadores y los cerebros no es tan cercana como para que las técnicas empleadas para analizar uno deban aplicarse automáticamente y sin mediaciones al otro. E incluso han señalado que no hay un procesador que diste más del funcionamiento de un cerebro que el MOS 6502, pues este procesa la información de forma secuencial; los cerebros (al igual que los microprocesadores modernos) pueden computar muchos datos a la vez. Los neurocientíficos defienden que, a pesar de todas sus limitaciones, la neurociencia ha tenido avances reales y significativos.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La neurociencia es un ámbito estratégico para el desarrollo científico capitalista. Conocer el funcionamiento del cerebro y de los procesos mentales podría abrir vías insospechadas hasta ahora para la valorización del capital. El control social corre al parejo de la reproducción y la potenciación artificial de las funciones cerebrales, la cura de enfermedades y patologías, entre otros campos que se explorar. Hasta ahora "entender" el funcionamiento del cerebro ha sido una meta inalcanzable: quizá por eso se experimentan este tipo de aproximaciones donde lo que se busca es reproducir funciones simples del cerebro. Por su importancia, es preciso dar seguimiento a estas experiencias.