How America and China Could Stumble to War

Cita: 

Graham, Allison [2017], “How America and China Could Stumble to War”, The National Interest , New York, http://nationalinterest.org/feature/how-america-china-could-stumble-war-...

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Miércoles, Abril 12, 2017
Tema: 
Estados Unidos y China, una disputa por la hegemonía mundial. Posibles escenarios de un conflicto bélico
Idea principal: 

Graham Allison es un politólogo estadounidense conocido por sus contribuciones al análisis del sistema político internacional. Allison ha sido un reconocido analista de la seguridad nacional de los Estados Unidos y su política de defensa, con un interés especial en las armas nucleares y el terrorismo.


Un país, dos sistemas. Asia ha sido el escenario en el cual una potencia ha emergido: la República Popular China. En las últimas décadas del siglo XX y los años que transcurren del nuevo milenio, el país asiático ha demostrado a sus adversarios que tiene sus objetivos claros y, uno de los principales, es llegar a ser una gran potencia y uno de los centros económicos, políticos, culturales e inclusive militares-tecnológicos más importantes del mundo.

En décadas pasadas, para China poder lograr su objetivo fundamental tuvo que combatir las fuerzas hegemónicas militares de potencias como la entonces Unión Soviética. Hoy en día, parece ser que la nación asiática está propensa al enfrentamiento bélico con la superpotencia estadounidense. Sin embargo, como algunos estudiosos de las relaciones China-Estados Unidos afirman, la colisión entre buques de guerra de estas naciones traería consecuencias grandes y desproporcionadas, pues aunque no fuera una guerra nuclear, una guerra por mar y aire podría matar a miles de combatientes de ambos lados y el impacto económico sería masivo.

“Un estudio económico en 2016 encontró que, después de sólo un año –de conflicto belico-, el PIB estadounidense podría disminuir hasta en un 10% y el PIB chino hasta un 35%”. Los líderes de ambas naciones saben bien que esto no puede ocurrir. Sin embargo, esto no significa que sea imposible, pues las guerras ocurren aunque los líderes estén decididos a evitaras.

Graham Allison, autor de How America and China Could Stumble to War explica que para entender mejor las situaciones anteriores, Whashington y Beijing han desarrollado escenarios, simulaciones y juegos de guerra para analizar tanto los detonatntes como las consecuencias de un enfrentamiento bélico. Éstos a menudo comienzan con un incidente inesperado o accidente. Los participantes de estos ejercicios constantemente son sorprendidos para descubrir cómo con frecuencia una pequeña chispa puede desencadenar grandes guerras.

En el análisis de los posibles escenarios de guerra, los analistas utilizan conceptos ligados al Servicios Forestal de los Estados Unidos. Es decir, en las simulaciones se realiza una semejanza entre un bosque y el ambiente político de Estados Unidos y China. De tal forma, aquellos cigarrillos que se desechan en los bosques, las hogueras, los accidentes industriales o los rayos son fuentes y detonantes de un conflicto bélico, según la simulación de guerra. Afortunadamente, tanto en el bosque como en las relaciones entre las naciones, la mayoría de las chispas no provocan un gran resplandor. Las condiciones de fondo a menudo determinan qué chispas se convierten en incendios.

En la actualidad, las relaciones de China y Estados Unidos incluyen condiciones geográficas, culturales e históricas. Henry Kissinger afirmaba que la historia es ‘el recuerdo de los estados’. En su análisis, Allison plantea que la memoria china es más grande que la mayoría, pues el antecedente de humillación por más de un siglo sobre la sociedad china, así como los recientes compromisos militares forman parte de la memoria viva de cada estado, y en este caso, del estado chino.

Por otra parte, Graham A. analiza la situación sino-estadounidense en el sentido de la Trampa de Tucídides, pues afirma que las condiciones de fondo y el síndrome de los poderes ascendentes de ambas naciones exhiben el fenómeno anterior. La trampa de Tucídides se observa a través del estrés estructural causado cuando una potencia creciente amenaza con desplazar a la potencia gobernante. Si se hace un análisis retrospectivo es posible ver que durante los últimos quinientos años, cuando existe un enfrentamiento de tales características, la situación termina mal; dieciséis veces una gran potencia ha sido amenazada con ser desplazada por otra en ascenso, doce de estas veces, el resultado ha sido la guerra.

En la misma lógica de la Trampa de Tucídides, Graham explica que el síndrome del poder ascendente pone de relieve el sentido mejorado del ascenso en sí mismo, sus intereses, y su derecho al reconocimiento y al respeto. . Se afirma que, como en las rivalidades entre hermanos, también en la diplomacia se encuentra una exigencia de reconocimiento por parte de la potencia en ascenso. “Un sentimiento cada vez mayor de auto-importancia ("mi voz cuenta") conduce a una expectativa de reconocimiento y respeto ("escuchar lo que tengo que decir") y una demanda de mayor impacto ("insisto"). Por otra parte, el síndrome del poder gobernante es sencillamente la imagen de un poder establecido que exhibe una sensación ampliada de miedo e inseguridad cuando se enfrenta a indicios de ‘declive’.

Allison Graham, continuando en su análisis, afirma que la guerra es considerada como el reino de la incertidumbre, pues ‘tres cuartas partes de los factores en los que se basan las acciones durante la guerra están envueltos en una niebla de mayor o menor incertidumbre’. En este sentido, tal incertidumbre suele estar asociada al actuar de los comandantes o encargados de la política bélica. Asimismo, refiere el autor a ciertos aceleradores que pueden derivar en la guerra, tales como una colisión accidental o una provocación de terceros.

En el contexto sino-estadounidense, las armas antisatélites aparecen como un acelerador que los planificadores militares que consideran pueden llegar a ser utilizados durante un conflicto entre ambas potencias. El pronóstico militar anterior surge en 2007, el año en que China destruyó con éxito un satélite meteorológico. Se sabe que esta potencia prueba regularmente sus capacidades antisatélites, pues considera que la tecnología satelital es muy importante para su contraparte, Estados Unidos, ya que proporciona un eslabón crucial en casi todos los esfuerzos militares de esta potencia.

Estados Unidos depende de esta tecnología más que cualquiera de sus competidores, convirtiéndolo en un objetivo perfecto para los planificadores militares chinos. Además de la importancia satelital, el ciberespacio se ha convertido en un campo de batalla y las ciberarmas en sus instrumentos de ataque. En años recientes, la sociedad ha podido ver la capacidad que tanto Estados Unidos como China han alcanzado en el manejo de las ciberarmas. Recuérdese a la potencia americana atacar el programa nuclear de Irán o entorpecer las pruebas balísticas que Corea del Norte se encontraba realizando.

Respecto a lo anterior, Graham Allison recalca que, en la actualidad, las principales organizaciones ciberespaciales de Estados Unidos, la Agencia de Seguridad Nacional y el Comando Cibernético de Estados Unidos, así como sus contrapartes chinas, son capaces de utilizar ciberarmas para silenciar redes militares e infraestructura civil como las redes eléctricas. En este sentido, al igual que las medidas antisatélites, las armas cibernéticas podrían servir como ventaja decisiva en la batalla de irrumpir los comandos y controles e influir en la información de la que dependen los militares modernos.

A pesar de que Estados Unidos y China poseen arsenales nucleares inmensos y conocen el impacto y la resistencia que éstos podrían tener en un ataque, ninguno de los dos puede estar seguro de que sus arsenales cibernéticos puedan resistir un fuerte ataque con ciber-armas. La diferencia principal entre las armas clásicas de guerra y las armas cibernéticas es que estas últimas carecen de sutileza y precisión. Según Allison, debido a la incapacidad de determinar cómo un ataque a un sistema puede afectar a otros, los atacantes tendrían dificultades para calcular los efectos de su operación y evitar consecuencias no deseadas.

El autor continúa desarrollando la idea de los aceleradores que podrían influir en la escalada hacia un conflicto bélico entre Estados Unidos y China. Según Allison, un acelerador más podría ser el que compromete la confidencialidad de las redes sensibles de comunicación, es decir, influir en las operaciones de mando y control nucleares. Sin embargo, cada potencia percibiría las acciones del otro de manera muy diferente. Tomando en cuenta estas condiciones de fondo, el autor de How America and China Could Stumble to War desarrolla tres escenarios en los que se puede observar la rapidez en que un conflicto puede escalar y desembocar en una guerra, siendo Estados Unidos y China los principales actores.

De forma sintética y a manera de incentivar al lector a la consulta del artículo integro desarrollado por Allison Graham, los escenarios planteados son, primeramente, aquel donde se plantea una escalada de un incidente en el cual, debido a una operación realizada por un destructor de misiles guiado por la marina de Estados Unidos en las disputadas aguas del Mar Meridional de China, ambas potencias caen en la posibilidad de un conflicto bélico.

Graham crea un escenario, en donde a medida que el buque destructor estadounidense se acerca a las aguas en disputa, los buques de la guardia costera china acosan al destructor. En este sentido, este último choca con un barco chino y lo hunde, matando a todos a bordo. El escenario continúa con el análisis de la forma de ver este hecho, tanto por la parte estadounidense como por la parte china. De igual forma, se estudian las decisiones tomadas por ambas naciones en cuanto el conflicto.

Por ejemplo, el gobierno chino tendría tres opciones. ‘El camino paliativo sería evitar la escalada del conflicto permitiendo al destructor estadounidense abandonar el área y protestar por sus acciones a través de la vía diplomática. En el otro extremo, el gobierno podría adoptar una actitud de ojo por ojo y hundir al destructor usando sus aviones o misiles. De igual manera, Beijing, queriendo evitar el enfrentamiento, podría tomar una actitud intermedia y a medida que el destructor estadounidense abandona el área, un crucero de la armada china bloquearía su camino, insistiendo en que el destructor ha entrado en aguas territoriales chinas, y el crucero exigiría la rendición de la tripulación, además de la obligación por parte del destructor estadounidense de enfrentar a la justicia por la muerte del personal de la guardia costera china’.

Por otra parte, desde el punto de vista de Estados Unidos, el temerario acoso de China contra el destructor ha sido la causa del enfrentamiento. En este contexto, el intento chino por detener a los marineros estadounidenses en aguas internacionales habría significado la violación de los principios de Derecho del Mar. Sin embargo, en un extremo diferente la rendición por parte de Estados Unidos tendría repercusiones grandes y de largo alcance: si la milicia americana no se enfrenta a la guardia costera china para defender sus operaciones, ¿qué mensaje enviaría a los aliados de la potencia estadounidense, es decir, Japón o Filipinas?

Sobre esta base, A. Graham examina la forma de observar la situación por cada una de las partes involucradas. Además, en el desarrollo de este escenario también analiza la forma de actuar de las respectivas fuerzas militares, el congreso estadounidense y el partido comunista, así como el actuar de los respectivos representantes de gobierno de ambas naciones. De igual forma, se observa el papel que pudiera tener un arma cibernética en el desarrollo y escalada del conflicto bélico.

En un segundo escenario, el autor desarrolla la idea de un Taiwan libre y autónomo de la República Popular China. Afirma que, ‘si Taiwan fuera una nación independiente, estaría entre los países más exitosos del mundo. Su población trabajadora de veintitrés millones ha desarrollado una economía de mercado dos veces el tamaño de Filipinas, Tailandia o Vietnam’. En este sentido, en un posible escenario, el gobierno chino podría aumentar la represión hacia su propio país, incluso en Hong Kong. Los residentes de esta provincia toman las calles exigiendo que China mantenga soberana este lugar como se había acordado con Gran Bretaña en 1997. Ante las protestas continuas, el presidente Xi ordena a los militares aplicar las tácticas de Tiananmen.

Continúa el autor suponiendo que, la violencia de Hong Kong llega a los taiwaneses, en especial a la generación más joven. El presidente taiwanés reitera el derecho de su nación libre y soberana y la democracia de su pueblo. Los aliados políticos de Taiwan aseguran que esta provincia nunca podrá asegurar la libertad de sus ciudadanos sin convertirse en una nación soberana e independiente. Ante tal situación, el presidente estadounidense invoca la Ley de relaciones de Taiwan de 1979 que compromete a Estados Unidos a defender a Taiwan contra una invasión china.

En la escalada de este conflicto, el presidente taiwanés interpreta este hecho como un respaldo tácito de un movimiento hacia la independencia. En esta misma línea, Taiwan anuncia su adhesión a la ONU, una acción a la que China se ha opuesto durante mucho tiempo. La estrategia de la potencia asiática es castigar y asustar la insubordinación taiwanesa mediante la creación de una crisis política en el Estrecho de Taiwaán al conflictuar las aguas taiwanesas con pruebas de misiles balísticos y de crucero, interrumpiendo gravemente el transporte comercial que constituye la línea de vida de la isla para el mundo.

El autor señala que las consecuencias económicas y sobre la población serían graves si China bloqueara el transporte comercial hacia la isla. Asimismo, esta acción causaría una escasez de alimentos a gran escala. Estados Unidos se siente obligado a evitar la trituración taiwanesa y busca ayudar a la pequeña nación insular tal como Clinton en 1995, sin embargo, los tiempos han cambiado y China ahora cuenta con misiles balísticos que representan una gran amenaza para cualquier compañía estadounidense que se traslade a la zona.

Allison Graham prosigue en la exposición de esta atmósfera bélica, enfrentando a la superpotencia estadounidense y la superpotencia asiática china. Los efectos y consecuencias son grandes, los malentendidos son diversos y la falta de comunicación es amplia, desembocando en la escalada de una guerra nuclear. El factor inicial: la provincia taiwanesa y la política militar represiva china ante las manifestaciones en Hong Kong.

Por último, en el tercer escenario expuesto por Graham se habla de un enfrentamiento que no necesariamente involucra, inicialmente, a las fuerzas militares de China o Estados Unidos de forma directa. Más bien, el enfrentamiento se lleva a cabo como en los albores de la Guerra Fría, a través de terceros, aliados de ambas potencias. Este contexto estuvo por hacerse realidad en 2010, cuando Corea del Norte hundió un buque de guerra surcoreano, matando a varios marinos. En ese entonces, los aliados de ambas coreas se mantuvieron alerta y al borde de una guerra.

Es de extenso conocimiento que el principal aliado de Corea del Norte es China, además del gigante ruso, por su parte, Corea del Sur cuenta con su aliado Japón y la potencia americana, Estados Unidos. A pesar de que Japón ha mantenido una política pacifista después de la Segunda Guerra Mundial, el país asiático ha ido incrementando su papel militar en los últimos años. Asimismo, han estado frenando las reivindicaciones que China hace sobre su soberanía en los mares del Este y sur chino.

Las islas conocidas como Senkaku por Japón y Diaoyu por China, son un conjunto de tierras que concentran valiosos campos de pesca, rutas comerciales y reservas potenciales de petróleo en el Mar Oriental de China, donde ambas potencias fijan sus intereses y elevan las posibilidades de una escalada de un conflicto. Allison Graham, sobre esta base, propone un escenario en el cual Japón envía una pequeña embarcación civil a las islas Senkaku. En las redes sociales, explican que se dirigen a Kuba Jima, las islas más pequeñas, que pretenden reclamar y ocupar en Japón. En este sentido, la guardia costera china reacciona con rapidez, llegando a las islas donde los japoneses habían comenzado a construir estructuras, arrestando a los mismos y llevándolos de vuelta a China continental para ser juzgados. No obstante, en una reacción inesperada, Japón envía a sus propios barcos de la guardia costera para interceptar el buque que lleva a su embarcación y evitar que sean llevados a China.

La escalada en este conflicto aumenta y ninguna de las dos partes retrocede. Este conflicto se ha transformado en una confrontación militar. Empeorando el escenario el autor señala que Japón hace un llamado de urgencia al presidente estadounidense, en función de recordarle el tratado de defensa mutua que han mantenido las dos partes durante más de siete décadas, señalando que dicho acuerdo aplica a todo el territorio japonés, incluyendo las islas Senkaku. Estados Unidos debe decidir si responde al llamado japonés, poniendo el poder aéreo sobre la disputada isla para proteger a las tropas niponas, o bien, buscar una acción moderada que satisfaga al primer ministro de Japón sin antagonizar con China e ir más allá del enfrentamiento naval.

Planteando un contexto muy extremo, el autor decide que Estados Unidos dirija sus barcos para patrullar las islas, manteniendo aviones y submarinos lo suficientemente cerca como para ayudar a los barcos japonenes y a sus barcos si el conflicto se hace aún más grande. En este escenario extremista, un destructor chino choca con un barco pesquero japonés y el conflicto naval militar se desata, tanto China como Japón se encuentran al borde de la guerra total, al igual que Estados Unidos, que se encuentra en condiciones de hundir los buques chinos con sus submarinos de ataque ocultos o con su ala aérea.
Dicho lo anterior, sucede algo inesperado, todas las comunicaciones entre las fuerzas japonesas se ofuscan; un ciberataque ha perturbado los sistemas de mando y control de los militares japoneses. EUA y Japón culpan a China de este ataque. El desenlace de este escenario plantea diversas hipótesis, que inclusive involucran a Rusia que, ansiosa de un enfrentamiento con Whashington, es sospechosa de este ataque cibernético a las fuerzas americo-japonesas.

Allison Graham concluye afirmando que la guerra entre Estados Unidos y China no es inevitable, pero ciertamente es posible. Como ilustran sus escenarios desarrollados, el estrés creado por el asenso de China como potencia crea condiciones en las que acontecimientos accidentales, de otro modo intrascendentes, podrían desencadenar un conflicto a gran escala. Sin duda, evitar la guerra requerirá una política tan sutil como la de los británicos para tratar con una América en ascenso hace un siglo, afirma Graham, o bien, elaborar una estrategia tan calculada como en la Guerra Fría para enfrentar a la URSS, sin una bomba o una bala.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Si de algo se puede tener seguridad es sobre la incertidumbre y el cambio en las relaciones internacionales de poder. En la actualidad, la hegemonía china continua en ascenso. ¿Por qué es posible afirmar lo anterior? En las últimas cuatro décadas, el gigante asiático ha mostrado un crecimiento económico bastante notable, alcanzando tasas del 10% en su producto interno bruto. No obstante, el ámbito económico no es el único avance que la nación oriental ha tenido, pues en el contexto militar China se encuentra realizando una reforma en función de tener un mejor control de su capacidad de respuesta ante un ataque del exterior.

Los avances chinos, por supuesto, preocupan a sus vecinos cercanos, aunque no son los únicos alertados. Estados Unidos ha tomado este avance como una amenaza inmediata a su hegemonía, razón por la cual China aparece entre los principales objetivos a vencer dentro de la política exterior de Trump. Afirma el autor Allison Graham, que el enfrentamiento entre estas dos naciones puede ser posible, pues de un momento a otro, una chispa de conflicto puede derivar en un enfrentamiento a gran escala.