Lumpenburguesías latinoamericanas

Cita: 

Beinstein, Jorge [2016], "Lumpenburguesías latinoamericanas”, Revista Maíz, Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de la Plata, Argentina, junio. http://www.revistamaiz.com.ar/2016/06/lumpenburguesias-latinoamericanas....

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Junio, 2016
Tema: 
Élites económicas y decadencia sistémica: la lumpenburguesía en América Latina
Idea principal: 

Jorge Beinstein es Doctor de Estado en Ciencias Económicas (Universidad de Franche Comté – Besançon, Francia), especialista en prospectiva económica y geopolítica, ha sido durante los últimos cuarenta años consultor de organismos internacionales y gobiernos, ha dirigido numerosos programas de investigación y fue titular de cátedras de economía internacional y prospectiva tanto en Europa como en América Latina. Actualmente es Profesor Emérito de la Universidad de La Plata (Argentina) y Director del Centro Internacional de Información Estratégica y Prospectiva de dicha universidad.


A partir de las preguntas y respuestas que el autor se hace respecto al modelo económico argentino desde la llegada de Mauricio Macri a la presidencia, afirma que dicho actuar de lumpenburguesía también es posible identificarlo en otras derechas de América Latina, incluso en las élites más conservadoras de Venezuela, Ecuador o Brasil, en donde decisiones de política económica incoherentes producen consecuencias desestabilizadoras, con impactos graves de destrucción social, y hasta de posibles efectos boomerang contra su misma clase.

El artículo inicia mencionando algunos de los debates que se han dado en Argentina con el fin de definir el “modelo económico” que trajo consigo la élite política representada por el gobierno de Macri. Entre las opiniones de mayor consenso se ha dicho que el actual modelo es una flagrante contradicción entre medidas que destruyen el mercado interno para favorecer una supuesta ola exportadora, inviable ante el repliegue de la economía global, y la otra, la subida de las tasas de interés que comprimen el consumo y las inversiones a la espera de una ilusoria llegada de fondos provenientes de un sistema financiero internacional en crisis.

Otros analistas optaron, de acuerdo con el autor, por adoptar definiciones abstractas tan generales como poco operativas (“modelo favorable al gran capital”, “restauración neoliberal”, etc.); otros más siguieron estudios que se sostuvieron por breve tiempo, y sólo unos pocos entre los cuales se identifica él mismo, llegaron a la conclusión de que buscar coherencia estratégica general en la decisiones de esa élite no era tarea fácil ni difícil, sino imposible:

“La llegada de la derecha al Gobierno no significa el reemplazo del modelo anterior (desarrollista, neokeynesiano o como se lo quiera calificar) por un nuevo modelo (elitista) de desarrollo, sino el inicio de un gigantesco saqueo donde cada banda de saqueadores obtienen el botín que puede en el menor tiempo posible y, luego de conseguirlo, pugna por más a costa de las víctimas, pero también, si es necesario, de sus competidores. La anunciada libertad de mercado no significó la instalación de un nuevo orden, sino el despliegue de fuerzas entrópicas; el país burgués no realizó una reconversión elitista-exportadora, sino que se sumergió en un gigantesco proceso destructivo.”

Con el neoliberalismo y la prosperidad de la especulación financiera se produjeron cambios de fondo en el sistema mundial; en el comando de la “nave capitalista global” comenzaron a ser desplazados “los burgueses titulares de empresas productoras de objetos útiles, inútiles o abiertamente nocivos y su corte de ingenieros industriales, militares uniformados y políticos solemnes, y empezaban a asomar especuladores financieros, payasos y mercenarios despiadados”. Como una de las consecuencias más notables, la criminalidad anterior, medianamente estructurada, fue reemplazada por un sistema caótico más letal.

El concepto de lumpenburguesía

Con el fin de encontrar una definición más apropiada a las élites de derecha actuales de América Latina, el autor realiza una revisión sobre el origen y significado del concepto de lumpenburguesía. Fue Marx quien habló de la monarquía orleanista de Francia (1830-1848) como una aristocracia financiera que se diferenciaba claramente de la burguesía industrial, propagó desenfrenadamente la satisfacción de los apetitos más malsanos y desordenados que chocarán con las mismas leyes de la burguesía, en un proceso que llamará el “renacimiento del lumpenproletariado” en las cumbres de la sociedad burguesa.

Pero será hasta finales de la década de 1950 cuando Ernest Mandel usará por primera vez el concepto de lumpenburguesía, haciendo referencia a la burguesía brasileña, considerándola como una clase semicolonial, “atrasada”, no completamente “burguesa”. Posteriormente este concepto fue retomado por André Gunder Frank, quien lo utilizó para generalizarlo a las burguesías latinoamericanas. Para Beinstein tanto Mandel como Gunder Frank establecerán con este concepto la diferencia entre las burguesías centrales, estructuradas, imperialistas, tecnológicamente sofisticadas, y las burguesías periféricas, subdesarrolladas, semicoloniales y caóticas (burguesías degradadas).

El nuevo corte histórico de esta descripción de Mandel y Gunder Frank tendrá sus límites en la década de 1970, con la declinación del keynesianismo productivista y sus acompañantes reguladores e integradores, desatándose entonces el proceso de transnacionalización y financierización del capitalismo global. Pero sobre todo a inicios de los años noventa con la formación de una hegemonía financiera apabullante que transformó completamente la naturaleza de las élites económicas del planeta y sus procedimientos:

“La desregulación (es decir, la violación creciente de todas las normas), el cortoplacismo y las dinámicas depredadoras fueron los comportamientos dominantes, y produjeron veloces concentraciones de ingresos tanto en los países centrales como en los periféricos, marginaciones sociales, deterioros institucionales (incluidas las crisis de representatividad).”

La agudización de estas condiciones se generaron con la crisis financiera de 2008, confirmando de acuerdo con Beinstein, la existencia de una lumpenburguesía global dominante, resultado de la decadencia sistémica general, cuyos hábitos de especulación y saqueo se enlazan con progresivos militarismos que potencian su irracionalidad.

América Latina

Estas mutaciones de carácter global incluyen a América Latina, que viene de una historia de industrialización trunca y un creciente proceso de cesión de los sectores estratégicos a las grandes empresas occidentales. Ahora, dice el autor, lo que se constata son combinaciones entre asentamientos de empresas transnacionales dominantes en la banca, el comercio, los medios de comunicación, la industria, etc., rodeadas por círculos multiformes de burgueses locales completamente transnacionalizados en sus niveles más altos, circundados a su vez, por sectores intermedios de distinto peso.

Estos grupos locales se caracterizan “por una dinámica de tipo ‘financiero’ que combina a gran velocidad toda clase de negocios legales, semilegales o abiertamente ilegales, desde la industria o el agrobusiness hasta el narcotráfico, pasando por operaciones especulativas o comerciales más o menos opacas.” Sin ser más o menos degradas que sus paradigmas internacionales, las élites económicas latinoamericanas son para Beinstein una parte integrante de la lumpenburguesía global en su versión periférica.

El autor concluye este artículo reflexionando en torno al significado de los acontecimientos del siglo XXI para las lumpenburguesías en América Latina; dirá que una vez que el proyecto neoliberal entró en crisis y comenzaron a instalarse en algunos países las experiencias progresistas que intentaron resolver las crisis de gobernabilidad con políticas de inclusión social a sistemas que eran más o menos reformados buscando hacerlos más productivos, menos sometidos a Estados Unidos, más igualitarios y democráticos, las élites dominantes reaccionaron en forma desproporcionada, pues a pesar de que no han sido seriamente desplazadas, perdieron algunas posiciones, y a medida que la crisis global dificultaba sus operaciones, su agresividad ha ido en aumento. Una vez que en 2016 los progresismos han sido acorralados y Estados Unidos y gobiernos como los de Capriles y Macri asumen la victoria por estar regresando a la “normalidad (colonial)”, dirá Beinsetien, esto no es así en realidad, más bien:

“… estamos ingresando en una nueva etapa histórica de duración incierta, marcada por una crisis deflacionaria global que se va agravando acompañada por señales alarmantes de guerra. Las élites dominantes locales no son el sujeto de una nueva gobernabilidad, sino el objeto de un proceso de decadencia que las desborda. Peor aún: esas lumpenburguesías aportan crisis a la crisis […], creen tener mucho poder, pero no son más que instrumentos ciegos de un futuro sombrío.”

Datos cruciales: 

- Mientras se desaceleraba la economía productiva desde la década de los setenta, crecía exponencialmente la especulación financiera: uno de sus componentes principales, los productos financieros derivados, equivalían a unas dos veces el Producto Bruto Mundial en el año 2000 y unas doce veces en 2008; por su parte, la masa financiera global (derivados y otros papeles) equivalía en ese momento a unas veinte veces el Producto Bruto Mundial.

- Desde la crisis de 2008, la lumpenburguesía global dominante no sólo agudizó sus hábitos de especulación y saqueo, sino también ascensos militaristas que incrementan su irracionalidad. Estados Unidos se encuentra en el centro de esa peligrosa fuga hacia adelante. Escalada militar en el este de Europa, Medio Oriente y Asia del Este, acompañada por claros síntomas de descontrol financiero donde, por ejemplo, Deutsche Bank acumula actualmente unos 75 billones de dólares en productos financieros derivados, papeles altamente volátiles que representaban en 2015 unas veintidós veces el Producto Bruto Interno de Alemania y unas 4,6 veces el PBI de toda la Unión Europea. Del otro lado del Atlántico, sólo cinco grandes bancos norteamericanos (Citigroup, JP Morgan, Goldman Sachs, Bank of America y Morgan Stanley) acumulaban derivados por cerca de 250 billones de dólares, equivalentes a 3,4 veces el Producto Bruto Mundial o bien a catorce veces el PBI de los Estados Unidos.

- Cuando estudiamos a esas élites (lumpenburguesías) pronto descubrimos que su dinámica puramente “económica” sólo existe en nuestra imaginación. En suma, se trata de un complejo conjunto de articulaciones mafiosas, grupos de poder transectoriales vinculados a, más o menos subordinados a (o formando parte de) tramas extrarregionales a través de canales de diversos tipos: el aparato de inteligencia de Estados Unidos, un mega banco occidental, una red clandestina de negocios, alguna empresa industrial transnacional, etc.

Trabajo de Fuentes: 

Marx, Carlos [1966], “Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850”, en Carlos Marx y Federico Engels, Obras escogidas, Tomo I, Moscú, Editorial Progreso, pp. 128-129.

Polanyi, Karl [2001], The Great Transformation. The political and economic origins of our time, Boston, Bacon Press.

Frank, André Gunder [1970], Lumpenburguesía: lumpendesarrollo, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La caracterización que hace el autor de las élites político-económicas que domina actualmente en América Latina, apoyado del concepto de lumpenburguesía global dominante, permite pensar por lo menos en dos aspectos importantes de las empresas transnacionales de hoy.

En primer lugar, observar con mayor profundidad los cambios que se generan dentro y fuera de la constitución de las élites y de su accionar, en las diferentes fases históricas del capitalismo y especialmente en el siglo XXI.

En segundo lugar, nos invita a reflexionar sobre todas las líneas que cruzan las actividades de estas élites dominantes, que van desde la legalidad hasta la ilegalidad, pasando por actos sanguinarios y de saqueo que también aportan algunas de las características más distintivas del capitalismo que promueven las grandes corporaciones de este siglo.

Este tipo de argumentos también nos permiten reflexionar sobre los análisis eurocéntricos que toman como modelos a las economías capitalistas desarrolladas, como si las burguesías que las articulan no tuvieran sus propias maneras de depredar a la sociedad y el ambiente. Parte del ejercicio crítico para caracterizar al capitalismo contemporáneo pasa por superar esas comparaciones referidas a la experiencia de Estados Unidos y Europa para re-conocer la especificidad del proceso capitalista en las diferentes regiones del llamado Sur. Ello con la finalidad de tener más elementos que permitan reconstruir la totalidad mundial.