El neoextractivismo. ¿Un modelo posneoliberal de desarrollo o el imperalismo del siglo XXI?

Cita: 

Veltmeyer, Henry y James Petras [2015], “Introducción”, Henry Veltmeyer y James Petras (coordinadores), El neoextractivismo. ¿Un modelo posneoliberal de desarrollo o el imperialismo del siglo XXI?, México, Crítica, pp. 13-43.

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2015
Tema: 
El proceso de acumulación de capital se puede entender a partir de la existencia del Estado imperial, de un imperialismo extractivista, que junto al capital extractivo adoptaron la forma de neoextractivismo en América Latina.
Idea principal: 

Henry Veltmeyer es profesor de Estudios sobre el Desarrollo en la Saint Mary’s University (Canadá) y en la Universidad Autónoma de Zacatecas (México).

James Petras es profesor emérito de Sociología en la Universidad de Binghamton y profesor adjunto de Estudios Internacionales sobre el Desarrollo en la Saint Mary’s University (Canadá).


Debido al implacable afán de lucro de las actividades de exploración y extracción de minerales, metales, combustibles fósiles, productos agroalimentarios, biogás y biocombustibles es que se ha extendido y expandido la frontera extractiva hacia áreas remotas donde aún quedan enormes reservas sin explotar. Resultado de ello es que Latinoamérica se haya convertido en escenario de importantes conflictos sociales por los derechos territoriales de la tierra, el agua y los recursos naturales. “Los territorios y comunidades indígenas se encuentran en el borde tanto de la frontera del capital extractivo como de los conflictos sociales relacionados” (p. 13).

El punto en cuestión en estos acontecimientos es la dinámica de un sistema en crisis. Esta dinámica de desarrollo capitalista puede verse a través del cristal de la lucha de clases, los conflictos políticos y las guerras por los recursos que han acompañado al proceso de extracción. Para los autores, el “proceso de acumulación de capital y el proyecto de desarrollo asociado a él se han alejado del énfasis en la explotación de un ‘suministro ilimitado de plustrabajo’ generado por el desarrollo capitalista de la agricultura (la extracción de plusvalor) y se han dirigido hacia la extracción y explotación de los recursos naturales” (p. 14).

Por otra parte, existe otra forma de ver este proceso que consiste en centrarse en la dinámica de lo que los autores han denominado, el Estado imperial, “el Estado capitalista que se encuentra en el núcleo del sistema y que apoya activamente al capital extractivo-, que despeja el camino para la operación del capital extractivo y respalda estas operaciones con el poder que tiene a su disposición; un proyecto que, generalmente, se ha descrito y entendido apropiadamente como imperialismo” (p. 15).

Petras y Veltmeyer argumentan que es importante considerar al imperialismo extractivo desde una perspectiva histórica de “continuidad y cambio” en la evolución del capitalismo mundial (p. 15). Ello nos lleva a definir al imperialismo del siglo XXI como imperialismo extractivo; donde el “principal factor que ha influido en la expansión del capitalismo y el imperialismo –y la motivación fundamental detrás del impulso de acumular capital- son las ganancias extraordinarias que se generan en respuesta a la creciente demanda de estos recursos, principalmente no renovables en los mercados emergentes de Asia” (p. 17).

De esta forma, existe una serie de factores relacionados entre sí dentro del denominado imperialismo extractivo:

1) El papel del Estado imperial en el apalancamiento del acceso a los recursos para sus empresas multinacionales.

2) Distintas tácticas empleadas por el Estado imperial para intervenir en procesos políticos locales.

3) Competencia entre estados intercapitalistas e interimperialistas.

4) El papel del capital financiero en el financiamiento de inversiones en recursos y en la concentración del capital a una escala global.

5) La base y el carácter clasista del Estado periférico.

6) El papel del Estado periférico en ayudar a las empresas multinacionales a asegurar el acceso a tierras, minerales y otros recursos.

7) La repartición de las rentas procedentes de los recursos entre los agentes y representantes del capital global.

8) El régimen político y la dinámica del modelo de desarrollo imperialista extractivo.

9) El impacto del modelo de desarrollo imperialista extractivo en la relación entre la producción capitalista y la estructura social.

10) La relación social entre la producción capitalista y la estructura social de las distintas sociedades latinoamericanas.

11) El potencial de que semejante modelo se utilice como parte de un proyecto económico y social transformador promovido por un Estado periférico (pp. 18-19).

Para los autores, cada uno de estos factores se desarrollan de acuerdo con la forma concreta adoptada por el capitalismo-imperialismo mundial en cuanto a su expansión y evolución, en combinación con el conflicto y las luchas de clases generadas por el sometimiento de la fuerza laboral, las comunidades indígenas y los representantes del Estado periférico (p. 19).

Es necesario entender al imperialismo como proyecto geopolítico basado en la voluntad del Estado imperial (p. 19).

Petras y Veltmeyer consideran que definir como “extractivista al imperialismo en este contexto implica no describir la forma precisa que éste ha adoptado en nuestros días: es decir, las estrategias seguidas y las prácticas empleadas por los agentes del Estado imperial (p. 21).

El imperialismo desde la perspectiva histórica y teórica

El imperialismo fue un avance en relación con este sistema en cuatro desarrollos principales, a decir de nuestros autores: “i) la fusión del capital industrial y bancario en la forma de capital financiero o monopolista; ii) la exportación de capital; iii) la división y colonización territorial del mundo no capitalista por parte de los estados capitalistas, y iv) el surgimiento de una división internacional del trabajo basada en un intercambio de materias primas y commodities por bienes manufacturados por industrias que se encuentran en el centro del sistema” (p. 22).

Aunque el imperialismo se puede concebir como una etapa avanzada del capitalismo, en lo fundamental, según los autores, se trata de un proyecto geopolítico, cuyo objetivo consiste en asegurar las condiciones necesarias para el desarrollo capitalista posterior de las fuerzas de producción, incluyendo el acceso a las tierras, la mano de obra y los recursos naturales (p. 22).

Por otra parte, los autores consideran necesario realizar una crítica a todos los estudios realizados en el marco de los argumentos teóricos desarrollados por Harvey, pues muchos de los seguidores de Harvey olvidan, con respecto a este concepto de acumulación por desposesión, el papel fundamental del imperialismo en este proceso de desarrollo capitalista. De ahí que consideran que el papel del imperialismo es crucial, específicamente en lo relacionado con la parte que desempeña el Estado canadiense respecto al capital extractivo, por ejemplo (p. 23).

Otro de los trabajos que abordan es el de Hardt y Negri, quienes han argumentado a decir de Petras y Veltmeyer que “el orden mundial neoliberal debilitó al Estado en su relación con el capital, al punto de generar un poderoso nuevo actor en la economía mundial –la empresa multinacional-, y que este tipo de empresas se encuentra al servicio de y son instrumento de una clase capitalista transnacional que no tiene lealtad al Estado-nación y tampoco está en deuda con él” (pp. 23-24).

“Estos debates ignoran la dinámica del desarrollo capitalista a lo largo de las últimas décadas y no son capaces de explicar la más reciente ofensiva imperialista en Latinoamérica”. Para los autores, el imperialismo ha adoptado diversas y distintas formas, que incluye:

• La globalización en formas de políticas (reformas estructurales) impuestas a los gobiernos periféricos.

• El desarrollo con la cooperación internacional y la participación social como medios para debilitar a la resistencia.

• Una división internacional del trabajo y un régimen de comercio basado en el intercambio de materias primas y commodities por bienes manufacturados en el centro con tecnología avanzada.

• Una política de liberación financiera y desregulación de los mercados.

• IED en los recursos productivos de la región y en las empresas capitalistas y estatales.

• Intervención directa en la política de desarrollo capitalista.

• El despliegue del poder del Estado en apoyo directo a las operaciones del sector privado del capital extractivo en los países periféricos (pp. 24-25).

Lo más característico del imperialismo, en la etapa actual, es la combinación de formas antiguas y nuevas de explotación, dominación y subyugación. La diferencia específica entre el imperialismo del siglo XX y el imperialismo actual es la dinámica globalizadora del capital a través de sus distintas inversiones a gran escala y operaciones extractivas (p. 29).

El neoextractivismo en América Latina

El neoextractivismo es la forma que adoptó el capital extractivo y el imperialismo extractivista bajo las condiciones actuales y cambiantes de un sistema (capitalismo) y un modelo (neoliberalismo) en crisis (p. 26).

Para los autores, Sudamérica es el escenario más importante en la ofensiva mundial contra el neoliberalismo (fundamentalismo de libre mercado), si no es que contra el capitalismo, y también en cuanto a la formación de un nuevo tipo de Estado que marca el fin del capitalismo como lo hemos conocido durante la era neoliberal (p. 26).

De esta forma, “los movimientos sociales antiextractivistas en la región se comprenden de mejor manera como el acontecimiento más reciente en la trayectoria histórica de la lucha de clases contra la explotación capitalista, la cual involucra a los productores directos y a los campesinos, a las comunidades indígenas (y afrodescendientes) y a la clase trabajadora en su lucha combinada tanto contra el capital como contra el Estado” (p. 36).

Finalmente, los autores consideran que dentro de este contexto, “las distintas formas y las múltiples fuerzas de resistencia se movilizan y se dirigen contra la explotación imperialista y de clases, contra las maquinaciones asociadas con el poder de clases y el poder estatal, y contra el modelo económico utilizado para dirigir las políticas públicas (globalización neoliberal), así como contra el sistema (capitalismo) que sostiene estas políticas. En otras palabras, sea cual fuere la forma particular que pudieran adoptar en distintas circunstancias, al final, la resistencia es, fundamentalmente, antisistémica: tanto anticapitalista como antiimperialista y contrahegemónica, en el discurso anticapitalista gramsciano” (p. 37).

Cápitulos relevantes para el proyecto: 

1. ¿Un nuevo modelo o imperialismo extractivo?

2. Argentina: la dinámica extractivista de la producción de soya y la minería a cielo abierto.

3. Bolivia: entre el desarrollismo voluntarista y el extractivismo pragmático.

4. Colombia: el boom minero ¿catalizador del desarrollo o de la resistencia?

5. Ecuador: la dinámica, la política y el discurso extractivista.

6. México: la ecología política de la minería.

7. Perú: el capital minero y la resistencia social.

8. Tesis sobre el imperialismo extractivo y el Estado posneoliberal.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Este texto abona al debate respecto a las respuestas por parte del Centro frente a la crisis económica. Para los autores, el neoextractivismo es una respuesta del Estado imperial, Estados Unidos, para seguir controlando los recursos naturales y el territorio.

Además, introducen una caracterización para este contexto de crisis económica, retoman el concepto de imperialismo de Lenin, para concluir que actualmente estamos en un imperialismo extractivista, que además es utilizado de forma geopolítica por parte del Centro.

A la luz de la disputa hegemónica, es preciso poner en cuestión los intentos por reconceptualizar el imperialismo, una concepción que sitúa en el centro del análisis los estados-nacionales, realidad en franca vía de extinción.