El "nuevo" imperialismo: acumulación por desposesión

Cita: 

Harvey, David [2005], “El 'nuevo' imperialismo: acumulación por desposesión”, Socialist register 2004, Buenos Aires, CLACSO, pp. 99-129

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2005
Tema: 
Acumulación por desposesión: “la acumulación por otros medios” en la configuración de un nuevo imperialismo
Idea principal: 

David Harvey fue profesor de Geografía en la Universidad Johns Hopkins. De 1987 a 1993 dictó la cátedra Halford Mackinder de Geografía en la Universidad de Oxford. En 2001 se trasladó a la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY) como Distinguished Professor.

Varios han sido los autores que han pretendido abordar la comprensión del capitalismo en clave de la producción espacial. Destacando figuras como Henry Lefebvre y los clásicos de la teoría del imperialismo, Lenin y Rosa Luxemburg (p. 99).

Harvey propone el análisis de los ajustes espacio-temporales y de su rol en las contradicciones internas de la acumulación capitalista: la producción de excedentes –tendencia a la sobreacumulación y la caída de la tasa de ganancia. Los excedentes (de capital y trabajo) deben encontrar manera de ser absorbidos; una, la estudiada por Harvey, es la expansión geográfica y la reorganización espacial (p. 100).

El ajuste espacio-temporal y sus contradicciones

“El “ajuste” espacio-temporal […] es una metáfora de las soluciones a la crisis capitalistas a través del aplazamiento temporal y la expansión geográfica” (p. 102). Funciona como vía de absorción de capitales excedentes desplegándose en tres categorías:

a. El desplazamiento temporal a través de las inversiones de capital en proyectos de largo plazo o gastos sociales (educación, investigación, otros).

b. El desplazamiento espacial a través de la apertura de nuevos mercados, nuevas capacidades productivas y nuevas posibilidades de recursos y de trabajo en otros lugares.

c. Combinación de desplazamiento temporal y espacial como la infraestructura física para la realización de la producción y el consumo (parques industriales, puertos y aeropuertos, sistemas de transporte y telecomunicaciones y otros) (p. 100-101).

Esta reasignación de excedentes (espacio-temporal) está mediada por instituciones financieras o estatales capaces de otorgar crédito. Las reasignaciones pueden lograr ser productivas amortiguando la sobreacumulación, en caso contrario, puede agudizar la sobreacumulación manifestándose en la devaluación de los activos (dificultades de pago de deuda). Para Harvey en la historia del capitalismo el rol de este tipo de inversiones (ajustes espacio-temporales) han sido significativas en la estabilidad e inestabilidad del sistema (Dato Crucial 1).

Se hace una distinción importante entre las partes constitutivas del capital fijo. Compuesto por una parte “literalmente fijada en alguna forma física por un tiempo relativamente largo” (gastos sociales, infraestructura social, etc.); y otra parte “geográficamente móvil” (maquinaria, aviones, etc.). De aquí que “las expansiones, reorganizaciones y reconstrucciones geográficas a menudo amenazan los valores fijados en un sitio que aún no han sido realizados” (p. 102). Por ende “si el capital sobreacumulado no puede o no quiere moverse, permanece para ser directamente devaluado” (p. 103).

Una primera tesis de Harvey sobre el tema es que “el capital, en su proceso de expansión geográfica y desplazamiento temporal que resuelve la crisis de sobreacumulación a la que es proclive, crea necesariamente un paisaje físico a su imagen y semejanza en un momento, para destruirlo luego” (p. 103).

En el análisis del ajuste espacio-temporal entre estados-nación geográficamente delimitados señala que los excedentes (de trabajo y capital) deben ser enviados a otros territorios para una realización rentable y evitar la devaluación. Los excedentes en forma de mercancías pueden ser llevados a otros mercados con la condición de que el nuevo territorio de destino cuente con bienes intercambiables (dinero, reservas de oro u otros medios de pago). No obstante, advierte el autor, esto solo alivia la sobreacumulación en el corto plazo, “ya que se trata meramente de un cambio del excedente de mercancías por dinero o por otra forma-mercancía” (p. 103). En el caso en que el espacio receptor de excedentes no contara con tales bienes intercambiables se le suele suministrar crédito (deuda) o asistencia (Dato Crucial 2).

La alternativa de largo plazo es la exportación del excedente en forma de inversiones. “Dado que pueden transcurrir muchos años para que el capitalismo madure en estos territorios (si es que alguna vez lo hace) y comience a producirse sobreacumulación de capital, el país de origen puede esperar beneficiarse por un periodo considerable” (p. 104). El cuello de botella nuevamente aparece porque los nuevos espacios dinámicos de acumulación de capital terminan por generar excedentes que deben mandar a otras partes (Dato Crucial 3).

Finalmente el proceso ha desembocado en “la competencia internacional, que se intensifica crecientemente a medida que surgen múltiples centros dinámicos de acumulación de capital que compiten en el escenario mundial, en un marco de fuertes corrientes de sobreacumulación” (p. 105). En el desarrollo de este proceso en el que el ajuste espacio-temporal busca dar solución a la sobreacumulación, muchos capitales no tienen éxito en el largo ni el corto plazo, sucumbiendo a serias crisis de devaluación o el estallido de confrontaciones geopolíticas como guerras comerciales, monetarios o militares (destrucción del capital) (Dato Crucial 4).

Contradicciones internas

Harvey plantea que las formas que adquieren los ajustes espacio-temporales son resultado de la correlación de fuerzas de la lucha de clases. La alternativa de destinar los excedentes en alternativas “internas” temporales como aquellas inversiones estatales en beneficios sociales o redistribución del ingreso implica que la burguesía retroceda en la disputa política de preferir la alternativa de expandirse territorialmente hacia otros espacios “externos”, como lo fue el imperialismo del siglo XX (pp. 106-107).

Mediaciones institucionales para la proyección del poder en el espacio

“La forma que asumen las instituciones mediadoras es la de productoras, a la vez que producto, de la dinámica de la acumulación de capital” (p. 108). Los nodos de poder yacen en distintas escalas destacando el papel estatal, supraestatal (organismos económicos y financieros internacionales: OMC, FMI) y financiero. Poniendo como ejemplo el impacto que tuvo la desregulación bancaria y financiera estadounidense en los años setenta para sacar al país de la crisis y apuntalar su hegemonía. Con lo cual el poder económico estadounidense ha logrado abrirse paso en el exterior, impulsando políticas (neoliberales) de apertura de mercados y desregulaciones en el mundo (p. 108).

De esto último se destacan dos puntos:

1. El mito de la libre competencia como algo entre iguales, libre y abierta. De fondo solo incrementa la concentración de los grandes poderes de monopolios u oligopolios con severas consecuencias sociales, ecológicas, económicas y políticas (p. 108-109) (Dato Crucial 5).

2. Hay también una diferencia entre el libre comercio de mercancías y libre movilidad del capital financiero. Para Harvey el sistema financiero implica dos tipos de actividad, la productiva (como los flujos de crédito a inversiones productivas) y la improductiva (donde el dinero es utilizado para especular sobre los papeles financieros). Los grandes flujos especulativos tienen gran impacto sobre la dinámica general de la acumulación de capital.

“El modo en que esto ocurre depende de la forma dominante de las alianzas de clase de los países centrales, las relaciones de fuerza entre ellas en la negociación de los acuerdos internacionales y las estrategias político-económicas puestas en marcha por los agentes dominantes con respecto del capital excedente” (p. 110). Para el autor, la interconexión del mundo entre las instituciones financieras y gubernamentales está dominada por el complejo que denomina “Wall Street-Reserva Federal-FMI” que se ha servido de un vasto poder financiero acompañado, en ocasiones, de poder militar (pp. 110-111). El fin último de los acuerdos institucionales (alianzas de clases) es poner en marcha la reproducción ampliada capitalista. No obstante la alianza entre los poderes estatales y los aspectos depredadores del capital financiero son una acumulación “llevada por otros medios”.

Acumulación por desposesión

Para indagar sobre esta “acumulación por otros medios” (de rapiña y apropiación) Harvey retoma el “carácter dual” de la acumulación de capital señalado por Rosa Luxemburg (1913):

i. Por un lado, la producción de plusvalía. Aquella acumulación como “proceso puramente económico”. Opera en condiciones de “paz, propiedad e igualdad” (p. 111).

ii. Del otro lado las relaciones entre el capital y las formas de producción no capitalistas. Métodos: la política, el sistema de empréstitos internacionales, la guerra. Aparece “sin disimulo, la violencia” (p. 112). Acumulación “exterior” al sistema capitalista.

Se trata de “Dos aspectos de la acumulación […] ´orgánicamente vinculados´” (p. 112).

En un segundo momento, Harvey presenta los supuestos iniciales de la teoría general de la acumulación de capital de Marx para formular la existencia de dos tipos de acumulación:

i. La “acumulación […] como reproducción ampliada” (p. 112). Explotación del trabajo vivo y que desemboca en cada vez mayores niveles de desigualdad social, de inestabilidad y de crisis crónicas de sobreacumulación.

ii. Acumulación por desposesión. La “acumulación basada en la depredación, el fraude y la violencia”. Las prácticas “depredadoras” (acumulación primitiva/originaria) juegan un “rol permanente” y persistencia en la acumulación de capital.

Para Harvey, en la “acumulación originaria” formulada por Marx coexisten amplios procesos: mercantilización, privatización, expulsiones forzosas, desarrollo de derechos de propiedad exclusivos, supresión de formas de producción y consumo alternativas, apropiación de activos, monetización de intercambios, recaudación de impuestos, esclavos, usura, deuda pública y el sistema crediticio. Destacando que el “estado con su monopolio de la violencia y sus definiciones de legalidad, juega un rol crucial al respaldar y promover estos procesos” (p. 113).

El sistema crediticio y financiero, según el autor, es una de las puntas de lanza de la acumulación por desposesión, depredación, fraude y robos contemporáneos (acumulación por otros medios). Un rasgo del capitalismo contemporáneo. Impulsando el desarrollo de nuevos mecanismos de acumulación por desposesión: derechos de propiedad intelectual, la biopiratería, el pillaje del stock mundial de recursos energéticos, depredación de los bienes ambientales globales, tendencia creciente de mercantilización, la corporativización, privatización de activos previamente públicos como nuevos cercamientos de los bienes comunes.

“La acumulación por desposesión puede ocurrir de diversos modos y su modus operandi tiene mucho de contingente y azaroso. Así y todo, es omnipresente, sin importar la etapa histórica, y se acelera cuando ocurren crisis de sobreacumulación en la reproducción ampliada, cuando parece no haber otra salida excepto la devaluación” (p. 115).

Nuevamente Harvey conecta la búsqueda de ajustes espacio-temporales de excedentes con las formas de la acumulación por desposesión, el papel del estado y un nuevo imperialismo contemporáneo.

El “nuevo” imperialismo

Harvey retoma la periodización geográfica e histórica de Hannah Arendt sobre el imperialismo para plantear tres fases del dominio global burgués:

1. 1884-1945 como el “primer intento de dominio político global por parte de la burguesía”. Al termino del siglo XIX e inicios del XX los conflictos bélicos, el traslado del centro de poder de Gran Bretaña a Estados Unidos y el saqueo de recursos en el resto del mundo (acumulación por desposesión) son expresiones de los ajustes espacio temporales de los excedentes en los que estaban envueltas las naciones ricas (p. 116).

2. Una “segunda fase del dominio global burgués” se da con la segunda posguerra de 1945 hasta la década de los setenta, encabezada por Estados Unidos e impulsando un ajuste espacio temporal “interno” en “la expansión geográfica sistemática del sistema”, con desarrollo de infraestructuras (autopistas, urbanización, desarrollo de otras regiones) y controles sobre los flujos de capitales. Produciéndose un sólido crecimiento con la reproducción ampliada en el mundo capitalista en un marco de tensiones políticas por la denominada guerra fría (p. 116-117).

En los años setenta aparecieron las dificultades: presiones inflacionarias en el mercado mundial, erosión de las ganancias en los países centrales, ruptura de los acuerdos del Bretton Woods. En ese marco, los bancos estadounidenses ganaron el privilegio de reciclar los petrodólares en la economía mundial, permitiendo el repunte de la hegemonía estadounidense. Lo cual implicó un cambio en la correlación de poder dentro de la propia burguesía “en el que los sectores productivos perdieron poder frente a las instituciones del capital financiero” (p. 118).

3. Una tercera fase emerge con las dificultades para continuar la expansión y remediar los excedentes mediante la acumulación ampliada, es entonces cuando la acumulación por desposesión se convierte “en un rasgo mucho más central dentro del capitalismo global” (p. 118). Apropiación de activos en distintas economías por el capital financiero estadounidense mediante políticas estructurales impulsadas por organismos internacionales, ataques especulativos en las divisas por fondos de cobertura y pérdida de derechos a través de la privatización). El capital financiero estaba asociado con la emergencia de las corporaciones capitalistas transnacionales.

Para Harvey esto da forma a la emergencia de un nuevo imperialismo. Centrado en Estados Unidos y caracterizado por “sucesivas olas de acumulación por desposesión” (p. 120).

En la parte final del texto la discusión gira en torno los posibles estallidos de una crisis de sobreacumulación mundial y sobre una probable decadencia de la hegemonía estadounidense. Harvey retoma los trabajos de Braudel y Arrighi respecto la hipótesis de que “una poderosa ola de financiarización puede ser el preludio de una transferencia del poder dominante de un hegemon hacia otro” (p. 120). Estados Unidos enfrenta grandes desequilibrios en la balanza de pagos y las crecientes resistencias antiglobalización en el mundo. Las alternativas para Estados Unidos, según nuestro autor, son: la adaptación de una redistribución masiva de riqueza buscando absorber excedentes a través de ajustes temporales internos y/o aplicar algún programa de austeridad dictado por el FMI. Se menciona que lo más probable es que Estados Unidos se oponga ferozmente ante el cambio de poderes, por lo cual el uso de las fuerzas armadas puede ser otra opción (pp. 120-121). Un recurso estratégico en disputa son las reservas de petróleo en el mundo.

En un momento de grandes sobreexcedentes a nivel mundial y la “ausencia de una fuerte revitalización de la acumulación sostenida a través de la reproducción ampliada, esto implicará una profundización de la política de acumulación por desposesión en todo el mundo, con el propósito de evitar la total parálisis del motor de la acumulación” (p. 122).

Harvey señala que la acumulación por desposesión puede ser contrarrestada por los levantamientos de aquellos amenazados por ésta, abriendo paso entonces a la posibilidad de una depresión deflacionaria de los activos estadounidenses (al no encontrar otros ajustes espacio-temporales “externo” ni vía la acumulación por desposesión).

Otra alternativa sería “una política de redistribución de riqueza […] centrada en la total reorganización de las infraestructuras físicas y sociales e la nación, que absorba el capital y el trabajo ocioso en tareas socialmente útiles, distintas de aquellas puramente especulativas” (p. 123).

Para Harvey lo único cierto es que “estamos en el medio de una transición […] donde hay una variedad de fuerzas en movimiento” (p. 124) en un contexto de recesión generalizada.

Datos cruciales: 

1. Poniendo como ejemplos de ajustes espacio temporales: la crisis de 1973 con el colapso de los mercados inmobiliarios; la bancarrota de Nueva York en 1975; la década de estancamiento en Japón en los noventa con el estallido de la burbuja especulativa en tierras, propiedades y otros activos; y la recesión generalizada en 2001 (pp. 101-102).

2. Casos históricos abundan. Destaca Gran Bretaña al forzar a la India o a China en el siglo XIX en la apertura comercial. También los créditos concedidos por los ingleses a Argentina en el siglo XIX, o los excedentes de Japón en forma de crédito a los estadounidenses para incentivar el consumo de bienes japoneses en la década de los noventa. El apoyo de Estados Unidos mediante el Plan Marshall para Europa y Japón vio claramente su propia seguridad económica en la revitalización de esos lugares.

3. A finales de los sesenta Japón y Alemania se vuelven competidores de Estados Unidos (impulsados anteriormente con capital excedente de éste). Otros territorios exitosos destaca la emergencia del Este y Sudeste asiático (Corea del Sur, Taiwán, Singapur y recientemente China) por préstamos e inversiones externas masivas (particularmente provenientes de Estados Unidos).

4. Harvey interpreta las dos grandes guerras mundiales del siglo XX como manifestaciones destructivas de capital en un esfuerzo agresivo y “siniestro” de reorganizar la sobreacumulación de capitales individuales que buscan soluciones espacio-temporales para sus propios excedentes.

5. Casi dos tercios del comercio exterior actual se concentran en transacciones dentro de y entre las mayores corporaciones transnacionales (p. 109).

Nexo con el tema que estudiamos: 

La propuesta de Harvey tiene grandes alcances que valdría la pena observar y retomar con cuidado. Sin duda los ajustes espacio-temporales señalados por el autor, son un rasgo esencial del desarrollo histórico de la acumulación capitalista. Y más visible en las formas “violentas” y “agresivas” en las que se intensifican en momentos de agudas crisis de sobreacumulación (acumulación por desposesión). Además Harvey destaca la importancia de las mediaciones por la lucha de clases en las formas que adquieren las instituciones y el estado para terminar por darle forma al tipo de ajuste espacio-temporal específico.

Para polemizar con el autor señalaremos dos puntos que consideramos importantes para la reflexión en colectivo:

1. La problemática teórica sería suponer que el proceso de escisión o de violencia en la acumulación capitalista formulada por Marx solo fue planteado en la acumulación originaria. Para Marx el momento fundante de la escisión es la acumulación originaria, pero este fenómeno no deja de existir, al contrario se vuelve proceso (Marx, 1867).

2. Segundo, lo sugerente pero caótico de llamar esa “acumulación por otros medios” como “acumulación por desposesión”; inmediatamente lleva consigo su opuesto: acumulación sin desposesión, lo cual sería una contradicción en sus propios términos, pues como punto de partida no existe una acumulación que no conlleve en sí misma un despojo, apropiación (Marx, 1857-58). Por ende el término “acumulación por desposesión” termina por ser desvirtuase al ser una mera tautología.

El fenómeno no deja de ser menos cierto al ser poco preciso su nombramiento. Sin duda procesos sistemáticamente violentos caracterizan la acumulación contemporánea (lo cual no implica que en algún momento dejó de ser violenta), y su papel en la reconfiguración de la hegemonía mundial es algo que hay que mantener en constante reflexión.