Suelos fértiles para la guerra –el verdadero plan que subyace a la reconstrucción agrícola en Afganistán e Irak

Cita: 

GRAIN [2009], “Suelos fértiles para la guerra –el verdadero plan que subyace a la reconstrucción agrícola en Afganistán e Irak”, GRAIN, 25 de marzo, https://www.grain.org/article/entries/143-suelos-fertiles-para-la-guerra...

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Marzo, 2009
Tema: 
Las guerras en Afganistán e Irak, oportunidades para las empresas agrícolas estadounidenses
Idea principal: 

GRAIN es una organización internacional sin fines de lucro que trabaja apoyando a campesinos y agricultores en pequeña escala y a movimientos sociales en sus luchas por lograr sistemas alimentarios basados en la biodiversidad y controlados comunitariamente. Producen investigaciones y análisis independientes, impulsan redes a nivel local, regional e internacional, y favorecen nuevas formas de cooperación y construcción de alianzas. Casi todo nuestro su trabajo se orienta hacia África, Asia y América Latina y se concreta en esas regiones.

En este informe se analizan algunos de los mecanismos que tras las guerras del siglo XXI ha utilizado el gobierno de Estados Unidos en Afganistán e Irak, a fin de impulsar políticas neoliberales y dar entrada a los agronegocios estadounidenses, de mano de los programas de cooperación para el desarrollo y la intervención de diversas agencias internacionales.

Una vez que la guerra devasta los territorios de países invadidos como Afganistán e Irak, enseguida comienzan a llegar los programas de “ayuda externa” por parte del mismo país invasor, demostrando que la guerra tiene como uno de sus objetivos principales la apertura de mercados a los que anteriormente se tenía acceso de manera restringida. En este informe se muestra cómo funcionan estos dispositivos económico-militares en el sector agroalimentario.

Afganistán: alimentos y bombas

“En la guerra de Afganistán, las bombas y los alimentos forman parte de un mismo paquete”. Una muestra de ello es que Estados Unidos, una vez que había ocupado aeropuertos estratégicos afganos como el de Shindad, ubicado al occidente del país, al mismo tiempo que lanzaba desde ahí un ataque armado en 2008 que mató al menos 88 civiles inocentes, establecía en el mismo sitio un centro de capacitación agrícola, el cual, de acuerdo con testimonios de un miembro de las Fuerzas Especiales estadounidenses: “tiene muchos efectos positivos para las tropas y la población local”, “nos permite construir un vínculo con los pobladores mediante la educación y el empleo; de este modo, tendrán menos razones para pensar dos veces antes de permitir que las fuerzas anti-afganas entren en su vida y la influyan de manera negativa. En sí misma, la presencia de este centro agrícola es una medida de seguridad”. El centro está equipado con laboratorios, aulas, estanques, criaderos de peces, viñedos y huertas, y existía el plan para construir una estación meteorológica.

En declaraciones de otros oficiales estadounidenses, este centro también les permitiría fortalecer la producción agrícola de exportación de la zona y contribuiría a disuadir a los agricultores de continuar sembrando amapola, cultivo que se extendió por generar mejores ingresos que los alimentos.
El vínculo con las agroempresas es otro de los elementos centrales en estas invasiones. Uno de los proyectos lo lanzó en 2003 la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), conocido como Programa de Reconstrucción de los Mercados Agrícolas de Afganistán (RAMP). En tres años debía ejecutarse en 13 provincias bajo dos objetivos centrales: aumentar la productividad agrícola y vincular las comunidades con los mercados.

Con este programa se han beneficiado diversas empresas estadounidenses, una de ellas es Chemonics Inc, en el sudoeste de Afganistán, donde la USAID contrató a la empresa para la construcción de un centro agrícola en las afueras de la ciudad de Lashkar Gah, provincia de Helmand, zona de intenso conflicto con los talibanes. De acuerdo con el informe, Chemonics es una empresa internacional especializada en el desarrollo del sector privado y la agricultura. Se fundó en Washington en 1975 y desde entonces la USAID ha sido su cliente principal. Su presidente afirmó: “En Chemonics nos enorgullece ser parte del renacimiento de la agricultura y las empresas en Afganistán”. La empresa también afirmó que se había rechazado el punto originalmente elegido para el centro agrícola, ya que se habían “recibido instrucciones” de que “por razones estratégicas militares y de seguridad”, el centro debía establecerse en el aeródromo de Lashkar Gahn, bajo el control del ejército británico. Grain afirma que “queda claro que la línea divisora entre los objetivos militares y de ayuda es borrada deliberadamente”.

A Chemonics también se le encargó el Programa de Aceleración de la Agricultura Sustentable (ASAP) de 2006-2010, con el que se buscaba fortalecer el papel del capital privado en la agricultura y mejorar la capacidad de apoyo del Ministerio de Agricultura. Otras empresas estadounidenses beneficiadas son Valmont Industries Inc., que fue contratada para proveer equipos mecánicos de riego; y CDM, que abastece de recursos técnicos para proyectos hidráulicos y de riego. Ambas empresas participan en proyectos para extender la agricultura por contrato.

La presencia de las empresas agrícolas en puntos militares estratégicos es un intento para legitimar las bases militares de una fuerza de ocupación. La ayuda alimentaria no es para que los pobladores afganos recuperen sus antiguas habilidades agrícolas, al contrario, mediante la implementación de una supuesta “reconstrucción agrícola”, se destruyen los sistemas alimentarios tradicionales al imponer cultivos que no en pocas ocasiones, son ajenos al consumo de la cultura afgana.

Las agroempresas crecen en el campo de batalla

Actividades militares y agrícolas han ido trabajando conjuntamente. Los Equipos de Reconstrucción Provincial (PRT) que involucran estrategias agrícolas, explicó el comandante general del Ejército de Estados Unidos, King E. Sidwell: “Permite hacer amigos allí donde de otro modo sería imposible hacerlos”.

“Mientras la reconstrucción agrícola facilita las operaciones militares de Estados Unidos y la OTAN, las operaciones militares impulsan la agenda de prioridades de las agroempresas estadounidenses y extranjeras, al generar un contexto donde puedan fácilmente presionar al gobierno a que adopte políticas neoliberales. La guerra les brinda a las agroempresas un mercado lucrativo a corto plazo en la floreciente industria de la ‘reconstrucción’, y una oportunidad para integrar, a largo plazo, a Afganistán en sus mercados y cadenas productivas globales”.

Uno de los agronegocios más importantes en esta guerra y la de Irak es el de las semillas. A Afganistán llegaron múltiples tipos de variedades extranjeras de semillas, a través de empresas que estaban probando la potencialidad de los mercados de futuros, especialmente desde 2002 que se puso en marcha una experiencia internacional que reunió 34 organizaciones tras la bandera del Grupo Consultivo sobre Investigaciones Agrícolas Internacionales (CGIAR), con el auspicio económico de Estados Unidos y Australia. Se constituyó entonces un consorcio de futuras cosechas para reconstruir la agricultura en Afganistán (conocido como Future Harvest Consortium to Rebuild Agriculture in Afghanistan, o FHCRAA), que funcionó por cerca de un año, en el cual se distribuyeron toneladas de semillas de trigo que no corresponden con el patrimonio y consumo de la población. De hecho, una parte de las ayudas a los pueblos se entrega mediante semillas, mientras que no existe una protección suficiente para las variedades locales. Tras la guerra se estableció un nuevo marco legal que ha terminado por legitimar progresivamente la privatización de las semillas.

La reconstrucción de Irak

Este país es conocido como la cuna de la agricultura. A partir de la ocupación fue posible convertir a Irak en el mercado principal de exportaciones estadounidenses de trigo duro de invierno y de arroz. “Irak es un mercado de 1 500 millones de dólares al que las empresas estadounidenses no podían acceder antes de la invasión, debido a sanciones.”

Una de las medidas para asegurar el mercado agrícola iraquí, consistió en traer desde los primeros años de ocupación a Dan Amstutz, antiguo ejecutivo de Cargill y operador veterano en las delegaciones de comercio estadounidenses, para estar a cargo del sector agrícola en Irak. Este empresario dirigió el Programa de Reconstrucción y Desarrollo Agrícola de Irak (ARDI), de USAID. El propósito fue acelerar “la transición de un sistema de comercio y producción reglamentado, a una economía de mercado donde los agricultores y las agroempresas sean capaces de asumir riesgos y obtener ganancias”. El ARDI, hacía un manejo político con el trigo, mediante una estrategia de “terapia de shock” de Estados Unidos para la economía de Irak, que abrió las puertas del mercado agrícola a las empresas.

Una vez concluido el ARDI, en 2006 USAID lanzó dos nuevos programas: el Programa Inma de Agronegocios, con un valor de 343 millones de dólares, e Izdihar (Generación de Empleo y Crecimiento del Sector Privado de Irak). Quien ejecuta ambos programas es el Grupo Louis Berger Inc., una de las consultoras de desarrollo e infraestructura más grandes del mundo, con la finalidad de allanarle el camino a las inversiones de las agroempresas en la industria alimentaria.

A pesar de las limitaciones con las que se topó Estados Unidos en este país, como las leyes de la Convención de Ginebra, y otras, la Autoridad Provisional promulgó un conjunto de políticas neoliberales de grandes impactos. En enero de 2009, el presidente de la Cámara de Industria de Irak confirmaba que desde 2003 habían cerrado 90 por ciento de las industrias del país. Estados Unidos ha aplicado a Irak un modelo agrícola similar al de Afganistán, pero en una escala mayor. Con una orden ejecutiva, la Autoridad Provisional abolió los subsidios agrícolas y abrió el mercado agrícola nacional, por lo que comenzaron a ingresar un importante número de importaciones abaratadas, en tanto la producción local de alimentos se colapsó.
La modificación de semillas se colocó como una ley prioritaria. Mientras en Afganistán fue el gobierno central quien promulgó las nuevas leyes, en Irak los derechos de los agricultores a guardar sus semillas se eliminaron de un tajo por la Orden 81, durante los últimos días del mandato de la Autoridad Provisional de la Coalición Estadounidense.

En Irak también operan los Equipos de Reconstrucción Provincial, se establecieron en 2005 bajo orden de Condolezza Rice, tomando como ejemplo los que ya operaban en Afganistán, y se vislumbra que para aparentar una retirada del ejército estadounidense, muchos efectivos militares pasarían a formar parte de estos equipos que están clasificados en funciones civiles, pero que en realidad realizan un papel de contrainsurgencia muy importante. En Irak, el ejército invasor está implicado en el restablecimiento de “sindicatos de agricultores” que anteriormente estaban bajo el control del gobierno central, y ahora están siendo utilizados para distribuir ayuda de semillas, plaguicidas y maquinaria.

Conclusiones

Las estrategias de poderes “duro” y “blando” que ha aplicado Estados Unidos en Afganistán e Irak son parte de un programa que se extiende a otras partes del mundo, por ejemplo a África una vez que creó el Comando África (Africom). La tendencia que debe visibilizarse es que “hoy Estados Unidos gasta unas 30 veces más en operativos militares en el mundo que lo que gastan el Departamento de Estado y USAID conjuntamente en diplomacia y desarrollo”.

Es más, dice el informe, “el Pentágono controla ahora más de 20 por ciento del presupuesto que asigna Estados Unidos a la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD)”. Es importante entender cómo funcionan estos mecanismos de “ayuda”, que en el fondo tienen el propósito de fortalecer al país donante y mantener su dominio hegemónico.

Datos cruciales: 

- De 2003 a 2009, un total de 25 Equipos de Reconstrucción Provincial (PRT por sus siglas en inglés) financiados por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) se habían desplegado por todo Afganistán para dar capacitación en técnicas agrícolas. Por lo general, un PRT consta de 60 a 250 militares, un oficial de campo de USAID y un funcionario político del Departamento de Estado estadounidense.

- Mediante el programa de Reconstrucción de los Mercados Agrícolas de Afganistán, la USAID contrató a la empresa Chemonics Internacional Inc. la construcción del aeródromo y el centro agrícola en la provincia de Helmand, además de otra serie de contratos por un valor total de 600 millones de dólares, para una “evaluación socio-económica” y de “seguridad alimentaria”.

- La soya nunca se había cultivado en Afganistán, no formaba parte de la dieta tradicional en este país, pero se creó un programa para supuestamente luchar contra la desnutrición, que ha realizado cambios de fondo. USAID le brindó financiamiento a la organización Nutrition and Education (NEI), creada por Nestlé, para enseñarle a los afganos a plantar y comer soya. NEI está vinculado a la Iniciativa Mundial de la Soya para la Salud Humana (WISHH), fundada por la Asociación Estadounidense de Cultivadores de Soya (ASA) en el año 2000, para distribuir gratuitamente leche de soya a embarazadas y niños en el mundo subdesarrollado. WISHH trabaja con la Asociación de Molineros de Norteamérica (NAMA), entre cuyos miembros están los gigantes globales ADM, Bunge y ConAgro. En Afganistán, NEI trabaja con la empresa semillera Stine, de Iowa (EUA), y con la empresa semillera Gatewaw, de Illinois (EUA), que le abastecen semillas de soya transgénica Roundup y herbicida Roundup-Ready para venderle a los agricultores. Según NEI, en 2005 se distribuyeron dos toneladas de soya transgénica en Afganistán.

Trabajo de Fuentes: 

Perry, Anna [2008], "Afghan Agricultural Center Contributes to Better Security", Amercian Forces Press Service, 3 de julio.

Dennis, J. et al. [2002], "The Planning of Emergency Seed Supply for Afghanistan in 2002 and Beyond", Documento elaborado para la Conferencia de Tashkent.

Landers, Jim [2009], "Texas troops combat Afghan insurgents with farming plan", Dallas Morning News, 1 de febrero.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Este artículo visibiliza uno de los principales objetivos de mercado que tienen las ocupaciones como las de Afganistán e Irak. La necesidad permanente de Estados Unidos de tener un enemigo, en este caso al terrorismo internacional, permite a este país hacer una guerra que tiene como propósito fundamental, no sólo la apropiación de los recursos naturales, sino también la apertura de mercados para sus empresas. El papel de la agricultura es estratégico porque se vincula con cuestiones vitales para la población, pero también porque entre las empresas globales más beneficiadas se encuentran las del sector agroalimentario. En este artículo se puede entender claramente que en muchas ocasiones los mercados sólo pueden abrirse a través del uso del aparato militar de guerra, así como de las agencias de ayuda y cooperación, en tanto que las consecuencias para las poblaciones son muy costosas.