La proliferación de las tecnologías de la información ha introducido cambios en las relaciones de propiedad de las mercancías: las empresas han impuesto diversas restricciones en el uso, modificación y reparación de sus productos. Un ejemplo típico es la prohibición de Tesla para que sus automóviles se incorporen a servicios como Uber.

Tales restricciones buscan proteger derechos de propiedad, impedir cambios que afecten al ambiente o el funcionamiento erróneo. Otras restricciones trasladan el control hacia los fabricantes e impiden las reparaciones; también permiten la obsolescencia programada haciendo más caras las mercancías. El campo de la privacidad es particularmente delicado pues muchos productos compilan información sobre los usuarios y sus entornos físicos, sin informar y creando riesgos potenciales para los usuarios. Se cita el ejemplo de iRobot, una aspiradora automática que hace un mapa digital de los espacios, que podría ser vendido a empresas de publicidad.

Frente a estas restricciones en Estados Unidos ha surgido el movimiento "Derecho a reparar" (Right to repair) que reivindica el derecho de propiedad sobre los productos como posibilidad de modificar y controlar la mercancía una vez adquirida. Existen también algunas iniciativas para matizar las restricciones que imponen los fabricantes a sus productos así como para favorecer la existencia de empresas independientes de reparación.

El artículo concluye que la propiedad no desaparece pero está cambiando; las restricciones actuales desafían la libertad del comprador para hacer lo que desea con las mercancías adquiridas.