Biting the bullet. China sets its sights on dominating sunrise industries. But its record of industrial-policy successes is patchy

Cita: 

The Economist [2017], "Biting the bullet. China sets its sights on dominating sunrise industries. But its record of industrial-policy successes is patchy", The Economist, London, 23 de septiembre, https://www.economist.com/news/finance-and-economics/21729442-its-record...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Septiembre 23, 2017
Tema: 
Las pretensiones por parte de China de consolidarse en las industrias de punta
Idea principal: 

Recientemente se inauguró en China el tren bala para distancias largas más rápido del mundo, que va de Beijing hacia Shanghái a 350 kilómetros por hora. Hace apenas una década comenzaron a rodar los trenes de alta velocidad en China; hoy, más de 20 mil kilómetros de vías para trenes de alta velocidad recorren China, más de lo que hay combinado en el resto del mundo. La construcción de esta red de vías férreas para trenes de alta velocidad no hubiera sido posible sin un gobierno fuerte. “El estado proporcionó fondos para investigación, tierra para las vías, ayuda para las compañías ferroviarias que operan con pérdidas, subsidios para los fabricantes de equipo y, lo más controversial, incentivos para que las empresas extranjeras compartieran sus secretos comerciales”.

Los trenes de alta velocidad son un buen ejemplo sobre la forma en que el gobierno chino opera al identificar las industrias que son prioritarias y al asignar dinero y herramientas de política para impulsarlas. China está desplegando “una nueva generación de políticas industriales” que abarcan una gran variedad de sectores. Esta situación está generando a la vez asombro y temor en todos lados ante la posibilidad de que las empresas chinas dominen "todo desde la robótica hasta la inteligencia artificial". No obstante, aunque sus logros son notables, la política industrial del gobierno chino ha tenido también importantes carencias y fallas, en particular en áreas como la manufactura de autos y de semiconductores.

La amplitud y el peso de la política industrial de China no tienen parangón. A lo largo de las últimas décadas, el gobierno se ha concentrado en el impulso de diversas industrias que han sido consideradas estratégicas y que van desde la producción de acero y de petroquímica hasta la biotecnología y la generación de energías alternativas. Hace dos años, se lanzó el esquema “Hecho en China 2025” –inspirado en el modelo alemán “Industria 4.0”–, en el que se especifican diez sectores que son el corazón de la planeación del gobierno chino y que incluyen la industria aeroespacial, los nuevos materiales y el equipamiento agrícola. “El resultado es una aproximación amplia en la que el gobierno intenta dar forma a los resultados en sectores importantes de la economía, tanto nuevos como viejos”.

Asimismo, uno de los aspectos más polémicos del plan “Hecho en China 2025” es que se traza objetivos sobre la participación de mercado que se proyecta tendrán las empresas chinas en cientos de industrias tanto en el interior como en el exterior y que establece objetivos de contenidos locales para muchos de estos sectores. Esta práctica por parte del gobierno chino ha despertado un gran malestar internacional pues las reglamentaciones que pretenden establecer determinados porcentajes de contenido local por parte de los gobiernos están estrictamente prohibidas por la Organización Mundial del Comercio. Sin embargo, China ha ignorado recurrentemente esas prohibiciones.

Otra práctica que ha provocado quejas generalizadas es que China oculta mucha de la ayuda estatal que es ilegal a la industria. “Desde 2011, Estados Unidos ha solicitado formalmente información sobre más de 400 subsidios chinos no reportados”. Esta situación produce grandes frustraciones entre los participantes en el comercio mundial, pues la OMC no ha podido limitar a China dado que esta organización no está diseñada para lidiar de forma efectiva con una economía gigante que tiene una política industrial extremadamente activa.

“Los competidores extranjeros ven a China como una máquina bien aceitada y se preocupan ante la posibilidad de perder sus negocios no sólo en China sino en todo el mundo”. Las grandes economías exportadoras como Corea del Sur y Alemania son las que tienen mayores preocupaciones.

Aunque el récord del gobierno chino en la promoción de industrias es sobresaliente, no es perfecto. En áreas como la producción de semiconductores y la industria automotriz los resultados de la política industrial han sido decepcionantes pues no se han logrado las transferencias de conocimiento ni se ha impulsado de forma efectiva la innovación. Además, en las “viejas” industrias se corre el riesgo de que se produzca una saturación que conduzca al exceso de capacidad instalada, como ya sucedió en la producción de acero y de carbón.

“Cuando cuatro factores –tecnología extranjera, capacidades internas, demanda de mercado y dinero gubernamental– vienen juntos, la política industrial de China puede ser despiadadamente efectiva”. Un claro ejemplo de ello es lo que sucedió en la construcción de la red de trenes de alta velocidad que inició en 2004, cuando el gobierno ofreció jugosos contratos a las empresas extranjeras de ingeniería que compartieran su know how. Aunque algunas empresas se resistieron al principio, el tamaño del mercado chino y el temor de quedar fuera de éste llevaron a que las empresas extranjeras participaran. Muy pronto las empresas chinas absorbieron la tecnología y sólo unos años después la mejoraron sustancialmente. Es incierto si este éxito podrá ser replicado en todos los sectores considerados en la iniciativa “Hecho en China”, sobre todo porque en algunas de esas industrias las empresas extranjeras son más celosas y reservadas con sus secretos. “Pero sería imprudente apostar en contra de que China tenga éxito en al menos algunas de ellas”.

Datos cruciales: 

En la actualidad, más de 20 mil kilómetros de vías para trenes de alta velocidad recorren China; esto es más de lo que hay en el resto de los países combinado.

Nexo con el tema que estudiamos: 

En un contexto de estancamiento en la acumulación de capital y lento crecimiento económico en los países capitalistas más desarrollados, China se ha convertido en el país más dinámico del mercado mundial. La importancia de China ya no radica sólo en la baratura de su fuerza de trabajo sino –cada vez más– en la innovación y desarrollo de las industrias que se ubican en la vanguardia tecnológica. La estrategia que ha seguido el estado chino ha consistido en asumir la creación de infraestructura y las industrias “viejas”/básicas, dejando que los empresarios privados chinos se encarguen –con una alta dosis de estímulos, subsidios y apoyos– del desarrollo científico y tecnológico de las nuevas industrias de punta.

Ante esta estrategia, el semanario británico The Economist mantiene una posición ambivalente: por un lado, parece estar fascinado con el acelerado crecimiento económico de China y con su pujante desarrollo tecnológico; por el otro, condena aquello que posibilita esta dinámica de innovación y crecimiento: la intervención estatal. Este será probablemente uno de los principales dilemas del pensamiento liberal en las próximas décadas frente al previsible fortalecimiento y consolidación de China en el mercado mundial.

Es importante notar que el estado chino está concentrando sus inversiones en sectores estratégicos para la consolidación de su presencia y de su poderío económico y tecnológico a nivel mundial: energías renovables, tecnologías agrícolas, inteligencia artificial, entre otras. La disputa por la hegemonía mundial apenas comienza.