The new Gulf war. How Yemen became the most wretched place on earth. A report from a conflict zone the world ignores

Cita: 

The Economist [2017], "The new Gulf war. How Yemen became the most wretched place on earth. A report from a conflict zone the world ignores", The Economist, London, 2 de diciembre, https://www.economist.com/news/briefing/21731820-report-conflict-zone-wo...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Diciembre 2, 2017
Tema: 
La guerra civil en Yemen
Idea principal: 

Yemen es un país geoestratégico -por las rutas comerciales que lo atraviesan- codiciado por diversas potencias extranjeras. Sin embargo, esta situación no ha podido ser aprovechada para beneficiar a los yemeníes debido tanto a los intereses nacionales como a los internacionales. Así, el país también ha sido un territorio donde prevalecen las carencias sociales. De hecho, antes de que estallara la guerra entre rebeldes houthis[1] y las fuerzas gubernamentales, Yemen ya era el país más pobre de la región del Medio Oriente, por lo que el conflicto que inició en 2014 sólo ha acumulado y agudizado la pobreza e inseguridad que sufren los habitantes de dicho Estado.

Después del inicio del conflicto, la situación se ha convertido en la peor crisis humanitaria de acuerdo con Naciones Unidas: el sistema de educación, el hídrico y el sanitario han sido destruidos; el país ha sufrido el mayor brote de cólera en la historia moderna y ahora está a un paso de sufrir la hambruna más severa que el mundo ha visto en décadas. A pesar de esto, la crisis en Yemen ha pasado desapercibida a nivel internacional y ninguno de los grupos en el país ha tenido la fuerza suficiente para consolidar la unión del estado.

A través de su historia, Yemen ha enfrentado conflictos bélicos en más de una docena de ocasiones. Con la división del país en 1960 (Yemen del Sur, como estado socialista y Yemen del Norte como estado capitalista) se sentaron algunos de los antecedentes del problema actual. Las tensiones entre las dos partes se terminaron en 1990 con la reunificación del país, que tuvo por objetivo atraer inversiones extranjeras y aumentar la producción petrolera.

En 1994 estalló una nueva guerra civil entre las antiguas fuerzas armadas de Yemen del Norte y Yemen del Sur, en la cual las fuerzas del Norte salieron victoriosas. Entre las consecuencias de esta guerra está el fortalecimiento político del presidente Ali Abdullah Saleh, la represión de la población local y el robo de miles de millones de dólares de los fondos estatales por parte de Saleh (mientras que la mayoría de los yemeníes tenía que sobrevivir con 3 dólares al día).

Los zaydis, que concentran casi al 40% de la población en Yemen, fueron uno de los grupos más afectados por las políticas gubernamentales a pesar de que Saleh pertenecía a dicha asociación. En 1990, los houthis se desprendieron de los zaydis como consecuencia de su irritación por la influencia que Arabia Saudí y Estados Unidos estaban ejerciendo en el país. Para contener y justificar la represión en contra de este grupo, el gobierno de Saleh acusó a los houthis de querer derrocarlo, lo que resultó en diversas disputas desde 2004 hasta 2010.

Durante las llamadas primaveras árabes (2011), la oposición al gobierno de Saleh en territorio yemení aumentó considerablemente, por lo que los Estados del Golfo Pérsico presionaron para que el presidente de Yemen renunciara al poder. Así, Saleh fue sucedido por su vicepresidente Hadi. Para 2014, Naciones Unidas ideó un plan para hacer que Yemen tuviera un sistema federal y fomentar que el parlamento estuviera dividido entre representantes del Norte y del Sur. No obstante, los houthis desconfiaban del gobierno y no visualizaron cambios en sus condiciones sociopolíticas y económicas, por lo que no aceptaron el acuerdo.

Saleh, por su parte, quería recuperar el poder o al menos colocar a su hijo a la cabeza del país, lo que obstaculizó aún más las negociaciones. En 2014, Islah, un partido islamista afiliado a los Hermanos Musulmanes, también comenzó a tomar poder en el país, por lo que Saleh y los houthis formaron una alianza para controlar a las fuerzas de Islah. Ya para 2015 los rebeldes tomaron el control de toda la capital y posteriormente también dominaron Adén.

Con el apoyo iraní y el de las fuerzas de Ali Abdullah Saleh, los houthis se dirigieron al sur tomando control de otras regiones y haciendo que el entonces presidente yemení, Abd Rabbo Mansour Hadi, huyera primero a Adén y después a Arabia Saudí. Posteriormente, Hadi solicitaría al gobierno saudí la entrada de sus fuerzas armadas a Yemen para expulsar a los rebeldes houthis de las zonas que controlaban en ese momento. De tal suerte, Muhammed, el príncipe saudí, organizó una coalición integrada por Egipto, Marruecos, Jordania, Sudán, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Bahrein e inició los ataques aéreos y marítimos en territorio yemení en marzo de 2015. Un mes después, Arabia Saudí declaró el fin de la campaña. No obstante, la guerra apenas estaba por comenzar.

La coalición sacó a los houthis del Sur, pero no los pudo expulsar del Norte, por lo que la nueva estrategia fue hacer que los habitantes de esta zona murieran de hambre. Los ataques de la coalición han estado destinados principalmente a fábricas y almacenes de alimento, así como a cualquier punto de contacto con el exterior (caminos, aeropuerto, grúas de puertos, etc.). Los bombardeos se complementaron con políticas de bloqueo, las cuales han generado desabasto de combustible en el norte del país y en la paralización de las estaciones de bombeo de agua, provocando el mayor brote de cólera de la era moderna, el cual se ha maximizado por la estrategia de limitar la entrada de la medicina para curar el cólera. Además, Amnistía Internacional ha acusado a la coalición de atacar personas y zonas civiles de manera deliberada y de usar armas de poca precisión como las bombas de racimo.

Como consecuencia de los bombardeos realizados por los aviones saudíes, asesorados por las fuerzas estadounidenses y británicas, la infraestructura yemení se encuentra completamente destruida. El objetivo principal de las fuerzas saudíes y de Occidente es el aplastamiento del levantamiento houthi. Así, la guerra en Yemen es parte del derramamiento de las tensiones entre Arabia Saudí y sus aliados, e Irán, lo cual también ha repercutido en Siria, Líbano e Irak. Arabia Saudí teme que los houthis se conviertan en otro grupo chiíta que cuestione su liderazgo en la región. A pesar de que Estados Unidos ha descartado que los houthis sean controlados por Irán, no se descarta la posibilidad de que sean dotados de armas por el gobierno iraní.

En teoría, Naciones Unidas monitorea el ingreso de barcos y aviones con combustibles, medicinas y alimentos a Yemen para asegurarse de que no entren armas en la región norte. Sin embargo, la coalición tiene un mayor control e incluso en noviembre bloqueó por completo la entrada de bienes a los puertos del Norte, agudizando el cerco que ya había instaurado. La escasez de combustible ha impedido el bombeo de agua, por lo que muchos yemeníes han tenido que tomar agua sucia, lo que ha resultado en brotes de cólera. La entrada de medicinas también está obstruida. De hecho, a pesar de que ha habido miles de muertes causadas por bombas o balas, la mayoría de los decesos en Yemen son resultado de la escasez de comida y medicinas derivadas de dichos bloqueos.

Sin embargo, también los houthis y las fuerzas de Saleh han realizado ataques indiscriminados, retenido la ayuda e impulsado la guerra. En 2016, el presidente Hadi trasladó el banco central de Saná a Adén, justificando la acción por el robo de dinero encabezado por los houthis. Asimismo, dejó de pagar los salarios al servicio público del Norte. Como consecuencia de la falta de bienes y recursos en el Norte, muchas escuelas y hospitales han cerrado en la zona.

La situación en el Norte se ha complicado debido a que los houthis no parecen tener una agenda política. Además, el fin de la disputa es lejano frente a los intereses extranjeros: Arabia Saudí posee las capacidades suficientes para continuar el conflicto y Estados Unidos apoya a su gran aliado. De hecho, Trump prometió que su país vendería 110 mil millones de “hermosas” armas para contener a los houthis. Gran Bretaña y Francia también se han beneficiado de la disputa por medio de la venta de armas a Arabia Saudí. Por esa razón, en 2015, estos tres países bloquearon una resolución de Naciones Unidas para estudiar los abusos de la guerra.

Naciones Unidas ha organizado tres mesas para negociar la paz, pero Hadi siempre ha condicionado cualquier acuerdo a cambio de que los houthis se desarmen y salgan de las zonas que tienen bajo control. Por su parte, los houthis se quejan de que Naciones Unidas sólo los ha condicionado a ellos para alcanzar la paz. Incluso, este grupo ha atacado a comitivas de la organización en rechazo a sus acciones y postura en el conflicto.
Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí (las principales fuerzas de la coalición en Yemen) han tenido alianzas con grupos salafistas, secesionistas del sur y otras milicias a las que se les ha acusado de tener contactos con grupos como Al-Qaeda de la Península Arábiga. En este contexto, Hadi no parece tener un futuro alentador. Además, la alianza entre los houthis y Saleh se ha roto por las negociaciones que ambas fuerzas han hecho en secreto con la coalición y ahora también hay divisiones entre houthis “radicales” y moderados.

Algunos analistas consideran que “entre más larga sea la guerra, más fuertes se volverán los radicales”, otros consideran que mientras estas fisuras no se deriven en disputas reales, aún habrá oportunidades para llegar a acuerdos. Saleh y otros actores esperan que el hartazgo popular en contra del dominio houthi en el norte estalle, “pero hasta el momento, las calles han estado mayormente en silencio”. Los señores de la guerra, que se benefician del saqueo de la ayuda y del mercado negro, no quieren que la paz llegue. A pesar de esto, la gran mayoría de la población yemení sólo quiere que la guerra termine sin importar quién resulte ganador.


[1] El grupo tomó su nombre de su líder Hussein Badruddin al-Houthi y son de la rama islámica shía.

Datos cruciales: 

La pobreza en Yemen y el contexto de guerra tienen como consecuencia el brote más grande de cólera de la historia moderna.

Yemen se encuentra al borde de la hambruna más grande que ha tenido el mundo en décadas.

Actualmente Naciones Unidas considera la guerra civil en Yemen como la peor crisis humanitaria.

La población total en Yemen es de 28 millones de personas; de estos, tres cuartas partes necesita algún tipo de ayuda.

Cerca de 40 centros de salud fueron dañados por la coalición durante los primeros seis meses de la guerra.

Al menos 10 000 personas han sido asesinadas por balas o bombas durante la guerra en Yemen. En Siria, el número de muertos es aproximadamente 40 veces más que en Yemen,l o cual ha generado un desplazamiento de miles de migrantes a Europa. Lo anterior podría ser una de las razones por las cuales la guerra en Siria ha generado más opiniones y acciones a nivel internacional.

En el artículo hay un mapa en donde se muestra la línea divisoria entre el Norte y el Sur de Yemen. Asimismo, en el plano se pueden apreciar las áreas que estaban bajo control houthi y las que eran dominadas por la coalición hasta noviembre de 2017.

-Los houthis se concentran en menos de una cuarta parte del territorio yemení, en la zona noroeste. Ocupan casi por completo la franja oeste del país, pero la coalición controla la zona sur, donde se ubica la ciudad de Adén, que colinda con Djibouti.

-En el mapa también se marcan las zonas dominadas por al-Qaeda, las cuales se ubican en la región este (muy cerca del centro del país), en las zonas controladas por la coalición.

-Los casos de cólera (hasta enero de 2017) se concentran en la región houthi, superando los 50,000 casos en algunas zonas.

-La inseguridad alimentaria (estimada para febrero y mayo de 2018) tiene carácter de emergencia (lo que implica un grado bastante elevado de inseguridad alimentaria) en la región suroeste, en parte de la noroeste y en la capital del país. En el Este la inseguridad alimentaria está en condición de estrés (la primera fase de inseguridad alimentaria aguda) y el resto del territorio está en la fase crítica (la intermedia).

En el texto también hay una gráfica donde se aprecia el Producto Interno Bruto por persona al año:

-De 1960 hasta 1970 este no superó 2 000 dólares.

-De los setenta hasta antes del 2000 se mantuvo por debajo de 4 000 dólares.

-En 2010 llegó a su punto más alto, superando 4 500. Sin embargo, a partir de ese año comenzó su descenso.

-En 2017 el PIB per cápita había disminuido a cerca de 2 000 dólares y la tendencia era negativa.

Asimismo, la gráfica historiza la violencia; algunos de los acontecimientos que resalta son:

-1918: Yemen del Norte obtiene la independencia y el Sur queda bajo control británico.

-1962: El ejército toma el poder en el Norte y comienza una guerra civil.

-1967: Nace el Estado de Yemen del Sur.

-1972 y 1979: Conflictos por la frontera entre Yemen del Norte y del Sur.

-1990: Ambos países se unen con Ali Abdullah Saleh como presidente.

-1994: Las fuerzas del norte sofocaron un movimiento secesionista en el sur.

-2000: Al-Qaeda bombardea un buque de guerra estadounidense en Adén.

-2004: Inician conflictos entre houthis y el ejército yemení.

-2014: Los houthis toman control de Saná, la capital.

-2015: Arabia Saudí comienza a bombardear Yemen.

-2016: Las negociaciones de paz en Kuwait se rompen.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El conflicto en Yemen es parte del proceso de competencia mundial llevado a cabo sobre la región de Medio Oriente, su espacio representa un punto de encuentro entre los intereses saudíes y la posible influencia de Irán. Su importancia geopolítica es definida por su costa que es una de las dos orillas del estrecho de Bab Al-Mandeb (del otro lado se encuentra el territorio de Djibuti el cual alberga la base permanente más grande de Estados Unidos en África, Camp Lemonnier) punto estratégico en términos de flujos de energéticos debido a que forma parte del paso obligado en la ruta Golfo Pérsico-Canal de Suez-Mar Mediterráneo. A pesar de la imposibilidad de ganar la guerra, Arabia Saudí busca expandirla con el fin de imponer un gobierno clientelar que permita la construcción de proyectos de ductos para evitar el Estrecho de Ormuz. El proceso involucra a otros actores, entre los que destacan Estados Unidos, Francia y el Reino producto de su dependencia de hidrocarburos y de los beneficios que genera el conflicto bélico a la industria armamentista.

En términos más generales, la "guerra" en Yemen es una perfecta ilustración de las estrategias de aniquilamiento y despojo puestas en marcha por el hegemón y las grandes empresas, en particular aquellas dedicadas a producir materiales bélicos. La profundidad del conflicto levanta interrogantes sobre las posibilidades de superación de la situación en curso: en todo caso el camino del enfrentamiento bélico parece cerrado para las poblaciones afectadas.