Capitalismo y devastación ecológica

Cita: 

Barreda, Andrés [2007], “Capitalismo y devastación ecológica”, Herminia C. Foo Kong Dejo (coord.), Problemas sociales y humanos 1, México, Universidad de Guerrero, Ítaca, Vol. 1, pp. 83-90, disponible en: https://www.scribd.com/document/367287183/Problemas-sociales-y-humanos-H...

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2007
Tema: 
Internacionalización del capital y sus contradicciones actuales en la devastación ambiental del siglo XXI
Idea principal: 

Andrés Barreda es Licenciado en Economía, Maestro en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y Doctor en Estudios Latinoamericanos en la misma universidad. Es profesor de carrera de tiempo completo en la Facultad de Economía de la UNAM con una antigüedad docente de más de 30 años.

El siguiente texto es una breve ensayo del autor que tiene como objetivo abordar la problemática ambiental desde la crítica de la economía política poniendo en el centro del análisis la lógica de acumulación capitalista. Señala que la subordinación de la naturaleza al capital es un proceso complejo lleno de contradicciones de distintas escalas, con diversos movimientos de resistencias y retos para el siglo XXI. El planteamiento de fondo argumenta que la crisis ambiental es resultado de la crisis del capitalismo actual.

Tres aclaraciones preliminares

Barreda señala tres argumentos como preludio a la idea central de su texto.

1. La subordinación del medio ambiente al capitalismo es una relación compleja en virtud a su dinámica contradictoria “ocurre las más veces de forma involuntaria”. Hacerle frente a la guerra del capital contra todo lo vivo, la cual no ha concluido pero que al tratarse de un problema de gran sistematicidad e integración, requiere “construir redes organizativas y técnicas de resistencia sociales apropiadas […]” (p. 83).

2. Diversos autores han demostrado cómo desde la Crítica de la Economía Política se puede “repensar la manera en que está ocurriendo la relación entre el capitalismo global y la devastación ecológica” (p. 84). John Bellamy Foster (2004) ha presentado una reinterpretación de la noción marxiana de “metabolismo”. Por su parte James O´Connor (2001) y Elmar Altvater (2005) “han desarrollado cada uno estrategias de crítica ecológica, diversas pero convergentes, encaminadas a recuperar nociones esenciales del materialismo histórico y de la crítica de la economía política" (p. 83-84). Por último Barreda presupone que “el capital en el siglo XX ha transitado completamente del dominio mundial […] al dominio mundial del contenido material de todos los procesos de consumo (sean productivos o individuales)” (p. 84), proceso de subsunción real del consumo que redondea el dominio que el capital establece sobre la totalidad del proceso de reproducción como lo define Veraza (2004).

3. “Como demuestra John R. McNeill (2003) la creciente destrucción ecológica es un distintivo único que marca a la historia del siglo XX” (p. 84). No obstante difícilmente se aborda el problema de la destrucción ambiental con las conexiones del funcionamiento contradictorio del capitalismo, “de construir su civilización material y su patrón técnico” (p. 85). Para el autor la “actual crisis ambiental […] brota de todos los niveles funcionales del sistema, por lo tanto, la destrucción ambiental del mundo se agrava de forma cada vez más peligrosa conforme dicha maquinaria acumula contradicciones, que no son sino manipulaciones destinadas a neutralizar más y más contradicciones previas” (p. 85).

El autor concluyen el texto delineando algunos puntos importantes en que la “actual expansión de la industria mundial […] genera por primera vez una catastrófica crisis ambiental sin parangón” (p. 85):

1. La internacionalización del capital no solo implica “un deterioro material y social de la población sino también una erosión ambiental de las regiones más vitales del ecosistema mundial” (p. 85). “El incremento en la magnitud y la velocidad de este saqueo rebasa las escalas y ritmos de la reposición natural de la Tierra” (p. 86). “La globalización de la caída tendencial de la tasa de ganancia incrementa la intensidad del fenómeno, globalizando peligrosamente las causas contrarrestantes y el fenómeno de la sobreacumulación y la crisis” (p. 86).

2. “El principal contenido material de la globalización es la creación de un vasto autómata global, por medio del cual el capital logra sujetar el trabajo mundial” (p. 86). “Ello implica un proceso de consumo productivo de cada vez más materias primas, así como un consumo individual creciente por parte de la población y una emisión de detritus productivos (mensajes, materias y energías) que resultan cada vez más inasimilables para el cuerpo natural y social del mundo” (p. 86).

3. “El trabajo vivo tiende a ser mundialmente confinado en un grupo de trabajadores cada vez más complejo, especializado, vigilado y calificado” (p. 87). En este contexto sobresale la importancia del proletariado (calificado) en la creación de plusvalor extraordinario. “Dominio epistemológico del proletariado intelectual que permite que la ciencia y la tecnología […] participen en la construcción de un sistema de conocimientos e instrumentos técnicos globales sin importar particularmente si dichos conocimientos son directa o indirectamente nocivos para el medio ambiente y la salud global” (p. 88).

4. La “internacionalización de la producción de medios de subsistencia también implica una destrucción ambiental que estimula la producción de nuevas enfermedades degenerativas, cada vez más configuradas como pandemias” (p. 89).

5. “Al tiempo en que la velocidad acelerada de los ciclos de rotación del capital rebasan los ciclos de reproducción biogeoquímica del agua, el nitrógeno, el oxígeno, el carbón, el fósforo y el azufre, así como la ruptura de todos los ciclos de reposición de las tierras fértiles, las lluvias, la temperatura, el plancton marino, los bosques y selvas tropicales, los manglares, los bancos de corales y las correspondientes biotas terrestres y marinas. Pues la velocidad y medida de la sustracción de los recursos progresivamente vence a la velocidad y medida de cada vez más ciclos de la reproducción de Gaia” (p. 89). El moderno desarrollo mundial de un sistema de fuerzas destructivas también tienen efectos negativos en el medio ambiente.

Trabajo de Fuentes: 

Altvater, Elmar [2005], “Hacia una crítica ecológica de la economía política”, Mundo Siglo XXI, núm. 1, verano.

Altvater, Elmar [2002], Las limitaciones de la globalización. Economía y política de la globalización, Siglo XXI.

Bellamy Foster, John [2004], La ecología de Marx. Materialismo y naturaleza, Viejo Topo.

Martínez Alier, Joan y Jordi Roca Jusmet [2001], Economía ecológica y política ambiental, México, Fondo de Cultura Económica.

McNelly, John R. [2003], Algo nuevo bajo el sol. Historia medioambiental del mundo en el siglo XX, Alianza Ensayo, Madrid.

O´Connor, James [2001], Causas naturales. Ensayos de marxismo ecológico, Siglo XXI.

Veraza, Jorge [2004], El siglo de la hegemonía mundial de Estados Unidos, México, Ítaca.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Una de las dimensiones más sobresalientes de la crisis civilizatoria contemporánea, por su importancia y alarmante amenaza para la reproducción de vida tal y como la conocemos, es su dimensión ambiental. El autor sostiene que desde la crítica de la economía política se puede repensar críticamente la devastación y destrucción ambiental contemporánea producto de las contradicciones inmanentes del modo de producción capitalista que quiebra el metabolismo social-natural de distintas formas en el avance de la subsunción real del proceso de trabajo, consumo y de la naturaleza bajo la lógica del valor. Históricamente se concretó en el proceso civilizatorio material, su patrón técnico y el desarrollo de fuerzas productivas cada vez más nocivas, o bien destructivas, a lo largo del siglo XX y ahora en el nuevo milenio.

El desafío teórico es construir las relaciones entre las interpretaciones y los procesos en curso, en este caso, la destrucción del ambiente. La pertinencia de nuestras interpretaciones reside en poder explicar un proceso sumamente complejo y contradictorio que no puede asirse a una sola lógica de funcionamiento (por ejemplo la acumulación de capital), ni sin tomar en cuenta procesos y situaciones contingentes o inéditas.