Low-carb diet. Companies are moving faster than many governments on carbon pricing. Nearly 1,400 firms globally with combined revenues of $7trn already use, or soon will, 'internal carbon prices'

Cita: 

The Economist [2018], "Low-carb diet. Companies are moving faster than many governments on carbon pricing. Nearly 1,400 firms globally with combined revenues of $7trn already use, or soon will, 'internal carbon prices'", The Economist, London, 13 de enero, https://www.economist.com/news/business/21734487-nearly-1400-firms-globa...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Enero 13, 2018
Tema: 
La internalización de las emisiones de gases de efecto invernadero en los costos de las empresas
Idea principal: 

Los economistas suelen afirmar que la forma más eficiente de hacer frente al calentamiento global consiste en fijar un precio sobre las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI) que lo producen. Aunque los gobiernos han anunciado que avanzarán en este sentido, han hecho muy poco al respecto. En cambio, las empresas están comenzando a poner un precio a sus emisiones de GEI.

De las 6 100 empresas que reportan información relacionada con sus emisiones a la organización británica CDP (Carbon Disclosure Project), 607 afirman que utilizan “precios internos de carbono” (“internal carbon prices”) y otras 782 señalan que introducirán medidas de este tipo dentro de los próximos dos años. Los ingresos anuales de estas 1 389 empresas ascienden a 7 billones (castellanos) de dólares. La mayor parte de estas empresas tienen su sede en los países ricos, pero cada vez se suman más empresas de los países en desarrollo.

La fijación del precio sobre el carbono por parte de las corporaciones se da de dos formas, principalmente. La primera implica que las distintas áreas y sedes de las empresas pagan un precio con base en su huella de carbono. “Microsoft, por ejemplo, hace recargos a todos los departamentos por cada kilowatt/hora de energía sucia que contratan o por cada milla aérea que vuelan sus ejecutivos, para ayudar a alcanzar las metas climáticas de la empresa. Este pago, equivalente a 8 dólares por tonelada de dióxido de carbono, está diseñado para incentivar a aquellos que pueden reducir sus emisiones con mayor facilidad a que lo hagan, y así alentar a los demás a que hagan algo”. Este tipo de sistema basado en cuotas es poco común por la dificultad de rastrear con exactitud las unidades de dióxido de carbono emitidas por cada área de las empresas. La única gran trasnacional que además de Microsoft utiliza este sistema es Disney.

La mayor parte de las empresas utilizan precios sombra del carbono para simular cómo serían las cosas en un mundo en el que el gobierno fijara cuotas de emisiones. Al considerar las inversiones por realizar, añaden el precio de las toneladas de dióxido de carbono y valoran si aún son suficientemente rentables. Si no lo son, buscan fuentes de energía limpia o materias primas alternativas. Si aún así el proyecto no es rentable, es descartado. Las valoraciones con precios sombra son hechas por empresas que van desde los supermercados europeos hasta cementeras indias. Muchas de estas empresas fijan precios de las emisiones de carbono considerablemente más altos mientras más larga es la vida útil de las inversiones a realizar.

Cada vez más los inversionistas exigen a las compañías que consideren seriamente la posibilidad de que los gobiernos fijen cuotas de emisiones o precios al carbono, pues 81 países manifestaron en el contexto de los acuerdos climáticos de París que fijarán precios sobre las emisiones de carbono para limitar el calentamiento global. Algunos expertos consideran que es un riesgo para las propias empresas no hacer nada desde ahora para prepararse ante la posibilidad de que las promesas climáticas hechas por los gobiernos se hagan realidad.

Aunque algunas empresas fijan precios sombra del carbono que alcanzan hasta 100 euros por tonelada emitida (actualmente el precio de la tonelada emitida es de aproximadamente 6 euros en la Unión Europea debido a la sobreoferta de permisos), la mayor parte de las empresas que dice utilizar estos precios sombra los fija por debajo de 10 euros por tonelada de dióxido de carbono. En ambos casos, la fijación del precio sombra no sirve de mucho. Cuando el precio es inferior a los 10 euros, este es suficientemente bajo para no tener ningún impacto real. Y las empresas que fijan precios sombra más elevados, lo hacen simplemente como si se tratara de un “ejercicio de una hoja de cálculo”. Las empresas petroleras, por ejemplo, han fijado precios sombra a las emisiones de carbono al evaluar sus proyectos de exploración desde hace muchos años. No obstante, hay poca evidencia de que altos precios de las emisiones de carbono las hayan persuadido de invertir en la extracción de petróleo.

De cualquier manera, para The Economist “la tendencia de las empresas a incorporar el precio del carbono es bienvenida”. Con el tiempo, los esquemas más simples se parecerán a los más ambiciosos, como el de Microsoft. “Estos pasos voluntarios no harán que el planeta deje de calentarse. Pero ayudan a que las empresas se preparen para cuando los gobiernos introduzcan los esquemas de fijación de precios”. En diciembre de 2017 en China se creó el mercado más grande del mundo para comerciar las emisiones de carbono.

Datos cruciales: 

En diciembre de 2017 en China se creó el mercado más grande del mundo para comerciar las emisiones de carbono.

Actualmente el precio de la tonelada emitida es de aproximadamente 6 euros en la Unión Europea debido a la sobreoferta de permisos.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La insistencia en el establecimiento de mecanismos de mercado para hacer frente a la crisis ambiental planetaria revela la cortedad de miras y la cerrazón del pensamiento liberal, pues aunque se reconoce la urgencia de tomar medidas frente al sobrecalentamiento planetario, la única forma de hacerlo en su horizonte –o al menos la más importante, la única que genera consenso– es recurriendo a modificaciones en los precios (relativos o absolutos) de las mercancías.

La lógica que subyace a este tipo de aproximaciones es que si las sociedades no pueden ponerse de acuerdo para frenar la destrucción del planeta y preservar la vida humana y no humana, quienes deben “hablar” y hacer valer su palabra para intentar solucionar la situación son el dinero y la ganancia. Uno de los principales problemas de los mecanismos de mercado para hacer frente a la destrucción ambiental es que prácticamente cualquier respuesta que se dé en ese marco será tardía e insuficiente frente a la urgencia de acciones contundentes.