Painting the map green. As China gets tough on pollution, will its economy suffer? The received wisdom was that greener growth would be slower. So far, that hasn't happened

Cita: 

The Economist [2018], "Painting the map green. As China gets tough on pollution, will its economy suffer? The received wisdom was that greener growth would be slower. So far, that hasn't happened", The Economist, London, 6 de enero, https://www.economist.com/news/finance-and-economics/21733985-received-w...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Enero 6, 2018
Tema: 
Las consecuencias del endurecimiento de la política ambiental en China
Idea principal: 

En China se ha emprendido una campaña de gran envergadura para reducir la contaminación. Durante muchos años, el gobierno chino había dicho tener intenciones verdes, pero había hecho muy poco al respecto por el temor que provoca la pérdida masiva de empleos que traería consigo detener las industrias más contaminantes. No obstante, en los últimos meses el gobierno chino ha endurecido los controles sobre la contaminación, con lo que ha afectado a las minas de carbón, a los fabricantes de cemento, a las empresas químicas y a las fábricas de textiles, entre otros.

Muchas empresas –pequeñas, en su mayoría– han sido obligadas a cerrar. En algunos casos, la condición para que puedan reabrir es que se desplacen hacia instalaciones más modernas en zonas menos pobladas. También grandes minas de carbón, y fábricas de acero y aluminio han sido obligadas a reducir su producción. “La implementación, que había sido tímida en el pasado, ha sido con mano dura” e incluso un tanto tosca. En la provincia de Hebei, por ejemplo, muchas personas se quedaron temblando de frío tras la prohibición de calentar las casas con carbón porque los calefactores de gas natural que sustituirían al carbón aún no estaban listos.

La principal pregunta que surge para el conjunto de la economía es cuán costosas serán estas medidas. Un endurecimiento abrupto de la reglamentación ambiental en el mayor contaminador del mundo tiene el potencial de producir un shock, no sólo para China sino para la economía mundial. Las dos principales preocupaciones que el reforzamiento de la política ambiental china trae consigo son que puede provocar una reducción del crecimiento y, al mismo tiempo, un aumento en la inflación, pues la reducción de la producción elevará los precios. Hasta ahora, esos temores son infundados. El crecimiento ha sido sólido y la inflación ha sido leve. Una posible explicación es que hay un rezago temporal entre las políticas contra la contaminación y su impacto económico. Otra, por la cual se decanta The Economist, es que al contrario de lo que indicaría el sentido común, “China será capaz de elevar sus estándares ambientales sin pagar un alto precio” por ello.

Lo que es claro es que el cambio de actitud de China hacia la contaminación es real. Es cierto que hay algunas medidas extremas temporales, como las orientadas a lograr que el cielo de Beijing sea azul este invierno; no obstante, la mayoría serán duraderas. Desde que China declaró la “guerra a la contaminación” en 2014, se han establecido objetivos y emprendido acciones para limpiar el aire, el agua y el suelo. En esta línea, el primer día de 2018 se introdujo un nuevo impuesto para la protección ambiental. De igual forma, en diciembre de 2017 se creó un mercado para comerciar emisiones de carbono, que será el mayor del mundo. Y lo que es más importante, el ministerio ambiental, que anteriormente era políticamente débil, finalmente se ha fortalecido y cumple con funciones importantes.

El endurecimiento de las reglamentaciones ambientales y su aplicación ha golpeado duramente a numerosas industrias y empresas, que han tenido que reducir su producción y están considerando desplazarse hacia otro país o cerrar. La presión al alza sobre los costos de producción ha sido muy intensa. En particular, los costos del carbón y el acero se han elevado significativamente como consecuencia de los cortes en la producción. Lo mismo ha sucedido con insumos industriales importantes como la pulpa para hacer papel, el glifosato y algunos minerales de tierras raras.

“Sin embargo, hasta ahora la sorpresa económica más grande de la campaña ambiental de China no ha sido que haya tenido un impacto; es cuán tenue ese impacto ha sido”. Aunque la producción industrial se ha reducido, sigue creciendo a tasas superiores a 6% anual. Y aunque el precio de algunos productos se ha elevado significativamente, el efecto sobre la inflación general ha sido muy reducido. Tres factores sugieren que esta tendencia favorable se mantendrá.

En primer lugar, aunque usualmente se supone que las industrias del acero y el carbón son muy vastas, en realidad representan una porción pequeña y declinante de la economía china. Algunas consultoras estiman que las industrias afectadas por las medidas contra la contaminación representan apenas 7% de la inversión nacional. Además, “China ha alcanzado una etapa de desarrollo donde la importancia de las manufacturas está disminuyendo”. Por ello, aunque habrá pérdidas de empleo como consecuencia de los cortes en la producción industrial, la demanda de trabajadores por parte del sector servicios está aumentando rápidamente y pronto los absorberá.

En segundo lugar, los incrementos de precios han estado concentrados y hay pocos indicios de que se puedan expandir al conjunto de la economía. Para el conjunto de la economía, esto apunta a una redistribución de los recursos. Los precios más altos benefician a los productores de commodities, que usualmente están altamente endeudados. El aumento de sus ingresos los ayudará a fortalecer sus hojas de balance y reducirá los riesgos financieros de China.

Por último, las nuevas regulaciones verdes pueden generar ellas mismas mayor crecimiento y empleos. El impulso de China hacia las energías limpias ha ganado fuerza. Se estima que en 2017 en China se instalaron aproximadamente 55 gigawatts de capacidad de energía solar; esto es superior a la capacidad existente en cualquier país a inicios del año. Dos quintas partes de la producción mundial de autos eléctricos tiene lugar en China.

Si las consecuencias negativas del endurecimiento de la política ambiental en China han sido tan reducidas, ¿por qué el gobierno tardó tanto en atacar con fuerza la contaminación? Es probable que se debiera a que las industrias más contaminantes están concentradas en unas cuantas provincias, por lo que la puesta en marcha de las acciones estaba en manos de los gobiernos locales, quienes no querían aniquilar las fuentes de empleo de la región. Pero desde la perspectiva nacional, el trade-off que ha provocado un crecimiento más verde ha sido bastante favorable. “China pagará un precio [moderado] y recogerá dividendos”.

Datos cruciales: 

El precio del acero en China se ha elevado casi 50% desde principios de 2016 hasta finales de 2017. En el caso del carbón mineral, el aumento ha sido de aproximadamente 20% en el mismo periodo.

Se estima que en 2017 en China se instalaron aproximadamente 55 gigawatts de capacidad de energía solar; esto es superior a la capacidad existente en cualquier país a inicios del año.

Dos quintas partes de la producción mundial de autos eléctricos tiene lugar en China.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Es probable que el único país en el mundo que esté tomando medidas severas –cierre de empresas, cortes a la producción en algunas industrias, etc.– para reducir considerablemente las emisiones de gases con efecto invernadero sea China (sería conveniente indagar si hay algún otro país que esté tomando medidas como éstas). ¿Esto significa que China es el gran paladín del ecologismo en el siglo XXI? No, mientras siga teniendo al crecimiento económico ilimitado como su imperativo máximo, pues un consumo productivo de la naturaleza creciente (tendencialmente infinito) es incompatible con la reproducción de la vida en un planeta materialmente finito. Es importante tener siempre presente que la emisión de gases con efecto invernadero es un problema particular dentro de la problemática general de la destrucción ambiental.

Una pregunta esencial es si la estrategia china de combate a la contaminación forma parte de sus acciones en la disputa hegemónica. En sentido opuesto del liderazgo estadounidense, el liderazgo chino parece entender que para gobernar tiene que existir un planeta que gobernar. Con esta estrategia China juega a sobrevivir a la catástrofe en ciernes...

Muchas tecnologías sólo se vuelven rentables al disminuir los costos de producción mediante la masificación de su consumo, por las economías de escala. Se ha argumentado repetidamente que el principal problema para implementar las energías limpias es de costos: su implementación en gran escala sería muy gravosa. Si ese fuera el caso, al invertir en gran escala en la implementación de fuentes de energía renovable China estaría abriendo la puerta al ansiado sueño liberal: la transición hacia energías limpias que sean compatibles con el imperativo de la rentabilidad.