House to house. Preparing for more urban warfare. Much of the fighting in future wars is likely to take place in cities

Cita: 

The Economist [2018], "House to house. Preparing for more urban warfare. Much of the fighting in future wars is likely to take place in cities", The Economist, London, 27 de enero, https://www.economist.com/news/special-report/21735473-much-fighting-fut...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Enero 27, 2018
Tema: 
Los escenarios urbanos de guerra y las nuevas tecnologías bélicas
Idea principal: 

En el desierto del Néguev está un pequeño pueblo llamado Baladia. Las únicas personas que deambulan por sus calles son soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). “Baladia, la palabra árabe para decir ciudad, es parte de la base militar de Tze’elim. Ha sido construida para proporcionar un terreno realista de entrenamiento para la próxima vez que las FDI tengan que internarse en Gaza para destruir los lanzamisiles de Hamas”.

Baladia es usada como un campo de entrenamiento no sólo por las FDI sino también por soldados de otras partes del mundo, incluso de Naciones Unidas. La utilidad de Baladia radica en la aceptación creciente aunque reacia por parte de los ejércitos occidentales de que es muy probable que las guerras futuras tendrán lugar en ciudades. Las grandes ciudades con más de 10 millones de habitantes están proliferando en África y Asia. Estas ciudades, rodeadas por cinturones de miseria con mala gobernanza, alto desempleo y mucha criminalidad son un espacio fértil para el extremismo violento. Por esta razón, no es de sorprender que los grupos extremistas y otros adversarios no estatales de Occidente busquen sacar ventaja llevando las batallas a las ciudades.

Las armas convencionales pierden su efectividad en las guerras urbanas debido a que sus objetivos pueden esconderse con facilidad y no tienen escrúpulos en utilizar como escudo a la población civil inocente.

Los conflictos bélicos recientes en Medio Oriente (en Bagdad, Gaza y Mosul) han dejado valiosas lecciones a los ejércitos occidentales. Incluso con apoyo aéreo y disponiendo de armas de precisión, el ejército israelí fue terriblemente diezmado al derrotar a unos cientos de insurgentes bien preparados del Estado Islámico. El general Mark Milley, la cabeza del ejército estadounidense, afirma que derrotar al Estado Islámico en Mosul en 2017 implicó llevar a esa ciudad a la infantería, los vehículos blindados y los comandos de operaciones especiales de los ejércitos, y que fueran casa por casa buscando a los insurgentes de ese grupo extremista. Operaciones como esta toman mucho tiempo e implican un elevado costo. Este general piensa que el ejército estadounidense “debería concentrarse menos en las batallas en ambientes tradicionales como bosques o el desierto y más en guerras urbanas”. Para eso son necesarios tanques más pequeños que quepan en las calles de las ciudades, helicópteros con hélices más reducidas que puedan volar entre edificios y unidades de batalla más pequeñas y compartimentadas que tengan mayor capacidad de toma de decisiones.

Muchas de las nuevas tecnologías de guerra estarán disponibles no sólo para los ejércitos sino también para sus adversarios. Los teléfonos celulares pueden ser utilizados para enviar mensajes encriptados que confundan a las fuerzas de inteligencia de los ejércitos; los drones pueden enviar videos en vivo de las posiciones del enemigo; autos no tripulados pueden ser empleados para poner explosivos en ciertos lugares. No obstante, los ejércitos dispondrán de algunos avances tecnológicos exclusivos: vehículos aéreos no tripulados del tamaño de un insecto o un ave pequeña que planee encima de edificios y pueda ingresar a éstos; vehículos terrestres no tripulados que lleven armas al frente de batalla y evacúen con menor riesgo a quienes necesiten atención médica; impresiones 3D para sustituir las partes averiadas de los tanques; vehículos militares que incorporan los avances en la energía solar y el almacenamiento de energía, etc. Los comandantes de estos conflictos bélicos utilizarán también la inteligencia artificial para analizar grandes cantidades de información que se generará de manera casi instantánea.

Para los enfrentamientos urbanos serán necesarios mecanismos de disparo sumamente refinados, pues “uno no puede ir ahí y simplemente masacrar a las personas” inocentes. La solución podría estar en municiones más pequeñas y en drones de vigilancia. “La agencia de investigación DARPA del Pentágono ha inventado una ‘bala inteligente’ que no puede ser esquivada”.

“A pesar de todos los avances que las nuevas tecnologías pueden ofrecer, el general Milley dice que es una fantasía pensar que las guerras pueden ser ganadas sin sangre y sacrificios: ‘[…] imponer tu voluntad política sobre el enemigo requiere que destruyas a ese enemigo de cerca, con fuerzas terrestres”.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La guerra en escenarios urbanos es pensada a partir de los conflictos bélicos en Medio Oriente, donde un gran ejército estatal no se enfrenta a otro ejército sino a fuerzas irregulares: grupos pequeños, bien entrenados, de insurgentes “extremistas” y mercenarios. La forma asimétrica, focalizada, de guerra que se plantea aquí es entre un estado y un adversario no estatal, no entre dos estados. No obstante, la lógica del enemigo interno y el terrorismo –con sus nuevas tecnologías de guerra de precisión– no es excluyente sino complementaria con la de una gran conflagración entre naciones con armas de destrucción masiva.

La guerra en las ciudades es una de las formas de las guerras asimétricas más complicadas de enfrentar para las potencias, aún sometidas a las contradicciones del liberalismo decadente y los controles parlamentarios o multilaterales. Pero más allá de los límites institucionales, hay un problema de valor de uso que resulta difícil de afrontar con las tecnologías existentes, diseñadas para superar las confrontaciones a partir de la superioridad numérica y de capacidad de fuego. Cuando los millones de habitantes y el abigarramiento de las megalópolis sustituyen a las trincheras, suena la hora de las "operaciones especiales", el espionaje, la "inteligencia" y los ejércitos mercenarios y paramilitares, sin control alguno aparte de las altas ganancias que obtienen por ejecutar sus misiones, casi siempre, crímenes de guerra de acuerdo con el obsoleto código internacional que norma los conflictos bélicos.