The end of the Military-Industrial Complex: How the Pentagon Is Adapting to Globalization?

Cita: 

Lynn III, William J. [2014], "The end of the Military-Industrial Complex: How the Pentagon Is Adapting to Globalization?", Foreign Affaires, New York, noviembre-diciembre, https://www.foreignaffairs.com/articles/united-states/end-military-indus...

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Sábado, Noviembre 1, 2014
Tema: 
La industria bélica frente al proceso de globalización/comercialización
Idea principal: 

Semblanza biográfica del autor:

Actualmente, William J. Lynn III es Director General de Leonardo DRS (compañía dedicada a crear productos, servicios y tecnología para las fuerzas armadas, los servicios de inteligencia y contratistas). Anteriormente se desempeñó como Vicepresidente senior de Operación y Estrategia en la empresa armamentista Raytheon, entre 2005 y 2009. Dentro del gobierno de Estados Unidos se desempeñó como vice-secretario de Defensa durante la administración de Barack Obama, y bajo la administración de la Secretaría de Defensa de Robert Gates y Leon Panetta.


Resumen

En diciembre de 2013, el gigante de la tecnología, Google, anunció la adquisición de Boston Dynamics. Mientras que para Google esto fue una buena noticia, para el Departamento de Defensa representó una gran pérdida. Aunque Google se comprometió a cumplir con las obligaciones anteriores adquiridas por Boston Dynamics frente al Departamento de Defensa, también indicó que probablemente la compañía ya no realizaría más trabajos para el Pentágono. Esto podría representar pérdidas en el campo emergente de la robótica autónoma, de la cual, durante mucho tiempo el Departamento de Defensa fue líder.

A nadie sorprendió la adquisición de Boston Dynamics. Hoy día Google tiene un potencial de crecimiento y una inversión en investigación y desarrollo muy por encima de la de cualquier empresa armamentista. El crecimiento de las empresas no militares, genera una mayor necesidad de que el Pentágono mejore y diversifique sus relaciones con compañías como Google. Solamente una mejora en las relaciones que el Pentágono y el sector privado lleven a cabo pueden proporcionar la tecnología que ha dado al ejército estadounidense la ventaja durante los últimos 70 años. Además, el gobierno requiere de alianzas internacionales y comerciales para mantener su programa de desarrollo de armas. El Pentágono deberá adaptarse a la industria de defensa cada vez más global.

Aunque más de un tercio de los gastos en compras y servicios del Pentágono están destinados a empresas no militares, estos no han logrado crecer. El Departamento de Defensa conserva un proceso obsoleto de adquisición, el cual dificulta la entrada a nuevas empresas. En este sentido, el Pentágono no puede seguir manteniendo las barreras de entrada, debido a la dependencia que tiene el ejército estadounidense a los proveedores no clásicos de la industria militar, los cuales pueden dotarlos de tecnología para mantener la ventaja frente a los adversarios.

En los últimos dos siglos la industria estadounidense experimentó tres fases distintas. Los procesos de comercialización, globalización y el declive del gasto de defensa han abierto una nueva fase para la industria de la seguridad. A pesar de que Estados Unidos enfrentó con facilidad las primeras tres fases, su entrada a la cuarta fase ha sido más lenta.

La primera fase fue de 1781 a 1941, cuando gran parte de la industria bélica estadounidense era propiedad del gobierno y se complementaba con industria comercial privada durante los momentos de conflicto real. El proceso de Segunda Guerra Mundial modificó estas condiciones de manera dramática. En 1942 Franklin Roosevelt fundó el War Production Board, agencia federal que se encargaría de reclutar a las empresas industriales más importantes de la época al servicio de la guerra. Al finalizar la guerra, la industria de defensa no fue desmantelada, los corporativos dedicados durante la guerra a la producción de equipos de defensa, mantuvieron sus divisiones en esta área. El Pentágono respaldó financieramente a las empresas y benefició la producción en grandes cantidades, lo que llevó a la creación de muchas tecnologías, que después se filtraron a la vida cotidiana. Esta segunda fase fue caracterizada bajo un concepto acuñado por el Presidente Dwight Eisenhower: el “complejo militar-industrial”.

El final de la Guerra Fría, en 1991, contribuyó al declive del gasto militar en los Estados Unidos. En 1993, el Departamento de Defensa invitó a los líderes industriales para cerrar el segundo periodo de la industria bélica estadounidense. La tercera fase estuvo caracterizada por el paso a una industria de conglomerados altamente diversificados a pocas empresas que concentraron el mercado de la defensa, las cuales se conservan hasta la actualidad. Con algunas excepciones, los grandes conglomerados vendieron sus operaciones en defensa, por su parte las empresas de defensa vendieron sus operaciones comerciales para adquirir empresas más pequeñas dedicadas al área militar. Este proceso llevó a una disminución en el espectro de los proveedores de este sector. Aunque el Pentágono protegió las tecnologías clave y mantuvo el apoyo a la industria militar, hoy, en el periodo de transición a la cuarta fase, la comercialización y la globalización han destapado las fallas de la estructura industrial actual.

La cuarta fase será un periodo en el cual la industria bélica estará marcada por el proceso de globalización (se necesitará ampliar el mercado, para que empresas no estadounidenses puedan trabajar con el pentágono) y el proceso de comercialización (donde se deberá trabajar en la posibilidad de que las empresas privadas no-bélicas participen en la generación de tecnologías) en una temporada caracterizada por una reducción al gasto en seguridad.

Las empresas de defensa estadounidenses se han quedado rezagadas frente a las compañías comerciales en inversión para el desarrollo de tecnología. La tecnología comercial ha avanzado mucho más, lo que ha llevado a que el Pentágono pasara de ser un exportador de tecnología a convertirse en un importador de esta. Las empresas dedicadas al ámbito de la seguridad, se han encontrado reacias en aumentar sus inversiones en investigación y desarrollo aún con la incertidumbre que marca el presupuesto del Departamento de Defensa.

El Departamento de Defensa ha tenido problemas para concluir nuevos contratos, esto como producto de los procedimientos desconocidos y desalentadores, los cuales las empresas evitan ya que consideran que algunos de los requisitos del Pentágono son innecesarios. Por ejemplo, los programadores temen las políticas de propiedad intelectual sobre sus productos, algunas empresas son expulsadas del sistema frente a las complicadas regulaciones en la producción de armas y otras huyen del proceso frente a sistemas contables nuevos, pero muy costosos que pide el Pentágono. El mantenimiento de estas condiciones sólo llevará a que el distanciamiento entre el Departamento de Defensa y las industrias no bélicas se mantenga.

La realidad nos dice que las innovaciones tecnológicas se han vuelto más comerciales y más globales; sin embargo, la industria de defensa estadounidense no ha aprovechado esta situación. Algunos funcionarios temen caídas en el empleo y poner en peligro las tecnologías críticas. Sin embargo, W. J Lynn III considera que estos miedos son infundados, y que una industria global será más fuerte. Es por esto que el Pentágono se debe abrir a tecnologías extranjeras, negando la idea de que la fuente de todas las tecnologías usadas debe ser Estados Unidos, traer empresas extranjeras no solo diversificará las tecnologías, también ayudará a distribuir los costos de desarrollo y producción.

Los últimos años han estado marcados por un declive en la competencia por los contratos, si el Pentágono facilita los acuerdos ayudará a aumentar la competencia, lo que llevará a que el Departamento de Defensa pueda adquirir mejor tecnología a precios menores. El Departamento de Defensa debe asumir un papel de reclutador de empresas externas para poder aprovechar la cuarta era, como se aprovecharon las tres anteriores. Estados Unidos se debe adecuar, de su capacidad de adaptación al cambio dependerá su futuro.

Datos cruciales: 

1. Boston Dynamics (adquirida en 2013 por Google) es famosa por el desarrollo de un robot cuadrupedo para acompañar a los soldados en campaña en terrenos difíciles.

2. El valor de mercado de Google, equivalente a 400 mil millones de dólares estadounidenses es más del doble que el valor de General Dynamics, Northrop Grumman, Lockheed Martin y Raytheon juntos.

3. Con los 60 mil millones de dólares que Google tiene disponibles podría comprar todas las acciones en circulación de cualquiera de las empresas militares estadounidenses.

4. Según un estudio de Booz & Company (hoy Strategy&, consultora en estrategia) realizado en 2012, más de un tercio de los gastos de Pentágono en compras y servicios son destinados a empresas no militares como Apple y Dell.

5. A inicios del siglo XX el gasto en defensa promedió un 1% del Producto Interno Bruto estadounidense. Para la década de los 30, este se incrementó al 3% y durante la Segunda Guerra Mundial se disparó al 40%, lo que le dio a Estados Unidos una abrumadora capacidad bélica-industrial.

6. Según una investigación de Capital Alpha Partners, los presupuestos combinados de cinco de los mayores contratistas de defensa en Estados Unidos en investigación y desarrollo representan menos de la mitad de lo que empresas como Microsoft gastan en un solo año.

7. Ninguno de las cinco mayores empresas de defensa se encuentran entre los 20 principales inversores industriales del mundo.

8. Según Capital Alpha Partners de 2000 a 2002 el gasto en investigación y desarrollo de las empresas de seguridad estadounidenses disminuyó del 3.5% al 2%.

9. Entre 2009 y 2014 hubo un declive del 20% en el gasto de defensa de los Estados Unidos.

10. En 2012, tanto la United States Navy, como la United States Air Force entregó, aproximadamente, el 50% de sus contratos sin ninguna competencia.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La historia de la industria bélica responde a las modificaciones constantes del sistema internacional, ante un escenario actual en el cual los flujos internacionales son más constantes y más intensos, los intelectuales orgánicos y los estrategas estadounidenses ven la necesidad de hacer más receptiva la adquisición de tecnología por parte del Pentágono. Solo conocer lo que se está creando fuera de Estados Unidos y poder usarlo también da la ventaja de no desconocer las tecnologías que los competidores pueden usar.

En un segundo momento, abrir el espacio bélico a las empresas no bélicas de los Estados Unidos tendrá como resultado incrementar y mejorar el uso de tecnología para hacer efectivo el sistema de ordenamiento social. Aunque W.J. Lynn titula al artículo como “The End of the Military-Industrial Complex” más que el final de esta formación, lo que podemos ver es un reavivamiento de él, hacia la construcción de un momento parecido al de la segunda fase (imperante en el momento de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Fría), donde el gobierno promueve la creación de un ala militar, con la diferencia de que este proceso ahora se combina con el proceso de globalización compleja.

Resulta importante notar que en un momento en el que la vanguardia de los conflictos bélicos se ubica en la guerra cibernética y en áreas en las que el manejo de grandes cantidades de información es crucial (armas autónomas, drones no tripulados, big data para la toma de decisiones colaborativas, entre otras), las grandes empresas informáticas aparecen como los sujetos que potencialmente podrían convertirse en los principales inversionistas en tecnologías de guerra, tanto por su vasto conocimiento en las tecnologías relevantes como por su gran tamaño y disponibilidad de recursos financieros. La frontera entre las tecnologías e inversiones civiles y las militares se vuelve cada vez más difusa.