How the West got China wrong. Decades of optimism about China’s rise have been discarded. Clear thinking and a united front are needed, but they may not be forthcoming

Cita: 

The Economist [2018], "How the West got China wrong. Decades of optimism about China’s rise have been discarded" The Economist, London, 1 de Marzo, https://www.economist.com/news/briefing/21737558-clear-thinking-and-unit...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Jueves, Marzo 1, 2018
Tema: 
La esperanza de reformas democráticas en China se terminó
Idea principal: 

A inicios de la década del 2000, las posiciones acerca del futuro de China fueron contrarias, tanto optimistas como pesimistas. Las predicciones optimistas tenían la idea de que ese país se convertiría en “el siguiente gran tigre capitalista, con el mayor mercado en el mundo”. Por otro lado, desde las pesimistas se pensaba en China como “el último gran dragón comunista en el mundo, y una amenaza para la estabilidad en Asia”. Con los hechos actuales se están redefiniendo los pronósticos acerca de China, pero esta vez desde una perspectiva mundial, económica e incluso militar.

Finalmente, el resultado fue una mezcla de ambas posiciones: un fuerte mercado capitalista controlado rigurosamente por el Partido Comunista Chino (PCC), que utiliza su poder mercantil mundial para castigar negocios extranjeros; asimismo, China tiene una gran confianza en sí misma desde la crisis del 2008 por haber superado sus consecuencias a través de un capitalismo dirigido por el estado en lugar de uno de libre comercio; además, está dispuesta a mostrar los dientes con el crecimiento de su poderío militar.

Con esto, las expectativas de occidente de una China más democrática y con valores occidentales impulsados por la creciente clase media comienzan a cambiar y la geopolítica global da un giro brusco.

Ahora, con la última decisión del PCC de dar a Xi Jinping la facultad de permanecer en la presidencia indefinidamente, el debate divide a aquellos que piensan que fue ingenuo intentar relacionarse con China sobre la base de ese optimismo y aquellos que creen que fue racional intentarlo. A pesar de que las relaciones de Estados Unidos con China no dieron los resultados esperados a largo plazo, sí beneficiaron a la economía estadounidense con mercancías baratas, acceso al mercado chino, etc. También los escépticos de relacionarse con China acertaron al señalar que occidente confió demasiado en que el enriquecimiento de la población desembocaría inevitablemente en reformas democráticas.

Por otro lado, en la publicación de la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos se señala que China "desafía el poder, la influencia y los intereses estadounidenses" y que durante décadas la política estadounidense estaba "arraigada en la creencia de que el apoyo al ascenso de China y su integración en el orden internacional de la posguerra liberalizaría a China" pero que "Al contrario de nuestras esperanzas, China amplió su poder a expensas de la soberanía de otros".

Ante el espionaje y el robo de propiedad intelectual por parte de China se advirtió la posibilidad de acciones comerciales agresivas de Estados Unidos. De tal forma que la administración de Trump anunció aranceles sobre el aluminio y pronto se decidirá sobre aranceles elevados contra las importaciones de acero. Ante esta situación, China podría tomar medidas de contención, que a su vez podrían desembocar en una ruptura en las cadenas globales de suministros, las cuales el gobierno estadounidense pretende redirigir hacia su país. Sin embargo, para este país aún es más preocupante el plan “Made in China 2025” en que pretenden liderar en robótica, biomedicina, autos eléctricos, etc. Mientras que, tanto senadores librecambistas republicanos como John Cornyn de Texas y los campeones demócratas de apertura como Dianne Feinstein de California están copatrocinando un proyecto de ley para ajustar la proyección de las inversiones chinas y otras inversiones extranjeras para la seguridad nacional.

Aunque algunos sectores de las empresas estadounidenses, incluidos los minoristas y los exportadores de productos básicos, aprovecharon abundantemente el 2017 en China, los días en que las juntas directivas acompañarían cualquier estrategia audaz de China terminaron, ya que se instaló un estado de ánimo sombrío sobre el futuro. Esto sucede a partir de los riesgos que trae el poder económico y comercial chino. Por ejemplo, el castigo del año pasado a Lotte, una firma surcoreana-japonesa que posee tierras al sureste de Seúl donde existen bases de baterías antimisiles estadounidenses, que con sus radares puedan ver en lo más profundo del territorio chino. Esto llevó al gobierno chino a cerrar los supermercados Lotte en su país.

El futuro se torna aún más sombrío con el empoderamiento militar chino y su creciente disposición de interferir en los debates de occidente, lo que hace de un escenario de confrontación al riesgo chino algo más cercano.

El optimismo sobre China se mantuvo en lo alto y en acuerdo entre la cúpula política estadounidense. Desde Clinton hasta Bush las esperanzas estaban en la relación con China y su pronta liberalización. Mientras que los pesimistas eran la minoría y sin gran influencia en el gobierno, en estos momentos son miembros de la Oficina Oval.

Los optimistas cayeron en dos importantes errores. El primero fue sobreestimar el poder de varias novedades (las telecomunicaciones, entre otras), ya que no esperaban la incansable posición de los líderes chinos en mantener su autoridad. China logró sortear las telecomunicaciones que como afirmó Rupert Murdoch "han demostrado ser una amenaza inequívoca para los regímenes totalitarios" porque se dispuso a contratar a cientos de miles de policías secretos para controlar Internet. Tampoco el regreso de la democrática y libre Hong Kong a China por parte de Gran Bretaña lograron el avance liberal, la presión directa de los demócratas de Hong Kong dejó de ser suficiente para lograr el sufragio universal.

El segundo error consistió en pensar que los gobiernos y organizaciones occidentales podrían explicar donde debían estar los intereses chinos; ni intentos diplomáticos, ni los intentos más sutiles de colaboración con ciudadanos chinos lograron influenciar a la dirigencia del PCC. Los intentos de explicarle a China por qué debería unirse a occidente en un orden global basado en reglas alcanzó un punto culminante en 2005. En un influyente discurso, Robert Zoellick, entonces subsecretario de Estado de Estados Unidos, instó a China a convertirse en un "actor responsable" en el sistema internacional que estaba ayudando a ser más fuerte y más próspero. Sin embargo, a pesar de una leve cooperación en castigos comerciales contra Corea del Norte, no ha avanzado en este rumbo, dejando las expectativas de un convencimiento de occidente sobre China.

La anterior confianza que tenía Estados Unidos respecto a la superioridad de su “Séptima Flota” sobre los buques de guerra que China compró a Rusia en el 2000, ha terminado. El despliegue naval, los puestos avanzados construidos en el Mar del Sur de China, además del intento de China de acordar un Código de Conducta para el Mar del Sur de China que prohibiría el acceso los ejercicios militares dentro de la Zona Económica Exclusiva de 200 millas náuticas (370km) está convirtiendo esta confianza de Estados Unidos en una preocupación tanto diplomática como militar, especialmente en sus acciones navales en el Pacífico.

El acercamiento de China a leyes internacionales no es prometedor, y su relación con organizaciones como la OMC o la ONU se va distanciando hacia preferencias por otros foros alternativos para los acuerdos internacionales, por ejemplo la iniciativa del "Cinturón y la ruta" ["Belt and Road"].

El intento por descifrar más acertadamente la importancia de China se complica al considerar la simultánea y no accidental desconfianza en las sociedades democráticas, ya que la idea de que estas sociedades siempre se alzan por sobre las autoritarias parece terminada, dando con esto menos margen de maniobra en la penetración de los valores occidentales en China. De tal forma que occidente se encuentra en un punto de revalorar el papel global de China y, sin evitar posturas bien definidas, comenzar a actuar desde la reciprocidad en las relaciones con China.

Datos cruciales: 

1. Los daños totales para las empresas de Estados Unidos debido a las transferencias forzosas de tecnología que hizo China se calcula llegan a 1 billón de dólares.

2- Se espera que para el año 2020 China tenga un PIB en Paridad del poder adquisitivo de casi 30 billones de dólares, que sus exportaciones de bienes lleguen a 2.7 billones de dólares y que su presupuesto militar alcance 0.75 billones de dólares.

Nexo con el tema que estudiamos: 

No solo la competencia intercapitalista se torna más aguda con el crecimiento político y económico de las empresas chinas. También la hegemonía ideológica de occidente se ve amenazada por la enorme economía de estado que de ese país asiático. Es decir, la reconfiguración de la situación internacional se da tanto en el terreno económico como en el político e ideológico. Esto se da acompañado de crecientes tensiones militares a partir de las maniobras castrenses chinas, tanto navales como terrestres.

En The Economist encontramos un discurso ambivalente sobre China: a la vez que se condena su autoritarismo político se aplaude su liberalismo económico. Esta ambivalencia discursiva manifiesta de alguna manera las contradicciones y tensiones que suceden en la realidad de ese país: unos meses después de que China encabeza el Foro Económico Mundial (uno de los espacios por excelencia del liberalismo económico a ultranza) y de que se afirma como uno de los países líderes en el combate al cambio climático, Xi Jinping recibe la facultad de reelegirse de forma indefinida como líder máximo en China (algo que es incompatible con la forma en que se piensa la democracia desde el liberalismo). China no puede ser entendida a partir de los esquemas liberales. Para comprender lo que sucede con ese país y con la disputa por la hegemonía mundial, es necesario dotarnos de herramientas analíticas que vayan más allá del liberalismo.