Geopolitics. How the West got China wrong. It bet that China would head towards democracy and the market economy. The gamble has failed

Cita: 

The Economist [2018], "Geopolitics. How the West got China wrong. It bet that China would head towards democracy and the market economy. The gamble has failed", The Economist, London, 1 de marzo, https://www.economist.com/news/leaders/21737517-it-bet-china-would-head-...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Jueves, Marzo 1, 2018
Tema: 
China no sólo no se está alineando políticamente al proyecto occidental, sino que sigue convirtiéndose en una amenaza en términos económicos, políticos, militares e ideológicos
Idea principal: 

Siendo ya la segunda economía más grande del mundo, China ha avanzado hacia lo que parece ser una dictadura en lugar de un avance hacia la democracia y una economía de libre mercado, al contrario de lo que se creía. La modificación a la constitución hecha por Xi Jinping -a quien The Economist considera "el hombre más poderoso del mundo"- que permite su permanencia voluntaria a cargo del gobierno chino, preocupa a occidente por ir en dirección contraria de lo pensado.

Esto no sólo implica un gran cambio para China sino también el fallo de los intentos de occidente por integrar a este país a su proyecto político, alentado por el enriquecimiento de su población. Por el contrario, Xi ha orientado la política y la economía hacia la represión, el control estatal y la confrontación.

Políticamente, Xi Jinping ha acrecentado el dominio del Partido Comunista Chino (PCC) y su posición dentro de él. Su poder se reafirma con purgas de sus opositores y a través de reiterar la lealtad del Ejército de Liberación Popular. A pesar de que la vida personal de la población china sigue siendo relativamente libre, Xi Jinping, se mantiene en la tarea de construir un Estado cada vez más vigilante.

La actitud del PCC a diferencia de lo que había sido históricamente, parece estar entrando a la ofensiva contra las democracias liberales. Con anterioridad la intromisión e intervención a gobiernos externos no sucedía; actualmente, China se plantea como “una alternativa para otros países”. Se crea así una situación en que, para Estados Unidos, China ya no es solo un rival económico sino también ideológico.

En términos económicos, China ha avanzado hacia una mayor libertad económica. Es la sede de 12 de las empresas más grandes del mundo y es la mayor potencia exportadora, ocupando el 13% del total de las exportaciones mundiales. Sin embargo, China no puede ser considerada como una economía de libre mercado, pues controla cada vez más las empresas como un brazo del poder estatal. Considera una amplia gama de industrias como estratégica y con el plan "Made in China 2025" establece el uso de subsidios y protección para crear líderes mundiales en diez industrias, incluida la aviación, la tecnología y la energía, que juntas cubren casi el 40% de su producción manufacturera.

Además está por emular un plan Marshall, la "Iniciativa del Cinturón y la Ruta", con la cual propone invertir hasta 1 billón de dólares en mercados extranjeros, condicionando el apoyo a los países a la adopción de su reglamentación y creando una red de influencia. De tal forma que se vislumbra una ventana que muestra cómo China está creando un sistema paralelo propio.

Incluso, esta potencia está comenzando a utilizar su poder comercial para confrontar a sus enemigos. Como ejemplo está la disculpa exigida a Mercedes Benz por citar al Dalai Lama o incluso el castigo gobiernos como el de Filipinas, país al que China dejó de comprar plátanos después de que impugnó una demanda china.

Las fuerzas armadas de China complementan su poderío económico. Aunque no existe una amenaza real, China es una superpotencia en la región que logra ahuyentar la influencia de Estados Unidos. El ritmo de la modernización y la inversión militar de Chinas hace dudar del compromiso a largo plazo de Estados Unidos de mantener su dominio en la región. Si bien el ejército chino aún no puede derrotar a Estados Unidos en una guerra este tampoco ha querido o podido detener el desafío de China que se ha vuelto manifiesto.

Surge la pregunta de cómo continuar la relación con China en un momento en que las propias democracias occidentales se encuentran en una crisis de confianza. Una guerra comercial como la planeada por Trump desembocaría en un retorno al unilateralismo que terminaría por dividir al mundo occidental y contribuiría al fortalecimiento chino. Por lo que políticas más estrictas para combatir el abuso de China aparecen ahora como la alternativa que tiene occidente antes que adaptarse a ese abuso, porque solo contribuiría a su empoderamiento.

Por lo anterior, lo que se muestra como la mejor opción desde occidente es el uso de sus herramientas e instituciones. Para contrarrestar el uso indebido del poder económico de China, se deberían controlar las inversiones de empresas estatales. Estados Unidos también necesita relacionarse con grupos al interior de China, reforzar las instituciones de orden económico como la OMC, el fortalecimiento de las alianzas y el reforzamiento militar. Logrando estos objetivos será más sencillo dirigir la rivalidad entre las superpotencias reinantes y en ascenso a una salida no militar.

Datos cruciales: 

1- Diez industrias, incluida la aviación, la tecnología y la energía, cubren casi el 40% de las manufacturas chinas.

2- La Iniciativa china "Belt and Road", promete invertir más de 1 billón de dólares en mercados extranjeros.

3- China tiene 12 de las empresas más grandes del mundo y es la mayor potencia exportadora, ocupando el 13% del mercado mundial.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La reciente decisión en China de dar vía libre a Xi Jinping para que ejerza las funciones gubernamentales de forma indefinida sólo contribuye a desmontar las ingenuas creencias liberales, cuya idea principal es que la libertad económica (la libre empresa y la libertad abstracta de elegir entre unas mercancías y otras) traerá consigo necesariamente la libertad política (entendida como democracia participativa, como la posibilidad formal de elegir a los gobernantes mediante elecciones). Posiblemente lo que China -el nuevo paladín del libre comercio, que encabezó en 2018 el Foro Económico Mundial en Davos- muestra es justo lo contrario: que en el capitalismo del siglo XXI, para garantizar las condiciones para la acumulación de capital es necesario un ejercicio del poder cada vez más autoritario y una vigilancia y control cada vez más intensa de los sujetos.