The East is green. China is rapidly developing its clean-energy technology. There is plenty of room for international co-operation on the environment

Cita: 

The Economist [2018], "The East is green. China is rapidly developing its clean-energy technology. There is plenty of room for international co-operation on the environment", The Economist, London, 17 de marzo, https://www.economist.com/news/special-report/21738578-there-plenty-room...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Marzo 17, 2018
Tema: 
El desarrollo de las energías limpias en China
Idea principal: 

China es el mayor consumidor mundial de carbón y el segundo de petróleo después de Estados Unidos, afirma The Economist. China produce también más dióxido de carbono más que cualquier otro país a nivel mundial. De ahí que la agenda política del gobierno plantee que China se convierta en el líder mundial en energía renovable.

The International Energy Agency (IEA) afirma que China posee un tercio de la energía eólica, un cuarto de la capacidad solar, seis de los diez mejores fabricantes de paneles solares y cuatro de los diez mejores fabricantes de turbinas eólicas. Vende más vehículos eléctricos que el resto del mundo combinado y es el líder mundial en la construcción de plantas de energía nuclear. El conjunto de estos factores demuestra la capacidad que tiene China para convertirse en una potencia de la energía renovable, no obstante aún dista de llegar a serlo. De acuerdo a The Economist, existe una preocupación geopolítica del gobierno chino que involucra garantizar la utilización de combustibles fósiles, situación que se ha sido comprobada debido a la gran cantidad de acuerdos bilaterales con Estados Unidos y Rusia y el desarrollo de proyectos que implican dichos combustibles.

El desarrollo de energías renovables debe alcanzar su punto máximo si China deja de emplear el carbón de forma incorrecta enuncia Zou Ji de la Energy Foundation, esto permitiría el desarrollo de políticas que beneficien el tránsito hacia la energía renovable. La incorporación del Gas Natural Licuado (GNL) en el mercado mundial ha favorecido la situación en China, los acuerdos con Estados Unidos han impulsado el desarrollo de proyectos en conjunto. En febrero, China National Petroleum Corporation, un gigante estatal, firmó el primer contrato a largo plazo para comprar GNL a un proveedor estadounidense, Cheniere Energy, con sede en Texas. Incluso la creciente producción y uso de fuentes renovables, baterías y los vehículos eléctricos (VE) también pueden tener consecuencias geopolíticas para China:

1. Si China llegase a poder producir más de su propia energía, reducirá su dependencia en importaciones de combustible que pueden ser vulnerables debido a la inestabilidad global.

2. El incremento de su liderazgo en el Acuerdo de París sobre cambio climático ha fortalecido su “soft power”.

3. Y por último, el desarrollo de tecnologías de energía limpia podría posicionar a China firmemente en la vanguardia de la transición energética, y proporcionar un nuevo impulso para el crecimiento económico.

Dicho esto, ha comenzado una carrera geopolítica para alcanzar el máximo desarrollo de tecnología que beneficiaría el comercio internacional de la energía renovable. Sin embargo Occidente ha cuestionado el papel de China. En 2012, La Comisión Europea inició investigaciones antidumping (serie de medidas de defensa comercial que se llevan a término cuando un suministrador extranjero practica precios inferiores a los que aplica en su propio país) y antisubvenciones (medidas de defensa comercial aplicables cuando un suministrador extranjero goza de ayudas directas o indirectas no permitidas por la OMC, por parte de las autoridades de su país) respecto de las importaciones de paneles solares chinos. En enero de 2018, el presidente de Estados Unidos Donald Trump, impuso aranceles a los paneles solares, la mayoría los cuales provienen del país asiático.

The Economist afirma que los chinos son los responsables de haber estropeado sus propias políticas de energía renovable, argumenta que China carece de estructuras reguladoras para una transición sin problemas a la energía limpia. En 2010, las autoridades chinas suspendieron la mayoría de las exportaciones de tierras raras, lo que generó temores sobre su dominio absoluto sobre el suministro de minerales críticos para la tecnología de energía verde.

No obstante, estas críticas parecen no importar a los chinos. El gobierno ha apoyado a distintos proyectos y las empresas han desempeñado con éxito sus esfuerzos de marketing y han invertido en el desarrollo tecnológico interno. La compañía Envision, ha inventado turbinas que operan con poco viento a velocidades que permiten su colocación cerca de los centros urbanos, en lugar de en el remoto noroeste. Pero la compañía ve las turbinas simplemente como una vaca de efectivo para una ambición más grande: crear un "internet de energía" global, o sistema operativo, que ayuda a las empresas a administrar activos de energía producidos localmente o "distribuidos" tales como como turbinas y paneles solares, vehículos eléctricos, almacenamiento de baterías y electrodomésticos. El objetivo es impulsar la reforma de la compañía eléctrica de China afirma The Economist.

Sin embargo las condiciones internacionales están favoreciendo el desarrollo de China, la administración de Donald Trump puede posicionar en desventaja a Estados Unidos frente al desarrollo energético de China. Desde que el presidente Trump decidió retirarse del Acuerdo de París sobre cambio climático, él parece haber anulado la promesa de Estados Unidos de duplicar los 6.4 billones de dólares el gobierno que debe gastar en innovación energética para 2020. A su vez, China se comprometió en invertir 7.6 billones de dólares.

Si el crecimiento de China en tecnología energética conduce a un mayor proteccionismo, la inestabilidad del gobierno de Estados Unidos persiste y la imposición de impuestos sobre las importaciones de paneles solares también, la energía renovable y su tecnología podrían convertirse en un campo de batalla comercial. Lo mismo podría ocurrir si China niega a la tecnología energética occidental un lugar significativo en sus mercados o restringe el acceso a sus tierras raras. No obstante, si existiese un acuerdo común entre la Unión Europea, Asia y Estados Unidos que facilite la transición hacia la energía limpia, la geopolítica energética tomará un mejor camino, concluye The Economist.

Datos cruciales: 

1. Bloomberg New Energy Finance (BNEF), una consultoría dirigida a los responsables de la toma de decisiones en materia de energía renovable y mercados de carbono, afirma que en 2017 China invirtió 132 billones de dólares limpiando su sistema de energía, más que el gasto total de Estados Unidos y la Unión Europea juntos.

2. La energía hidroeléctrica nuclear, representa solo 12% del total de energía en China.

3. En 2017 las importaciones de Gas Natural Licuado (GNL) en China se incrementaron 50%.

4. Desde 2013 el fabricante de paneles solares, Jinko Solar, tiene una producción mundial quintuplicada a 10 gigavatios (GW) por año y duplicó su cuota de mercado global 10%.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Entre las búsquedas salutarias del capitalismo está la llamada transición energética hacia las energías limpias. La pérdida de dinamismo de Estados Unidos y las torpezas de su liderazgo han permitido que China se coloque a la vanguardia de este cambio. Sin embargo, las limitaciones que impone la competencia capitalista crean obstáculos y levantan interrogantes sobre el alcance de dicha transición.

Como toda tecnología disrruptiva, las energías renovables crean oportunidades para cambiar las correlaciones de fuerza: al lado de China, los sujetos que inviertan en ellas podrán tener avances significativos en la provisión de energía...