La oposición de las autoridades antimonopolio detuvo la fusión entre T-Mobile y Sprint, la tercera y cuarta mayor operadoras de servicios inalámbricos de Estados Unidos en 2014. Estas empresas anunciaron un acuerdo de acciones que crearía una compañía con un peso similar al de AT&T y Verizon. Con este acuerdo prometen mayores ganancias para los accionistas y un fortalecimiento de la ventaja tecnológica de Estados Unidos.

Reducir el número de operadores es perjudicial para los clientes; una investigación británica en 25 países muestra que los precios promedio fueron hasta una quinta parte menor en los mercados con cuatro operadores de red en aquellos con tres. Las autoridades antimonopolio detuvo las discusiones entre T-Mobile y Sprint, y también bloquearon un intento anterior de compra por parte de AT&T en 2011. La empresa agregó casi 40 millones de clientes en los últimos cinco años al reducir precios y agregar funciones como la transmisión de video gratuita.

Entre 2013 y 2016, los precios al consumidor en general en Estados Unidos aumentaron 4.5%, los precios de los servicios de telefonía inalámbrica disminuyeron 8%. Sin embargo, la consolidación de T-Mobile y Sprint amenaza con un resultado diferente. La empresa combinada proyecta un crecimiento relativamente lento en los ingresos, un salto en los márgenes de ganancia y un rápido desapalancamiento financiero. Los reguladores ya se han opuesto a fusiones como esta antes, no obstante, Sprint está muy endeudado y puede fracasar siendo una entidad independiente.

Además, las dos empresas piensan que pueden ganar un argumento de interés público sobre el liderazgo tecnológico. Argumentan que al unir sus bandas de espectro, podrían construir la primera red 5G nacional de Estados Unidos, pero eso daría paso a que los operadores tengan que construir sus propias redes separadas y no tiene que ser así. Se podría construir colectivamente y compartir costos, mejor este enfoque que la competencia moderada y los consumidores con precios desorbitados.