Muslims but not brothers. Saudi Arabia turns against political Islam. The crown prince tries to reform Wahhabism and isolate the Muslim Brotherhood

Cita: 

The Economist [2018], "Muslims but not brothers. Saudi Arabia turns against political Islam. The crown prince tries to reform Wahhabism and isolate the Muslim Brotherhood", The Economist, London, 23 de junio, https://www.economist.com/special-report/2018/06/23/saudi-arabia-turns-a...

Fuente: 
The Economist
Tema: 
Las diferencias entre distintas ramas del Islam: el wahabbismo y el salafismo, su manipulación política y la forma en que la formación de cuadros ha contribuido al agravamiento del conflicto entre los saudíes y la Hermandad musulmana.
Idea principal: 

La relación entre sunnitas y shíitas ha dado un giro desde 1979, año en el que se interconectaron tres eventos importantes: los shíitas habrían derrocado al Shah de Irán, los sunnitas extremistas se opusieron a la monarquía saudí atacando la Gran Mezquita de la Meca y los soviéticos emprendieron la salida de Afganistán.

Antes de que en 1979 Arabia Saudí se proclamara a sí misma como custodia de las dos mezquitas santas y baluarte del orden moral (umma) de la comunidad islámica por sobre quienes ha nombrado rivales (la rama sunní y la shíi) el régimen mantenía un menor control (las mujeres podían andar solas en camello o trabajar en la tierra) sobre la vida de su población, incluso durante el reinado de Abdel Aziz Al Saud, fundador del actual saudí.

En la actualidad, se está buscando introducir reglas sociales más relajadas, así como las que no profanan el Islam, declara Muhammad bin Salman príncipe de la corona de Arabia Saudí. En la misma línea de pensamiento, desde el ala de la ideología ultra puritana, la Liga Mundial Musulmana ha hecho declaraciones del rumbo seguido por el Islam: "el Islam es moderado a su forma. Es desafortunado que los extremistas se hayan apropiado de nuestra religión". Este tipo de declaraciones son las que el artículo señala como pruebas del acercamiento que se está buscando para poder contactar con otros religiones (como cristianos y judíos).

Entre las opiniones de Occidente, de esta "nueva postura más tolerante de Arabia Saudí" se destaca la opinión de Stephane Lacroix de la Universidad de Science-Po en París, quien afirma que lo que está haciendo el príncipe de la corona saudí es construir un mito: "las autoridades religiosas de Arabia Saudí eran extremistas incluso antes de que el Ayatollah Jomeini gobernara sobre Irán". La diferencia que él observa entre los años previos y los posteriores a 1979, es que a posteriori a la dinastía saudí se le dio la libertad de reinar para imponer sus reglas en cada lugar del reino en donde anteriormente no tenían injerencia, como los vecinos ricos de Riyadh.

Con la emergencia de la jihad global, la comparación entre las políticas de Arabia Saudí y los grupos denominados "extremistas" ha entrado en su apogeo. El parecido entre los regímenes extremistas y las políticas del gobierno saudí comenzó a volverse diáfano y pese a que los dirigentes de la misma dinastía se han esforzado por evitar la asociación con grupos como Al-Qaeda, los talibanes o el Estado Islámico, la principal diferencia sólo radica en cuándo y dónde éstos grupos recurren a la política violenta.

Ante la comparación constante, la problematización a la que invita el artículo surge de la pregunta: ¿cómo pueden las autoridades saudíes distinguir el wahhabismo de la jihad? Se suscriben tres distinciones fundamentales:

1.- Semánticamente: la corona saudí rechaza cualquier atisbo de wahabbismo en su proceder político: "lo que ellos practican, lo que mencionan, es el Islam puro como éste existe junto con el salaf, la generación del Profeta y de sus compañeros (así, ellos se reconocen como salafistas)".

2.- Doctrinalmente: el salafismo real es puro y no político: "este dicta que nosotros debemos obedecer y escuchar a nuestro dirigente".

3.- La tercera y la más controvertida es que si los salafistas se han rebelado, es porque han sido infectados con las ideas de la Hermandad musulmana. [1]

Al respecto de éste último punto, la dicotomía y la distancia entre ambas tendencias dentro del Islam -sumado a los movimientos que respaldan- radica en que la Hermandad es regularmente menos puritana que los salafistas en la práctica del Islam pero debido a que la Hermandad musulmana permite la rebelión contra los gobernadores impíos es vista como una rama más subversiva. Vale mencionar, que la Hermandad disfrutaba de una buena relación con los regímenes del Golfo, quienes los veían como un movimiento estratégico contra el nacionalismo y la izquierda, hasta que durante 1990 con la invasión a Kuwait la Hermandad decidiera dar su apoyo a Saddam Hussein.

Ahora bien, las prácticas internas seguidas por la Hermandad no son homogéneas. En algunos países árabes la vertiente salafista se establece para proveer servicios sociales a los pobres, mientras en los países más ricos han desarrollado una forma de "rentismo islámico", en el que la oposición se basaba en asuntos religiosos, y no en una cuestión económica, en general. Como afirma Cortney Freer de la London School of Economics: "Su agenda es de tipo moral. Para ellos, los gobiernos tienen que probar que son guardianes de la moral de la nación".

Muhammad bin Zayed, el principal dirigente de los Emiratos Árabes Unidos, mira a la Hermandad como una amenaza y actúa en contra del activismo de cualquiera de sus miembros. Por otro lado, Sheikh Tamim bin Hama de Qatar, patrocina a la misma organización. En tal orden, las alianzas dependen de la rama del Islam a la que el país se encuentre adscrito, lo mismo que parte del orden geopolítico actual. Por lo anterior, se puede entender que la unión entre Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos sea ambigua pero funcional.

Muhammad bin Salman, habla de un "triángulo del mal" que se conforma de Irán, el Estado Islámico y la Hermandad Musulmana. Ésto parece dibujar una división entre los Estados Árabes de corte salafistas, por un lado, y todas las otras formas del Islam, por otro (aunque como se lee hay sub-ramas). Este análisis está fuera de lugar, pues el Estado Islámico busca un cambio a corto plazo mientras la Hermandad Musulmana tiene como objetivo el de crear un califato de manera más lenta, a través de su democracia.

Aun cuando, la Hermandad Musulmana nunca ha parecido ser tan fuerte en el Golfo, la victoriosa elección de Mohamed Morsi en Egipto durante 2012 perturbó a los países de la región. En tal sentido, tanto Arabia Saudí como Emiratos Árabes Unidos apoyaron de forma entusiasta el derrocamiento del presidente Muhammad Morsi por su cercanía con Irán. Algunos aseguran que la campaña contra la Hermandad es un intento para extinguir cualquier resabio de la Primavera Árabe.

El empuje saudí hacia un "Islam moderado" podría ser paradójicamente una bendición. Muchos esperan que contenga las peores declaraciones anti-shíitas de los clérigos wahabbíes. Los shíitas forman una minoría substancial en el Golfo. Muchos de ellos viven en las zonas más ricas en petróleo, lo que los convierte en población más vulnerable ante la mayoría sunní. El más fuerte de los temores no es que la rebelión shíita pueda conducir al separatismo, o a la interferencia iraní, sino a un desastre económico.

En Arabia Saudí, las protestas rompen en la región de Qatif. La represión ha llevado a la generación de una espiral de muertes y/o de conflictos armados en Awamiyah, el hogar de algunos predicadores radicales como Nimr al-Nimr, quien fue ejecutado en 2016. El príncipe Muhammad bin Salman busca diferenciar entre los shíitas e Irán, pero los resentimientos son profundos: "Las personas que toman las armas fueron criminales" dice un miembro local shíita "pero el gobierno saudí es aún más criminal".


[1] Fundada en Egipto en 1928 durante la agitación contra el dominio británico, dando lugar al movimiento también conocido como la Revolución de jóvenes, la hermandad se sostiene con fundamento en el Islam político que habría cruzado el mundo árabe (incluida la región del Magreb africano) con diferentes denominaciones, siendo la más conocida la agrupación Hamas, que es el movimiento palestino armado que domina Gaza.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Siempre que se habla del Islam y de grupos "extremistas" se parte de la idea de que cada persona que se adscribe como musulmana tiene el mismo sistema de creencias, como si del Islam solo existiera una única perspectiva. Sin embargo, es necesario hacer énfasis en que el Islam esta conformado por un espectro de múltiples ramas que si bien mantiene una entidad en común y una misma comunidad ha sido manipulado (incluso desde el exterior) por algunos regímenes para poder obtener alianzas contra el régimen shíita de Irán, principalmente.

Las paridades entre el wahabbismo y el salafismo no son innovadoras pero lo cierto es que aunque el gobierno de Arabia Saudí arremete contra el shíiismo en Irán (a quien se ha visto apoyando la justa causa de Hamas en Palestina) por su radicalidad (su programa de enriquecimiento de uranio), es el mismo gobierno saudí el que se sabe ha generado dinámicas tan extremistas (o más) que los grupo que critica buscando hacerse de territorios ricos en recursos, apoyando los intereses de Estados Unidos en la región (por ejemplo, el caso de Yemén) e incluso ha llegado a financiarlos para la desestabilización política de distintos regímenes a nivel regional como ha sido el caso actual en Siria o el anterior en Egipto.

Las diferencias de la predicación entre la comunidad islámica son claras en los ámbitos religioso y político, la forma de implantación del califato, por ejemplo, pero las cuestiones económicas exacerban estas diferencias, y han hecho (junto con la participación activa de Estados Unidos) de Medio Oriente el polvorín regional que es hoy.