The new Caliphate. Jihadists are trying to take over the Sahel. The West should help local governments hold the line

Cita: 

The Economist [2018], "The new Caliphate. Jihadists are trying to take over the Sahel. The West should help local governments hold the line", The Economist, London, 14 de julio, https://www.economist.com/leaders/2018/07/12/jihadists-are-trying-to-tak...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Julio 14, 2018
Tema: 
La creciente importancia del Estado Islámico en la región del Sahel en África
Idea principal: 

No ha habido un triunfo contundente contra el Estado islámico (EI) en Siria e Irak. Pero mientras las tropas estadounidenses y sus aliados regresan a sus países, la brutal ideología del EI no ha muerto y se está asentando en la zona de Sahel.

En este cinturón árido, poco poblado y mal gobernado al sur del Sahara, hay países que llevan décadas sin paz. La Provincia de África Occidental del Estado Islámico (ISWAP), un grupo jihadista nigeriano alineado con EI se ha vuelto más letal y numeroso que sus compañeros en Irak. En 2017 hubo 10 000 asesinatos en África (casi todas de civiles) mientras que en Irak y Siria fueron 2 000 los asesinatos de civiles. Por otro lado, las tropas en África ascienden aproximadamente a 3 500 combatientes, más de los que el EI original mantiene hoy en Medio Oriente. Por lo que se apunta a que están tratando de construir un "califato" en pueblos fronterizos remotos.

Si bien parece un conflicto lejano a los intereses de la población y los gobiernos occidentales, el crecimiento del EI en el Sahel es un riesgo. Ya se han dado las primeras consecuencias. Yihadistas conectados con Al Qaeda y el EI atacaron embajadas, hoteles e instalaciones petroleras occidentales. En Europa, los atentados de Manchester en 2017 y Berlín en 2016 están vinculados con Libia, además que conflictos en países de rápido crecimiento poblacional aumentarían las migraciones africanas a Europa.

El enraizamiento de jhiadismo en África puede explicarse por el fracaso de los gobiernos, la presión de la población y el cambio climático. Con el estado corrupto y predatorio, la promesa de los insurgentes de justicia religiosa atrae. En este sentido, los extranjeros tienen poco por hacer, recayendo la responsabilidad en los gobiernos africanos.

La ayuda desde el exterior debe dirigirse hacia contener la conquista de jhiadistas y sus esfuerzos por construir estados. Puede hacerse sutilmente con fuerzas militares modestas, a un costo razonable. Francia tiene 4 500 soldados en África y Estados Unidos alrededor de 6 000. Su entrenamiento y apoyo a los ejércitos africanos están dando resultados importantes.

A pesar de mantener unida esta frágil región, para Donald Trump es necesario tomar menos riesgos y, de ser posible, retirar del territorio 50% de fuerzas especiales, esto a partir del anuncio de 4 muertes de estadounidenses en Niger. The Economist señala que se corre el riesgo de que se repita el escenario en que Clinton retiró tropas de Somalia en 1993 y, al hacerlo, el país entró en un profundo caos en las manos de jihadistas y piratas. Evitar que el Sahel se derrumbe sería más fácil que volver a armarlo, por lo que es necesario mantener a las tropas occidentales en la región.

Datos cruciales: 

1- En África van 10 000 muertes casi todas civiles mientras que en Irak y Siria van 2 000 muertes civiles. Por otro lado, las tropas en África llegan a 3 500, más que el EI original mantiene hoy en Medio Oriente.

2- Francia tiene 4 500 soldados en África y Estados Unidos alrededor de 6 000.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La guerra de occidente contra fuerzas anti-occidentales sigue estando presente; sin embargo, África subsahariana en una región con una importancia menor para Estados Unidos y sus aliados.

El Estado Islámico se presenta también de manera bélica y dominante sobre las regiones donde pretende construir su estado dejando en medio a comunidades golpeadas por violencia política y económica desde hace décadas. En ese sentido, el conflicto entre occidente y el EI también contribuye a la descomposición social que puede dejar un campo más amplio para la intervención de las potencias en la región.