The U.S. Imperial Triangle and Military Spending

Cita: 

Foster, John Bellamy, Hannah Holleman y Robert W. McChesney [2008], “The U.S. Imperial Triangle and Military Spending”, Monthly Review, New York, Monthly Review Press, 60(05):1-19, octubre, https://monthlyreview.org/2008/10/01/the-u-s-imperial-triangle-and-milit...

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Octubre, 2008
Tema: 
La expansión del militarismo estadounidense como estímulo económico
Idea principal: 

El artículo recupera la propuesta de Michal Kalecki sobre la existencia de un triángulo imperial, para explicar la expansión del gasto militar estadounidense después de la segunda guerra mundial como mecanismo para estimular la economía nacional.


Para los autores, el elevado gasto militar en Estados Unidos responde a dos fines: externamente, es necesario para mantener su imperio mundial; internamente, representa el triángulo imperial, compuesto por el financiamiento estatal de la producción militar, la propaganda mediática y efectos económicos sobre el empleo, que caracterizan al orden social estadounidense (p. 1).

En este sentido, los autores proponen estudiar el actual militarismo e imperialismo estadounidense a la luz de lo que Wright Mills denominó “ascendencia militar”, en los inicios de la guerra fría y la centralidad que ese elemento asumió en la constitución del imperio y la economía de Estados Unidos (p. 2).

La economía de guerra permanente y el keynesianismo militar

La constitución del complejo industrial-militar estadounidense se remonta al final de la segunda guerra mundial. Encarnado en el vicepresidente del Consejo de producción de guerra del presidente Franklin D. Roosevelt y presidente de General Electric, Charles E. Wilson, el sector empresarial impulsaba la construcción de una economía de guerra permanente, basada en el entrelazamiento de las corporaciones y el ejército. Las experiencias de la expansión económica de la Alemania nazi y de Estados Unidos durante el conflicto armado, habían enseñado que los enormes incrementos en el gasto militar podía servir de fuertes estímulos a la economía, como una especie de keynesianismo militar, en el que promover la demanda efectiva y apoyar las ganancias monopólicas con el gasto militar podrían ser la base de la economía (p. 2-3).

Antes que Keynes, Michal Kalecki analizó el vínculo entre el gasto militar y el crecimiento económico. En su ensayo Los aspectos políticos del pleno empleo argumentó que el capital monopolista tenía una fuerte aversión al gasto civil del gobierno debido a que éste interfería en el mercado de bienes y podía impactar negativamente en las ganancias privadas. En cambio, la clave de la acumulación estaba en que el gobierno absorbiera los excedentes de capital a través del gasto militar, constituyendo lo que Kalecki denominó complejo armamentista imperialista. Lo que además resultaba en un aumento de la capacidad productiva utilizada (p. 4).

Para Kalecki, el capital monopolista estadounidense de mitad del siglo XX había encontrado en el gasto militar su principal soporte y había logrado establecer un fuerte apoyo político-económico basado en un triángulo imperial:

• El imperialismo permitía alcanzar un alto nivel de empleo a través de: (i) una demanda sostenida de armamento, (ii) el mantenimiento de un ejército de grandes proporciones, y (iii) la contratación de burócratas.

• Los medios de comunicación masiva, bajo los auspicios de la clase dominante, emitían propaganda para promover el apoyo de la población a la continuación de las guerras.

• El alto nivel de empleo y el incremento de los estándares de vida de la población facilitaban la absorción de la propaganda pro imperialista (p. 4-5).

Así, el funcionamiento del triángulo imperial derivó en una economía militarizada con un crecimiento sostenido. En ese sentido, Harry Madgoff calificó como esencial la unidad entre la seguridad nacional y los intereses empresariales para la economía estadounidense de los años 50.

Siguiendo el planteamiento de Kalecki, Paul Baran y Paul Sweezy señalaron cinco metas político-económicas-imperiales que motivaban a la oligarquía estadounidense para el fortalecimiento del aparato militar: (i) defender la hegemonía global estadounidense de las amenazas externas, como la Unión Soviética; (ii) crear una plataforma internacional segura para la expansión del capital estadounidense; (iii) crear un sector de Investigación y Desarrollo (I&D) financiado por el gobierno pero dominado por el sector empresarial; (iv) contar con una población complaciente acostumbrada a la influencia de la guerra perpetúa, y (v) absorber el excedente de capacidad productiva a través del gasto militar (p. 5-6).

El aumento del gasto militar se garantizaría a través de las operaciones y la preparación de las guerras. Además, el Pentágono aseguraría que las bases y la industria armamentística estuvieran dispersas por todo el territorio estadounidense para asegurar el apoyo de los legisladores de todos los estados (p. 6).

De hecho, un documento de planeación de la guerra fría escrito en abril de 1950 recomendaba elevar el gasto militar hasta 50% del PIB en caso de una emergencia, y reconocía que, desde el punto de vista económico, esto incrementaría el PNB, la capacidad productiva utilizada y el consumo (p. 7-8).

Así, aunque el militarismo estadounidense tenía primordialmente una razón geopolítica, también era visto como un factor esencial y benéfico para la expansión de la economía estadounidense. Para Kalecki, Baran, Sweezy y Magdoff, la causa del militarismo estadounidense era extender el imperio capitalista más que detener la amenaza comunista (p. 9). Así lo demuestra el hecho de que aun a finales de la década de 1990, el gasto militar de Estados Unidos volvió a incrementarse.

El laberinto del gasto militar estadounidense

En este apartado los autores realizan una revisión a las estadísticas disponibles de gasto militar en Estados Unidos. Entre sus hallazgos están los siguientes:

• Existen diferentes fuentes, distintas mediciones y numerosas variables, lo que dificulta conocer con exactitud la magnitud del gasto militar. No obstante, los autores reconocen dos mediciones: el gasto reconocido y el gasto real.

• El gasto reconocido, publicado por la Oficina de Administración y Presupuesto (OMB, por sus siglas en inglés) ascendía en 2007 a 552.6 miles de millones de dólares (4% del PIB). Esta cifra es recogida por la OTAN y SIPRI en sus publicaciones (p. 10).

• El gasto real, publicado en las Cuentas de Productos e Ingreso Nacional (NIPA, por sus siglas en ingles), era de 662 miles de millones de dólares en 2007. La diferencia con la cifra de la OMB reside en que NIPA toma en cuenta variables como: el consumo de capital fijo del gobierno, los pagos en efectivo para amortizar las deudas de los beneficios de los retirados militares, entre otras.

• Para obtener un dato más preciso del gasto militar, es necesario agregar a la cifra de NIPA otras categorías, como: la ayuda económica a gobiernos extranjeros, el gasto espacial, los pagos médicos a los militares retirados, los beneficios recibidos por los veteranos, etcétera. Así, el cálculo de los autores sitúa el gasto militar real en alrededor de 1 billón de dólares en 2007 (7.3% del PIB) (p. 11).

El Triángulo Imperial estadounidense en la actualidad

Los autores cuestionan la motivación del militarismo estadounidense en la primera década del siglo XXI. Por un lado, señalan el fuerte apoyo que recibieron las guerras de Afganistán e Irak por parte de los partidos políticos, el congreso, el poder judicial, los medios y las corporaciones en Estados Unidos. Este apoyo refleja una preocupación general de los sectores en el poder con respecto a la expansión de la hegemonía estadounidense. Al mismo tiempo, el aumento del gasto militar, como parte de la estrategia imperialista, pone al límite a la economía pues aumenta los déficit fiscal y comercial.

Por otra parte, la ausencia de Unión Soviética ha dado a Estados Unidos más poder militar, al mismo tiempo que su hegemonía económica enfrenta un declive. Esta condición ha llevado a la élite estadounidense a exigir al gobierno recuperar su poder económico y su papel como líder en el orden mundial a través de la expansión militar. Así, recientemente, Estados Unidos no sólo ha aumentado su gasto militar en la producción de armamento, sino en el establecimiento de bases militares alrededor de todo el mundo (p. 14). Además, como demuestra la propuesta kaleckiana, el incremento en el gasto militar es una estrategia para combatir la recesión económica (p. 15).

Finalmente, los autores apuntan tres contradicciones que enfrenta el triángulo imperial en la actualidad:

• El gasto militar se dirige al desarrollo de tecnología que aumenta fuertemente la productividad en los sectores civiles, lo que disminuye su efecto positivo en el empleo.

• La expansión de las armas de destrucción masiva genera una fuerte oposición entre la sociedad.

• Ha habido un rápido crecimiento de medios de comunicación que se oponen al monopolio de la información ejercido por los medios controlados por la élite y que promueven la guerra permanente(p. 16).

Datos cruciales: 

Entre 2001 y 2007, el gasto nacional en defensa reconocido por Estados Unidos creció casi 60% en términos reales, alcanzando 533 mil millones de dólares en 2007. Este monto equivale a 45% del gasto militar a nivel mundial, de acuerdo con SIPRI. (p. 1)

En los seis años que duró la Segunda guerra mundial, la economía estadounidense creció 70%. (p. 3)

En Estados Unidos, entre 1941 y 1959, cerca de 1 dólar de cada 7 estaban destinados a la guerra o a su preparación (p. 7).

Nexo con el tema que estudiamos: 

El texto explica el aumento del gasto militar como un elemento central del funcionamiento estructural de la economía estadounidense. Este texto desarrolla, desde la teoría de la demanda efectiva, el funcionamiento del nexo entre el estado, las corporaciones y los medios de comunicación, quedando evidenciados los beneficios que persiguen las corporaciones en el establecimiento de un estado de guerra permanente. Además, se clarifica el papel que juegan los medios de comunicación al servicio del poder como portavoces y promoventes de conflictos externos, pero también internos, que tienen como fin último las ganancias corporativas.

Resulta además interesante el papel que juega la sociedad. En este sentido, se abre una línea de investigación que aborde los diferentes mecanismos, además de la propaganda mediática, que legitiman una situación de guerra entre la población.