Mujeres, globalización y movimiento internacional de mujeres

Cita: 

Federici, Silvia [2013], “Mujeres, globalización y movimiento internacional de mujeres”, Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas, Madrid, Traficantes de Sueños, pp. 223-241.

Fuente: 
Libro electrónico
Fecha de publicación: 
Mayo, 2013
Tema: 
Género y guerra
Idea principal: 

Silvia Federici, escritora y activista feminista de la Universidad de Hofstra en Nueva York.


Capítulo. Mujeres, globalización y movimiento internacional de mujere

Silvia Federici comienza el capítulo hablando sobre las imágenes que actualmente recorren el mundo, imágenes de mujeres siendo explotadas, en campos de refugiados, como empleadas domésticas o trabajadoras sexuales. Las cuales tienen completa relación con cifras estadísticas que nos muestran que con la globalización neoliberal se ha producido una feminización de la pobreza, tan es así que se ha vuelto una categoría de análisis. Existe todo un debate entre grupos feministas sobre las posibilidades de hacer frente a dicha pobreza, hay quienes se orientan más hacia una nueva marcha sobre las instituciones que busca influir en el desarrollo global, para lograr que las agencias financieras sean más sensibles respecto a cuestiones de género; o, quienes están convencidas que el problema se centra en la participación y por ello presionan a los gobiernos para que implementen las resoluciones de Naciones Unidas.

La globalización neoliberal es catastrófica para las mujeres, Federici menciona que el problema no es que las agencias internacionales que llevan esta globalización neoliberal estén lideradas por hombres sino que es una cuestión estructural de la misma. Los objetivos de la globalización neoliberal son contra las mujeres. De hecho, el objetivo base de la globalización es proporcionar al capital el control total sobre el trabajo y los recursos naturales y para ello debe expropiar a los trabajadores de cualquier medio de subsistencia que les permita resistir un aumento de la explotación. Y esta explotación no es posible sin que se produzca un ataque sistemático sobre las condiciones materiales de la reproducción social y contra los principales sujetos de este trabajo, las mujeres.

Sin embargo, las mujeres han tenido un papel central para combatir la globalización, porque son ellas las que han luchado y resistido para valorizar el trabajo de las comunidades y sus propios hijos. Federici menciona que también son las principales defensoras del uso no capitalista de los recursos naturales (tierra, agua, bosques) y de la agricultura orientada a la subsistencia, oponiéndose a la destrucción de los comunes aún existentes. Estas cuestiones son las que se mencionan como razones principales para entender la globalización, en cualquiera de sus formas capitalistas, una guerra contra las mujeres, pero en específico, una guerra contra las mujeres del "Tercer Mundo". Por ello, la autora menciona que para terminar con la condición económica y social de las mujeres tiene que ser una lucha contra globalización capitalista, a la par d euna lucha contra las agencias internacionales y sus programas que sustentan esta expansión global del capital.

Para entender por qué la globalización es un ataque contra las mujeres, Federici propone hacer una lectura "política" del proceso. La lectura que ella da es que esta globalización es una respuesta al ciclo de luchas que se dio desde la década de 1960, los movimientos anticolonialistas, el Black Power, los movimientos feministas y los movimientos obreros, esto porque dichos movimientos representaron un desafío a la división internacional del trabajo y provocaron una crisis histórica, a la par de una revolución social y cultural. No obstante, la autora da un papel central a las luchas de las mujeres (contra la dependencia hacia los hombres, el reconocimiento al trabajo doméstico, jerarquías raciales y sexuales) porque no es casual que los programas de las instituciones en la globalización señalen a las mujeres como objetivo principal.

A partir de este proceso se ha producido la creación de lo que Federici llama "cadenas de montaje globales", refiriéndose a talleres en los que se trabaja en condiciones de semiesclavitud, los cuales están llenos de mujeres jóvenes, los cuales también forman parte de esta guerra contra las mujeres y la reproducción social. Dentro de los discursos que utiliza la globalización está el que la posibilidad de trabajar en la industria global significa una autonomía para las mujeres, sin embargo, dicha autonomía está basada en deficiencias de salud y la imposibilidad de tener una familia debido a las largas jornadas laborales y las terribles condiciones laborales. Federici menciona otra cuestión importante que evidencia esta guerra de las agencias internacionales contra las mujeres, sobre todo contra las mujeres del "Tercer Mundo", dicha evidencia es que estas mujeres se ven forzadas a migrar hacia el Norte, donde mayormente el único empleo que encuentran es el de trabajadoras domésticas.

Siguiendo con el análisis de la autora, menciona que existen otros fenómenos derivados de este proceso globalizador que tienen consecuencias devastadoras para las mujeres, lo que sería la contaminación medioambiental, la privatización del agua, la deforestación y la exportación de bosques enteros. Gran parte de las guerras contemporáneas son dirigidas a destruir la agricultura de subsistencia y por lo tal, el objetivo principal son las mujeres. Pero también en el Norte dicha globalización ha transformado las vidas de las mujeres, sobre todo a partir del desmantelamiento del distema de asistencia social, por lo cual, la situación de las familias donde la mujer es la cabeza o las mujeres obreras y de clases bajas ha cambiado drásticamente, ahora deben tener más de un empleo para sobrevivir.

La autora cierra el texto con las implicaciones que conlleva esta situación para los movimientos feministas internacionales. Como primera respuesta, Federici menciona que las feministas no solo deben apoyar e impulsar la cancelación de la “deuda del Tercer Mundo” sino también deben involucrarse en las campañas de reparación a las comunidades que han sido devastadas por los ajustes estructurales, es decir, exigir también que les devuelvan los recursos que les han arrebatado. Con esto hace una reflexión que en realidad las feministas deben entender que no puede haber ninguna mejora en las vidas de las mujeres dentro del capitalismo. Es por ello que propone que si la destrucción de nuestros medios de subsistencia es indispensable para la supervivencia de las relaciones capitalistas, esto se debe convertir en el campo de batalla.

Para concluir, Federici reflexione que como cualquier otra forma de autodeterminación, el movimiento de liberación de las mujeres requiere de condiciones materiales específicas, que comienzan por el control de los medios de producción y subsistencia. El poder de las mujeres no proviene de arriba, no lo otorgan las instituciones globales como las Naciones Unidas, sino que debe construirse desde abajo y que sólo a través de autoorganización podrán las mujeres revolucionar sus vidas.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Las nuevas formas de la guerra, sobre todo en relación a la guerra económica, tienen total relación con las mujeres y sus cuerpos. En específico este texto aborda la relación entre la guerra económica neoliberal y la precarización de la vida de las mujeres, buscando insertarlas a un mercado laboral para "empoderarlas" pero en condiciones sumamente decadentes y sobre todo, capitalistas. Por lo cual, no se puede romper con el sistema patriarcal sin romper al mismo tiempo con las formas de reproducción del capital que ahora someten a las mujeres a otras formas de explotación en la globalización.