Feminist Perspectives on Militarism and War: Critiquies, Contradictions, and Collusions

Cita: 

Khalid, Maryam [2015], “Feminist Perspectives on Militarism and War: Critiquies, Contradictions, and Collusions”, Baksh Rawwida y Wendy Harcourt (editoras), Transnational Feminist Movements, Nueva York, Oxford University Press, pp. 632-651.

Fuente: 
Libro electrónico
Fecha de publicación: 
2015
Tema: 
Género, guerra y militarismo
Idea principal: 

Maryam Khalid es directora del programa de Licenciatura en Estudios Internacionales en la Universidad de Macquarie. Su investigación se enfoca en la intersección de raza, género y sexualidad en la política global y las relaciones internacionales, con un enfoque en la representación y la identidad.


Capítulo 26. Perspectivas feministas en el militarismo y la guerra. Críticas, contradicciones y colusiones

Introducción

La autora examina los fundamentos de género del militarismo, así como la relación con los conceptos de guerra y paz, desde una perspectiva feminista. Al hacer cuestionamientos al militarismo desde el feminismo, no sólo se pretende mostrar los efectos del género en el militarismo sino también cómo muchas veces el género refuerza al militarismo haciendo que muchos lo acepten como “necesario”.

La guerra y el militarismo afectan a hombres y a mujeres y, además, el género y el militarismo refuerzan las ideas dominantes de los hombres (masculinidad) y las mujeres (feminidad), así como los roles de género de cada grupo.

A pesar de la presencia de las mujeres en algunas instituciones militares como las fuerzas armadas, que es lo que ella estudia, en realidad la idea del hombre como dominante sigue permeando en las sociedades. Por eso, deconstruir los fundamentos de género del militarismo nos lleva necesariamente a revisar los conceptos de paz, guerra, complejo militar y seguridad.

Para hacer este abordaje, es necesario estudiar los efectos de género en la política internacional o en las interacciones entre Estados, así como el impacto de la naturalización del género en la militarización en las personas comunes, especialmente en las mujeres.

Por ejemplo, la guerra tiene un impacto enorme en la vida de las mujeres y los hombres, porque las actividades y los procesos de la guerra están asociados a la promoción de ciertos valores militares como la agresión, la violencia y la lealtad incuestionable, lo cual reproduce un entendimiento estrecho de la masculinidad y la feminidad en el contexto social. Así, la guerra moldea la política de la élite pero también de la cotidianidad, está naturalizada en la sociedad. En el caso de la relación con el género, se naturaliza el hecho de que son los hombres quienes toman las decisiones, porque naturalmente son más agresivos, racionales y predispuestos a la violencia, mientras que las mujeres son asociadas a la maternidad, al cuidado y la paz.

Feminismo y género

Para poder analizar el género en el militarismo, la autora estudia el concepto de género como base esencial. Sin embargo, no existe sólo una perspectiva feminista para abordar este concepto, sino que los diferentes significados que adopta dependen de su abordaje ontológico, epistemológico y metodológico. Puede ser entendido como las diferencias biológicas entre los sexos (masculino-femenino) o como una construcción social de ambos que se relacionan a cuerpos sexualizados. Sin embargo, para un abordaje claro la autora divide los enfoques feministas del género en enfoques empiristas, de punto de vista y post-estructuralistas.

Para las empiristas el género es algo biológico ya que asumen que las diferencias entre hombres y mujeres son el resultado de diferencias biológicas naturales. “Por lo tanto, un enfoque feminista empirista del militarismo se centra en interrogar las preocupaciones principales sobre el comportamiento de los estados y los impactos diferenciales de sus políticas sobre las mujeres y los hombres en lugar de ampliar los parámetros del militarismo más allá de las prioridades y acciones de los Estados.” (p. 634)

Las feministas del punto de vista conceptualizan al Estado como un “conjunto de prácticas patriarcales” y señalan los impactos de estas prácticas en la vida de las mujeres. En este enfoque, el género se construye a través de entendimientos sociales de masculinidad y feminidad. Es decir, el sexo es biológico y el género se construye socialmente como masculinidad y feminidad.

Por último, "las post-estructuralistas señalan que hay que cuestionar tanto el género como el sexo, ya que ambas son construcciones discursivas. Por lo tanto, el género no es sólo una construcción social de la identidad y cómo se ve el mundo sino también es una lógica producida y productiva de cómo entendemos las políticas globales". (p. 635)

Militarismo, el Estado y género

En el siguiente apartado la autora analiza la imbricación entre el militarismo, el Estado y el género. La mayoría de los estudios sobre la guerra, consolidación de la paz y la reconstrucción posterior al conflicto se centran en las instituciones estatales y militares así como en las políticas de las élites. Por el contrario, los estudios con perspectiva feminista buscan ampliar esos márgenes, conceptualizando el militarismo como una ideología, un conjunto de procesos y una materialidad que va más allá del complejo militar. La ideología del militarismo, según este enfoque, está respaldada por el supuesto de que la guerra es probable o inevitable por lo tanto, resolver los conflictos se vuelve una necesidad.

El enfoque feminista sostiene que el género siempre ha sido fundamental para la ideología y la reproducción del militarismo. Las manifestaciones materiales del militarismo incluyen guerras e intervenciones indirectas como las guerras de poder en la Guerra Fría y sus expresiones ideológicas incluyen la institucionalización de la diferencia de género. Como institución del Estado, el militarismo está intrínsecamente vinculado a la creación de Estados y al establecimiento y ejercicio del poder en las instituciones estatales como reproducción de las relaciones de poder y jerarquías de género.

A partir de esta afirmación, la autora analizará más a profundidad cómo se entiende el militarismo como institución del Estado. El Estado, al ser estructuralmente patriarcal, se basa en divisiones binarias de género, las cuales se configuran en torno a las masculinidades y las feminidades que se reflejan en el militarismo. Desde el feminismo se ha demostrado que las instituciones y estructuras patriarcales y sexistas son marcas de sociedades altamente militarizadas. Esto porque las sociedades militarizadas se configuran en torno a la noción de que la estabilidad social se alcanza través de relaciones de género jerárquicas típicas de las instituciones y prácticas militares. Estas relaciones de poder de género son reproducidas más allá de las instituciones estatales, como la idea de la heterosexualidad obligatoria que implica que un hombre “jefe de familia” ha sido parte vital de la defensa de la nación y sus intereses de seguridad.

Por otro lado, la importancia del militarismo como una institución clave del Estado también radica en su papel en la construcción del interés nacional. “Además, es la creación y el despliegue de categorías y jerarquías de identidad en las que el género, la sexualidad, la raza y la clase convergen para reflejar un binario de nosotros, tanto dentro como fuera del Estado.” (p.638)

La creación de esta identidad nacionalista no sólo nos construye a nosotros, sino también al Otro como enemigo y se perpetúa la noción misma de inseguridad que legitima el militarismo. La base de estas construcciones de identidades descansa en una división de género.

Feminismo, guerra y militarismo

En el siguiente apartado la autora aborda la relación entre feminismo, guerra y militarismo. Comenzando con la idea, bastante asumida, de que los hombres se inclinan más hacia la violencia y la guerra así como las mujeres hacia la paz, lo cual es un reflejo de estas divisiones binarias y construcciones sociales de género en las que descansa el militarismo. Sin embargo, esta concepción de la guerra es muy fuerte e incluso hay mujeres que creen que con su inclusión en las instituciones militares, la guerra puede adquirir un carácter compasivo y materno.

A pesar de que el ejército es una institución predominantemente masculina, ahora en muchas partes del mundo las mujeres pueden enlistarse y participar aparentemente de la misma forma que los hombres. Hay algunas feministas que consideran que dicha inclusión es positiva, incluso es una prueba del éxito de la agenda internacional de igualdad de género. Sin embargo, la otra perspectiva ve esta celebración negativa porque significa la cooptación en las instituciones y procesos del militarismo. En esta visión, la participación de las mujeres en las fuerzas armadas no cambia la naturaleza masculina de la institución y mucho menos de la guerra.

Para la autora, medir la igualdad entre mujeres y hombres a través de su participación en el servicio militar sirve para ocultar las formas en que el ejército es una institución hipermasculinizada. Dado que el militarismo es mucho más que simplemente la institución militar, es importante señalar que la participación de las mujeres en el ejército no ha transformado el impacto de la militarización en las mujeres fuera de la institución militar.

Sobre el género y el militarismo, se ha demostrado que la guerra afecta a hombres y mujeres de manera diferente simplemente porque los hombres superan en número a las mujeres en los ejércitos de todo el mundo. Sin embargo, más allá del campo de batalla, las mujeres y los niños constituyen una gran proporción de las víctimas de la guerra. Una forma particular de violencia que las mujeres experimentan en tiempos de guerra es la violación y la tortura sexual.

El uso de la violencia sexual por hombres contra otras mujeres es un arma de guerra cuyo objetivo es socavar la masculinidad del enemigo que no puede proteger a sus mujeres, bajo la idea de que las mujeres son débiles, pasivas y que necesitan protección, lo cual refuerza las nociones dominantes de masculinidad. El binario de masculino-femenino unido a los cuerpos en este contexto hace que los cuerpos de las mujeres sean otro campo de batalla. Pero esta batalla no sólo tiene género sino que también refleja la intersección entre género y raza.

Género, (in)seguridad y política mundial

En el siguiente apartado, la autora aborda la relación entre género, seguridad y política mundial. Como ya se ha mencionado, el militarismo confía y perpetúa la suposición de que la mejor manera de lograr la seguridad es tener un sistema militar fuerte. Sin embargo, desde el feminismo se cuestiona desde dónde se construyen las formas de seguridad y amenaza porque éstas se basan en identidades que están sujetas a género, sexualidad, raza y clase.

La masculinidad del Estado y su papel en la escena internacional es fundamental para la teorización general sobre la seguridad y la política internacional (p.642). Existe una intersección entre género y raza que se refleja en una preocupación masiva por proteger a las mujeres de las masculinidades descontroladas, inmaduras y amenazantes del Sur global.

Por lo tanto, para la autora, centrarse en la seguridad no es simplemente la identificación de la amenaza externa, sino que también implica la construcción del yo y la identidad del Estado. La creación de la identidad se ve como binaria ya que solo se crea en relación al Otro. El militarismo requiere la construcción y reproducción de identidades aparentemente inmutables y elevadas de un nosotros, colocadas en oposición a un ellos u otros, con las cuales se alienta al personal militar y también a los civiles a identificarse. La interacción entre el nacionalismo y el militarismo transforma a los otros en enemigos, y la reproducción de enemigos, “los otros”, perpetúa la necesidad del militarismo.

La autora resalta que las guerras no serían posibles sin la cooperación, el apoyo y la cooptación de las mujeres. Aunque no siempre son colaboradoras voluntarias, las mujeres y las nociones dominantes de feminidad que se les atribuyen en los discursos hegemónicos de género, apoyan al militarismo a través de su desempeño de roles específicos de género. Estos desempeños quedan muchas veces relegados a roles de apoyo, que no siempre son invisibles o son pasivos.

Las guerras de terror lideradas por Estados Unidos

En su último apartado, la autora habla sobre las guerras contra el terror lideradas por Estados Unidos, sobre todo las lideradas después del 11 de septiembre de 2001. Para la autora, estas guerras y toda la campaña propagandística que se ha generado sobre los musulmanes es el perfecto ejemplo de cómo se crea un enemigo, un Otro, el musulmán frente a Occidente. El discurso oficial de la administración de Estados Unidos construyó las guerras contra el terrorismo como necesarias para combatir futuras amenazas de terrorismo. Estas guerras sobre el discurso del terror se han construido en torno a una dicotomía entre la masculinidad civilizada, moral y benevolente de Occidente y la masculinidad bárbara, atrasada, opresiva y desviada del hombre del Sur, lo mismo que con las mujeres, por eso el discurso de “liberarlas”. De esta forma, se construyó a las mujeres del Sur como víctimas sin voz, por eso la urgencia de salvarlas. Para el militarismo, cooptar el lenguaje del feminismo y los derechos de las mujeres fue vital para el éxito del proyecto militarista.

Conclusión

Como conclusión, la autora considera que las feministas han dado una batalla por demostrar que la práctica y el impacto del militarismo son mucho más omnipresentes y operan mucho más allá de los ámbitos cotidianos. Además, el género, como una configuración jerárquica de diversas expresiones y desempeños de masculinidad y feminidad, da forma a las ideas de guerra, paz e inseguridad, por lo cual es fundamental para entender las formas en que se habilitan y se desarrollan los conflictos militares.

La investigación feminista sobre el militarismo ha logrado avances significativos en la desestabilización de los supuestos básicos de la ideología y los procesos militares, pero aún queda mucho por hacer.

Los enfoques feministas de la investigación y el activismo ofrecen alternativas a las dicotomías que dan forma a las interpretaciones dominantes de la guerra, la paz y el comportamiento humano en las sociedades militaristas.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Me parece un texto fundamental para entender la guerra en un plano internacional desde una visión feminista, recupera otras cuestiones abordadas por otras autoras sobre la participación de las mujeres en las fuerzas armadas y la naturalización de los roles de género pero esta vez para dar base a la construcción misma de seguridad, guerra, paz y complejo militar, porque para la autora todo esto está basado en esta división binaria de la sociedad.