Follow the Money

Cita: 

Cockburn, Andrew [2011], “Follow the Money”, Winslow Wheeler (coordinador), The pentagon labyrinth: 10 short essays to help you through It, Washington, D.C, Center for Defense Information, pp. 75-85.

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2011
Tema: 
La relación existente entre contratistas y militares, define las dinámicas de la guerra y la seguridad nacional en Estados Unidos.
Idea principal: 

Ensayo 7. "Sigue el dinero" por Andre Cockburn.
Andrew Cockburn Myles es un periodista nacido en Londres y Washington, DC, editor de la revista de Harper.


"Follow the money" es una expresión que los periodistas encargados de cubrir las actividades relacionadas con la seguridad nacional, no toman mucho en cuenta. La idea de que existe un complejo industrial militar dedicado tan sólo a buscar beneficios económicos, suena a una especie de "teoría de la conspiración". Optan por explicaciones más sencillas al analizar el alto costo de la guerra en Irak y Afganistán, como el artículo de E. Bulmer en The New York Times que señala a la "tecnología del siglo XXI" como la causante de los altos costos.

El problema de este tipo de análisis es que olvidan ejemplificar las tecnologías. Por mencionar un ejemplo, está el Compass Call EC-130H de Lockheed Martin, un avión destinado a detectar bombas caseras de 25 dólares, cuyo alto costo no coincide con sus resultados. De acuerdo a un estudio que llevó a cabo una célula de análisis estratégico, que analizó los vuelos realizados de octubre de 2006 a mayo de 2007, no se detectó algún beneficio para desactivar las bombas caseras, lo que no dejó de ser lucrativo para Lockheed Martin y sus contratistas asociados para operar una aeronave que cuesta 70 000 dólares la hora.

Hechos como el antes mencionado lleva a preguntarse quiénes son los beneficiarios de las guerras, esta pregunta es clave para entender la historia de Estados Unidos después de la segunda guerra mundial, cuando el país se desarmó rápidamente, redujo el número de reclutas y su producción de armas, lo que derivó en una catástrofe para la industria aeronáutica. En 1948, funcionarios de la administración Truman, difundieron una serie de rumores a los medios de comunicación, sobre un inminente ataque soviético sobre Europa occidental. El rumor no tenía sustento alguno, de hecho, los acontecimientos recientes, parecían tener la dirección opuesta, como el caso de la guerra civil griega, en la que intervino Estados Unidos y en la que Stalin prohibió cualquier tipo de ayuda a los comunistas griegos. Las consecuencias del rumor se tradujeron en grandes estímulos a la industria aeronáutica y un aumento en los créditos de defensa, a partir de entonces, los "sustos de guerra" serían una característica común en la agenda política estadounidense, bastaba un rumor para que el dinero fluyera.

Las deficiencias de los enemigos, los sobrecostos y desastres técnicos generan poco ruido, rara vez se alega por el recorte al presupuesto destinado a defensa. El presupuesto fue considerado durante muchos años un elemento disuasorio, al considerarse uno de los factores clave en el colapso de la URSS, pues su presupuesto en defensa se definía de acuerdo al de Estados Unidos sin importar los sobrecostos que este último incurría a menudo, algo que lo volvió justificable. Llamarle "carrera armamentista" a este período es un error, cuando en realidad se trataba de un disputa presupuestaria. Al desaparecer su enemigo, el presupuesto se redujo 11% para el periodo de 1993-2000, 48 000 millones de dólares menos, eso supuso el costo de enfrentar a la URSS, casi nada, esto supone a la Guerra Fría, como una mera justificación para el derroche.

Los grandes presupuestos militares están impulsados por algo más allá de las necesidades de la guerra, por ejemplo en la guerra de Corea (1950-1953) se gastaron grandes sumas de dinero, pero no precisamente para la guerra. Una gran parte fue empleada en bombarderos B-47 sin ser empleados en Corea, así como artículos útiles sólo en guerra nucleares, como el caza F-86 y los interceptores F-102 y F-106, hechos para derribar aviones que no tenían los adversarios. Mientras tanto, en el campo de batalla los militares carecían de botas para el frío, estos tenían que robarlas de los enemigos, este tema no era menor, pues las primeras víctimas del ejercito fueron a causa del frío. Existen ejemplos más cercanos, como el de la guerra en Irak-Afganistán, cuando el gasto que ejercieron las familias de los militares en artículos de primera necesidad para la guerra, que los comandantes y congresistas se negaron a suministrar.

Aun cuando el presupuesto a la guerra había aumentó después del 11-S, el tamaño del ejército es más pequeño que antes y el inventario cada vez más antiguo. Gran parte del dinero está comprometido en la industria aeroespacial. La clave para explicar el deterioro del ejército está en la forma en que los contratistas inflan los costos. Pues se les garantiza siempre un porcentaje de sus costos como ganancias, lo que ha generado una dinámica de inflar los costos para obtener más ganancias. Esto ha traído como consecuencia una reducción en el inventario de las Fuerzas Armadas, a medida que los costos aumentan, la producción se reduce. La desconexión entre lo proyectado y lo producido, resalta otros aspectos, como la gestión ineficiente de la mano de obra, existen casos en los que se emplea mucha más mano de obra de la necesaria, con resultados ineficientes.

Después del fraude de la brecha de los misiles (un término usado en Estados Unidos a principios de la década de 1960 para hacer referencia a la percibida -y errónea- disparidad a favor de la Unión Soviética en el número de ojivas -warheads- nucleares estratégicas), se abandonaron las restricciones de costos para facilitar la meta de alcanzar a los rusos, con resultados desastrosos, como el sistema Minuteman II que dejaba 40% de los misiles fuera de servicio continuamente, lo que hacía ejercer más gasto y beneficiaba de nuevo a los contratistas. Prácticas similares continúan, eso ahonda la razón de la reducción del ejército.

Una dinámica perjudicial de ese tamaño sólo puede llevarse a cabo con ayuda de miembros del ejército, sujetos dedicados a los negocios y a la maximización de costos antes que de la seguridad nacional. Aquellos que se oponen no han corrido con buena suerte, como el coronel de la Fuerza Aérea Joe Warren, que a finales de los 60, exaltó los sobrecostos y deficiencias de los programas de defensa, también el caso del coronel Jim Burton, que en 1980 propuso que fuera el ejército construyera un vehículo de combate que fuera más eficaz en combate, ambos abandonaron sus carreras tiempo después. Un caso más actual es el de Franz Gayl, un ex marino, quien pidió vehículos que fueran más resistentes a las bombas en Irak, los vehículos de Humvee, ofrecían poca protección. Aunque ya existían planes para cumplir las peticiones de Gayl, estos estaban siendo retenidos pues no querían interrumpir sus acuerdos con Humvee para el suministro de más vehículos, esto le valió a Gayl una persecución por parte de sus superiores.

Existe una vía para el éxito después de la jubilación en el ejército, los contratistas de defensa premian a aquellos que demuestran lealtad con puestos corporativos bien pagados, dotándoles de una responsabilidad: cabildear con sus ex-colegas. Cada vez más, ocupan puestos de muco poder en las corporaciones, por ejemplo, el Humvee, al que Gayl se opuso, es fabricado por AM Corporation que dirige el ex-general Paul Kern, quien también también ocupó la junta directiva de EDO Corporation y de Irobots, inversores de defensa en Washington, un caso que resume la dinámica actual de las Fuerzas Armadas.

Los conflictos actuales son caros pero gratificantes para algunos, han aumentado el gasto destinado a la guerra sobre niveles superiores a los de la guerra fría, tan sólo para desactivar bombas caseras, que por cierto, pese al gran gasto ejercido para detenerlas, la muerte por estos dispositivos en Estados Unidos sigue aumentando. Por otro lado, el presupuesto ha hecho prosperar corporaciones corporaciones como CACI, que proporciona servicios a muchas ramas del gobierno federal, incluida la defensa, seguridad nacional, inteligencia y atención médica, pero que no hace nada en lo absoluto. Dicha corporación se vio beneficiada de la lucha contra el terrorismo. Su ascenso no es casualidad, al revisar su directorio, se puede encontrar personajes que en el pasado han ocupado puestos de gran jerarquía durante el mandato de George Bush, desde ex subsecretarios de defensa hasta el ex gobernador de Virginia. Todos ellos completan una lista de una empresa que durante el 2010, generó ganancias por 3 000 millones de dólares.

Existen muchos ejemplos sobre la relación entre las corporaciones y los militares y los destinos de estos últimos. Sobresalen los casos del General John M. Keane y el Almirante William Fallon. Keane, ahora miembro de la junta directiva de General Dynamics y asesor en temas de seguridad de ABC News. Jugó un papel importante en favor de los contratistas en Irak. Fallon, por otra parte, cuenta con poco prestigio hoy en día, algo que se puede entender a partir de su rechazo a la idea de que Irak representaba una amenaza a Estados Unidos y su oposición a un ataque preventivo a Irak, eso propició su despido.

Al observar la relación entre contratistas y militares, no hay que perder de vista el dinero, para entender cualquier asunto relacionado con la seguridad nacional.

Cápitulos relevantes para el proyecto: 

1. El Compass Call de Lockheed EC-130H dedicado a la detección de bombas caseras, ha tenido un costo total de 50 000 millones de dólares a los contribuyentes, su costo por hora de vuelo es de 70 000 dólares.

2. Al propagarse el rumor de un ataque soviético sobre Europa occidental en la primavera de 1948, el presupuesto de adquisición de aviones se disparó 57% a medida que el presupuesto general de adquisiciones del Pentágono se disparó 600%, de 6 000 millones de dólares en 1947 a más de 35 000 millones de dólares en 1948 (a dólares del 2011).

3. De 1948 a 1990, es decir, durante la Guerra Fría, Estados Unidos gastó un promedio anual de 440 000 millones de dólares (a dólares de 2011). Durante el periodo 1993-2000, el gasto del Pentágono promedió 392 000 millones de dólares (dólares de 2011).

4. El presupuesto para el desarrollo del bombardero B-47, el caza F-86 y los interceptores F-102 y F-106, se disparó de 2 500 millones de dólares en 1950 a 7 700 millones de dólares en 1951 y a 11 300 millones de dólares en 1952.

5. El caza F-35, estaba programado originalmente para una serie de 2866 aviones en producción a un costo unitario por avión de 81 millones de dólares. Antes de que el avión haya terminado las pruebas, el costo unitario se habia disparado, hasta alcanzar los 155 millones de dólares cada uno, y la compra total se redujo a 2457.

6. La Organización Conjunta para la Derrota de IED (Dispositivo Explosivo Improvisado) del Pentágono ha gastado 50 000 millones de dólares en contrarrestar estas amenazas.

7. En 9 años se añadió un billón de dólares al presupuesto de defensa para combatir las guerras en Irak y Afganistán, después del 11 de septiembre de 2001 hasta 2010.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Las grandes corporaciones militares juegan un papel protagónico en las nuevas formas de la guerra. No sólo proveen de nuevas tecnologías que permiten nuevas estrategias, también imponen dinámicas que anteponen las ganancias antes de la guerra misma.