El arresto de Carlos Ghosn denota la evolución de la alianza entre Renault, Nissan y Mitsubishi, que él formó después del rescate financiero de Nissan en 1999. Actualmente, la alianza es la productora de automóviles más grande del mundo. Aunque no se identifican beneficiados de este escándalo, es seguro asumir que su mandato, su forma de vida y sus ingresos influyeron en la pérdida de lealtad de los empleados japoneses.

El arresto se dio bajo distintas acusaciones, entre las que se incluyen que reportó ingresos inferiores a los realmente percibidos y que no declaró el uso de propiedades pertenecientes a Nissan; Ghosn ha negado dichas acusaciones. Las acusaciones además recaen sobre Nissan y Greg Kelly, reportero americano y mano derecha de Ghosn. Mientras que en Japón por fin están terminando décadas de resistencia a reformas corporativas y de gobernanza, resultan inaceptables las facilidades que se le otorgaron a Ghosn, que seguramente debieron ser señaladas en auditorías a la compañía, por parte de Nissan y su junta directiva.

Además, existe la sospecha de que se hayan realizado esta serie de acusaciones con la intención de frenar la influencia que Renault tiene sobre la compañía japonesa. Siendo dueña de un 43.4% de las acciones de Nissan, Renault tiene derecho a voto en las acciones de Nissan, derecho que Nissan no tiene sobre Renault con solamente 15% de sus acciones, y 34% de las acciones de Mitsubishi. El frenar la influencia francesa sobre la alianza es una problemática a la que se añade el papel que tiene el gobierno de Francia como dueño en 15% de las acciones de Renault, con derecho a doble voto en las decisiones de Renault al ser accionista de largo plazo; derecho que se puede adjudicar a los esfuerzos en 2015 del entonces Ministro de Finanzas, Emmanuel Macron, actual presidente de Francia.

La necesidad de incrementar la inversión y reducir costos, sería un factor importante en la posibilidad de una fusión empresarial entre la alianza. Sin embargo, si una joint venture entre Renault y Nissan en los Países Bajos sin Ghosn no tiene sentido, menos la posibilidad de una fusión, aun cuando la sinergia entre las compañías de la alianza se reportara por 6.4 mil millones de dólares. Si fuera el caso de una fusión entre las tres empresas, se esperaría estén mejor preparados para la era de automóviles autónomos y automóviles eléctricos; tendrían más capital y mejor escala de producción.

Al tiempo que Nissan se ve envuelta por intereses nacionales, el gobierno de Francia toma precauciones para no perder el poder que ha ganado sobre la alianza.