En otoño de 2019 se estrenará la película británica “Downton Abbey”, esta tiene como eje principal demostrar a sus audiencias cómo era la época en la que la aristocracia se bañaba de lujos y servidumbre. Esta propuesta filmográfica bien podría ser una analogía para la época actual, en donde el papel de los aristócratas es cambiado por la actuación de los ejecutivos lideres de los grandes corporativos.

Obviamente los grandes empresarios no son la nobleza de antaño. En el terreno de trabajo de los primeros, no habrá lazos hereditarios, pero sí firmas familiares; el poder que han adquirido se ha desbordado del espacio de los negocios, llegando incluso hasta el campo del gobierno.

De esta manera, dentro de la política actual ha habido casos en donde los magnates se lanzan a la competencia política, apoyándose de las oportunidades que les otorga la democracia representativa. Así ocupan su dinero para financiar su campaña, el renombre de su empresa para ganar votantes y su influencia en algunos medios de comunicación para generar publicidad propia y de calidad.

Esta élite de empresarios en el gobierno no se encuentra unificada, podemos dividirla a partir de sus intereses e ideologías políticas que adopten, por ejemplo, se puede decir que los magnates conservadores defenderán la reducción de los impuestos para los inversionistas, mientras que los liberales buscarán políticas pro ambientales y con un toque más social. Sin embargo, dirigir un gobierno no es lo mismo que estar al frente de una corporación, así lo dejan ver algunos ejemplos de inversionistas dentro de la política (ver Dato Crucial 1), mismos que han dejado un panorama poco agradable para sus países.