En el documental “The Truth About Killer Robots”, el director Maxim Pozdorovkin expone toda clase de peligros tanto económicos, psicológicos, morales y hasta mortales que puede traer la inteligencia artificial a nuestra vida diaria, basándose en la pregunta “Cuando un robot mata a un ser humano, ¿quién es el culpable?”

Aunque Pozdorovkin tenía planes desde hace tiempo acerca de hacer una película sobre la automatización no había encontrado la manera de abordar el tema. Fue hasta que se enteró de que en Alemania ocurrió la muerte de un trabajador de Volkswagen a causa de que lo aplastó un brazo manipulador. Para el punto de partida de su documental uso la primera ley de la robótica de Isaac Asimov: “un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño”. En esta parte se muestran una serie de incidentes mortales, en los cuales está involucrado el uso de maquinaria automatizada, el uso de vehículos autónomos y el primer uso intencional de un robot por fuerzas de seguridad estadounidenses.

La película se distingue gracias a su enfoque holístico, ya que no solo se realizaron entrevistas con las personas detrás de la tecnología, sino también con miembros de la fuerza laboral mundial como conductores de transporte, obreros, empleados de servicio entre otros. Y aunque la automatización se vería como el principal enemigo de las clases bajas y medias, como cuestión política aún se mantiene al margen.

Aunque existe un creciente temor sobre el aumento de la utilización de máquinas que puedan ser letales y que violen la primera ley de Asimov, el documental también realiza una investigación sobre la producción de robots que satisfagan el placer sexual, observando las cuestiones sociales que propician su producción y su consumo, además de ver los efectos que su uso trae consigo, poniendo como uno de los principales y más preocupantes, la falta de empatía con otros humanos.