La guerra comercial entre China y Estados Unidos aún no ha llegado a un acuerdo; no obstante, las empresas ya están reconsiderando su dependencia de China. El 4 de abril de 2019 Donald Trump anunció la posibilidad de alcanzar un acuerdo próximamente y realizar una reunión con su contraparte en China, Xi Jinping. Algunas empresas ya han quitado cadenas de suministro a China, favoreciendo a la política propuesta desde Estados Unidos.

Dado el temor por parte de algunos funcionarios estadounidenses a la dependencia en manufacturas chinas, la disgregación se ha convertido en un objetivo para mitigar riesgos. Empresas como GoPro, Universal Electronics, Hasbro, Aten International y Danfoss han comenzado a trasladar procesos productivos fuera de China.

Esta victoria de Trump se ve afectada dado que los empleos no volverán a Estados Unidos, la mayoría se están trasladando a otros países con menores costos. La reestructuración de las cadenas globales de suministro tardará y China seguirá siendo relevante. La guerra comercial, según altos ejecutivos, ha provocado se reconsidere el rol de China como economía manufacturera; incluso empresas chinas se están desplazando. Song Zhiping, director de China National Buildings Material Group, afirma que “las cosas están cambiando. Por eso, las empresas están saliendo del país.”

Trump busca generar empleo en Estados Unidos. Otros representantes de gobierno entienden la guerra comercial como un medio para competir con China. China controla varios mercados con alto grado de complejidad y busca incrementar dicho grado, produciendo otros productos como aviones o automóviles eléctricos.

Los nuevos aranceles a productos chinos impuestos en artículos considerados fundamentales por Estados Unidos probablemente no disminuyan con un acuerdo. Los asesores comerciales de línea dura esperan que las empresas encuentren oportunidades de negocios en otros países.

Cuando China fue potencia manufacturera, contaba con mano de obra de bajo costo y relativamente calificada, el gobierno controló el surgimiento de sindicatos obreros independientes, abundaba la subcontratación, desarrollaron su infraestructura en movilidad y el consumo local creció. Además, las empresas transnacionales llegaron de forma desordenada. En 2018 China representó un cuarto de la fabricación mundial en términos de valor.

Los salarios y otros costos han subido en China. Se acusa a funcionarios chinos de favorecer a competidores locales sobre los extranjeros y de no actuar lo suficiente en contra del robo de propiedad intelectual. La guerra comercial promueve la disgregación pero no disminuye los riesgos existentes en otras regiones. Joe Kaeser, director ejecutivo de Siemens, afirma que “la localización será más importante” si se busca resistir los debates políticos.

China podría no oponerse a los intentos de disgregación, pues ello contribuiría a eliminar empleos no calificados, a disminuir la contaminación y la impulsaría en la cadena de valor.

Miao Wei, ministro de Industria y Tecnología de la Información de China, explica que la magnitud de la mano de obra está disminuyendo, los costos están aumentando y están perdiendo ventaja competitiva. China debe centrarse en industrias de alta tecnología. La cautela es menester, la economía china se está desacelerando y podrían haber pérdidas de trabajo e inestabilidad.

Las iniciativas de disgregación podrían apenas comenzar. Según una encuesta de UBS, al menos una tercera parte de empresas fabricantes de productos para exportación en China retiraron una parte de su producción del país en 2018.

Bill Winters, director general de Standard Chartered Bank, señala que las empresas desean depender menos de un solo lugar y están buscando una alternativa a China. Aquellos que se preocupan por la posibilidad de un alza en aranceles buscan reubicar sus instalaciones. Países que desean desplazar a China señalan que es menos probable que sufran tales medidas.

Las empresas chinas, según Davos Airlangga Hartarto, ministro de Industria en Indonesia, sufren de incertidumbre ocasionada por la guerra comercial.

La capacidad de diversificarse depende de la industria. Razat Gaurav, director general de Llamasoft, comenta que algunas empresas de autopartes en Estados Unidos han aumentado su operación, compensando los aranceles sobre productos chinos. Las empresas de teléfonos móviles y sus componentes, en general, no se han visto afectadas; China controla esa cadena, solo algunas empresas se están retirando.

Las empresas están buscando alternativas, principalmente a través de disgregación. Algunos ejemplos son Steve Madden, productora de calzado, y Hasbro, productora de juguetes.