Bigger oil. ExxonMobil gambles on growth. A fossil-fuel titan's strategy is at odds with efforts to hold back climate change

Cita: 

The Economist [2018], "Bigger oil. ExxonMobil gambles on growth. A fossil-fuel titan's strategy is at odds with efforts to hold back climate change", The Economist, London, 9 de febrero, https://www.economist.com/briefing/2019/02/09/exxonmobil-gambles-on-growth

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Febrero 9, 2019
Tema: 
La Regulación y el cambio climático en empresas petroleras
Idea principal: 

Frente a la costa de Guyana, una vasta embarcación de perforación permanece casi perfectamente inmóvil. Los propulsores trabajan constantemente para mantener el centro de la embarcación dentro de un radio de tres metros por encima de una cabeza de un pozo ubicado en el fondo marino, casi 2 kilómetros debajo del nivel del mar. Todo esto se dirige a un solo objetivo: perforar de la manera más efectiva posible, de modo que el barco pueda moverse al siguiente pozo de petróleo y luego al siguiente. Las empresas pasaron décadas buscando petróleo en la costa de Guyana. En 2015, ExxonMobil, la corporación petrolera más grande del mundo que cotiza en la bolsa de valores, se convirtió en la primera en encontrar el petróleo. Ahora, la corporación estima que más de 5 mil millones de barriles de petróleo se encuentran debajo del lecho marino guyanés. Si todo va según lo planeado, dentro de la próxima década, Guyana podría convertirse en el segundo mayor productor de petróleo de América Latina, sólo detrás de Brasil. Eso transformaría a un país pobre y pequeño en un petro-estado. Para ExxonMobil, el proyecto forma parte de un intento de reafirmar su dominio. En febrero de 2019, ExxonMobil anunció los resultados anuales y se declaró en camino a un crecimiento ambicioso. ExxonMobil estima que para 2025 la producción mundial de petróleo y gas será 25% más alta que en 2017.

ExxonMobil fue una vez la compañía más valiosa del mundo y sigue siendo un gigante de la industria. Exxon construyó un extenso imperio global de reservas de petróleo, refinerías y plantas petroquímicas, consolidando su lugar después de su fusión con Mobil en 1999. ExxonMobil también ha dado un amplio combustible a los detractores de la industria. El mayor fracaso se produjo en 1989, cuando un barco petrolero, Exxon Valdez, encalló y vertió 11 millones de galones de crudo en las costas vírgenes de Alaska. ExxonMobil ha superado demandas judiciales por todo, desde una gasolinera con fugas hasta instigar la tortura en Indonesia.

Dos décadas después de la fusión con Mobil, la cultura de la empresa sigue siendo rigurosa y privada. En los últimos años, los resultados decepcionantes y los errores significan que ExxonMobil ya no parece invencible. Las corporaciones tecnológicas son ahora más valiosas. Bajo el liderazgo de Rex Tillerson, quién dejó la compañía en 2017 para convertirse en el secretario de Estado de la administración de Donald Trump, ExxonMobil pagó 31 mil millones de dólares en 2009 por XTO Energy, una corporación de gas y petróleo shale, justo antes de que se desplomaran los precios de estos combustibles. En 2017, la compañía se vio obligada a borrar 4.8 millones de barriles de sus reservas, casi una quinta parte del total de la compañía, debido a que los bajos precios del petróleo hicieron que su extracción fuera poco rentable.

ExxonMobil, junto con otras grandes compañías petroleras, ahora también enfrenta riesgos existenciales. Cada vez son más las voces que exigen reducir las emisiones de carbono y limitar el aumento de las temperaturas globales. Según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (Intergovernmental Panel on Climate Change, IPCC), hacerlo se vuelve más difícil después de 2030, ya que dependería de reglas draconianas y de grandes avances en la ciencia. Esto ha aumentado la presión para acelerar la transición de hacia las fuentes de energía renovables. La regulación de emisiones, juicios y avances en tecnología de energía limpia que esto conlleva podría forzar la caída de la demanda de petróleo y hacer que su precio caiga. En este contexto, Darren Woods, director ejecutivo de ExxonMobil, tiene una estrategia para asegurar el éxito en los próximos años: aferrarse a lo que mejor hace ExxonMobil. Consiste en gastar 200 mil millones de dólares en siete años. Esto incluirá grandes inversiones en petroquímicos y en refinación. Pero su plan más audaz es aumentar la producción de combustibles fósiles. El señor Woods quiere que las ganancias de la compañía por extracción y venta de petróleo y gas alcancen unos 23 mil millones de dólares en 2025, el triple de lo que eran en 2017.

Woods afirma que apoya los objetivos del acuerdo climático de París de 2015, en el cual los gobiernos prometieron mantener el aumento de las temperaturas, “muy por debajo” de 2°C en relación con los pre-niveles industriales. No obstante, para limitar el calentamiento a 2° C, por no hablar de los 1.5° C que recomienda el IPCC, la producción de petróleo debería disminuir. Según Kathy Mulvey, de la Unión de Científicos Preocupados, el pronóstico de la demanda futura de petróleo, impulsado por una creciente población y un aumento de los ingresos, hace que el aumento de las temperaturas más allá de los límites indicados por el IPCC parezca casi inevitable.

Los activistas están presionando a las compañías petroleras para que cambien. Muchas compañías petroleras, entre ellas ExxonMobil, redujeron su gasto de capital luego de que el precio del crudo se hundiera en 2014. Algunos ambientalistas comenzaron a murmurar que las grandes corporaciones petroleras podrían cambiar si seguían recortando la inversión y devolviendo efectivo a los accionistas o si perseguían un crecimiento modesto en la producción de petróleo mientras vertían dinero en fuentes renovables de energía. Royal Dutch Shell y Total, por ejemplo, invirtieron en energía eólica y solar, así como en servicios de electricidad. Respecto al cambio climático, el Sr. Woods afirma que la empresa que dirige y la industria en general reconocen el efecto de la quema de combustibles fósiles sobre el clima. Insiste en que su empresa mira “muy de cerca el espacio de las energías renovables y las oportunidades para participar en eso". Sin embargo, el gasto en tecnologías verdes sigue siendo mínimo, afirma The Economist. Las petroleras europeas pueden invertir en servicios públicos, pero ExxonMobil tiene poco interés. En diciembre de 2018, Shell, bajo la presión de los inversionistas verdes, dijo que vincularía el pago de sus ejecutivos con un plan para reducir las emisiones de carbono de sus productos; de manera casi paralela, ExxonMobil anunció otro descubrimiento de petróleo.

Algunos de los planes de la empresa se parecen a los de sus pares. Está invirtiendo en sus productos petroquímicos y en el petróleo de esquisto estadounidense, donde la producción puede aumentar y disminuir mucho más rápidamente que en grandes proyectos costeros, lo que la hace adecuada para una era de incertidumbre. Las reservas se drenan continuamente, por lo que la industria debe invertir para sostener la producción. Sin embargo, ExxonMobil está invirtiendo no solo para mantener la producción sino también para aumentarla. Otras compañías petroleras anunciaban recompras, no grandes inversiones. Ambientalistas e inversionistas verdes, críticos de larga data de ExxonMobil, están tratando de hacer que la compañía cambie su curso. Varias ciudades y condados estadounidenses están utilizando los tribunales para exigir que las grandes compañías petroleras paguen el costo de la protección contra el aumento del nivel del mar.

En octubre de 2018, el fiscal general de Nueva York presentó una demanda alegando que ExxonMobil utilizó una serie de suposiciones sobre el cambio climático en documentos externos y otra para la planificación interna. Ese caso está pendiente. En enero de 2019, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos rechazó el intento de la corporación de detener una investigación por parte de Massachusetts sobre si engañó al público sobre las amenazas del cambio climático.

Es poco probable que los juicios venzan a ExxonMobil, afirma The Economist. El mayor riesgo de ExxonMobil parece ser un mundo donde la demanda de petróleo alcanza su punto máximo a medida que aumentan las medidas para combatir las emisiones, y luego bajan los precios. Los proyectos podrían volverse antieconómicos antes de lo esperado, lo que podría afectar los activos de la compañía. El señor Woods dice que está respaldando proyectos con bajos costos. Argumenta que el nivel, inusualmente alto, de integración de sus negocios y tecnología en su empresa significa que puede producir más eficientemente que sus pares.

En 2017, 62% de los accionistas de ExxonMobil votó para exigir que la compañía revelar cómo la acción para limitar los aumentos de temperatura a 2 ºC afectaría su negocio. ExxonMobil produjo un documento que los críticos acusaron de ser demasiado vago. Este año los accionistas votarán una nueva resolución, solicitada por los fondos de pensiones del estado de Nueva York y la Iglesia de Inglaterra, para exigir que ExxonMobil haga lo que Shell ha hecho y se comprometa a reducir las emisiones no solo de sus operaciones, sino también de los productos que vende. Incluso si los accionistas votan a favor de la resolución, ExxonMobil, como Shell, probablemente tendría una escotilla de escape. Shell puede aumentar la producción de petróleo y gas bajo sus nuevos objetivos, siempre que tome otras medidas, como aumentar la producción de energía a partir de la energía eólica y solar.

ExxonMobil podría tener que cambiar su estrategia más drásticamente si más inversionistas rechazan el petróleo y el gas. Pero ese parece un escenario improbable. El gas enfrenta una competencia cada vez mayor entre la energía eólica y solar, pero por ahora puede ayudar a reemplazar las plantas de carbón. El petróleo todavía tiene un dominio absoluto en el transporte. En un escenario optimista, solo el 15% de los autos del mundo serán eléctricos para 2030.

Muchos fondos de pensiones siguen invirtiendo en corporaciones petroleras, en parte porque estas generan buenos rendimientos. Las participaciones de los 20 mayores inversionistas institucionales del mundo en las grandes compañías petroleras aumentaron de 24% en 2014 a 27% en 2017, según la Agencia Internacional de Energía.

Los políticos pueden tener más influencia. E3G, un think-tank, simuló la interacción de diferentes políticas y estrategias corporativas. Si el mundo se moviera hacia un camino compatible con el calentamiento por debajo de 2ºC, el precio del petróleo bajaría y una empresa con la estrategia de ExxonMobil (a la cual E3G llama "la última en pie") se vería obligada a entrar en competencia directa con las grandes compañías petroleras nacionales con costos de producción muy bajos, como Saudi Aramco. Los políticos, particularmente en Estados Unidos, se han mostrado reacios a legislar para imponer restricciones al carbono. Esto es en parte gracias a los intentos de ExxonMobil de obstruir los esfuerzos para mitigar el cambio climático. En 2009 Rex Tillerson adoptó una posición más complicada cuando anunció el apoyo de la compañía a un impuesto al carbono (que para ese momento no se consideraba seriamente en Estados Unidos) y argumentó en contra de un plan de límites a las emisiones y permisos de contaminación (que en ese momento tenía un auge en aquel país). El Sr. Tillerson apoyó el acuerdo climático de París, pero también dijo que no había "ninguna base científica" para limitar el calentamiento a 2ºC y advirtió que el mundo dependía de los combustibles fósiles para “nuestra propia supervivencia”.

En octubre de 2018, la compañía dijo que estaba dando 1 millón de dólares, distribuidos en dos años, a un grupo que abogaba por un impuesto al carbono. ExxonMobil sostiene que un impuesto al carbono es una forma transparente y justa de limitar las emisiones. La empresa también está trabajando para reducir las fugas de metano, un potente gas de efecto invernadero, de sus pozos, tuberías y refinerías. Sin embargo, el American Petroleum Institute (API) -presidido por Woods- ha sido una fuerza principal que insta al gobierno de Trump a suavizar las regulaciones sobre las emisiones de metano.

Aunque otras empresas tienen estrategias alternas, ExxonMobil no es la única empresa que se aferra a los fósiles. Incluso las corporaciones que invierten más en energías renovables son reacias a abandonar los combustibles fósiles, que son mucho más rentables. Total, BP y Chevron planean aumentar la producción de petróleo y gas.

ExxonMobil tampoco es la única corporación que trata de influir en el debate sobre el clima a su favor. Se dice que Marathon Petroleum, una de las refinerías, hizo una campaña para relajar los estándares de los combustibles con Barack Obama. BP gastó 13 millones de dólares para ayudar a bloquear una propuesta para un impuesto al carbono en el estado de Washington en noviembre de 2018. La Western States Petroleum Association, cuya membresía incluye a ExxonMobil y Shell, también presionó para derrotar ese impuesto.

Mientras que las compañías petroleras planean crecer, las tendencias en energía limpia se están moviendo en la dirección equivocada. Las inversiones en energías renovables cayeron como parte del total en 2017 por primera vez en tres años, mientras que aumentaba el gasto en petróleo y gas. En 2018, las emisiones de carbono en Estados Unidos crecieron 3.4% con el repunte de la actividad económica, incluso cuando el consumo de carbón disminuyó. ExxonMobil continúa buscando petróleo y transformando el mundo a medida que avanza. En Guyana hay mucho debate sobre cómo utilizar las regalías del petróleo. Las posibilidades incluyen programas para los pobres e infraestructura para hacer frente a las inundaciones.

En el mar, ExxonMobil está trabajando para aumentar la producción. Para el 2020, una red submarina de tuberías conectará los pozos en el fondo marino a un vasto barco. Desde allí, el petróleo se transferirá a petroleros más pequeños, luego a la vasta infraestructura que puede refinarlo y transportarlo hasta que llegue a los consumidores en forma de fertilizante, botellas de plástico, poliéster o, lo más probable, gasolina. "Desde debajo del fondo del océano hasta el tanque de su auto, por aproximadamente el precio de un galón de leche", concluye The Economist.

Datos cruciales: 

1.Gráfica 1. El rendimiento de la corporación sobre el capital empleado, un impresionante 49% en 2008, se había arrugado al 9% para 2017 en comparación con otras corporaciones petroleras como BP, Chevron y Shell.

2.Gráfica 2. La producción de combustibles fósiles es un factor que contribuye al calentamiento, la gráfica demuestra se debe mantener el aumento de las temperaturas muy por debajo 2 °C en relación con los niveles preindustriales. Sin embargo, ExxonMobil no espera que esto suceda. El incremento de unidades térmicas de Exxon Mobil desde el año 2000 hasta 2040.

3.Gráfica 3. Recorte de capital de ExxonMobil, Chevron, Shell y British Petroleum desde 2014 y el comportamiento que han mantenido hasta 2018.

4.Al igual que otros gigantes petroleros, ExxonMobil se destaca por sus inversiones en gas, produce electricidad de forma más limpia que el carbón, pero es inusual en su apetito por un mayor gasto (se espera un aumento del 16% en 2019).

Nexo con el tema que estudiamos: 

Un análisis entre ecología y capitalismo se podría identificar como una contradicción del sistema económico. No obstante, donde imperan las practicas capitalistas existe una coyuntura ecológica que debe ser estudiada. A pesar de ello, las principales corporaciones buscan los medios necesarios para contrarrestar o imposibilitar la preocupación de sectores ecologistas y medioambientales y su impacto político. El capitalismo no sólo quiere dominar la naturaleza, sino arrancar todo de ella, depredarla.