The problem with putting a price on the end of the world. Economists have workable policy ideas for addressing climate change. But what if they're politically impossible?

Cita: 

Leonhardt, David [2019], "The problem with putting a price on the end of the world. Economists have workable policy ideas for addressing climate change. But what if they're politically impossible?", The New York Times, New York, 9 de abril, https://www.nytimes.com/interactive/2019/04/09/magazine/climate-change-p...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Martes, Abril 9, 2019
Tema: 
La política medioambiental actual y sus elementos económicos
Idea principal: 

Con motivo de su aceptación del Premio Nobel de economía, William Nordhaus impartió la conferencia “Cambio climático: El reto último para la economía” en diciembre de 2018. Nordhaus es reconocido por haber establecido la meta de calentamiento global en 2°C por encima de los niveles preindustriales. Este premio reconoce la originalidad y la influencia del trabajo de Nordhaus sobre modelos económicos que permiten pensar medidas para mitigar el impacto del cambio climático. La institución reconoció la gran amenaza que representa el cambio climático, como la mayor frecuencia de desastres naturales. Un panel de científicos de Naciones Unidas llaman a cambios en la conducta humana sin precedentes históricos.

Nordhaus explica que la gente no utiliza energías limpias porque no pagan los verdaderos costos que las fuentes de energía fósil implican para el planeta: en el corto plazo, problemas de salud y, en el largo plazo, cambio climático. Nordhaus argumenta que “tenemos un problema climático” debido a las fallas de mercado en el sector energético. Economistas y otros expertos en política proponen fijar un precio sobre el carbono, mecanismo que busca reducir el uso de compuestos de carbono a través de incrementar el costo de estos; se proponen el mercado de bonos de carbono e impuestos al carbono.

La ventaja económica resulta ser una limitante política. La energía es un costo de vida, además que la clase media y baja sufren lento crecimiento en sus ingresos; disminuir energías sucias subiendo su precio implicaría reducir el ingreso de los votantes. El movimiento de chalecos amarillos en Francia protesta en contra de impuestos a la gasolina. Nordhaus señala que la gente en su vida cotidiana se preocupa más por los problemas que les generarían de las soluciones que por el cambio climático.

Algunos activistas del cambio climático han comenzado a cambiar su estrategia política, supliendo ideas que están a favor de otra lógica política; las alternativas enfatizan los beneficios de disminuir las emisiones de carbono. Estas alternativas (como mandatos para utilizar energías limpias o subsidios) podrían ser menos eficientes que fijar un precio sobre el carbono, ya que no están suficientemente respaldadas por las fuerzas de mercado y no cubren a toda la economía. Se cuestiona si serán lo suficientemente grandes o lo suficientemente populares.

Durante la presidencia de Barack Obama en 2009 se aprobó un gran estímulo federal, se fortaleció la regulación sobre Wall Street y se aseguraron cerca de 20 millones de personas. Sin embargo, se rechazó la propuesta de ley sobre el medio ambiente, probablemente por no ser tan popular como los otros cambios que propuso. En Australia el Partido del Trabajo impulsó una propuesta de tasas impositivas sobre el carbono; la propuesta fue rechazada. En Francia Emmanuel Macron tuvo que descartar su propuesta para aliviar las protestas a finales de 2018. En Washington se rechazó una iniciativa en 2018 de impuestos sobre el carbono.

En Columbia Británica, Canadá se puso en marcha un impuesto sobre el carbono que ha resultado funcional. Una particularidad de este es que regresa cada dólar a familias y empresas a través de créditos fiscales, lo que ha disminuido la oposición. En Estados Unidos, algunas personas premiadas con el Nobel y oficiales firmaron un pronunciamiento a favor de un impuesto similar; es probable que se vean afectados por la desconfianza política actual. En Canadá algunos líderes conservadores se oponen a un plan de fijar precios sobre el carbono a nivel nacional.

John Podesta propone una nueva estrategia, el Nuevo Acuerdo Verde; este elimina algunas ideas conservadoras. Christina Figueres argumenta que las soluciones propuestas por economistas como "eficientes" no siempre pueden alcanzarse desde una perspectiva política; es necesario avanzar desde la política.

El contexto del debate sobre política climática ha cambiado. La crisis financiera y sus secuelas han reducido el ingreso de las familias. El crecimiento en el ingreso se ha lentificado, la media de la riqueza doméstica ha caído 30% desde 2007. Por esa razón, poner un impuesto al carbono, que encarecería la energía sería una medida difícil de implementar por impopular.

Además, el bipartidismo ahora se refleja sobre propuestas políticas como la fijación de precios sobre el carbono. La tradición bipartidista entre liberales y conservadores se revive al pronunciarse sobre la falla del mercado contra el gobierno sin dejar de depender de este. Durante la administración de George H.W. Bush se aplicó un sistema de fijación de precios para atender el problema de la lluvia ácida. El Partido Republicano se ha radicalizado y ahora se oponen a una serie de ideas antes aceptadas por ambas partes, entre estas, una prohibición sobre armas de asalto, Obamacare y los esfuerzos para lentificar el cambio climático. El escepticismo por parte de los republicanos limita las posibilidades de activistas, así como satisface a las industrias del carbón y del petróleo.

Los activistas climáticos comienzan a buscar popularidad para su supervivencia. Tom Steyer señala que la cuestión sobre el clima es conocer tu teoría de cambio político. En 2017 NextGen America, grupo de defensa ambiental de Tom Steyer, comenzó a enfocar sus esfuerzos para combatir la política ambiental del gobierno federal en Arizona, Michigan y Nevada, estados que podrían resultar ejemplares y enviar una señal política, debido a que son fuertes bastiones de los republicanos. En estos estados se puso una iniciativa para utilizar más energías renovables hacia 2030, se propuso que los estados duplicarían su producción de de energía renovable hacia 2030.

California es un buen caso de estudio. Su mercado de bonos de carbono ha sido decepcionante pero los objetivos de generación de energías limpias han funcionado bien. En 2005 Arnold Schwarzenegger se comprometió a reducir sus emisiones de carbono a niveles de 1990 hacia 2020, también se le otorgó a reguladores la autoridad de ordenar el uso de más energía limpia para servicios públicos. Este tipo de medidas no son las más eficientes para reducir las emisiones de carbono. Es necesario que se establezcan metas por cumplir para cada compañía. Por otra parte, fijar precios sobre el carbono generaría mayores reducciones por parte de grandes empresas, capaces de reducir sus emisiones de forma barata.

Las desventajas de las evaluaciones de desempeño suelen exagerarse, el escepticismo inicial sobre el plan de California parece no correspondido; cumplió con su meta cuatro años antes de lo establecido y los costos sobre los consumidores fueron modestos y pasaron sin notarse. John Podesta considera podría ser un acercamiento hacia un modelo de acción a nivel federal.

La principal ventaja política es que las evaluaciones de desempeño se enfocan en las metas y no en los mecanismos para alcanzarlas. Cuando el enfoque es sobre los mecanismos, la ley no suele ser popular; en cambio, cuando el enfoque es sobre principios básicos o sobre metas, la ley suele ser mucho más popular. Nathaniel Keohane, encargado de establecer el mercado de bonos para la lluvia ácida, explica que de triunfar en política medioambiental las personas deberían contar con una visión de los posibles beneficios en sus vidas y de futuras generaciones, ya que otros activistas han fallado; Nathaniel también reconoce al igual que otros activistas haber dejado definirse por el mecanismo de la política y no por el resultado que buscaban alcanzar.

Hasta 80% de los habitantes de Arizona, Michigan y Nevada están de acuerdo en que sus estados deberían usar más energía limpia. Cuando se habla de energía limpia y no de cambio climático, los votantes del Partido Republicano apoyaron la propuesta. Rick Snyder, gobernador en Michigan de este partido, impulsó en 2016 una propuesta que crearía evaluaciones de desempeño por utilidades con la finalidad de reducir los costos energéticos. Los activistas aceptaron la propuesta aún cuando la meta de alcanzar 30% en energías renovables se redujo a 25%.

En el estado de Nevada la medida también llegó a ponerse a votación. La campaña que estaba a favor de la iniciativa se enfocó en los beneficios inmediatos de utilizar energía limpia, menores problemas de salud y costos médicos, así como más trabajos mejor pagados; la campaña publicitaria utilizó casos reales. A esta campaña le respondió otra en contra de la medida, señalando que elevaría los costos energéticos. La iniciativa fue aprobada con 59% de votantes a favor.

En el estado de Arizona, la empresa Arizona Public Service luchó de forma reacia contra la iniciativa. Obtuvieron el apoyo del Fiscal General del Estado, tras realizar donaciones a este, quien señaló que era “irrespetuoso para el costo de los consumidores”. La iniciativa falló con 69% de los votos en contra.

Si las industrias de petróleo y carbón deciden luchar, cuentan con dinero y poder que pueden utilizar a su favor. Las experiencias de estos estados clarifican la dinámica política. Los activistas pierden ventaja cuando el debate se centra en el costo de vida; cuando el debate se centra en energía limpia o en la salud de los habitantes se ven favorecidos.

En febrero de 2019 Alexandria Ocasio-Cortez, en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, y Ed Markey, en el Senado de los Estados Unidos, publicaron una resolución a favor de un mayor esfuerzo federal para combatir el cambio climático. El Nuevo Acuerdo Verde es un programa para crear empleos y ampliar el uso de energía limpia, principalmente, a través de evaluaciones de desempeño y gasto público federal. La resolución resultó demasiado ambigua para ser analizada rigurosamente; es un conjunto de principios, no una política detallada. Al igual que la resolución recibió críticas fuera del Partido Demócrata, recibió atención y apoyo de votantes.

Rhiana Gunn-Wright, investigadora de New Consensus, ayudó a diseñar el Nuevo Acuerdo Verde y señala que “cualquier solución atada a beneficios económicos tangibles tendrá mayores probabilidades de pasar”. Los activistas ambientales ahora no se enfatizan en las desventajas que podrían generar las políticas que impulsan. Los costos energéticos incrementarán, los subsidios gubernamentales dependen de tasas impositivas y las evaluaciones de desempeño por utilidades seguramente elevarán precios. California es ejemplo de que la alza de precios no es tan elevada como se espera. Además, los precios de energías renovables han caído en los últimos años y se espera caigan más. El problema no sería el alza de precios en sí, sería la percepción de esta.

En Alemania y China la producción de energía limpia ha crecido a base de subsidios públicos. Estados Unidos podría hacerlo también; en el pasado el retorno de inversión en industrias nacientes ha sido alto. El Nuevo Acuerdo Verde se vería beneficiado por el impulso gubernamental, no obstante, no sería suficiente una resolución como esta para solucionar la crisis medioambiental. Científicos consideran que una importante disminución de las emisiones de carbono en las próximas décadas podría reducir los efectos de la crisis.

Para algunos economistas la única política suficientemente valiosa para intentarse sigue siendo fijar precios sobre el carbono, política que afectaría a consumidores y productores por igual; también impulsaría al sector privado a invertir en energías limpias. Se teme esta política pueda fracasar como en el pasado.

Parece necesario un acercamiento siguiendo todas las políticas antes mencionadas, con bases organizativas que incrementen las posibilidades de cumplir metas en el corto plazo. Muchos activistas consideran necesario no abandonar la idea de fijar precios sobre el carbono. John Podesta propone fijar un precio sobre el carbono de manera prolongada, uno que comenzara bajo y aumente progresivamente.

Tristemente, la política medioambiental probablemente cambie. Los efectos del cambio climático seguramente serán potencialmente más dañinos y más extremos; eventualmente los políticos deberán reconsiderar sus posturas al respecto. No podemos esperar a que cambie la política para comenzar a actuar.

Datos cruciales: 

1. Hasta 80% de los habitantes de los estados de Arizona, Michigan y Nevada están de acuerdo a un mayor uso de energías limpias, según un estudio de NextGen America.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El potencial costo que pueda llevar en el corto plazo impulsar medidas como fijar precios sobre el carbono, debería compensarse en el largo plazo con la caída de los precios de producción de energías limpias, particularmente para energía solar y eólica. La dificultad de evaluar costos lleva a fallas de mercado en la industria energética, por otro lado, contabilizar los costos por remediación medioambiental debería fomentar políticas medioambientales más eficientes.

Es necesario que las medidas impulsadas desde la sociedad se vean respaldadas por medidas gubernamentales y empresariales. Sin embargo, los organismos empresariales cuentan con el respaldo político al rechazar las propuestas y al contraatacar, de forma mediática, la sociedad se divide.