Los problemas que se avecinan a partir de las emisiones de dióxido de carbono y el calentamiento global son diversos, pero uno de los principales son las infecciones en los cultivos en todas las zonas climáticas, por lo que empresas de semillas y botánicos deben sumar fuerzas para la modificación genética.

Los cambios genéticos de las especies en los últimos siglos han eliminado aquellos genomas que no son relevantes en lo inmediato, lo cual ha favorecido a la producción. Sin embargo, ha tenido afectaciones ahora que se aproximan los cambios climáticos drásticos. De hecho esto ya está sucediendo en Estados Unidos, donde un patógeno mata a los manzanos y en India, en donde se están perdiendo cultivos de trigo debido a una enfermedad que se ha dado por la llegada de inviernos más cálidos.

Si bien es poco probable que occidente sufra hambrunas debido a la pérdida de cosechas enfermas, lo que sí es posible que suceda es que encarezcan los precios de los alimentos, malnutrición entre otros problemas a nivel mundial.

Todos los cultivos tienen parientes silvestres que no son aptos para la agricultura, pero que tienen gran diversidad genética, lo cual tiene potencial de otorgar resistencia patógena. Por esto, como una póliza de seguro es necesario resguardar los genes de dichas plantas silvestres para estudiarlos y estos puedan ser utilizados en el momento en el que llegue alguna amenaza para los cultivos.

A pesar de que grandes empresas agroalimentarias podrían ser de gran ayuda a la recolección de recursos para los bancos genéticos y el fortalecimiento de la seguridad alimentaria, empresas como Bayer y Syngenta creen que esto es responsabilidad de los Estados.

Quizás el poco interés por parte de las empresas se deba a que es una tarea muy grande la preparación de patógenos posible para los cultivos principales, lo cual también la hace incierta y por lo tanto poco atractiva económicamente hablando.

Si bien los científicos botánicos pueden ayudar a esto, este trabajo suele ser monótono y poco reconocido. Además es necesario incentivos económicos, lo cual se ha visto difícil de conseguir, sobretodo porque durante la actual administración, las investigaciones que llevan el concepto “cambio climático” se han visto vetadas, debido a que para ellos no existe.

Asimismo, Europa debe ser más abierto respecto a la ingeniería genética, ya que el no aceptar los nuevos métodos para la modificación de ADN solo retrasa el fortalecimiento de los bancos genéticos.