Working it. Across the rich world, an extraordinary jobs boom is under way. Many popular perceptions about the modern labour market are wrong

Cita: 

The Economist [2019], "Working it. Across the rich world, an extraordinary jobs boom is under way. Many popular perceptions about the modern labour market are wrong", The Economist, London, 25 de mayo, https://www.economist.com/briefing/2019/05/23/across-the-rich-world-an-e...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Mayo 25, 2019
Tema: 
La expansión del mercado de trabajo en los países de la OCDE como contrapeso a las percepciones comunes sobre la situación del trabajo contemporáneo
Idea principal: 

La premisa de The Economist para analizar el éxito económico de los países de la OCDE o las altas tasas de empleo de países como Estados Unidos, Inglaterra, Australia y Japón es que tales fenómenos no dependen de logros personales de jefes de estado, sino de fuerzas de las que ellos no tienen control alguno.

Está en marcha la época de bonanza de trabajos entre los países de la OCDE. En los últimos 5 años en la OCDE se han creado 43 millones empleos. La tasa de desempleo (véase dato crucial 2) es la menor desde hace décadas. Sin embargo, no es un fenómeno igual para todos los miembros de la OCDE. El desempleo en Italia, España y Grecia es más alto que antes de la crisis financiera de 2008-2009. En cambio, en 2018 la tasa de empleo entre la población en edad de trabajar fue muy alta en Gran Bretaña, Canadá, Alemania, Australia y otros 22 países de la OCDE.

El auge del empleo cuenta con una base amplia. Destaca que el desempleo entre los trabajadores poco habilidosos y los jóvenes está disminuyendo, y también el desempleo a largo plazo. Las personas con trabajos de tiempo parcial (porque no encuentran trabajos de tiempo completo) son más numerosas que el número de trabajadores antes de la crisis de 2008-2009, aunque ha caído un poco desde 2013. Probablemente el Buró de Estados Unidos de Estadísticas Laborales sea, según The Economist, la más amplia cobertura y medida oficial del desempleo; incluye fenómenos difícilmente registrados como el trabajo parcial involuntario y la renuncia de trabajadores que, sin embargo, quieren trabajar.

Pero, ¿son buenos empleos?

The Economist busca contrastar con estadísticas la catastrófica percepción que la opinión pública difunde sobre el mercado laboral de nuestros días. El semanario inglés opina que probablemente una parte de esa percepción se debe a que el gremio de los periodistas y académicos que la difunden se encuentran en una situación poco favorable para obtener un puesto estable bien remunerado. Se dice que la calidad de los empleos ofrecidos es menor que antes. “Manejar Uber o entregar comida a domicilio no es realmente un empleo, dice el reclamo”. En esa discusión se inserta un libro de próxima aparición: Fuera de servicio: ¿A dónde han ido los buenos trabajos? (Not working: Where Have All the Good Jobs Gone?) de David Blanchflower del Dartmouth College. Sin embargo, hay cifras de que los “empleos tradicionales” de manufactura, esto es, aquellos que requieren mano de obra poco calificada, han disminuido. Entre 1995 y 2015 tales empleos disminuyeron 10% según la OCDE.

La cuestión es que no habría que apresurar conclusiones sobre ese panorama sombrío del mercado laboral. The Economist señala que el trabajo considerado como “precario” (principalmente trabajo independiente, freelance, a través de los mercados en línea) es estimado oficialmente por la economía estadounidense como 1% del empleo total. Es cierto que el empleo temporal es más alto que en la década de los años 90, pero en la presente década ha estado cayendo la tasa de dicho empleo. Por ejemplo, en Francia alcanzó 50% la proporción de contrataciones permanentes a largo plazo de trabajadores.

Tampoco es cierto que exista un incremento exponencial de trabajadores que cambian cada vez con mayor frecuencia de empleo. En lo que va del siglo XXI, la proporción de trabajadores de los países pertenecientes a la OCDE que ha permanecido menos de un año en su trabajo es de 20% sin una tendencia al alza o a la baja. Tampoco ha sido catastrófica la caída de los empleos de mediana especialización. Aunque los empleos poco calificados han aumentado su proporción en los niveles de empleo de los países de la OCDE, lo cierto es que no lo han hecho por encima del incremento de los empleos altamente calificados que, afirma The Economist, “se han disparado”. Echando mano de los manuales de teoría económica, el semanario inglés, afirma que en nuestros días existen cifras que permitirían afirmar que la relación que expresa “curva de Philips” se está cumpliendo, esto es, que la caída del desempleo poco a poco se está traduciendo en un incremento de los salarios. Si bien tal cumplimiento parecía imposible en los años de 2014 a 2016, ahora “la relación ha comenzado a reavivarse”.

“Es erróneo concluir que los trabajadores son más explotados que nunca”. The Economist señala que el lento incremento de los salarios se debe al bajo crecimiento de la productividad. Y, aun así, las remuneraciones bajas (trabajadores con un salario menor a dos terceras partes del promedio) han estado disminuyendo en las últimas dos décadas. Por otra parte, existen ciudades cuya primera impresión puede conducir a conclusiones equivocadas. Un caso es la ciudad española de Málaga que presenta gran afluencia en sus restaurantes y limpieza en sus calles, sin embargo, la tasa de desempleo promedio de la ciudad ha sido en los últimos cinco años cercana a 30%. Otro caso es el de San Francisco donde hay muchos vagabundos y lotes vacíos, sin embargo, la tasa de desempleo es de 2.6%.

Existen críticas más profundas sobre estos datos del mercado laboral. Sobre todo, se preguntan que si las sociedades no deberían aspirar más bien a trabajar menos. El libro Trabajos de mierda (Bullshit Jobs) del antropólogo David Graeber, publicado el año pasado, se ha convertido en un “tracto sagrado para los socialistas millennial”. En dicha obra se postula que los trabajos de la actualidad son en su mayoría inútiles y “chupadores del alma”; se afirma que personas en Europa y América del Norte “gastan su vida laboral realizando tareas que secretamente creen no son necesarias de ser cumplidas”. The Economist ironiza al respecto. Menciona el caso de Japón que desde hace medio siglo cuenta con una tasa de desempleo de 3%, la más baja de la OCDE. Gran parte de ese logro se debe, afirma el semanario, a la monotonía del trabajo. Y continúa: “El señor Graeber probablemente argumentaría que esta es menos una señal de progreso social y más una conspiración del capitalismo para convertir a las personas en drones”.

The Economist sentencia que las sociedades se benefician de mercados laborales fuertes. Entre más personas tengan empleo, significa que más personas están pagando impuestos y menos están recibiendo ganancias. Se menciona la existencia de una correlación positiva entre la tasa de desempleo y la tasa de delitos contra la propiedad y la violencia. Por tanto, concluye el semanario inglés, tener empleo “brinda a las personas una sensación de propósito que es buena para todo tipo de cuestiones sociales, incluyendo la salud física y mental”.

La realidad es que todavía es un “enigma” determinar a qué se debe la fortaleza del mercado laboral de los países miembros de la OCDE. Recientemente los gobiernos han impuesto costos adicionales a los empleadores. Es más, se han incrementado cargos a los empleadores cuando muchas de las funciones de los empleados podrían ser fácilmente reemplazadas por robots. Según un estudio de 2013 de Carl Benedikt Frey y Michael Osborne, de la Universidad de Oxford, 47% de los empleos de Estados Unidos corren el riesgo de ser automatizados. Por otra parte, en los 24 países de la OCDE ha incrementado el valor del salario mínimo de 44% de los ingresos medios a tiempo completo a 50% del año 2000 a la actualidad.

Comezón en la industria

La prosperidad del mercado laboral, afirma The Economist, es sólo en parte un fenómeno cíclico. Ya ha pasado una década de la crisis financiera de 2008. En ese lapso creció el sector servicios; la política monetaria de Estados Unidos posibilitó que casi alcanzara su periodo de expansión económica más largo; la incertidumbre en las finanzas como el auge del populismo condujo a que los empresarios estuvieran más dispuestos a contratar personal y a invertir grandes sumas de capital. Probablemente a este conjunto de situaciones se deba una parte de la explicación de la permanencia relativamente baja del desempleo. Pero no nos brinda una explicación completa.

El FMI estimó en 2013 la situación económica de las economías desarrolladas para 2018. La previsión señalaba que el crecimiento anual del PIB tendría un promedio de 2.4% y que la tasa de desempleo para 2018 sería de 6.9%. “Resultó que el FMI fue demasiado optimista con el crecimiento y muy pesimista sobre el desempleo”. En 2018 la tasa de desempleo cayó a 5%. Probablemente los cambios a largo plazo de la demografía, tecnología y políticas sean la otra parte que debamos tener en consideración para explicar la disminución de la tasa de desempleo.

The Economist atiende la demografía y señala que la población de los países de la OCDE está envejeciendo. Muchos estudios han dado cuenta de un vínculo entre población más joven y mayor desempleo. Sin embargo, esto no significa que pueda establecerse una comparación directa entre la tasa de desempleo de la actualidad con las del pasado. En la década de los años 80, 25% de la población en edad de trabajar de los países desarrollados tenía entre 15 y 24 años, actualmente representa 17.5%. La estructura demográfica de los países es variable.

En cuanto a la tecnología, The Economist señala que está fortaleciendo el mercado laboral. Gracias a las tecnologías de información, los empleadores y empleados tienen un intercambio más inmediato sobre las vacantes y postulantes para determinado empleo. Esto se evidencia en que de 2006 a 2016 se redujo 80% el costo en términos reales de cubrir una vacante. Peter Kuhn Y Hani Mansour mostraron en un estudio de 2011 que el uso de internet para buscar empleo ha reducido 25% el tiempo promedio que las personas se mantenían en desempleo. Esta situación también depende de las tasas de desempleo según los países. Por ejemplo, en Italia donde existe una baja tasa de desempleo, sólo 40% de sus ciudadanos buscan empleo por internet; en cambio, en Corea del Sur, que tiene alta tasa de desempleo, 95% de sus ciudadanos buscan empleo por internet.

Trabajo en progreso

Cambios graduales de la política es el tercer factor que, según The Economist, explica el auge del empleo en la actualidad. Una parte importante consiste en el fortalecimiento de los derechos laborales de los trabajadores de tiempo parcial, principalmente, de la facilidad para que las mujeres combinen el trabajo y el cuidado de la familia. Son costos asumidos por el Estado. En Japón, por ejemplo, la reforma económica incluyó la provisión de más guarderías infantiles. Desde hace décadas la tasa de empleo femenino de los países de la OCDE ha estado aumentando. Aunque en Estados Unidos ha disminuido, en el resto de la OCDE se ha acelerado.

También está el asunto de la educación. Del año 2000 a la actualidad la proporción de trabajadores de la OCDE con educación superior se ha incrementado de 22% a 40%.

Sin embargo, no todo ha sido medidas favorables. Los gobiernos se han dedicado a reducir el poder de los sindicatos y los acuerdos de negociación colectiva. Quizá por ello ahora los salarios responden más a las condiciones del mercado. Incluso existen casos de reducciones salariales nominales desde hace décadas. Esto significa que, en tiempos de mala economía, es más probable que los empleadores recorten el pago de sus empleados a que los despidan. Asimismo, está el problema de que gran parte del salario de los trabajadores está bajo la figura de los bonos. Los bonos son altamente volátiles. Por ejemplo, en 2009 el sector hotelero de Japón redujo las bonificaciones de fin de año de sus trabajadores 40%.

Otro asunto es que las industrias que se resisten a adaptarse a las nuevas condiciones del mercado laboral tienen costos de producción más altos. Está el caso italiano donde 350 acuerdos industriales nacionales no tienen en cuenta las diferencias regionales del costo de vida y productividad de la población, de manera que privan a la población pobre del sur del mercado laboral. Asimismo, los gobiernos se han encargado de que sea prácticamente imposible vivir de los beneficios del desempleo. Una persona desempleada durante un año que percibía un salario promedio, recibía 48% de sus ingresos anteriores como seguro de desempleo; para 2018 el monto cayó a 41%. El caso de Gran Bretaña ilustra que tal beneficio no es igual para todos los trabajadores, se estima que cayó de 80% a 50% la proporción de desempleados con posibilidad de acceder a un beneficio de desempleo.

Este tipo de políticas duras contra el mercado laboral, en realidad, afirma The Economist, han servido para el crecimiento de dicho mercado. Se menciona un artículo de Marcus Hagedorn, Iourii Manovski y Kurt Mitman que concluye que la reducción del beneficio de desempleo de 73 a 25 semanas en 2013 se tradujo en la creación de 2 millones de empleos en 2014, esto es, dos terceras partes del crecimiento del empleo total de ese año.

Sin fin para el trabajo pesado

The Economist concluye que el crecimiento de la tasa de empleo pone en duda las predicciones catastróficas sobre el futuro del trabajo. “La lección del último medio milenio es que el cambio tecnológico complementa los puestos de trabajo en lugar de destruirlos. Las elevadas tasas de empleo actuales sugieren que nada ha cambiado”. Es más, el semanario inglés señala que más bien existen evidencias de mejorías del mercado laboral.

Datos cruciales: 

1.En 2019 Donald Trump indicó que el desempleo en Estados Unidos alcanzó las tasas más favorables desde hace 51 años. Theresa May, primera ministra de Gran Bretaña, indicó que el empleo rompió récord. Scott Morrison, primer ministro de Australia, indicó que más de 730 empleos fueron creados cada día durante su gobierno. Shinzo Abe, primer ministro de Japón, sentenció que la tasa de empleo en jóvenes ha sobrepasado el récord previo.

2.Gráfica 1. Altas y bajas. Tasa de desempleo en Gran Bretaña, Estados Unidos, Japón y la OCDE, 1960-2018. El promedio de los países miembros de la OCDE presenta una tasa de desempleo de casi 6% a inicios de 1960 con una caída a 2% en 1970; sigue un crecimiento sostenido a mediados de los 80 con 8%; y una oscilación entre 6 y 8% hasta 2018. Estados Unidos sigue oscilaciones muy abruptas de 1960 a mediados de los ochenta con niveles de 5% hasta 10%; de los noventa hasta 2007 hubo una oscilación entre 8% a cerca de 4%; en los años de la gran recesión hubo un incremento a 10%; de 2010 a 2018 existe una tendencia a la baja hasta 4%. Gran Bretaña inicia 1985 con una tasa de desempleo de 12%; cae a 6% en 1990; repunta a 10% en 1995; y sigue una tendencia a la baja hasta 2010 de cerca de 4%. Japón inicia a finales de los años sesenta con una tasa de desempleo de 1%; tendencialmente se incrementa la tasa alcanzando un pico en 2000 de casi 6%; en adelante baja hasta 2% en 2018.

3. Gráfica 2. Historia del empleo. OCDE, tasa de empleo, 1995-2017. 1) Bajos salarios. De 1995 con 17% a 2017 con cerca de 15%; 2) Temporal. De 1995 con 10% a 2017 con más de 10%. 3) Tiempo parcial involuntario. De 1995 con más de 2% a 2017 con más de 3%.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Es imperativo para el proyecto analizar la situación actual de los trabajadores del mundo. The Economist ofrece un análisis del mercado laboral de los países desarrollados de la OCDE. Intenta mostrar un contrapeso a los discursos catastróficos sobre la situación del trabajador contemporáneo. Tales contrastes son pertinentes no sólo para registrar toda la información estadística que dispone el artículo, sino para atender el modo particular en que ese tipo de medios conciben la situación económica del siglo XXI. Quizá a partir de este tipo de artículos puedan derivarse rutas para pensar el trabajo que se destina a la economía de la guerra.